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domingo, 17 de noviembre de 2013

El folclore abarca todo: lo personal, lo político

Por: Mariano Pacheco

En diálogo con El Argentino, Julio Paz y Roberto Cantos (Dúo Coplanacu), hablan de las peñas, de las nuevas generaciones de folcloristas, del rol expresivo (íntimo) y social de la música. Y también de la Ley de Medios y los “liderazgos populares” emergentes hoy en el continente.




Julio Paz y Roberto Cantos cuentan con orgullo que el Dúo Coplanacu ha sido invitado a Madrid por la Academia Nacional de Folclore y la Secretaría de Cultura de la Nación para participar, a fines de este mes, junto con otros músicos, de un Encuentro de Arte Folclórico. En un soleado mediodía, conversan en un bar situado en pleno centro de la ciudad capital sobre variados temas: su recorrido musical, los jóvenes artistas y la situación política que atraviesa el país y la región. Mañana, junto a Peteco y Arbolito, se presentarán en el Comedor de la Universidad Nacional de Córdoba. Peña a la que “Los Copla” consideran “toda una institución”.

Ídolos o artistas
--¿Qué piensan del estado actual del folclore argentino?
--En el folclore se contempla un espectro grande de preocupaciones. Cualquiera que agarra una guitarra y hace unas notas, mal o bien, canta una zambita. El folclore es un gran canal de expresión muy groso, sobre todo para los jóvenes, y se presta mucho para quienes ser, entre comillas, artista. Cada uno desde su lugar plantea sus amores, sus intimidades, y también sus chacareras revolucionarias. Así que el folclore abarca lo personal, lo político… hay de todo. Claro, está el que quiere ser artista, y hay muchos, que son tipos muy creativos, muy generosos, que borran las fronteras. Porque en el arte no hay un límite. Y se atreven a pasar del folclore a otros géneros. Otros, en cambio, solo quieren ser “ídolos”.
--Vivimos una época en la que se han resignificado muchas cosas, y aspectos como la sensibilidad y la identidad, han recuperado su valor. Y eso también se ve en la música. El hecho de juntarse a cantar, a guitarrear, está volviendo a cobrar un significado profundo. Hoy los jóvenes están redescubriendo valores que a nosotros, de chango, nos han hecho músicos: lo expresivo, el rol social. Hay muchos changos que están cantando lo que piensan, lo que sienten, en un ámbito que les es favorable

Multiplicando voces
--¿Cómo ven la situación actual del país, de América Latina?
-- Estos últimos años hemos visto, por ejemplo, como la cultura no ha sido propiedad de nadie. Todos los artistas hemos tenido la posibilidad de expresarnos, en todos los géneros y en todas las disciplinas. En nuestro andar por el país, hemos visto como parte de la Argentina olvidada, se ha dignificado. Y eso nos parece hermosísimo. Y ojalá se sostenga, con este gobierno o con el que venga, sean del signo que sea. Y en Latinoamérica vemos que las comunicaciones han hecho una cosa grosa: internet, las redes sociales, ha habido un gran crecimiento. Y hay líderes populares, emergentes, con mucho consenso en la gente.
-- también estamos muy contentos con la Ley de Medios, y esperamos que se pueda implementar en toda su magnitud, y que haya realmente pluralidad de voces, porque hoy vivimos en esa especie de ficción que nos plantean los medios. Habría que garantizar que la realidad sea contada desde todas las voces, y no desde una, o dos posiciones. Así que estamos esperando que eso suceda. 



miércoles, 6 de noviembre de 2013

“Los carreros somos recuperadores netos, lo demás va a parar a empresas privadas”

Entrevista a Carlos Andrada, presidente de la Cooperativa de carreros La Esperanza

El barrio La Lonja está situado en la zona sur de la capital provincial. Allí, Carlos Andrada, presidente de la Cooperativa de carreros La Esperanza, recibe a este diario en su casa, donde cuenta sobre los proyectos desarrollados hasta el momento y las propuestas que intentarán trabajar de aquí en más.


