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martes, 27 de junio de 2017

Entrevista a Alberto Santillán, papáde Darío, asesinaod el 26 de junio de 2002 junto a Maximiliano Kosteki

“A Darío lo mantiene vivo la militancia 

y toda esa gente que no lo olvida”



Por Mariano Pacheco*
(@PachecoenMarcha)

A 15 años de la Masacre de Avellaneda, entrevista a Alberto, el papá de Darío Santillán: la lucha de los familiares, las responsabilidades políticas y el legado más allá de las idealizaciones.

Desde que con sus muletas se puso al frente de aquella inmensa movilización que el 3 de julio de 2002 partió desde Puente Pueyrredón, bajó la lluvia, hacia Plaza de Mayo para repudiar la represión, a hoy, Alberto Santillán no ha cambiado ni de trabajo, ni la forma en que se peina o se recorta la barba, ni siquiera su manera de vestirse, pero sí su modo de hablar, que suele ser sereno, pausado y reflexivo en el “mano a mano”, y enérgico. cuando no encendido. Al momento de hablar frente a muchas personas. En este caso, a días de conmemorarse el decimoquinto aniversario del asesinato de su hijo Darío, Alberto se reúne con este cronista en un bar del barrio porteño de Monserrat, cerca de su casa y no tan lejos de donde trabaja desde hace décadas: el hospital Argerich.

Enfermero de oficio, como la madre de Darío (Mercedes, fallecida en el año 2000), Alberto recuerda que de chico Darío les había pedido permiso para hacer un curso de primeros auxilios. Y que nunca pudo dejar de pensar en eso una vez que vio la foto de su hijo, en el hall de la estación de trenes de Avellaneda, tomándole el pulso a Maximiliano Kosteki, el otro joven de barba ya entonces herido de muerte aquel 26 de junio de 2002. Ese día, un operativo conjunto de la Policía Bonaerense, la Prefectura, la Policía Federal y la Gendarmería avanzó sobre una columna de integrantes de movimientos de trabajadores desocupados que intentaron cortar el Puente Pueyrredón, en coordinación con otros puntos de protesta, en una jornada en la que se reunían prácticamente todos los movimientos sociales que entonces reclamaban un cambio en las políticas de ajuste y represión llevadas adelante por el presidente interino Eduardo Duhalde. La represión se cobró la vida de los dos jóvenes militantes, pero también dejó el saldo de 33 personas heridas con balas de plomo, disparadas por las fuerzas de seguridad en un operativo policial que incluyó también un operativo político de declaraciones de altos funcionarios nacionales y de la provincia de Buenos Aires hablando de una “interna piquetera” a partir de la cual se había desatado la violencia, e incluso un papel activo de medios hegemónicos de comunicación, que intentaron desdibujar las evidencias de las responsabilidades estatales, como fue el caso del diario Clarín, que tituló su edición del 27 de junio con el lema de “La crisis causó dos nuevas muertes”.

Desde entonces, un juicio que culminó en la condena a cadena perpetua de un comisario general de la Policía Bonaerense y su chofer; el cambio oficial del nombre de la estación de trenes donde ocurrieron los hechos y una pelea incansable de los familiares, amigos y compañeras de militancia de Kosteki y Santillán por denunciar la impunidad y obtener justicia por aquellos trágicos sucesos recordados bajo el nombre de “Masacre de Avellaneda”.

La lucha por justicia y contra la impunidad
Desde el mismo día en que tuvo que reconocer el cadáver de su hijo, Alberto Santillán se puso al frente de la lucha por llevar a la cárcel a los asesinos de Darío y Maximiliano. Junto con Leo (uno de los tres hermanos de Darío) y en su momento con Mabel (mamá de Maxi, fallecida en septiembre de 2003, quien de hecho había iniciado la causa judicial ese mismo año), encabezaron una pelea que no sólo los vinculó de otro modo con la historia (breve pero intensa) de sus familiares asesinados, sino que los transformó a ellos mismos.

