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viernes, 28 de agosto de 2015

Guattari según Nosotros

Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera*


Por Mariano Pacheco**


“Sobre los viajeros/ Mientras la lluvia cae/ La primavera llegó”
(Haiku de Ikegami Kosanjin, traducido y citado por Stéphane Nadaud)




Fue un 29 de agosto, en 1992. Sábado. Contaba con 62 años y una vida entregada a la aventura (no al “aventurerismo”) de poner en cuestión lo dado, de desafiar al mundo e intentar gestar otros modos de habitarlo. Luego de una cena alegre con su hija Emmanuelle, el viernes por la noche, se metió en su pequeño despacho. Allí murió, horas después, de un ataque al corazón, rodeado de sus libros, de sus anotaciones, de lo que había constituido el centro de sus reflexiones, ligadas íntimamente a una práctica que se desplegó en múltiples direcciones.
Cuentan que Félix Guattari no tenía a su salud como a su mejor compañera. Que era bulímico y catatónico, que padecía violentas y dolorosas crisis de cólicos nefríticos, que tenía problemas cardíacos y  que tomaba muchos medicamentos. También que durante la última década de vida, conoció a Josephine, quien sería su última pareja, treinta años menor, con quien se casó y con quien no dejó de tener serios problemas, al punto de precipitarse en una grave depresión. “Las líneas de fuga pueden devenir líneas de muerte”, había escrito con Gilles Deleuze en Mil mesetas, segundo tomo de capitalismo y esquizofrenia. También, junto a su camarada, amigo y compañero, en Kafka, para una literatura menor, habían sostenido que “la madriguera puede taponarse”. Así y todo, su hija supo contar con orgullo que en su padre “la máquina intelectual nunca dejaba de funcionar”. Es que, también con Gilles, habían afirmado que estamos, todos, “segmentarizados”, “por todas partes y en todas las direcciones”. Seguramente por eso, más allá de cuan o no estaba deprimido, entre 1985 y 1992, Guattari no deja de trabajar. Ese, al menos, es el enfoque que nos presenta Stéphane Nadau en la presentación de ¿Qué es ecosofía?, en clara polémica con Francois Dosse
El recorrido de esa “extraña amistad” –como supo titular Jean Paul Sartre uno de los tomos de su novela Los caminos de la libertad– entre Félix Guattari y Gilles Deleuze, es lo que más se conoce. Vínculo que, como ellos mismos se encargaron de afirmar una y otra vez, implicaba mucho más que un trabajo “entre dos”. Así y todo, y a pesar de que varios de los conceptos centrales de ese trabajo conjunto pertenezcan a Guattari (molar/molecular, máquina, ritornello), el primero suele aparecer con frecuencia como “el segundo” de esa relación. Incluso, como se sabe, hay una suerte de “borramiento” del trabajo conjunto, sobre todo a partir de la lectura que Alain Badiou realiza en su libro El clamor del ser. De allí que en este texto nos propongamos, centralmente, rescatar la figura de Guattari, el filósofo de los devenires, el militante de las micropolíticas, el clínico del esquizoanálisis.


Politización precoz
En 1952, con 22 años Guattari abandona el hogar familiar para irse a vivir solo. Lleva ya varios años de “politización”, que como a tantos otros, llegó a su vida con la liberación de París, en 1945, cuando la denominada Segunda Guerra Mundial llegó a su fin. También desde adolescente Félix ya había comenzado a escribir: poemas, historias, sueños. Aunque quienes lo conocieron sostienen que era mejor orador que escritor, esa etapa marcó para siempre una vocación irrenunciable. De aquellos años de la primera juventud consta su paso por el Partido Comunista Internacionalista, fracción francesa de la Cuarta Internacional (trotskista) y su “táctica de infiltración” en el seno del Partido Comunista Francés, posicionado en la línea oficial de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Militante comunista crítico del stalinismo, Guattari cuestionó con fuerza las posiciones del PCF respecto de la guerra de Argelia, y transitó distintos momentos de activismo en los marcos del marxismo, antes de incursionar en sus propias apuestas por gestar “organizaciones políticas de nuevo tipo”.
Entre batalla política y batalla política Félix estudio primero farmacia, y luego –lecturas filosóficas mediante– llegó a los seminarios de Jaques Lacan, de quien también fue “paciente”. De la mano de su amigo Jean Oury, joven y brillante psiquiatra, Guattari combina su pasión por la militancia con lecturas ligadas a la filosofía, la psiquiatría y el psicoanálisis. En abril de 1953 Oury funda Le Borde, la clínica que abre sus puertas en julio de 1956 y que rápidamente entra en bancarrota. Y allí es donde se verá al joven Guattari entrar en acción, mostrando sus dotes de organizador. Con 25 años, se hace cargo de las finanzas de la institución, salvándola, y convirtiéndose en su director de hecho.


Crítica y clínica
Le Borde trabaja a través de la organización de “comités”: de cocina, de cultura, de limpieza, de menú… que se intercalan con ámbitos de discusión política sobre la coyuntura. En la “Carta fundadora” instituyen un principio común del colectivo de trabajo como grupo terapéutico según tres principios organizadores:
1)      El centralismo democrático: que garantiza la preeminencia del grupo de gestión, y responde al clásico principio marxista-leninista.
2)      La utopía comunista: que estable la precariedad de los estatutos y promueve la puesta en cuestión de la división del trabajo manual y el trabajo intelectual.
3)      El antiburocratismo: a partir del cual se ponen en común las responsabilidades, las tareas y los ingresos económicos de cada uno, en la búsqueda por gestar una organización comunitaria de la vida.