Por Mariano Pacheco, diario El Argentino (Córdoba)

Oficios
¿Qué están trabajando actualmente desde la Cooperativa?
- Luego de una movilización, hemos logrado obtener de parte de la Municipalidad cien puestos de trabajo, de $1.800 por mes. Ahora, a través del Ministerio de Trabajo de la Provincia, accederemos a 100 becas de unos $2.500 pesos por mes, que hemos decidido destinar a los más jóvenes, para que puedan capacitarse en algunos oficios que los ayuden a afrontar sus primeras experiencias laborales con mejores herramientas, quizás, que las que hemos tenido sus padres. Nosotros apostamos a generar puestos de trabajo, y a combatir la persecución que desde el Estado se hace contra de los carreros.

- ¿Y qué se proponen?
- Queremos ser reconocidos como todo trabajador, dignificar nuestro oficio, tener las herramientas necesarias para trabajar y que se difunda bien el servicio que prestamos. Somos enterradores netos, porque lo demás va a parar al enterramiento o a las empresas privadas de reciclado, no del Estado. Será un trabajo informal, pero capitalizamos alrededor del 30% del material que se puede recuperar. Algunos dicen: “quieren vivir así”. Venimos de familias que toda la vida se han trabajado con animales. Nosotros creemos que el de carrero es un oficio valedero, que no le caga la vida a nadie y nos hemos acostumbrado ya a este trabajo.

Estigmatizados
- Desde la Fundación “Sin Estribo” proponen un proyecto para quitar los caballos de la calles del centro de la ciudad. ¿Qué piensan de eso?
- La pelea que tenemos desde hace años es que no se nos coloque en ese lugar de maltratadores. Nosotros respetamos y cuidamos a los caballos. ¡Hasta han dicho que nos comemos a los animales! Después salen algunos diciendo que en la cooperativa hay militantes. Nosotros aclaramos que una cosa es la militancia popular y otra muy distinta la campaña política partidaria. Lo que pasa es que hay gente que quiere que los pobres peleemos solos. No quieren que se nos acerquen intelectuales, o gente que pueda tener algún conocimiento. No quieren que se difunda lo que hacemos. Son fascistas. Arman e instalan discusiones con mentiras.

Unidad, Solidaridad, Organización
- ¿Cómo funciona la Cooperativa?
- Tenemos un Cuerpo de Delegados, que lo integran un delegado por barrio. Nos reunimos regularmente una vez por mes, y extraordinariamente, las veces que haga falta. También hay abogados, veterinarios y “asistentes”, que se dedican a vacunar a los animales.
- ¿Qué desafíos tienen por delante?
- Ahora, por ejemplo, estamos preparando proyectos para brindar apoyo en las catástrofes, como ser los incendios, para hacer prevención o ayudar en los casos de lluvias que provocan inundaciones. Como ya lo hemos hecho en otras oportunidades, cuando el Estado tendría que haber accionado de manera inmediata y no estuvo, y nosotros salimos con los caballos y auxiliamos a los vecinos. Lo que proponemos es funcionar como emergencia desde adentro de la villa. Porque si llamás a las distintas instancias del Estado, te dicen que están en un lugar y que ya no tienen gente para otro. Entonces nosotros queremos armar un equipo para organizar que sea la misma gente, desde adentro, la que accione en estos casos, de manera solidaria y comunitaria.


lunes, 4 de noviembre de 2013

Evita en la literatura argentina y las luchas por la diversidad

“Volveré y seré millones”, sentenció Eva Perón en vida. Lo que seguramente nunca imaginó es que retornaría, luego de su muerte, para ser un personaje literario devenido travesti, drogadicta o puta-reventada, que encima se enorgullece de su condición.