¿Cuáles son las luces y sombras de toda esta lucha por justicia y contra la impunidad que han emprendido como familiares?
Siempre sostengo que las condenas a Franchiotti y Acosta se han conseguido no tanto por la acción del juez o de la fiscalía, sino por la tremenda presión que hemos realizado los familiares, la militancia y una parte importante de la sociedad que se manifestó entonces frente a los tribunales de Lomas de Zamora. Porque más allá del inmenso trabajo realizado por los abogados, fue esa presión en los cortes de calles y otras acciones de protesta la que conquistó estas condenas a cadena perpetua, por primera vez, a un comisario general que reprimió una manifestación provocando dos muertes. Y creo que todo este trabajo que hemos realizado entre los abogados, los familiares, los amigos, la militancia de los movimientos valió la pena, porque sienta un precedente. Aunque claro, del lado político tanto como del judicial se ha pretendido que esto quede como un mero hecho policial, cuando ha quedado más que demostrado que fue también y sobre todo un hecho político. Hace poco Aníbal Fernández, fiel a su estilo de que se le va la lengua, dijo, cuando reprimieron a los maestros, que sin una orden clara del Estado la policía no reprime. Y bueno, él fue el que salió a dar la cara en nombre del gobierno de Duhalde cuando mataron a Darío y a Maxi, así que el pez por la boca muere. Haciendo un poquito de memoria, recordemos que no solo mataron aquel día a mi hijo y a Maxi, sino que también hirieron con bala de plomo a otros 33 manifestantes, con todo el daño no solo físico sino psíquico que eso implica. Y Fanchiotti, si bien pertenecía a la “maldita policía”, era un comisario de carrera. Por eso siempre hemos denunciado que hubo una complicidad entre la policía, el poder político y el judicial. Apenas mataron a los chicos, todo el entorno de Duhalde y de Felipe Solá salió a decir que las muertes habían sido producto de una interna entre piqueteros, que se mataron entre ellos, que había armas entre los manifestantes. Así que yo siempre insisto en que hubo una clara responsabilidad del Estado. Y hemos insistido en plantear los crímenes de la Masacre de Avellaneda como “delitos de lesa humanidad”, pero este reclamo no tuvo eco, porque los jueces y fiscales nos han dicho que los crímenes de lesa humanidad pertenecen al momento del terrorismo de Estado. Otra cuestión respecto de la lucha por justicia es la del paso del tiempo, porque las causas prescriben. Yo hace unos días fui al juzgado y el juez Ariel Lijo, que lleva la causa, no estaba, pero al otro día me mandó a decir por su secretaria que mientras él fuera el juez no iba a permitir que la causa prescribiera.
“Las condenas a Franchiotti y Acosta se han conseguido no tanto por la acción del juez o de la fiscalía, sino por la tremenda presión que hemos realizado los familiares, la militancia y una parte importante de la sociedad”
¿Y qué pasó respecto del planteo que han hecho durante años sobre la necesidad de avanzar en un juicio contra las responsabilidades políticas de la Masacre de Avellaneda?
Bueno, ahí la justicia ha dejado mucho que desear. Recordemos que en 2010 archivaron la causa. En ese momento el fiscal Miguel Osorio y el juez Lijo consideraron que no había elementos suficientes para apuntar o demostrar la responsabilidad de los funcionarios del Estado Nacional y Provincial que nosotros señalábamos como involucrados en los crímenes, empezando por el entonces presidente Duhalde. Así que después de cuatro largos años de lucha logramos desarchivar la causa. En el medio yo cambié de abogado. Y el hecho de haber estado desde entonces con la APDH de La Matanza y con la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, considero, nos ha ayudado a abrir muchas puertas. Pero nada fue fácil. Una vez que logramos desarchivar la causa, después nos cambiaron tres veces de fiscal en unos pocos meses. Y nos decían que no podían avanzar porque no iban a ser ellos los que siguieran con la causa. Así que, como te decía hace un rato, si no hubiese sido por el trabajo de los abogados, de los familiares y la colaboración de la militancia, todo hubiese quedado estancado. Y hemos avanzado en presentar siete testimoniales. Pero la actual fiscal, Paloma Ochoa, dijo que ninguno servía, porque eran más de lo mismo de lo que ya se había dicho y que ella necesitaba que le dieran nombres y apellidos. Así que fuimos y hablamos con el entonces intendente de Avellaneda, Oscar Laborde, que después fue y declaró. Y dijo claramente las apretadas que había recibido de parte de Juan José Álvarez y del jefe de Gendarmería, pero no pasó nada. También había otro comisario, del cual ahora no recuerdo el nombre, que decía que no se acordaba de nada, pero al final después de varias preguntas punzantes de los abogados de la Procuvín sí se acordaba. Así que tengo que reconocer que, si bien yo tengo mis diferencias con Alejandra Gils Carbó, el hecho de que ella haya puesto a estos abogados de la Procuvín a trabajar con la fiscalía, por orden directa de ella como Procuradora General de la Nación, fue un gran aporte.

Respecto de las conquistas de este proceso de lucha emprendido, también cabe destacar el hecho de que se haya cambiado el nombre de la estación Avellaneda, tal como hemos narrado alguna vez en revista Zoom. ¿Qué sentís al pasar por ahí en tren y escuchar por los autoparlantes que anuncian el arribo a la estación Maximiliano Kosteki y Darío Santillán?
En esta búsqueda de justicia de la que hablábamos uno siempre suele mirar hacia lo que falta: meter presos a los autores intelectuales de la masacre. Pero en ese camino a veces uno se olvida de los logros que hemos conseguido: que se haya desarchivado la causa; que haya quedado firme la condena a Franccioti y Acosta, cuestiones no menores, como esta otra del cambio de nombre de la estación, que es un logro muy grande de toda la militancia, un logro que ya es historia. Porque este fenómeno va a ser un tema de estudio: cómo cambió el nombre de una estación que llevaba el nombre de un genocida al de dos luchadores sociales. Y ahí se va a saber quiénes fueron Darío Maxi, cuáles eran sus sueños, sus peleas, y quienes fueron sus asesinos. De ahí la importancia de la condena social, que con el paso de los años logró instalarse respecto de Duhalde, pero también hay que enfocarse en Solá, que parece que ahora no tuvo nada que ver, y él sin embargo era gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero todo se compensa de algún modo al escuchar el anuncio de la llegada a la estación, incluso a más de uno se les planta un lagrimón. Porque nos recuerda dónde y cómo murieron Darío y Maxi, pero sobre todo, como vivieron.
“Como papá yo a mi hijo lo recuerdo todos los días, lo sueño
muchas noches”
 