Cuentan que para incitar a los militantes comunistas a romper con el partido, Félix los invitaba a Le Borde, para que conocieran “en la práctica” aquello que desde lo teórico ya comenzaba a esbozarse como una crítica sagaz a los modos de hacer política de las rígidas estructuras de izquierda.
Esta labor clínica de Guattari se presenta de un modo inescindible a sus modos de practicar la investigación y llevar adelante una práctica política. Así, entre 1956 y 1966, pasará por algunos momentos claves en este sentido.
En 1961, Guattari se suma al GTPSI, Grupo de Trabajo de Psicoterapia y Socioterapia Institucional, fundado el año anterior. Experiencia que, hasta 1965, funciona con dos reuniones anuales, llevadas adelante durante un fin de semana completo, en la búsqueda por “hablar fuera de los propios establecimientos”.
En 1965 participa de la fundación de la Sociedad de Psicoterapia Institucional, con un grupo de psiquiatras que definen un campo teórico-práctico de intervención que toma el nombre de “psicoterapia institucional”, que tiene entre sus principios considerar que “solo es posible hacerse cargo de los locos dentro de una institución que ha reflexionado sobre su propio modo de funcionamiento”. Por otra parte, esta tendencia promueve tratamientos que inventen nuevos agenciamientos y conexiones sociales, en la búsqueda por hacer surgir nuevos “grupos-sujetos”, que deshagan a su vez los grupos que “están sujetos” a las leyes exteriores. Un año antes, en 1964, Guattari ya había presentado en el Primer Congreso Internacional de Psicodrama, desarrollado en París, su tesis sobre la “transversalidad”, concepto que pone en cuestión un doble supuesto: el del eje vertical en tanto estructura piramidal, como el eje horizontal que yuxtapone distintos vectores sin conexión entre sí.
También en 1965 se funda la Federación de Grupos de Estudios e Investigaciones Institucionales (FGERI), que en enero del año siguiente lanza el primer número de su revista Recherches, donde –entre otras cuestiones– sostienen que “la repetición es la muerte” y cuestionan la utilización que algunos sectores hacen de Karl Marx y Sigmund Freud (“el modo de la repetición es entregarse a una suerte de adulación mortífera”, insisten). No es que el grupo no rescate los aportes del freudismo y el marxismo, sino que lo hacen poniendo la libido en el centro del proceso de investigaciones, que conciben desde una perspectiva “transdisciplinaria”, es decir, como un proceso de interrogación original sobre cada disciplina, a la vez que se apuesta por articular sus orientaciones y poner en discusión “la división de propietarios preocupados por sus límites fronterizos”. En junio de 1967 la revista inicia la publicación de números temáticos.
Pero el FGERI no se queda solo en una “práctica profesional” –que como puede verse no es “desatendida”, ni desde el punto de viste teórico ni práctico– sino que busca sus conexiones con el afuera. El Grupo de Estudios y de Investigaciones del Movimiento Obrero (GERMO) y el Grupo de las Mujeres de Izquierda (GROBOFEGA), que impulsa el FGERI, son muestra de ello. El primero ligado a las experiencias sindicales de izquierda –que a su vez tienen un fecundo vínculo con sectores del movimiento universitario– y el segundo aportando a difundir la liberación sexual, la libertad de abortar y la anticoncepción gratuita, en combinación con reflexiones en el campo de la historia y la etnología. En 1967, como cierre de todo este período, Guattari crea el Centro de Estudios, de Investigaciones y de Formación Institucionales (CERFI), un colectivo autogestionado que se propone estar “a la escucha” de los distintos actores sociales.
Simultáneamente, Guattari interviene en el campo específicamente político.
Desde 1958 –momento en que abandonan la “táctica de infiltración” en el seno del PCF– y hasta 1964, Félix participa de una organización y un periódico (que publica 49 números entre 1958 y febrero de 1965, momento en que es embargado por publicar un Manifiesto en defensa del pueblo argelino que lucha por su liberación) que lleva por nombre La Voie Commnunista, que cuenta con un “núcleo obrero” (en la Hispana) y otro “estudiantil” (en La Sorbona).
En 1965, un año después de haber dejado La Voie Commnunista, crea la Oposición de Izquierda (OI), una organización política que, a su vez, sirve como espacio de contención militante de sus allegados profesionales. En los marcos de esta experiencia Guattari da un paso más allá de la crítica al burocratismo de corte stalinista. En la “Plataforma Programática” –que es redactada en la Clínica Le Borde y se publica como folleto en febrero de 1966– aparece con claridad una crítica, incluso, al “centralismo democrático” que sostenían desde sus posiciones trotskistas. Desde este espacio fundan el Bulletin de l´ Opposition de Gauche (BOG), que tiene una frecuencia quincenal.



Mayo del 68
“Como un pez en el agua”. Así define Francois Dosse (biógrafo de Deleuze y Guattari), la posición de Félix durante el “Mayo Francés”, cuando es “tomado” el Teatro del Odeón. Y cuenta esta anécdota que vale la pena transcribir:
“Con esto se apunta a la cultura oficial de la República, pues el Ministro de Cultura André Malraux frecuenta este teatro. Guattari forma parte de la ocupación, después de evaluar los peligros que representa el ataque frontal de uno de los símbolos del Estado. La Universidad, vaya y pase: está protegida de las intervenciones intempestivas de la policía por los derechos universitarios, ¡pero el teatro subvencionado de jean Louis Barrault es otro asunto! Guattari, entonces, pone toda la habilidad de la FGERI –sus médicos, sus diversas redes de militantes- al servicio de la toma del Odeón. ´Muchos trabajan en los hospitales. Llenamos los autos de vendas, desinfectantes, antibióticos´. Otros se ocupan del abastecimiento necesario para sostener una hipotética ocupación. ´Habíamos visitado el teatro diciendo que éramos periodistas y vimos que podíamos subir al techo, llevar colchones, y que había sitio para almacenar medicamentos y comida´. Después de la gran manifestación del 13 de mayo, el Odeón es tomado por asalto el día 15 y el movimiento irrumpe en una escena donde artistas e intelectuales, pero sobre todo una multitud anónima, toma la palabra en el hall de entrada. El comando principal escribe en rojo esta advertencia:
Cuando la Asamblea Nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en Asambleas Nacionales”.