Por Mariano Pacheco 


Así es la literatura, ¿no? Posee un potencial subversivo que se aventura, sin muchos rodeos, a decir cosas que ningún otro discurso se atrevería a decir. Y así sucedió en la década del 70, al menos, con dos importantes autores: Copi y Néstor Perlongher, quienes tomaron al mito político más potente del peronismo para triturarlo en su dramaturgia y narrativa.
En 1969, al publicar Eva Perón, Copi hace ingresar por primera vez en la literatura argentina a una Evita viva y con su propia voz. Lo hace de un modo extraño, puesto que la obra es escrita en francés y en su estreno en París, el 2 de marzo de 1970, es protagonizada por un hombre. No en vano la obra de Copi -como se hizo llamar, tomando el apodo de su padre, el historietista, dramaturgo y escritor argentino Raúl Damonte Botana- sufrió un atentado en el Teatro I`Epée-de-Bois.
No quisiera, de todos modos, hacer un recorrido exhaustivo de esta obra en la cual Evita -en una línea casi borgeana de interpretación del peronismo- aparece como simulacro: no es mujer sino hombre (o, más bien, un travesti); no tiene cáncer sino que aparenta la enfermedad; no le importan sus descamisados sino sus camisas, joyas y vestidos; y, finalmente, no muere sino que mata a su enfermera, colocando el cadáver en su lugar y dándose a la fuga.
Me interesa de Copi, sí, que abra la puerta para que una Evita con vida y voz propia ingrese en la literatura. Porque por primera vez aparece una pieza que ya no se titula con evasivas, como en Juan Carlos Onetti (“Ella”), David Viñas (“La señora muerta”), o Rodolfo Walsh (“Esa mujer”), sino que lleva su nombre y apellido. Y posee, además, ese componente subversivo de presentar a Evita como un travesti. En su libro dedicado a Copi, César Aira destaca que, en realidad, no hay nada que indique en la obra que el personaje es un travesti, más allá de ser interpretado por un hombre. Pero que, de todos modos, “su travestismo se sostiene en el sistema mismo: si no es la Santa de los humildes, la Abanderada de los Trabajadores (y esta Evita harto demuestra no serlo), tampoco necesita ser una mujer. La representación de la mujer es una mentira”.
Tengamos en cuenta que la del 60 es la década en que aparecen las primeras cirugías para realizar cambios de sexo. Hace pocos años que el concepto de travestismo ha ingresado en la literatura y el psicoanálisis, y todavía pesa en cierto sentido común instalado en la sociedad la interpretación vigente en el campo de las ciencias médicas de comienzos del siglo, que planteaba básicamente que el travestismo, la transexualidad y la homosexualidad eran prácticas anómalas que se desviaban del modelo normal de conductas. Es decir, que eran -tal como plantea la antropóloga argentina Josefina Fernández- prácticas caracterizadas como enfermedades, “aberraciones sexuales” que era necesario tratar para corregir, conocer para curar (Cuerpos desobedientes. Travestismo e identidad de género).