Multiplicar su ejemplo, continuar su lucha
Si bien entiendo que Darío debe estar presente cada día en tu vida, supongo que con las actividades previas al 26 de junio, todos los homenajes y conmemoraciones que se realizan, Darío está de alguna manera aún más presente. ¿Qué rescatás de él en días como estos?
Creo que no soy yo principalmente quien mantiene vivo el recuerdo de Darío, sino la militancia y toda esa gente que no los deja caer en el olvido. Como papá yo a mi hijo lo recuerdo todos los días, lo sueño muchas noches. Y si bien uno sabe que está muerto, es como si estuviera ahí, vivo. Y creo que vivo sigue en sus hermanos, en sus compañeros, en quienes como vos fueron sus amigos, lo conocieron en la intimidad. Y para mí vive también en cada banderita que veo con su rostro, y no solo en el Gran Buenos Aires sino también en otros lugares del país, en los sitios más humildes, en donde yo veo la cara de satisfacción de la gente cuando me ven llegar, ver que ahí está el papá de Darío con ellos, eso a mí me da también mucho orgullo. Y ahí veo que Darío no estaba equivocado y que se encontraba en un camino en el que todos deberíamos estar. Porque él estuvo codo a codo con los que menos tienen. Con ellos se cagó de hambre, se cagó de frío en invierno y se cagó de calor en verano. Y claro, Darío aparece idealizado, pero como todos era un ser humano y tenía sus cosas también, sus errores, sus berrinches. Pero evidentemente, en su corta pero intensa vida marcó un camino. Él se consideraba parte de la sangre de los caídos en otras luchas, y hoy 15 años después de su asesinato veo cómo otros jóvenes recogen su ejemplo, sus sueños, sus ideales. Su impronta la veo en su último acto, llevando a cabo eso que él tomaba del Che y que siempre decía: tomar como propia la injusticia ajena. Y por eso volvió a la estación. Y de no haber vuelto se hubiese sentido seguramente traicionado por él mismo. Porque todos sabemos que en las situaciones límites, por instinto natural, uno quiere preservar su vida, pero Darío aprendió a vencer el miedo, algo que aprendió en las jornadas de diciembre de 2001. Una vez me contó que ese día un compañero se le acercó y le comentó que tenía miedo. Y él le respondió que todos tenían miedo, pero juntos lo tenían que vencer. Y por eso él, como tantos otros, se quedó: venció su miedo y tiró piedras y enfrentó la represión. Y esto me recuerda qué parecidos son tantos otros luchadores sociales: Mariano Ferreyra o el Pocho Leprati, o tantos otros caídos. Los ves y tienen todos la misma pinta: flacos, barbudos, de una madera muy especial. Una madera que no es para cualquiera. Como el Pocho, levantando la mano y diciendo: “Hijos de puta, no disparen, acá hay pibes comiendo”. Y Darío, levantando la mano y también diciendo: “no disparen, que acá hay un pibe que se está muriendo”. Tanto amor por el prójimo, al punto de entregar su vida para ser fieles a lo que siempre dijeron. Y sí, siempre está el deseo de que vuelva, de que aparezca y venga a darme esos abrazos que me daba, desde el alma. Pero no es la primera vez que lo digo: mientras él se estaba desangrando en la estación, estaba pariendo miles y miles de hijos, con una semilla de conciencia distinta, que hoy se ve en el compromiso totalmente jugado de los jóvenes, los solidarios, los que se embarran las patas y generan conciencia de por qué nos pasa lo que nos pasa. Yo lo extraño. Se cumplen 15 años y yo qué más quisiera que hacer el duelo y que los responsables políticos de los asesinatos estén en donde tienen que estar: en la cárcel; y no como están ahora, amparados por el gobierno de turno, y los jueces y todo este aparato de los medios que le dan lugar para que se presenten nuevamente como candidatos. Pero bueno, también a 15 años están todos esos jóvenes que leen su biografía, que ven sus videos y retoman sus palabras, como las del video ese en donde sale hablando en el corte de la autopista, y ya nombra a Macri como parte de esas mafias de empresarios, y ahora lo tenemos como presidente. Así que nada, qué te puedo decir: tengo el enorme honor de ser su papá. Y no tengo su abrazo, pero tengo las palabras de esa gente que viene y me dice: “Gracias. Gracias por el hijo que tuvo”. O que vienen y me abrazan. Y en esos abrazos encuentro mucho más que si viniesen y me dijeran mil palabras.

*Nota publicada en Revista Zoom.

viernes, 23 de junio de 2017

Presentación de Darío Santillán: el militante que puso el cuerpo en Buenos Aires

La biografía sobre Darío Santillán 
se presenta este sábado y domingo en el Sur del Conurbano

Con la presencia del ensayista y comunicador popular Mariano Pacheco (co-autor del libro, amigo y compañero de militancia de Darío, actualmente radicado en Córdoba) se presenta la biografía “Darío Santillán, el militante que puso el cuerpo”, este sábado 24 de junio en Lanús y el domingo 25 en Avellaneda, en el hall de la Estación donde fueron asesinados los jóvenes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.