El encuentro con Deleuze



Sin lugar a dudas el “clima de mayo” tiene entre sus efectos el encuentro, en 1969, entre Gilles y Félix. Deleuze es un filósofo con claros dotes de polemistas, y seguramente el recorrido militante y profesional de Guattari lo hayan atrapado, por las conexiones con sus planteos. Por supuesto, el interés de Deleuze por el psicoanálisis ya estaba presente en sus textos previos, a la vez que Guattari siempre tuvo un manejo muy fluido de la filosofía. Sobre este comienzo dice Deleuze:
“Felix y yo decidimos trabajar juntos. Al principio lo hicimos por cartas. Luego, de tiempo en tiempo, en sesiones donde uno escuchaba al otro. Nos divertimos mucho. Nos aburrimos mucho. Siempre había uno que hablaba demasiado…”. Y continúa:
“También leíamos mucho. No libros enteros, sino trozos. A veces encontrábamos cosas totalmente idiotas confirmaban nuestros prejuicios del Edipo y la gran miseria, la gran pobreza del psicoanálisis. A veces nos encontrábamos con cosas que nos parecían admirables y teníamos ganas de desarrollar. También escribíamos mucho. Félix trata a la escritura como un flujo esquizo que carga toda suerte de cosas…”.
En 1972 sale a las calles el primer trabajo conjunto: Antiedipo, primer tomo –a su vez– de Capitalismo y esquizofrenia. El libro no solo lleva el nombre de ambos, sino que pone en cuestión el concepto mismo de auto, que ya había sido criticado –entre otros– por Michel Foucault. Deleuze insiste en remarcar que, más que trabajar “juntos”, trabajaban “entre los dos”.
Antiedipo, entonces, es el inicio de una serie de producciones conjuntas, pero también es un encuentro, que produce una mutua afectación. Ninguno de los dos será el mismo de allí en más. Nacerá así una amistad, en sentido cabalmente filosófico. Tal como remarca Raúl García en La anarquía coronada. La filosofía de Gilles Deleuze, la amistad así entendida “niega la identificación”. No hay –entonces– analogías ni equivalencias, sino diversidad, alianza (que suele ser “aberrante”). También Foucault dedicó unas líneas muy bellas a reflexionar sobre la amistad.
Antiedipo como cruce de una doble apuesta: por un lado, la propuesta del esquizoanálisis sale a confrontar con la línea hegemónica dentro del psicoanálisis, el lacanismo (en una búsqueda por reconectar el inconsciente con la política y lo social, poniendo en cuestión “la Ley del Amo” y dando paso a la liberación de la producción deseante). Por otro lado, el texto despliega sus cañones contra el estructuralismo marxista, tan en boga en Francia por aquellos años, replanteando tanto la filosofía política como las “prácticas colectivas”, todo a la luz del faro del 68.
Antiedipo, también, da inicio a un trabajo conjunto que es una verdadera apuesta transdisciplinaria: filosofía, psicoanálisis, política, cine, lingüística, literatura, antropología aparecen sin saberse bien cuando se está hablando de cada cosa.
En el caso de Guattari, por su trayectoria militante, las preocupaciones por “las nuevas formas de subjetivación” siempre estuvieron vinculadas a otras más de corte político: cómo encontrar nuevas formas de lucha colectiva, que refundaran la perspectiva del proyecto revolucionario.
En textos de su autoría, como “Las luchas del deseo y el psicoanálisis”, Guattari plantea que ambas luchas “no pueden ser excluyentes entre sí: “por una parte, la lucha de clases, la lucha revolucionaria de liberación, que suponen la existencia de máquinas de acción capaces de oponerse globalmente a las fuerzas opresivas, funcionando para ello de acuerdo a un cierto centralismo, o por lo menos un mínimo de coordinación; por otra parte, la lucha en el frente del deseo, en el frente de los agenciamientos colectivos que proceden a un análisis permanente de la subversión en todos los niveles del poder”. Y en “Micropolítica del deseo” (ambos textos reunidos en el libro Cartografías esquizoanalíticas), cuestiona la idea de “representar a las masas e interpretar sus luchas”. Así y todo, no condena a priori “toda acción de partido”, toda idea de “línea, de programa, incluso de centralismo”, pero sí se esfuerza por situar y relativizar esa acción, en función de una práctica “que se opondría punto por punto a los hábitos represivos, al burocratismo y al maniqueísmo moralizante que contaminan actualmente a los movimientos revolucionarios”.


Una máquina de guerra textual
Como ya se ha dicho, la máquina de guerra que Deleuze y Guattari ponen en marcha no pone en cuestión tanto a las figuras y teorías de Marx y Freud como a sus intérpretes contemporáneos, aunque –por supuesto– las críticas a “los fundadores de discursos” no son menores.


Por un lado, sobre todo el Antiedipo, se abre una discusión con el psicoanálisis (Freud/Lacan). Contra la falta, el deseo; contra el teatro de la representación, la fábrica que produce un “estar presente”; contra la individualidad del sujeto (por más escindido que este se presente), la trama social, colectiva en que el incosciente se ve anclado.
Por otro lado, con Marx y los marxistas, se abre una polémica en torno a la necesidad como punto de partida. En su lugar: el deseo. Contra la separación base/superestructura, las “organizaciones de poder”; contra la “memoria” y el “desarrollo de las fuerzas productivas”, el “olvido” y el “corte de amarras” con la situación dada.
Aquí, sobre todo a expensas de Deleuze, puede verse el claro linaje que se establece con el pensamiento de Nietzsche, y aunque nunca lo nombran, también pueden establecerse ciertas filiaciones con los planteos de Walter Benjamin, sobre todo con sus “Tesis sobre el concepto de historia”.
Corte de amarras que puede pensarse en un doble sentido.
Por un lado, con la estructura social. Por otro lado, con el familiarismo.
“No se trata de la libertad, sino de encontrar una salida”, dirán en su Kafka.
Así, en un cruce entre Nietzsche y Artaud, surge el planteo de “Cuerpo Sin Organos”, y de “Máquina de Guerra”, que postula la diferencia en la repetición.
La Máquina de Guerra es una “máquina infernal”, que irrumpe inesperadamente y se presenta como lo “inasimilable” para la estructura. Pero ojo, este repaso ligero puede ser entendido en términos binarios, muy lejos de los planteos de Deleuze y Guattari, que proponen la multiplicidad sin medida, el puro devenir.
Los agenciamientos no parten de oposiciones binarias, y el eje horizontal/vertical aparece entremezclado, enmarañado. “Todo es política”, dicen, “pero toda política es a la vez micro y macro-política”, según postulan en Mil mesetas, el mismo libro en donde dedican un capítulo entero (“Tratado de nomadología”) al concepto de Máquina de Guerra.
Inspirados en las reflexiones del antropólogo francés Pierre Clastres, en Las sociedades contra el Estado, Deleuze y Guattari trazan una genealogía con aquellas mujeres y aquellos hombres que concibieron su existencia por fuera de la lógica estatal. Son conocidas sus tesis de la meseta número 12. Glosemos, de todos modos, algunas de las aristas que más nos sirven para repensar nuestra dinámica política. Allí contraponen la máquina de guerra (MG) al aparato de Estado (AE). La primera, dicen, tiene otro origen: es previa a su derecho y exterior a su soberanía. Posee otra justicia. Potencia de la metamorfosis, multiplicidad pura y sin medida, la figura que eligen para condensar sus postulados es la de la manada. De otra especie y naturaleza, el nómade es la figura del devenir por excelencia. No porque se desplace geográficamente (y esto es importante remarcarlo), sino porque abre otros trayectos, otros recorridos imprevistos, imperceptibles, a su vez, para las anteojeras del Estado. En este sentido, el recorrido del nómade es más parecido al de una guerrilla que al de un ejército regular. Huir, sí, “pero mientras se huye, tomar un arma”, dice Deleuze en diálogo con Clarise Parnet, en clara sintonía con estos planteos. Huir, que no es lo mismo que escapar. Atacar, siempre, al poder. Destruir lo dado para crear algo nuevo.
También apelan, Deleuze y Guattari, a la contraposición de los juegos de Go y de Ajedrez. Dos nuevos ejemplos de AE y MG. El ajedrez como juego de Estado, con sus piezas cualificadas (el peón siempre es peón; el caballo, caballo; y el alfil, siempre es alfil...), sus piezas codificadas, con propiedades intrínsecas de las que se derivan sus movimientos, posiciones y enfrentamientos. El Go, en cambio, se caracteriza por la tercera persona, la función anónima y colectiva de fichas que son siempre bolas situadas. “El ajedrez es claramente una guerra, pero una guerra institucionalizada, regulada, codificada, con un frente, una retaguardia, batallas. Lo propio del go, por el contrario, es una guerra sin línea de combate, sin enfrentamiento y retaguardia... Otra justicia, otro movimiento, otro espacio-tiempo”.
Conjurar los equivalentes del AE en los colectivos militantes; esa es una enseñanza importante que podemos tomar de estas reflexiones. Porque no se trata (solamente), de evitar que en un futuro (de producirse) la revolución degenere. Se trata, también -y sobre­todo- de combatir hoy los dispositivos a través de las cuales un sector del movimiento social se especializa al punto de constituirse en un aparato separado de sus pares (cuestión que no tiene por qué implicar negar las mediaciones: ¡los nómades tenían jefes –insisten– pero eran más parecidos a un líder o una estrella de cine que a un hombre de poder!).
Conjurar, entonces, las formas cotidianas de clasificación, de jerarquización, de promoción de la división entre trabajo intelectual y manual; o dicho en otras palabras: de las lógicas que profundizan la diferencia entre gobernantes y gobernados. Conjurar (como sostienen en otra meseta -titulada “Micropolítica y segmentaridad”-), los microfascismos que cada uno de nosotros lleva adentro. “Las organizaciones de izquierda no son las últimas en segregar sus microfascismos. Es muy fácil ser antifascista al nivel molar, sin ver al fascista que uno mismo es, que uno mismo cultiva y alimenta, mima, con moléculas personales y colectivas”.