Subvertir las costumbres
1969 es, además del año de escritura de la obra de Copi, el año en el cual se producen en  el país (más precisamente en los suburbios porteños), los primeros intentos de organización homosexual. De allí en más y hasta el golpe de marzo de 1976, la organización y las luchas de los homosexuales (a pesar de sus intentos) van a estar pobladas de desencuentros en relación con el resto de las luchas que los distintos sectores populares van a librar en el período, sea desde el peronismo o desde la izquierda. Veamos brevemente este proceso tan poco conocido.
Impulsado por militantes comunistas degradados del partido por su condición homosexual, el Grupo Nuestro Mundo va fundar, en agosto de 1971, el Frente de Liberación Homosexual, luego de un previo contacto con intelectuales gays que se suman a la nueva iniciativa. El FLH se autodefinió como “un movimiento anticapitalista, antiimperialista y antiautoritario, cuya contribución pretende ser el rescate para la liberación de una de las áreas a través de las cuales se posibilita y sostiene la dominación de la mujer y del hombre por el hombre, en el convencimiento de que ninguna revolución es completa y por lo tanto, exitosa, si no subvierte la estructura ideológica íntimamente internalizada por los miembros de la sociedad de dominación”.
Surgido y desarrollado en la clandestinidad, con escasos recursos, organizado como una red de grupos autónomos, el FLH llegó a nuclear unos diez grupos, integrados por unos diez militantes cada uno, con una periferia de simpatizantes extendida no sólo en la ciudad de Buenos Aires, sino también en Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, donde desarrollaron acciones en un marco de unidad con las feministas locales. La línea de cordiales relaciones con Unión Feminista Argentina y Movimiento de Liberación Femenina -las dos principales organizaciones feministas del país- se dio desde el inicio y de manera permanente.
Son los años del Cordobazo; de la CGT de los Argentinos; de la emergencia de sectores clasistas al interior del movimiento obrero; de la ligazón de los sectores juveniles, universitarios, con el peronismo, que por primera vez en casi dos décadas visualiza posibilidades reales de volver a la Casa Rosada; de surgimiento de organizaciones armadas; de puebladas y enfrentamientos masivos a la represión que ejerce la dictadura; de ligazón de la cuestión nacional con la social (sectores del peronismo toman como bandera la perspectiva del socialismo y sectores de la izquierda asumen la identidad peronista). De allí que Néstor Perlongher, en su artículo “La historia del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina”, plantee que “tanto la sincera necesidad de liberarse de un machismo profundamente anclado en la sociedad argentina, como la convicción de que esa liberación no podía sino producirse en el marco de una transformación revolucionaria de las estructuras sociales vigentes, constituyen elementos constitutivos del movimiento gay argentino, que aparecen constantemente a lo largo de toda su historia”.
Y sin embargo, en el plano de la subversión de las costumbres, los desencuentros entre quienes emprenden las luchas minoritarias (aun con esta perspectiva más amplia) y el resto de quienes protagonizan las luchas por la liberación nacional y social, o por la emancipación de los trabajadores -según las jergas- no fue menor. Es que como señalan los pensadores franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari, “es muy fácil ser antifascista al nivel molar, sin ver al fascista que uno mismo es, que uno mismo cultiva y alimenta, mima, con moléculas personales y colectivas” (“Micropolítica y segmentaridad”, en Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia). O como reza la consiga del FLH: “El fascismo es el machismo de entre casa”.
Guattari, por su parte, ha planteado estos temas en distintas oportunidades y con mucha claridad: es necesario -dice- construir una práctica que se oponga punto por punto a los hábitos represivos, al burocratismo y al maniqueísmo moralizante que suele contaminar a los movimientos revolucionarios (“Micropolítica del deseo”). Obviamente, no es que sean luchas que se excluyen entre sí: “por una parte -insiste Guattari- la lucha de clases, la lucha revolucionaria de liberación, que suponen la existencia de máquinas de acción capaces de oponerse globalmente a las fuerzas opresivas, funcionando para ello de acuerdo a un cierto centralismo, o por lo menos un mínimo de coordinación; por otra parte -insiste- la lucha en el frente del deseo, en el frente de los agenciamientos colectivos que proceden a un análisis permanente de la subversión en todos los niveles del poder” (“Las luchas del deseo y el psicoanálisis”).  
Sin embargo, en nuestro país, tendrán que pasar muchos años para que planteos de este tipo sean tomados por las izquierdas y los sectores más progresistas del peronismo. En Latinoamérica, los quiebres conceptuales que produjeron acontecimientos políticos como el mayo francés no tendrán mucha cabida durante los años 70.
La militancia gay en Argentina, por ejemplo, a pesar de haber llamado a votar contra la dictadura de Lanusse, de haber participado en algunas movilizaciones por el retorno de Perón y en la asunción de Cámpora al gobierno (donde fueron agredidos por la derecha peronista y defendidos por la Juventud Peronista encuadrada en la Tendencia Revolucionaria), no logró que sus planteos fueran tomados por las fuerzas políticas que pugnaban por un cambio. El único sector de la izquierda que le dio un relativo apoyo al FLH fue el trotskismo: el Partido Socialista de los Trabajadores (aunque tampoco lo hizo públicamente), reconoció sus reivindicaciones y algunos grupos troskistas fueron de los únicos en “no correrse de su lado” cuando su columna se sumó a la movilización de repudio por el Golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet en Chile, en septiembre de 1973. Tampoco logró nunca, el FLH, entrevistarse con la dirección de la JP. Es más, públicamente, desde la JP negaron tener participación de sectores gays en sus filas.
Aunque seguramente el colmo del desencuentro se produjo con la respuesta que La Tendencia dio al planteo de la derecha peronista, que sostuvo a través de una campaña de propaganda que “los de la guerrilla” eran “todos drogadictos y homosexuales”. Con gran inventiva por cierto, pero con escasa tolerancia política hacia estos sectores, la izquierda peronista lanzó la consigna “No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de las FAR y Montoneros”, que fue coreada por miles de militantes. Por supuesto, después de eso, no hubo mucho más por hacer. Cuarenta años después, la situación parece haber cambiado enormemente y hoy en día las luchas de las minorías por la diversidad sexual son un elemento importante dentro de la torrentosa coyuntura política nacional.
Evidentemente, y al menos por varios años, sólo en la literatura la figura de Evita pudo tener algún nivel de filiación con los planteos de las feministas, las travestis, los gays y las lesbianas.
Cuánta razón tuvo Ricardo Piglia, cuando en su libro Formas breves sostuvo: “La literatura permite pensar lo que existe, pero también lo que se anuncia y todavía no es”. 