En el marco de las actividades por la conmemoración de los 15 años de la denominada “Masacre de Avellaneda” de aquel 26 de junio de 2002, la biografía escrita por Ariel Hendler, Juan Rey y Mariano Pacheco, publicada por Planeta en 2012 y reedita este mes por la misma editorial en versión Booket (de bolsillo), se presenta este fin de semana en la zona sur del conurbano.

Sábado 24 de junio, 18 horas en el Espacio Popular “Aquí se respira lucha” Sitio de Montevideo 1184, Lanús


DOMINGO 25 DE JUNIO, 15.30 HORAS (puntual) EN EL HALL de la Estación "Darío y Maxi" (ex Avellaneda).


Los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki no fueron un simple hecho policial, ni tampoco un exceso o desborde de las fuerzas de seguridad apostadas el 26 de junio de 2002 en el Puente Pueyrredón. Aquella certeza mantuvo una década y media en pie la lucha de familiares y amigos de las víctimas, junto con militantes sociales, abogados y organismos de derechos humanos que sostuvieron desde un principio que había sido una conquista el juicio que culminó con la condena a reclusión perpetua del ex comisario Alfredo Fanchiotti y el ex Cabo Alejandro Acosta (máximos “responsables materiales” del crimen) pero que, no obstante, no podía llamarse plenamente a eso justicia mientras no se llevara a juicio a los máximos responsables políticos, empezando por el entonces presidente interino Eduardo Duhalde.
Sin embargo, como afirman los autores en la introducción, “contar esa breve e intensa vida, mucho más luminosa que su asesinato por la espalda, esa historia que es también la de toda una generación de jóvenes militantes”, es el propósito del libro. “Porque evocar la vida de Darío Santillán”,agregan, “es contar también la de sus compañeros de ruta, otros chicos y chicas del suburbio, como él, y sus esfuerzos por trascender las limitaciones vitales que le imponía una situación geográfica de aislamiento en el sur más profundo del Conurbano; es hablar de la voluntad de Darío por convertirse, con escasos estímulos, en un lector voraz y autodidacta; de los intentos por involucrar a sus compañeros del colegio secundario en discusiones políticas e históricas, o de la pasión y voluntad que desplegó, con apenas 19 años, para organizar a sus vecinos hasta levantar de la nada un movimiento de desocupados, como así también de las angustias de tener que sobrellevar una situación familiar compleja, con las peores situaciones de riesgo imaginables acechándolo literalmente a la vuelta de la esquina. Pero es también una historia de juventud, de diversiones, viajes de mochilero, bailes, amores y cervezas: nada menos que elrecuerdo de Darío vivo, ese que hasta ahora permaneció eclipsado por las circunstancias ominosas de su muerte; el Darío de carne y hueso detrás de las crónicas periodísticas sobre su asesinato, y de su rostro convertido en bandera de lucha”.
Cinco años después de su primera edición, y luego de haberse agotado sus ejemplares, esta nueva edición mantiene el texto tal como fue escrito, al que se suma una “posdata 2017” en la que los autores agregan:
La reedición de este libro se produce cuando ya hace más de un año que la alianza Cambiemos gobierna la Nación. Hoy, de la mano de una situación social cada vez más complicada, han emergido con mayor fuerza, otra vez, una serie de movimientos sociales que retoman, recuperan y resignifican aquellas prácticas políticas que fueron centrales en los años narrados en esta biografía. La historia nunca se repite y este tiempo no son los años noventa. Pero así y todo entendemos que las memorias de la resistencia de quienes pelearon por un país, por un continente, por un mundo con justicia y libertad, son parte de las peleas que en cada momento histórico necesitan reactualizarse. Que las figuras de Darío, Maxi y la de tantos otros hombres y mujeres que fueron asesinados en las protestas sociales de la Argentina contemporánea no quede en el olvido, pero tampoco en un pasado que se resiste a ser tal, es parte de la humilde contribución que sus autores pretendemos realizar con esta nueva salida a las calles de El militante que puso el cuerpo. Nuevas generaciones se han incorporado a las militancias de diversas identidades y trayectorias en estos años. Que esta biografía sirva de insumo entonces para nuevas rebeldías.


Palabras para Maximiliano Kosteki, el constructor de caminos

A 15 años de la Masacre de Avellaneda

 
Por Mariano Pacheco, @PachecoenMarcha
(La luna con gatillo/Resumen Latinoamericano)


Pensamos en Kosteki e imaginamos Guernica. Pensamos en Guernica y recordamos a Picasso. Recordamos el Guernica de Picasso y pensamos en los vascos; en los aviones nazis bombardeando la ciudad. Pensamos en Kosteki, pensamos en Guernica, recordamos los aviones nazis, los bombardeos, los cuerpos despedazados, el cuadro. Los cuerpos sobre el tapiz. Los pedazos, las partes que no encajan, la pintura. No encajan pero sí. Pensamos en Kosteki, en el MTD de Guernica, en su militancia y en sus dibujos. Recordamos el ángel piquetero pintado por Maxi. Recordamos una foto, una canción, un dibujo de los republicanos españoles.