Poner el cuerpo
Una década después de acontecido el “Mayo Francés”, cuando las dictaduras han hundido entre el lodo y la sangre las apuestas de transformación revolucionaria en el Cono Sur Latinoamericano, brota en Italia un proceso de reactualización de las perspectivas emancipatorias.
Los cambios en el “aquí y ahora” y no ya en un futuro que se torna inteligible, planteados –entre otros– por el sector de la “Autonomía Operaria”, hacen que se reactualicen muchos de los enunciados planteados por Deleuze y Guattari, a quienes se lee en Italia desde hace unos años. En 1970 se crearon las “Brigadas rojas” y la violencia política dejó de ser un tema lejano para los europeos, un “problema del tercer mundo”, para transformarse en parte de su realidad cotidiana. Antonio Negri –profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de Padua, filósofo con cierto prestigio por algunos libro ya publicados, referente político de un sector de la izquierda italiana– escribe una serie de textos que dejan ver sus simpatías por la línea insurreccionalista y las accionas armadas. Las presiones sobre los intelectuales no son menores. Así y todo, Félix nunca condenó públicamente el accionar de las Brigadas Rojas y tuvo un comportamiento profundamente solidario con sus camaradas italianos, particularmente con Bifo y Negri.
Por Guattari Negri conoce a Deleuze, asiste a sus clases en Francia y, según sus propias palabras, se hace “spinozista” (de hecho, cuando Negri es detenido, Deleuze escribe una carta a los jueces italianos, proclamando su inocencia). Podría decirse que fue la tormentosa situación política que se vive en Italia durante la segunda mitad de la década del 70 la “responsable” de esa amistad entre Guattari y Negri. “Cuando las papas queman…”, dice un dicho popular. Cuando las papas quemaron, Félix puso el cuerpo.
En septiembre de 1977 el ex dirigente de Poder Obrero llega a Paris, huyendo de las autoridades italianas. Guattari lo recibe en su casa, donde se queda a vivir. Pero al año siguiente Negri comienza a realizar viajes a su país, desde Francia. Esta situación pone en alerta a las autoridades italianas, que lo detienen en abril de 1979, bajo la excusa de que su accionar es una “fachada legal” de las Brigadas Rojas. Luego de cuatro años y medio en la cárcel, en 1983 Negri es elegido Diputado por el Partido Radical Italiano y debe ser liberado, ya que cuenta con inmunidad parlamentaria. Pero ese mismo año la mayoría parlamentaria vota quitarle la inmunidad, y tras un juicio es condenado a treinta años de prisión efectiva. “Me voy a Córcega en un barco que seguramente pagó Félix”, le cuenta Negri a Dosse en una entrevista. Así llega a París, clandestino, y va a parar a la casa de Guattari. “De 1983 a 1987 me llamé Antoine Guattari. Él pagaba todo… Félix se ocupó de mí como un hermano”, remata Negri.
En la cárcel, Negri leyó Mil mesetas, texto del que afirmó: “es un libro importante. Acaso el más importante que haya leído en los últimos veinte años”. Como modo de sortear las dificultades psíquicas del encierro, sostuvo un fecundo intercambio de cartas con Guattari. Producto, en gran medida, de la amistad trabada entre Negri y Guattari durante esos años, del intercambio epistolar, de las discusiones cara a cara, surgió Por nuevos espacios de libertad, libro conjunto publicado en 1985.


Días de radio
Las radios funcionan como verdaderos “andamios”, “organizadores colectivos”, en el sentido cabal planteado en la teoría leninista de la prensa. Batallas en las fábricas y universidades. Lucha en las calles, y también, combates por el sentido, por la interpretación de lo que sucede y lo que hay que hacer. Eso sucede en Italia poco menos de una década después del Mayo Francés. Ante la muerte de un estudiante, o de una mujer a la que le niegan un aborto terapéutico –cuenta Dosse–, por ejemplo, un anuncio en las radios logra que miles de personas salgan a manifestarse a las calles. “En Bolonia, Guattari es considerado un héroe. Se lo considera como uno de los inspiradores esenciales de la izquierda italiana”, insiste el autor de la “biografía cruzada”.
Pero no solo en Italia hay movimientos moleculares que pujan por hacerse escuchar. También en Francia, con un contexto totalmente distinto y un mayo del 68 que parece haber quedado demasiado lejos, sin embrago, se produce un intenso movimiento de “radios libres”. Y allí está Guattari, junto a uno de sus hijos –que ya tiene 20 años– intentando abrir una grieta en las voces de los medios hegemónicos de comunicación. Junto a su amigo Francois Pain, especialista en tecnologías, Guattari ingresa clandestinamente, desde Italia, una serie de aparatos que le permiten realizar trasmisiones más allá de no encontrarse acreditados por el Estado. En 1977 se crea la ALO, la Asociación para la Libertad de las Ondas. Guattari –junto a Deleuze, Foucault y otras quince personalidades” de la cultura francesa– firma un petitorio para la liberación de las antenas. Pero Guattari no se queda en la firma de un papel. Participa activamente del movimiento y junto con un grupo funda la “Radio libre París”, que en 1980 pasará a llamarse “Radio Tomate”, que emite las 24 horas del día, y además de los programas culturales (teatro, música, cine) cuenta con un programa semanal de debate político, que coordina el propio Guattari. Las problemáticas de las “minorías” (como los ocupantes ilegales de casas) de Francia tienen un lugar. Incluso, las minorías de otros países: palestinos, irlandeses…
Finalmente la policía detecta las trasmisiones de las radios libres –que crecían con velocidad– y las saca del aire. Las que sobreviven no tienen, de todos modos, la capacidad técnica de proyectarse demasiado. En mayo de 1981 Francois Mitterrand es electo presidente y legaliza las radios libres. Comienza, así, otra etapa política, plagada de otros problemas, y otras contradicciones. Todo sucede apenas un tiempo antes de que, en Argentina, se produzca la explosión de “radios truchas”, que proliferarán durante los primeros años de la post-dictadura, siendo pioneras del debate y el proceso de movilización que desembocará en la amplia red de medios de comunicación comunitarios, autogestivos y populares que pujarán por la aprobación de la denominada Ley de Medios.