“Pacheco pertenece a una generación que reivindicó una militancia con alegría”

NOTAS SOBRE KAMCHATKA

Por Daniel Badenes

1-¿Para qué sirve una presentación de libro? ¿Cómo se hace?
Partimos de una situación de desigualdad:  enfrentamos a tres o cuatro personas que leyeron en libro, y a la persona que escribió el libro, con muchos que no lo leyeron.
Entonces:  no podemos hacer una crítica fina del texto porque sería injusto con ellos.



Contarles algunas cosas del libro y del autor.

1.  A Pacheco le gustó Kamchatka                                              (sobre qué trata el libro)

Porque libro tiene muchos otros libros posibles, pero se llama Kamchatka
(Pacheco ya había publicado un artículo con ese título, que no está en el libro).
El libro se llama así por la novela de Marcelo Figueras y la película de Marcelo Piñeiro.
Pero no es un libro sobre cine. Sino le preguntaría sobre el camino que hay de Kamchatka a Infancia Clandestina. Y discutiríamos con ambas películas.
Pero no.
Pacheco no habla de cine. Pacheco habla de Arlt, Freud, Nietzsche.

Kamchatka viene a colación de la frase final de la película. Un consejo dicho al oído, que no escuchamos de boca de quien lo dice.
Kamchatka es el lugar donde resistir.

El lugar de la resistencia es el lugar de la izquierda.   O al menos ese es el origen y el destino de las preguntas de Mariano.
El libro quiere pensar las izquierdas. O mejor, ayudar a pensar las izquierdas.  O mejor, ayudarle a pensar a las izquierdas:   acercarle algunas herramientas teóricas “nuevas” (aunque viejas) a la quienes piensan una política de la emancipación.

Habla de una Nueva Izquierda (Autónoma/Independiente), que tiene a las jornadas de diciembre de 2001 como referencia insoslayable.
Es decir: Pacheco habla de un movimiento político-social del que fue parte, del que es parte, de una generación a la que pertenece.

Su tesis es que una nueva generación intelectual (de izquierda) “viene emergiendo en nuestro país, en nuestro continente” (¿desde cuándo? Pregunta que queda abierta, incontestada)

Y su objetivo: “revisar las coordenadas estéticas, éticas y teórico-políticas que guiaron el accionar de las generaciones precedentes”.

2. No es la primera vez que dialoga con “las generaciones precedentes”

Pacheco tiene un laburo que recomiendo, que por ahora tiene forma de blog pero ojalá en el futuro sea un libro.
Estoy hablando de Montoneros Silvestres. Ahí no recurre al ensayo sino a una reivindicación del folletín. Y lo hace para contar historias de personas que integraron “pelotones autónomos” de Montoneros, que durante la dictadura siguieron resistiendo como pudieron.