Pintado en 1937, el Guernica de Picasso permaneció, por expresa directiva de su autor, cuatro décadas fuera de España. Los años del franquismo. Encargado por el gobierno de la República española, Picasso se puso a pintar. Mientras lo hacía, en 1937, declaró: “… expreso claramente mi repulsión a la casta militar, que ha sumido a España en un océano de dolor”.

Las huellas de los republicanos españoles presentes en Argentina durante los agitados días de diciembre de 2001. Angelus Novus. Un día cualquiera de 1940. Benjamin vierte unas líneas sobre un cuaderno, a propósito del cuadro de Klee. Pretende correr el eje de la discusión al interior del marxismo: la idea de redención, para los trabajadores, no puede estar en el futuro. Deben nutrir su fuerza, dice, de la imagen de los antepasados esclavizados. El pasado como inspiración, no como autoridad.

Enero y febrero de 2002. A Maxi le gusta escribir poemas, dibujar: manos entrelazadas, rostros, escaleras (“hay una rebeldía subyacente en él, un combate hacia el interior de las artes visuales, mucho más sutil que un puño levantado. No era un ilustrador de su ideología”, supo expresar Magdalena Jitrik). También un Guevara, o un Jesús; una serpiente, las puertas del infierno (“que alguien”, dijo el artista plástico León Ferrari, sorprendido, apenas vio los cuadros en la casa de Maxi, después de su muerte, “tan alejado al circuito institucional del arte transitara por caminos similares a quienes tenemos acceso a las galerías”). Alguna vez, un ángel (¿el ángel de la historia?). Lo hace con las dos lapiceras (una roja, otra azul) que su madre, Mabel, le regaló por esos días (y que no dejó de atesorar hasta su muerte). Ella cuenta que también a Maxi le gustaba leer. Mucho del Che, dijo. ¿Y de la guerra civil española? No lo sabemos. Quien sí escribió sobre los republicanos españoles fue Paul Eluard. “Vuestra muerte va a servir de ejemplo”, escribió en su Victoria de Guernica. Hombres reales para quienes la desesperación alimenta el fuego devorador de la esperanza. Abramos juntos el último brote del porvenir. El porvenir es largo, supo decir el viejo Louis Althusser, ya medio loco. ¡Cuánta razón tenía!

En Kosteki, Guernica aparece como el lugar en el cual va a realizar su militancia. Si bien estudiaba en Lanús (en la Escuela Media con orientación artística N° 15, aunque quería ingresar a la carrera de Bellas Artes) y vivía en Glew (Almirante Brown), no militaba en ninguno de los dos MTD de esos distritos, sino en el de Guernica. Se había incorporado en la actividad del 1° de mayo de 2002. Estaba desocupado y, como muchos, realizaba cada tanto alguna que otra changa, como letrista o cuidador de perros, comoalguna vez también lo fue Soledad Rosas, la joven anarquista argentina que murió en una cárcel de Italia. Para el 26 de junio, por lo tanto, Maxi llevaba apenas un mes y medio en el movimiento. Nunca, antes de ese día, había participado de un corte de ruta. Faltaba tan sólo una semana para que cumpliera 23 años. Alguna vez vivió en Don Orione, pero nunca se cruzó con Darío Santillán. Sus manos estrechadas serán sólo un fugaz instante de presente absoluto.“Presente de lucha”, según escribió alguna vez Guevara, para que el futuro sea nuestro. Por “prepotencia de trabajo”, si pensamos en Roberto Arlt. “Tarde o temprano”, según las palabras de Evita. ¿Simples frases arrojadas sobre un papel?

Maxi Kosteki, constructor de caminos. Link al film documental completo:

martes, 13 de junio de 2017

El paro que todos quieren romper


Panorama del conflicto de transporte en Córdoba

Choferes “voluntarios”, unidades custodiadas, un sindicato nacional en contra y un intendente que desconoce los acuerdos: retrato de la huelga de transporte que paraliza a Córdoba.

Por Mariano Pacheco*
(@PachecoenMarcha)