68-2001: Guattari y nosotros
Dijimos que “Mayo Francés” fue clave en el encuentro entre Deleuze y Guattari. También que parte de su apuesta de trabajo teórico, de intervención política desde la producción cultural, fue un intento de “sacar conclusiones” de aquel acontecimiento del 68 y accionar en con secuencia.
En Argentina nos encontramos en un momento complejo, atravesados por “los años de invierno” de la “década kirchnerista”, que supo presentarse como contracara del 2001 y que hoy muestra todos sus límites estructurales, no solo desde el punto de vista específicamente político en los vaivenes de una coyuntura que marcada por la dinámica eleccionaria, sino –sobre todo podríamos decir– desde el punto de vista económico, y cultural. Las apuestas por la autonomía de los ofendidos y humillados de siempre se encuentra en un impasse estratégico, según supo argumentar Raquel Gutiérrez Aguilar, pero también ante la evidencia de lo impotente que se mostraron los intentos de acelerar procesos, tomando “atajos por arriba”.
Diciembre de 2001, entonces, leído en otra perspectiva: no-progresista, ni desde el punto de vista político ni filosófico. Rescatar a Guattari (y a Deleuze, entre otros) puede ayudarnos a transitar más cálidamente –en compañía– lo que queda del invierno. La primavera ya se hace presente, y no sólo en términos climáticos (con estos soleados días que venimos teniendo en Córdoba), sino también políticos. La dinámica del movimiento social autónomo local da cuenta de ello: las experiencias de toma de tierras y proyectos cooperativos y autogestivos de trabajo, de educación, de salud, de comunicación popular que impulsan –entre otros– el Encuentro de Organizaciones, la Cooperativa de Carreros y Recicladores La Esperanza, las luchas por justicia, contra la impunidad y contra el atropello autoritario y represivo (que deviene asesino), que tienen su máxima expresión los 20 de noviembre en la Marcha de la Gorra, los combates estético-políticos que vienen librando camaradas como Zéppelin Teatro, son ejemplos de este síntoma –como les gusta decir a los zapatistas– de algo que acontece, por aquí y por allá, en Argentina y otros sitios de Nuestra América, e incluso de otros continentes.
La meseta como “imagen del medio” no puede ser más oportuna en este sentido. En clara sintonía con Benjamin, la ruptura de la linealidad para pensar-hacer la política se torna hoy fundamental. La filosofía, entendida como “invención”, como “creación de conceptos”, siempre ligada a “nuestra historia, nuestros problemas y nuestros devenires” –como proponen Deleuze y Guattari en ¿Qué es la filosofía?– puede ser también una máquina de guerra del pensamiento, y no simple trabajo rutinario en los marcos de una academia que reproduce en su interior las lógicas capitalistas. Fuga de la norma, entonces –incluso de la progresista- para conjurar el “rostro despótico del feje”, de los jefes y las jefas, los caciques que han proliferado como hacía rato no lo hacían. Diciembre de 2001 en Argentina, mayo del 68 en Francia, 1ª de enero de 1994 en México son solo fechas-símbolos que dan testimonio de la irrupción plebeya de la multitud sin nombres propios, con formas de hacer y decir colectivas, siempre en una apuesta por la experimentación, la creación, y la conexión de las experiencias.



*Texto escrito especialmente para Lobo Suelto. Publicado hoy viernes 28 de agosto en www.anarquiacoronada.blogspot.com



jueves, 27 de agosto de 2015

En Córdoba también se marchó contra el gatillo fácil

“Es la propia policía la que hoy toma la decisión sobre quien vive o quien muere”


Por Mariano Pacheco
(diario El Argentino)

Por justicia y contra la impunidad. En el marco de la Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil, que se realizó hoy en distintas ciudades del país, una movilización encabezada por la “Coordinadora de Familiares de Víctimas de Gatillo Fácil de Córdoba” partió desde Colón y Cañada hacia el Patio Olmos.



Convocada por la “Coordinadora de Familiares de Víctimas de Gatillo Fácil de Córdoba”, y acompañada por partidos y organizaciones sociales y políticas, se realizó hoy una movilización, en el marco de la Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil. La concentración comenzó alrededor de las seis de la tarde, en Colón y Cañada, y pasadas las 19.30 la columna partió hacia el Patio Olmos. “Somos una coordinadora que se organiza autónomamente y nuestra luchas es por nuestros hijos y los hijos de todos, para que no haya ni un pibe menos, para que la justicia no sea ciega, sorda y muda, encubriendo impunemente a la policía, para que no haya detenciones arbitrarias en los barrios y los pibes puedan transitar libremente”, expresaron en la convocatoria.