Se vuelcan ahí (en unas veintipico de crónicas publicadas por entregas) una serie de conversaciones que empezó en 2005 pero que llevó a textos recién a partir 2011.
Las historias de estos montoneros silvestres –como los llama Pacheco- transcurren en el Conurbano Sur de la provincia. Fueron militantes en su mayoría incomunicados con las instancias orgánicas de Montoneros y sin recursos materiales, que realizaron acciones a nivel barrial o sindical, actos fugaces de propaganda o sabotaje, interferencias y reuniones clandestinas para debatir una situación cada día más adversa.

En el mismo Conurbano Sur Mariano empezó a militar, de pendejo, hace poco más de 15 años, en la Agrupación Juvenil 11 de julio y luego inmerso en la construcción de los MTD, íconos de esa generación del 19/20.
No sin guiños hacia aquella generación. Porque cuando –con Darío Santillán y otros- escribieron sus “Apuntes para la militancia” (título que remitía al texto canónico de Cooke), lo editaron con el nombre de fantasía “Ediciones Estrella Federal”, homenajeando la vieja revista de montoneros de la que algún ex militante les había regalado un ejemplar.
O porque la primera vez que armaron una molotov lo hicieron siguiendo consejos de un viejo manual a Montoneros.

3. Pero se trata de otra generación

Pacheco pertenece a una generación que reivindicó una militancia con alegría.
La generación que pintó “Disfrute y luche”, que valoró de la militancia vasca la consigna
“Lucha sí, risa también”.
Fue parte de un grupo de personas que reivindicó la risa citando a Tuñón[1] y a Cortázar (y a El nombre de la rosa).

“Yo no creo en los revolucionarios de caras largas y trágicas” decía Cortázar:   más de una vez se lo escuché citar tanto a Mariano como a Esteban[2]

(Esteban tiene un texto titulado Abnegación o divertimento. La muerte o la vida para la militancia[3], con un parecido de familia con otro de Mariano: De Ernesto Guevara a Darío Santillán. Notas sobre la risa,  la militancia)

Ahora sigue en la misma línea. Lo hace con más elaboración filosófica, trae a colación a Nietzche, pero el objetivo es el mismo.

Lo principal que retoma de Nietzche es la risa.

Nietzsche dice “¡Demos por perdido el día en que no hayamos bailado al menos una vez! ¡Y sea falsa para nosotros toda verdad en la que no haya habido una carcajada!”

Pacheco encuentra en el filósofo “una figura que pueda aportarnos a repensar ciertos afanes sacrificiales, típicos de la izquierda del siglo XX”
Y que recupera la risa como forma de una actitud demoledoramente crítica.

“Derribar ídolos. Filosofar con el martillo (Aniquilar la tradición, dice más adelante). Podemos establecer un vinculo estrecho, en Nietzche, entre la risa creadora y la voluntad de batallar”

De poner en cuestión el imperialismo de la razón.

4. Hay una serie de palabras que definen al libro
Que se reiteran, que gozan al ser escritas:

- Inactual[4]
- Inclasificable
- Insurrección
y su verbo:
- Insurreccionar

Un libro –digamos- que es un libro de ensayos.
Que postula al ensayo como género de batalla.
Que lo reivindica como el género que permite un “ir y venir”
Y que afirma a los intelectuales como activistas y trabajadores de la cultura

No es un ensayo con/sobre tres autores. En Kamchatka no sólo están Arlt, Freud y Nietsche.

También está Jean Paul Sartre y con él, Pacheco nos dice que escribir es actuar
Está Benjamin, que es el pilar de sus apologías del ensayo,  es la inspiración de la actitud de copiar citas y comentarios en un cuaderno.
Están Deleuze y Guattari, también Lefebvre
Está Leónidas Lamborghini y, por supuesto, David Viñas.