Apenas dos semanas después de conmemorarse un nuevo aniversario del Cordobazo, la ciudad de Córdoba amaneció ayer con una postal que remitía mucho a imágenes de décadas anteriores, cuando un pujante movimiento obrero permanecía de pie, con figuras como la del gringo Agustín Tosco y el Negro Atilio López, pero también con fuerzas represivas tomando el toro por las astas. Es que ayer lunes 12 de junio, poco antes de las 7 de la mañana, comenzaron a circular en la Docta las primeras unidades de colectivos que la Municipalidad de Córdoba dispuso en medio de un Plan de Emergencia del Servicio de Transporte, que implicó poner a circular 9 de 72 líneas troncales de colectivos, con unas cien unidades que realizaron los recorridos sin cobrar boletos y fueron manejadas por choferes convocados la noche anterior, vía twitter, por la empresa ERSA, una de las cuatro que funcionan en la ciudad. Un escenario similar a cuando el gobierno de Mauricio Macri convocó a “voluntarios” para quebrar la huelga docente, con la diferencia obvia de lo que implica conducir un colectivo (de hecho hubo más de un choque provocado por estos “colectiveros voluntarios”), amén de que en este caso no fue sólo una expresión de deseo sino una realidad efectivizada con un predio de la Fuerza Aérea funcionando como “cabecera de línea” de los colectivos que circularon todo el día con un gendarme en el primer asiento o efectivos policiales siguiendo cada unidad.
El séptimo día consecutivo de huelga de transporte culminó con versiones encontradas, luego de que a las 23.55 horas el Intendente radical Ramón Mestre (hijo) realizara las siguientes y polémicas declaraciones ante Cadena 3 Noticias:
Nosotros la información que tenemos es a través de los medios de comunicación. No tenemos ninguna notificación por parte del ministerio de Trabajo. Nosotros queremos que el servicio se vuelva a restablecer, pero vuelvo a repetir: seguimos instando a los trabajadores para que dejen de estar en la ilegalidad y vayan a trabajar, porque actúan en forma individual y en este conflicto quien tiene la representación, la tiene de manera colectiva, porque es la UTA a nivel nacional, por estar intervenido el sindicato UTA Córdoba, quien tiene la representación. Nosotros no ponemos en peligro nada. Si el ministro llega a tomar la determinación de introducir a aquellos que están con derechos individuales a someterse a una conciliación obligatoria, yo ya estoy fijando una posición, y es que nosotros no vamos a permitir que aquello que tiene que ver con las horas no trabajadas, esas no van a ser abonadas y los trabajadores despedidos han perdido sus trabajos”.
Las declaraciones del intendente radical-amarillo se produjeron apenas un rato después de que los trabajadores en huelga hubiesen arribado a un acuerdo con las empresas en el ministerio de Trabajo de la provincia, en el que se comprometían a retornar a sus puestos de trabajo, sin que les descontaran los días de paro y se reintegraran a los empleados despedidos, para seguir discutiendo el trasfondo del conflicto sin la medida de fuerza de por medio. Ya entrados los primeros minutos de hoy, martes 13 de junio, los trabajadores volvieron a autoconvocarse sobre la calle Vélez Sarfield (casi esquina San Luis), frente a la Sede Córdoba de la Unión Tranviaria Automotor (UTA).

Algo más que el salario en juego
La huelga que provocó ya dos denuncias penales, 88 despidos y dos detenidos comenzó el lunes pasado, luego de un primer conflicto desatado el viernes, cuando los choferes de colectivos y las conductoras de trolebuses comenzaron a poner en discusión la paritaria nacional aprobada por el gremio días atrás. La medida se desató por una diferencia, no menor, del 11,5% en los aumentos salariales. Los delegados de base denuncian que para este año solo les corresponde un aumento del 8%, sin retroactivo, y por eso reclaman que el pago del 21% escalonado en tres cuotas para el segundo semestre que se acordó con el gobierno sea en un pago, retroactivo al mes de enero y que sea aplicado a la escala nominal de Córdoba, con lo que el aumento salarial rondaría así en un 32%.
Desde que Ramón Mestre asumió la intendencia de la capital provincial, en 2011, a hoy, el boleto de colectivos aumentó de $2,50 a $12,55. El año pasado, la paritaria nacional cerró en 27%, mientras que la inflación anual fue del 35%. “El índice inflacionario dice que en el primer cuatrimestre tenemos el 11% de inflación, entonces por todo el año tenemos un 33% de inflación y consideramos que un aumento de 8% es una burla y sentimos que es una provocación”, declaró al respecto Érica Oliva, delegada de la empresa Tamse trolebuses. A esto debemos sumarle que en septiembre pasado la Seccional Córdoba de la UTA fue intervenida por la conducción nacional del gremio, bajo argumento de que no se estaban acatando todas las cláusulas estatutarias. El saliente secretario general local, Ricrado Salerno, denunció entonces un “golpe institucional” y desde las esferas nacionales del gremio, sostuvieron que en un mes, o a lo sumo dos, se normalizaría la situación, cosa que no ha sucedido hasta el día de hoy. En el medio, delegados de base comenzaron a tomar cada vez más protagonismo y a denunciar la falta de democracia sindical. En un proceso muy similar al que desarrollaron en su momento los denominados “metrodelegados” del subterráneo de Buenos Aires, estos choferes cordobeses también pusieron en entredicho en estos días la rigidez del “imperio Fernández”, según denominan muchos trabajadores a los modos en que Roberto maneja el gremio, quien luego de declarar que “desde Córdoba no nos van a manejar el sindicato”, firmó un duro comunicado en el cual se expresa –entre otras cuestiones-- que “de persistir los trabajadores en el incumplimiento al acatamiento de las directivas de nuestra entidad, quedarán fuera de la cobertura gremial de UTA, debiendo asumir las consecuencias de su incorrecto proceder”. Tras solicitar a sus afiliados que “depongan su actitud”, la conducción nacional de UTA recordó que “solo nuestro sindicato está legitimado para lograr la reincorporación de los despedidos, el cese de las intimaciones y la recuperación de los días perdidos” y exigió a los otros gremios y partidos políticos que se habían solidarizado con la protesta, que desistan su actitud, ya que consideraron que su accionar estaba “socavando las bases del estado de derecho y del sistema democrático”.
Este es el contexto de fondo en el cual se inscribe la huelga de choferes en Córdoba.