El dolor más grande
La complicidad de la Justicia con la Policía, la necesidad de que los casos no queden en la impunidad, fueron los comentarios más repetidos a lo largo y a lo ancho de la movilización. Emilia Rojas, mamá de Cristian Guevara, expresó con rabia que “no queremos más chicos muertos, ni acá en Córdoba ni en ningún otro lugar del país” y señaló que “ya no existe la justicia”, porque “es la propia policía la que toma la decisión sobre quien vive o quien muere”. Para ella, es claro que “siempre somos las clases bajas las que padecemos esta situación”, y destacó que todos los familiares de chicos muertos en casos de gatillo fácil que estuvieron presentes en la marcha eran todos “gente de trabajo”, y que sus hijos fueron “víctimas de las adicciones”, pero “no le quitaron la vida a nadie”. “Es terrible, muy doloroso para una familia perder un hijo de este modo, sobre todo cuando se lucha tanto por los hijos, por sacarlos de la droga, esa que está presente en todos lados porque alguien lo permite”.
Rosita Saldaño, hermana de Ezequiel Saldaño, hizo hincapié en el reclamo de justicia, y dijo “esperar que los fiscales, con esta marcha, se les mueva un poco el corazón y eleven a juicio las causas que están estancadas”. Ana María, mamá de Fernando Pellico, resaltó que no estaba allí sólo para pedir justicia por su hijo Guere, sino también para solidarizarse con otras madres cuyos hijos fueron asesinados por la policía.

Junto a los familiares
Maximiliano Ríos, de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional de Córdoba, destacó en diálogo con este medio la importancia de que la movilización fuera nacional, cuyo núcleo principal estuvo “en la convocatoria de Nancy, la mamá de Ismael Sosa, que en Buenos Aires estaba siendo acompaña, entre otros, por un integrante de la Campaña: Miriam Medina, mamá de Sebastián Bordón, asesinado en 1997”. También Laura Vilches (única legisladora provincial presente en la marcha), subrayó la importancia de que se produjeran movilizaciones en Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Santiago del Estero y otros lugares del país, para denunciar “la represión contra la juventud que llevan adelante las policías provinciales”. Vilches, que marchó junto a las dos ex legisladoras del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), Liliana Olivero y Cintia Frencia, también resaltó que las detenciones producidas en el día de hoy (ver recuadro), no era “hechos aislados”, sino “un modo de accionar de la policía”, que el 24 de marzo último también detuvo a miembros de la Coordinadora. Por su parte, Martín Gómez (“El Flaco”), del Frente Organizado Contra el Código de Faltas (FOCCOF), resaltó el hecho de “plantarse” ante los atropellos de una situación represiva más estructural, con casos de gatillo fácil que suceden también en otros lugares del país, pero que en la provincia “se cobra promedio una vida por mes”.


DENUNCIAN QUE LA POLICÍA DETUVO A UN MENOR
HERMANO DE UNA PRESUNTA VÍCTIMA DE GATILLO FÁCIL




Hoy, por la mañana, Brian Barraza salió en su moto para realizar unas compras. En el camino fue embestido por personal policial motorizado. El joven, de 17 años, es hijo de Lorena Barraza, hermana de Exequiel Barraza, presunta víctima de gatillo fácil. Asustado, el muchacho regresó a su hogar,  pero en la puerta de su casa otro policía lo detuvo, lo golpeó y le apuntó con un arma en la cabeza. Cuando su madre y Gaston -su hermano mayor- salieron en su auxilio, se encontraron con varios patrulleros. Según denunció la familia –que integra activamente la Coordinadora- varios efectivos policiales comenzaron a agredirlos e, incluso, intentaron meter a Brian dentro del baúl de un patrullero. Cuando los efectivos se percataron de que el mayor de los hermanos estaba filmando al situación con su celular, fue golpeado y su teléfono, sustraído por un uniformado. El hecho terminó con los dos hermanos detenidos, quienes fueron trasladados a la comisaria 16, del barrio Ferreyra. Luego de unas horas, la policía le devolvió el teléfono de Brian a su madre,  quien se encontró con que la memoria del celular había sido borrada. Los dos jóvenes, finalmente, fueron liberados, luego de la fuerte presión que recayó sobre la comisaría, que comenzó a recibir decenas de llamados, de personas que se enteraron del episodio cuando la noticia se “viralizó” por las redes sociales virtuales. “Una vez el aparato represivo de De La Sota golpea, y quiere frenar la lucha popular, y la organización de los familiares que han elegido el camino de exigir justicia y de frenar de una vez por todas el accionar de esta maldita policía”, manifestaron desde la Coordinadora de Familiares de Víctimas de Gatillo Fácil. 

CÓRDOBA: MARCHA CONTRA EL “GATILLO FÁCIL”

HOY, A LAS 18 HORAS EN COLÓN Y CAÑADA


En el marco de una “Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil”, la “Coordinadora de Familiares Víctimas de Gatillo Fácil de Córdoba” convocó a movilizarse en la capital provincial. Este tipo de casos y otros de menor gravedad pero con la misma raíz de violencia institucional, suelen estar estrechamente vinculados con los usos y abusos del cuestionado Código de Faltas. “Para que no haya ni un pibe menos, para que la justicia no sea ciega, sorda y muda, encubriendo impunemente a la policía”, y para que “no haya detenciones arbitrarias en los barrios y los pibes puedan transitar libremente”, la Coordinadora de Familiares, que viene protestando frente a Tribunales II los segundo lunes de cada mes (para que se aceleren las investigaciones de estos casos, y se eleven a juicio las causas), convoca a concentrarse hoy en Colón y Cañada, desde las 18 horas, para luego marchar por las calles de la ciudad.


viernes, 21 de agosto de 2015

Córdoba: taller Walsh (crónica, denuncia, testimonio y periodismo de investigación)

Desde el lunes 24 de agosto en el CISPREN


PROGRAMA

Primer encuentro
Introducción a la vida y obra del autor.
 El ajedrez, las traducciones y los cuentos policiales. Escribir para decir la verdad y aportar al juzgamiento de los culpables. La escritura en la tensión del aporte militante y el regodeo burgués. El viaje a Cuba. El relevo generacional. El cuentista premiado. La CGT  de los argentinos y la escritura para la clase obrera. La lucha armada y las grandes movilizaciones de populares. El periodismo villero y la apuesta por un periodismo de masas. Las tareas del militante revolucionario. La ilusión de la novela. Enfrentar la muerte con dignidad.

Segundo encuentro
Trabajo en torno a la definición del proyecto a ser trabajado por cada asistente.

Tercer encuentro
Operación masacre: Literatura, periodismo y militancia. La investigación, el testimonio y la denuncia.

Cuarto encuentro
¿Quién mató a Rosendo?: entre Lenin y Perón, el movimiento obrero argentino. El periodismo como “organizador colectivo”.

 Quinto encuentro
Las crónicas en Panorama: “trabajo de campo”, contextualización histórica, la importancia de los elementos económicos y políticos.

Sexto encuentro
El periodista militante. La experiencia de ANCLA y Cadena informativa. Enfrentar la dictadura con inteligencia y valentía. La comunicación popular como forma de fomentar la solidaridad horizontal y conjurar la violencia terrorista del Estado.

Séptimo encuentro
El legado de Walsh  en la actualidad: ¿Cómo hacer periodismo en épocas de polarización y nuevas tecnologías?