/
5. Me enojé con Omar Acha

Acha dice:
¿Quién se atreve (hoy) a cuestionar de qué se habla cuando se habla de DDHH?
¿Quién pone en suspenso la virginal impunidad de la ´democracia´?
Y dispara:  estas y otras preguntas “están ausentes de la discursividad vigente”.

Me pregunto: ¿Están ausentes de la discursividad vigente?
Yo no lo creo. No están ausentes ni en la praxis política de los movimientos sociales, ni en la literatura publicada.

…Y al final, Acha llama a “avanzar contra el legado político ideológico de la represión política de la última dictadura:  el progresismo”.
¿Cuántos se definen y se identifican, hoy día, como progresistas? Progresista era (se decía) el Frepaso.
¿Cuándo, en los últimos años,  los movimientos piqueteros, las organizaciones populares autónomas, las marxistas o las nacional populares, se definieron como progresistas?

En algún punto, lo sentí como un prólogo de los 80-90.


6. (Sobre el autor). Ciertas cosas que Pacheco dice sobre autores que cita (concretamente Arlt o Benjamin), valen para sí.

Se dice sobre Benjamin:
- que es un “inclasificable”
- que “se resiste a normalizar su escritura según las reglas de la cultura académica y el mercado editorial”

Se dice sobre Arlt:
- que es inoportuno, polemista, hinchapelotas.
- que tiene un estilo mezclado, crudo  ((estética cruda))
Pacheco lo cita al propio  Arlt defendiéndose:

“se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de su familia´. (…) Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada…”
Arlt, en cambio, dirá: “No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo”.

Y agrega Pacheco, sobre Arlt: “tuvo que hacerse totalmente desde abajo: recorriendo lugares, golpeando puertas para que algún editor se interesara…”, escribiendo en la prensa.

Inclasificable. Resistente. Polemista. Crudo. Tuvo que hacerse totalmente desde abajo.







Si me van a cremar
no hagan un funeral
rian, tosan,
no lloren mares
vayan a nadar!

Comprense unos patines
y anden por los jardines
flores fumen
de beber licores de frambuesa
coman berenjenas
junten ricas fresas
beban cerveza tirada espumosa y cristal
babosas claras batan y merengue
coman en pasteles
FESTEJEN UN DIA MAS
UN DIA MENOS




[1] Una tarde por el ancho rumor de Montparnasse
por ese aire de provincia tan confianzudo y claro
–cada ventana paga su pedazo de sol con una canción,
anduve bebiendo el buen vino rojo y alegre como una canción,
rojo y alegre como una revolución.
[2] Retomando ahora al Cortázar de Rayuela, Pacheco cita: “La risa ella sola ha cavado más túneles útiles que todas las lágrimas de la tierra...".
[3] Debo decir que del libro anterior de Mariano me llamó mucho la atención el título (El militante que puso el cuerpo), que nos retrotrae a una expresión típica de esa militancia abnegada.
Decía Esteban: “La vida, que es la vida que no sobra, la vida que el capitalismo especulativo ha decidido prescindir hasta la exclusión, no podemos darnos el lujo de despilfarrarla también con consignas que inciten a la muerte, cualquiera sea el sacrificio que impongan. Hay que cuidarla, cultivarla. Medirse con la muerte, será suicidarnos otra vez”.
[4] Una discrepancia para charlar en otro momento. Pacheco dice que investigar desde los movimientos sociales (investigación militante) suena inactual.
Es inactual si uno va a buscar eso al CONICET. Sería inactual en cualquier momento de la historia: es pedirle peras al olmo. ¿Es inactual sino uno lo mira en los movimientos sociales?

sábado, 2 de noviembre de 2013

EL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO Y LA CONQUISTA DE LA DEMOCRACIA

La resistencia a la última dictadura cívico-militar, por parte de la clase trabajadora, comenzó el mismo 24 de marzo de 1976. El movimiento obrero se constituyó así en el motor de la resistencia antidictatorial e impulsó a la protesta a otros sectores sociales.