Unidad, solidaridad, organización
Con la ausencia de los secretarios generales pero con la participación activa de los cuerpos orgánicos, los principales gremios de Córdoba participaron ayer del acto que se realizó frente a la sede de UTA tras una movilización por las calles de la capital provincial, de la que también participaron organizaciones y partidos políticos, agrupaciones estudiantiles y movimientos sociales, entre los que se destacaron la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) y la Federación de Estudiantes Secundarios (FES); la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP); el sindicato de Luz y Fuerza; el Sindicato Único de Obreros y Empleados Municipales (SUOEM); la Asociación de Docentes e Investigadores Universitarios de Córdoba (ADIUC); las dos CTA y el Sindicato único de Recolección de Residuos y Barrido de Córdoba (SURRBAC), cuyo secretario general, Mauricio Saillén, reclamó desde el escenario que se realizara un referéndum revocatorio del mandato del intendente, en contraposición con los dichos de Ramón Mestre, quien había solicitado realizar una consulta popular para que la población votara sobre la posibilidad de hacer del transporte un servicio esencial (postura que el diputado radical, su hermano Diego, también llevó al Congreso de la Nación).
Según el artículo 146 de la Carta Orgánica Municipal, la Revocatoria “puede ser promovida por no menos del diez por ciento (10%) del
electorado para revocar los mandatos a las autoridades municipales electivas”, en una elección de carácter obligatorio.

El orden cordobesista contra los trabajadores
Todas las fuerzas del orden se posicionaron durante la semana contra la huelga protagonizada por los trabajadores de UTA: la conducción nacional del gremio; la intendencia de Cambiemos; la gobernación justicialista; las empresas de transporte; la Cámara de comercio y los medios hegemónicos de comunicación, que promovieron cada día una violencia inusitada contra la medida de fuerza, reclamando despidos y fomentando la violencia social. Todas las fuerzas del orden cordobesista alzaron su voz y mostraron unanimidad contra este sector de la clase trabajadora cordobesa, que hoy se debate en torno a un conflicto que comenzó siendo salarial, y que hoy se ha transformado en el principal elemento de una crisis política que atraviesa todos los estamentos de gobierno local y provincial.
*Nota publicada en revista Zoom.