Octavo encuentro
Balance

lunes, 10 de agosto de 2015

Córdoba: Familiares de jóvenes asesinados Marcharon a Tribunales II

Casos de gatillo fácil

Por Mariano Pacheco*

Desde las 9 de la mañana y hasta pasado el mediodía, familiares de jóvenes asesinados por la policía en casos de “gatillo fácil” se manifestaron ayer frente al edificio de Tribunales II, para reclamar por el avance de las causas contra los presuntos asesinos.




Acompañados por movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos, los familiares y amigos de Cristian Guevara y de Exequiel Barraza, junto con la Coordinadora de Familiares Victimas del gatillo fácil de Córdoba, reclamaron ayer, en las puertas de Tribunales II, que la justicia provincial “saque del estancamiento” en el que se encuentran las causas contra integrantes de la policía provincial involucrados en casos de “gatillo fácil”. En diálogo con este medio, Sergio Nadal –padre de Nicolás, asesinado el 28 de febrero de 2013 en el barrio 1º de Mayo– remarcó que venían preparando algún tipo de intervención, sin fecha precisa, y que luego de enterarse –el pasado viernes– de que la fiscalía iba a cerrar dos causas (la de Guevara y Barraza), pusieron fecha y decidieron marchar ayer.  

No los dejan vivir
Sergio Nadal es padre de ocho hijos. “Siete, ahora”, comenta con pesar. Por la muerte de Nicolás, su hijo de 20 años, está imputado Pablo Álvarez, miembro de la división Homicidios de la Policía. Nadal caracterizó como “muy cruel” la actitud que está teniendo la Justicia respecto de los casos mencionados. Dice sentir “dolor” por eso, pero sobre todo, “bronca, indignación” por lo que sigue sucediendo. “A los pibes no los dejan vivir. La policía los maltrata. Como van a tener oportunidades en la vida si, cuando estudian, cuando trabajan, tienen problemas porque los paran por la calle, o viajando, los detienen. Hay chicos que hasta han perdido el trabajo”, agrega. “Los patrones no entienden, o no quieren entender. La policía, en vez de cuidarlos como ciudadanos, los molesta. A ellos, porque son laburantes, son pobres. A los de los country no los molestan”, remata.
En diálogo con Radio Nacional Córdoba, Lorena Barraza (hermana de Exequiel), destacó por su parte que en estas épocas de democracia se está “suprimiendo a la juventud pobre”, con “total impunidad”, ya que se presentan los “casos de gatillo fácil” como episodios de “defensa propia” de policías que reaccionan a supuestos ataques.

Estar de pie
Mariana Carmona, que participa de la Coordinadora Antirepresiva, destaca ante este diario que fue “muy importante” el paso de “auto-organización” que han dado los familiares. “Están llamando a otros que pasaron por la misma situación, para juntar fuerzas, para compartir experiencias, para ser más”, dice, y sostiene que de ese modo las organizaciones sociales acompañan, pero que los protagonistas son ellos mismos. “Parece que no pero molesta”, agrega, y cuanta con sorpresa que ayer, desde la fiscalía, mandaron a llamar a Lorena Barraza para decirle que “no haga más lío, que eso a los fiscales no les gusta”.
Para fines de agosto, los familiares de chicos asesinados por la policía en Córdoba, junto con pares de otras provincias, acompañarán en las calles a Nancy, la mamá de Ismael Sosa (el joven que murió en Córdoba cuando asistió a un recital de La Renga), quien está convocando a una movilización en la ciudad de Buenos Aires. “Es una pelea que hay que librar dentro de los Tribunales, por supuesto, pero no solo ahí, sino –fundamentalmente– en las calles”, remarca Julieta Sanson, del Frente organizado contra el Código de Faltas (FOCCOF).
Desde Coordinadora de Familiares Victimas del gatillo fácil han decidido que volverán a las puertas de los Tribunales los segundos lunes de cada mes, para seguir reclamando que no se cierren –ni “se duerman” – las causas judiciales que involucran a miembros de la Policía de la Provincia en asesinatos de jóvenes, en la mayoría de los casos, pertenecientes a los sectores populares.
Seguirán exigiendo justicia. O ya empezaron a conquistarla, podría pensarse. Salirse de lugar de víctimas, y ponerse de pie, al fin y al cabo, es otro modo de nombrar a eso que llaman justicia.




RECUADRO-
Los casos Barraza y Guevara
Exequiel Barraza (de 23 años) fue asesinado el 24 de marzo de 2014 y Cristian Guevara (de 20), el 16 de junio del mismo año, aunque su caso fue hecho pasar como suicidio en la Comisaria 19 del barrio Los Naranjos. En el primer caso está procesado el policía Pablo Álvarez. La situación de la causa de Guevara, que ya había sido cerrada el 29 de diciembre del año pasado sin dar aviso a su familia ni al abogado querellante, aun no tiene imputados. “Todo esto a pesar de las pruebas y los testigos que informaron haber presenciado y escuchado la golpiza que recibía Cristian dentro de la comisaria”, destacaron desde la Coordinadora Antirepresiva, quienes a su vez denunciaron a Jorgelina Gutiez (fiscal a cargo), quien habría dicho que “si no hay imputados en tres días, la causa se cerrará con caratula de suicidio”.



*Nota publicada en el diario El Argentino, edición Córdoba

Para una crítica política de la cultura*

Editorial del primer programa de “La Luna con Gatillo”**


Por Mariano Pacheco***
(Texto publicado en el blog Lobo Suelto)