Por Mariano Pacheco-Nota publicada en el diario El Argentino


Años difíciles
Durante los primeros tres años de dictadura, la clase obrera protagonizó huelgas parciales y centenares de sabotajes. Luz y Fuerza llevó adelante fuertes luchas, a pesar de la intensa represión. Durante el año 1976 –según indican datos parciales– se produjeron 89 conflictos sindicales, que movilizaron a 190 mil trabajadores, y en 1977 100 conflictos, con 514 mil asalariados movilizados. El ´77 fue, además, un año repleto de “tristezas” (método invisible de lucha, que consistía en trabajar con desgano). En 1978 los conflictos aumentan: 1.300 solo en la primera mitad del año y un total anual de 4.000: portuarios, Fiat, Frigorífico Swift de Rosario, Renault, Firestone, figuran entre los más importantes. Los trabajadores bancarios y del transporte, incluso, llegaron a movilizarse. Así se llega a la Jornada Nacional de Protesta del 27 de abril de 1979.

Avances
Desde 1979, cuando protagonizaron el primer paro general contra la dictadura, los trabajadores argentinos fueron recomponiendo sus fuerzas de manera casi permanente, hasta la reapertura democrática. A las huelgas sorpresivas (inmanejables para las fuerzas represivas), se le sumaron instancias de organización y coordinación clandestinas a nivel nacional. En 1980 se produjeron, aunque parciales, instancias de movilización y hasta toma de fábricas, sobre todo de los gremios de SMATA y la UOM. Los obreros de la ocupada fábrica Deutz, incluso, llegaron a exigir públicamente la renuncia del Ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz.
En noviembre de 1980, a pesar de su ilegalidad explícita, “los 25” reconstituyeron la CGT, que pasó a denominarse “CGT-Brasil”. A mediados del año siguiente, los sindicatos de Luz y Fuerza, SMATA y la UOM protagonizaron una serie de medidas de fuerza y el 22 de julio de 1981 se produjo el segundo paro general al régimen. A diferencia del anterior, ésta vez la adhesión fue realmente masiva, a pesar de que ese mismo día los dirigentes fueron arrestados. Un millón de personas -estimaron fuentes policiales- participaron de la protesta.
A la resistencia obrera se le sumaron reclamos y demandas populares más amplias. En octubre de 1981 el Arzobispado de Quilmes convocó a una “Marcha del hambre”, y al mes siguiente la CGT organizó una movilización a San Cayetano, patrono del trabajo, a la que asistieron 50.000 personas, bajo la consigna “Paz, Pan y Trabajo”.
La marcha, la primera verdaderamente masiva contra la dictadura, partió del estadio de fútbol de Vélez Sarsfield, situada en el barrio porteño de Liniers, y culminó en Luján. Además de las reivindicaciones esgrimidas en la consigna, los asistentes a la movilización reclamaban por la aparición de los desaparecidos y en algunos casos entonaban canciones partidarias. Más de un contingente llegó incluso a enfrentarse con las fuerzas represivas que custodiaban la marcha.
La situación siguió en ascenso. En diciembre de 1981, Leopoldo Fortunato Galtieri asumió de manera irregular la Presidencia de la Nación, en lugar del dictador Jorge Rafael Videla. El 30 de marzo de 1982 más de 10.000 personas marcharon a la Plaza de Mayo y a las plazas de las principales ciudades del país, convocadas por la CGT, con el fin de “decir basta a este proceso que ha logrado hambrear al pueblo sumiendo a miles de trabajadores en la indigencia y la desesperación”. Aquel día, en Mendoza, las fuerzas represivas asesinaron al obrero minero Benedicto Ortiz.
Como destaca el historiador argentino Pablo Pozzi, en su libro Oposición obrera a la dictadura, “es indudable que el proceso de resistencia obrera desarrollado a partir de marzo de 1976 y que culminó con la movilización de marzo de 1982 representa la base material de la conquista de la democracia y de la derrota de la dictadura”.
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