Por Mariano Pacheco-Nota publicada en el diario El Argentino
Vidas para
ser contadas es una iniciativa del Archivo Provincial de la Memoria que se
propone rescatar la dimensión vital de los detenidos-desaparecidos por la
última dictadura cívico-militar. El
Argentino visitó el lugar y habló con quienes llevan adelante la
propuesta.
Políticas de la memoria-Familiares
de desaparecidos en la ex D2
Humanizar al
detenido-desaparecido por la última dictadura cívico-militar. Narrar sus vidas.
Sacar a esas mujeres y hombres del exclusivo lugar de “víctima del Terrorismo
de Estado”. Recuperar, a través de distintos formatos, fragmentos de sus
historias. Estos son algunos de los objetivos de “Vidas para ser Contadas”, el
Área del Archivo Provincial de la Memoria que cuenta con una sala de tres
habitaciones en el ex Centro Clandestino de Detención conocido como la D2 (el
Departamento de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Córdoba). En
diálogo con El Argentino, Carina
Tumini cuenta que en 2008, cuando todavía no trabajaba en el lugar pero
“colaboraba asiduamente”, confeccionó el primer álbum, con fotografías y
recuerdos de Mónica Cappelli, militante del Partido Revolucionario de los
Trabajadores, su madre, que aún permanece desaparecida. Su iniciativa fue, de
alguna manera, el puntapié para poner en funcionamiento la nueva propuesta, que
busca realizar una “reapropiación pública del espacio”.
Los álbumes
En la era de
la fotografía digital y la reproducción tecnológica, el acercamiento a un
“objeto único e irrepetible” se presenta con una especie de “aura” que es
difícil encontrar en otros. Carina comenta que la idea de invitar a los
familiares a confeccionar un álbum surgió pensando en la posibilidad de gestar
en ese sitio en el que funcionó el horror, un lugar para “sentirse como en
casa”. “En las casas –explica– suele haber portarretratos, y también
álbumes”. Hay personas que han continuado agregando fotos y otros
elementos luego de haberlo dejado en la sala. Otros tienen hojas en blanco,
sobres y leyendas que invitan a aportar nueva información. Esto marca el
“carácter abierto” de la iniciativa.
Los álbumes
contienen fotografías de las personas detenidas-desaparecidas, pero también la
página de un libro marcada o firmada por su antiguo dueño; una hoja de
cuaderno, con una poesía o canción, un dibujo o una carta de amor; una
fotocopia de un boletín escolar, de una partida de nacimiento o un DNI. También
hábeas corpus, presentados por sus familiares al momento de ser secuestrados.
El de Enrique Valdés, por ejemplo, tiene la tapa de madera, porque su hermana
recordó que él “era de buena madera”. Cada álbum concentra una historia, que es
a la vez muchas historias. Las de aquellos capturados por la maquinaria del
terror. Fragmentos de historia de toda una generación que dio su vida por un
cambio social.
La sala
Además del
espacio destinado a la consulta de los álbumes, donde hay un lugar para
sentarse y una obra de la artista plástica Natalia Colón, que tiene a sus
padres desparecidos en Tucumán, en otra de las habitaciones hay sólo retratos
con las caras de los desaparecidos, colgados en las paredes. Algunas tienen una
cinta de color. Son los rostros de aquellos que actualmente figuran en la
Megacausa La Perla. “Fue una forma de darle visibilidad al Juicio”, relata
Tumini, y cuenta que al principio “las fotos estaban todas juntas en una lona”,
y que luego “surgió la propuesta de darle más intimidad al espacio”, y ponerlas
–“como en las casas”– en portarretratos. “Estamos priorizando poner no tanto
fotos donde se vea simplemente el rostro, sino imágenes más vitales, de las
personas bañándose en el río o subidas a un árbol”. Allí se está comenzando a
construir un archivo digital, que el público puede consultar activando algunas
de las computadoras instaladas, donde aparece una foto de la infancia y una
breve reseña de cada una de las personas que aparecen en los portarretratos.
En el
espacio contiguo se ha montado una muestra con objetos que pertenecieron a los
detenidos-desaparecidos y que sus familiares y amigos han acercado al lugar.
Desde prendas de vestir hasta una motoneta Vespa, pasando por objetos como
discos y libros. En una de las paredes puede verse una bandera argentina, con
la inscripción “Alberto Losada: Hasta la victoria, siempre”, que Don Américo,
su padre, quiso dejar allí colgada. Fue la bandera con la que taparon la urna
de cenizas de Alberto, cremadas luego de que recuperaran sus restos.
La
Sala “Vidas para ser Contadas” permanece abierta, para
quienes quieran visitarla, de martes a viernes de 10 a 18. Allí se exhiben los
álbumes, las fotografías y algunos objetos personales que pertenecieron a las
personas capturadas por el dispositivo represivo.