Una crítica política de la cultura contemporánea deberá partir del hecho de que el capitalismo, en su fase planetaria actual, promueve la ruptura de los lazos necesarios para poder vivir en comunidad. Si la cultura, en el largo desarrollo de la humanidad, surgió como un modo de conjurar la inclinación agresiva que cada sujeto lleva en sí, esa “disposición pulsional originaria” (“pulsión de muerte”) persiste hasta hoy como malestar. De allí que toda crítica cultural no pueda sino ser una crítica política, y por lo tanto económica y social (no es posible desarrollar hasta el fondo un antagonismo con el orden vigente sin cuestionar la dinámica que impone el capital).
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá cuestionar, asimismo, el “optimismo ingenuo” que piensa que puede construirse un mundo liberado armónico, sin conflictos. Es necesario entonces asumir la hipótesis de un “pesimismo antropológico”, que entienda que la vida en común solo es posible a partir del conflicto y la distancia de los sujeto entre sí y de la humanidad con la naturaleza
 Una crítica política de la cultura contemporánea deberá aportar a gestar “dimensiones simbólicas críticas” de los seres humanos que no aceptan el orden que los explota, los oprime y  domina. Para ellos el arte no puede ser entendido como un simple anexo de la política (un parche), sino que deberá ser una dimensión estratégica, que contribuya a fomentar con rituales los lazos igualitarios y la organización popular, indispensable para cualquier proceso de transformación social real. Un arte de estas características asumirá la tarea de proveer de riqueza simbólica a los espacios y sujetos que vienen resistiendo el lugar de víctimas al que se quiere condenarlos, luego de haberlos expuesto a un largo proceso de degradación política y cultural, más allá de posibles líneas de “inclusión económica y social” presentes en los últimos años, que no han revertido la lógica hegemónica del  arte, más ligada al “consumismo” de la “industria cultural”, que niega las posibilidades estéticas, éticas y creativas de las clases populares, apostando a perpetuar su lugar subalterno en la sociedad. De allí que una intervención cultural crítica no pueda sino plantearse como parte de su programa (en permanente elaboración y reelaboración), gestar símbolos alternativos y atentar (incluso por medios violentos) contra aquellos símbolos que externalizan el poder de las clases dominantes, y deberá enfrentar las concepciones del arte que, de un modo que solo puede caracterizarse de decadente, festejan al frívolo poder.
Una crítica política de la cultura contemporánea asumirá que una sociedad nueva, constituida por sujetos diversos nuevos, no se gestará solamente a partir de las transformaciones económicas (propiedad colectiva de los medios de producción), sino que necesitará de la autoconciencia y el protagonismo popular.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá asumir el lugar incómodo de pensarse siempre desde el cuestionamiento, que no implica falta de propuestas, sino más bien todo lo contrario. La perspectiva afirmativa no puede dejar de tener en cuenta que solo el asno dice siempre Sí, avalando así lo existente (aunque sea una existencia nueva, diferente). Un lugar de incomodidad que podría calificarse como el del típico “polemista” e “hincha pelotas”.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá asumir, como parte de sus batallas centrales la lucha contra la enajenación cultural. De allí que, en una época caracterizada por los “consensos democráticos”, no tenga empacho en sostener que “hay, siempre, enemigos”, y no solo adversarios. Enemigos que son, ni más ni menos, todos aquellos que muestran jardines donde hay campos de batalla. Lucha cultural, entonces, que necesitará “ponerse los guantes”, descubrir “nuevos sentidos de la provocación” y construir una nueva épica, un nuevo paisaje mental y sentimental, acorde con los tiempos históricos en que le toca intervenir.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá ser insurgente, inoportuna para los poderosos y operar como un “piquete cultural”: alterando la circulación de símbolos. Deberá, también, cuestionar la liquidez de los “tiempos (pos) modernos” y asumir la responsabilidad existencial, que es siempre histórica, y reactualizar ese concepto tan en desuso, el “compromiso”.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá prescindir del prestigio, las lógicas consagratorias y otras imposturas. Deberá promover una imaginación indisciplinada, un “arte por el cambio social”, extra institucional, que tenga a la multitud laburante y de a pie, al pueblo en marcha y luchando, no solo su contexto, sino también su medio cultural, su campo de investigaciones, de experimentación y de creación. Para ello, por su puesto, deberá abrir un “frente de batalla” para legitimar su propio espacio de producción y circulación, sin galerías ni curadores, sin filtros, sin comités de selección, sin escenarios rutilantes, sin mercado. Por eso puede ser definido como un arte de acción y en movimiento: porque produce, demuestra, comete, perturba, perpetra, pervierte, subvierte y revierte. Un arte que busque ser parte de una praxis que rediseña totalmente el campo práctico y produce lo nuevo.
Una crítica política de la cultura contemporánea deberá proponerse construir una retaguardia eficaz para que no se la lleven puesta, para que las palabras fundamental no la pongan otros, y contribuir a la gestación de un nosotros.
Una crítica política de la cultura contemporánea será, finalmente, aquella capaz de asumir la praxis como su elemento constitutivo: dibujar, pintar, cantar, bailar, actuar, filmar, fotografiar, escribir, hacernos ver y escuchar…, entonces, será no sólo eso, sino también contribuir a construir colectivamente signos que nos ayuden a calentarnos el alma en el fuego de las antiguas y las nuevas ceremonias y rituales, a fundar mitos y a destruir fetiches... hacernos visibles y constituirnos como sujetos sobre la base de nuestras propias intervenciones en el proceso de resistencia y transformación. En fin: una crítica así, de ser eficaz, deberá aportar a hacernos sentir un poco menos extraña la historia,  ayudarnos a construir otra nueva.

* La luna con gatillo. Una crítica política de la cultura, programa que se emite los martes de 20.30 a 21.30 por la radio del Centro Cultural España-Córdoba (http://www.eterogenia.com.ar).
  *Reescritura (2015) de “Arte por el cambio social: Apuntes para un manifiesto”, de Miguel Mazzeo y Mariano Pacheco (2005).
***Ensayista y periodista. Pro Secretario de Cultura del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación (CISPREN) de la provincia de Córdoba. Ha publicado los libros De Cutral Có a Puente Pueyrredón, una genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados (El Colectivo, 2010); Kamchatka. Nietzsche, Freud, Arlt: ensayos sobre política y cultura (Alción, 2013) y Montoneros silvestres (1976-1983). Historias de resistencia a la dictadura en el sur del conurbano (Planeta, 2014). También es co-autor de Darío Santillán, el militante que puso el cuerpo (Planeta, 2012). Redactor en el diario El Argentino, colaborador de los portales Lobo suelto, Contrahegemonía, Colombia Informa, Marcha Noticias, La Izquierda Diario, los periódicos Resumen Latinoamericano y Me contó el Viejo Antonio y las revistas Deodoro y Sudestada. Ha colaborado en las revistas Los Inrockuptibles, La Pulseada, Acontecimiento, Herramienta y El río sin orillas.




sábado, 8 de agosto de 2015

LA LUNA CON GATILLO: PRIMER PROGRAMA

REGISTRO FOTOGRÁFICO
UNA CRÍTICA POLITICA DE LA CULTURA


Empezamos nomas... 


Estuvimos conversando sobre Ricardo Piglia con el escritor, poeta y periodista Omar Hefling...


También, con Florencia Gordillo y Claudia Huergo, hablamos de cine, género y diversidad, entre otros temas. 


Lea Ross ofició de fotógrafo y Facundo Iglesia estuvo en la operación técnica...


Desde Alta Gracia, el Pelado Rodriguez escuchó parte del resultado de su aporte como productor artístico del programa. 


Escuchamos Cuarteto Cedron, Los Violadores, Todos Tus Muertos y Canteca de Macao. 


Gracias a los que escucharon y mandaron mensajes. Y a quienes ayudaron a difundir por las redes sociales. 
¡Hasta el martes que viene!