martes, 6 de junio de 2017

*DECLARACION SOBRE VENEZUELA

Junto a la revolución bolivariana


Frente a declaraciones de intelectuales y grupos, que bajo el rótulo de "progresistas" o de "izquierda", "denuncian la represión en Venezuela", los abajo firmantes sostenemos nuestro apoyo y compromiso con el avance del proceso popular abierto en Venezuela a partir del Caracazo de 1989 y de la rebelión cívica y militar conducida por Hugo Chávez en 1992, que dio organicidad al descontento popular e inició el proceso de construcción de la Revolución Bolivariana.
El despertar del pueblo oprimido venezolano permitió barrer con el modelo de democracia de pacto de las élites y sus viejas estructuras políticas, abriendo grandes perspectivas para la refundación del Estado así como para el acceso de las clases populares a los espacios de poder político, y para la transformación de las estructuras económicas y la recuperación nacional de las palancas de la economía. Fue el Comandante Chávez quien interpretó y encarnó las aspiraciones nacionales y populares del pueblo venezolano, quebrando el modelo de democracia representativa y abriendo canales de participación del pueblo en la toma de decisiones.
Ese proceso de despertar ha sido complejo, contradictorio y sometido a incesantes intentos desestabilizadores desde afuera y desde la oposición reaccionaria venezolana. No es el objetivo de esta declaración enumerar los logros sociales, culturales y políticos de la Revolución Bolivariana; sabemos que dentro de sus mismas estructuras, como en cualquier proceso popular, conviven contradicciones que ameritan un análisis más profundo del que pueda realizarse en una declaración. Además, las empresas periodísticas concentradas banalizan estas contradicciones con el objetivo de no abrir discusiones radicales sobre esos aspectos.
Lo cierto es que estos factores confluyen y generan la crisis en que, ya en forma prolongada, se encuentra sumida Venezuela. La confluencia de las causas internas, la dificultad en la construcción de un entramado productivo nacional que dé respuesta a las necesidades del pueblo en momentos complejos, la permanente agresión diplomática, propagandística y de intervención en los asuntos internos y una coyuntura internacional desfavorable, son la base material de la actual gran ofensiva de los sectores reaccionarios que buscan volver al pasado.
Los medios concentrados ocultan el carácter racial y de clase de las “guarimbas”, su horizonte y su sentido, y su foco en las zonas más acomodadas de Venezuela. El descontento es organizado y planificado por la oposición para producir el “derrumbamiento catastrófico” del gobierno del presidente Nicolás Maduro, sin planteos de resolución reivindicativa de las necesidades populares –aunque éstas se agitan mediáticamente. El objetivo es crear un estado de caos, ingobernabilidad e incertidumbre. Es una estrategia diseñada para el ámbito internacional y el desgaste de la ciudadanía, que busca generar las condiciones para un recambio que la derecha reaccionaria “aún” no ha logrado generar.
Vemos el despliegue de tácticas que muestran la voluntad generar un escenario insurreccional que lleve al enfrentamiento armado con las fuerzas del Estado. Esto se ve cotidianamente en las pantallas de todo el mundo, tal como fue resuelto por las grandes cadenas de medios: mostrar al menos una noticia diaria instalando en agenda la idea del “caos venezolano”, y machacar en ella. El fraccionamiento de la realidad presentado por los medios internacionales es una muestra de los intereses ocultos en las noticias sobre Venezuela. El asedio mediático a la Revolución Bolivariana no tiene precedentes en la contemporaneidad.
Por otra parte, el recrudecimiento de la violencia en las manifestaciones de la oposición se da proporcionalmente a sus intereses y la temperatura de su discurso. A partir del momento en el que el CNE dio fecha a los eventos electorales (elecciones regionales y ANC), la oposición se negó a aceptar la convocatoria y radicalizó sus acciones de calle, que evidencian como mínimo sus claras intenciones de no ir a elecciones. Adicionalmente a eso colocaron sobre el tablero político el adelanto de las elecciones presidenciales que deberían tener por fecha finales de 2018, incluso propusieron la convocatoria de elecciones generales. A cada solución anteponen un problema.
La operatoria de la derecha reaccionaria a nivel continental busca alguna forma de intervención extranjera. Pero lo que no se ve es que los muertos hasta hoy fueron muy minoritariamente causados por las fuerzas militares y de seguridad del gobierno, mientras que oficinas estatales e inclusive de fuerzas de seguridad son permanentemente atacadas. La comparación entre esta insurrección antichavista con el levantamiento por hambre de 1989 y sus cientos de muertos causados por fuerzas de seguridad conducidas por los que hoy manejan la oposición, muestra con claridad la naturaleza de los bloques enfrentados. Pedir que se retiren las fuerzas estatales de la calle, pedir que “no repriman”, es pedir que el gobierno no se defienda y se deje caer.
Si las debilidades de la Revolución Bolivariana han salido a la superficie con toda su crudeza en los últimos años, el gobierno de Maduro y el proceso popular bolivariano deberán encontrar la salida dentro de una lógica popular y transformadora, que sostenga la independencia y supere los límites encontrados. Los errores no se superan haciendo frente común con la derecha reacciona venezolana e internacional, como se desprende en los hechos de la declaración que realizan una supuesta intelectualidad “de izquierda" que parece desconocer la realidad sobre la que opina.
La gobernabilidad de la Revolución Bolivariana no excluye el conflicto como parte de la cotidianidad social. La democracia no es consenso absoluto, ni pasividad social, ni siquiera es la supresión de la violencia, al menos no lo ha sido en Venezuela. La defensa del modelo de democracia participativa y protagónica implica la capacidad de la sociedad de resolver sus antagonismos en el seno mismo de los procesos de participación y expresión. Pero la oposición no quiere formar parte de la democracia participativa y protagónica, la quiere suprimir y ha rechazado todos los mecanismos existentes para hacer parecer la violencia de las guarimbas como una “situación generalizada”: por muy contradictorio que parezca, la oposición es gobierno desde hace más de 10 años en la mayoría de los municipios donde se desarrollan esas acciones callejeras.
Quienes acompañamos esta declaración sostenemos que el camino iniciado hace más de dos décadas en Venezuela debe ser defendido, contra los errores y enemigos internos y, sobre todo, contra los enemigos externos que buscan una restauración de lo viejo en respuesta a una visión geopolítica alternativa que Chávez impulsó en el continente. Esto no admite dudas ni vacilaciones.
Los intelectuales y dirigentes progresistas, nacionales, antiimperialistas, marxistas o de cualquier corriente de ideas y militancia que sean parte de la causa de los pueblos, que luchan por su emancipación nacional y social, no pueden permanecer indiferentes o tomar posiciones basadas en valores de forma. Lo que digan la SIP, la OEA y otros “foros internacionales” no es lo que debe guiar nuestra indignación. Un intelectual o dirigente comprometido con su tiempo y con su pueblo debe asumir con honestidad la lucha por la superación de los momentos difíciles en que los oprimidos se ven envueltos, codo a codo con su propio pueblo.
Eso no se hace construyendo un frente como socio minoritario de los enemigos de clase, se hace luchando junto a su gente, por su país, por los y las trabajadoras y oprimidos; por la superación de las falencias, debilidades, errores que puedan ocurrir al interior de la misma dinámica popular. Esto salvo que se sea la “izquierda del sistema”, y cómodamente se critique desde los amplios espacios que las instituciones del régimen “global” reservan a los críticos que se asientan en su interior. Los argentinos tenemos amplia experiencia en esto.
Adhesiones a helicopterox@yahoo.com.ar

FIRMAS:
Lucas Rubinich (Sociólogo UBA)
Atilo Borón
Eduardo Lucita (Economista EDI)
Claudio Katz (Economista EDI Docente UBA)
Jorge Marchini (Economista EDI)
Aldo Casas (UBA).
Mabel Thwaites Rey (Profesora UBA)
Vicente Zito Lema, (poeta y escrito)
Norman Briski, (actor y dramaturgo)
Julio C. Gambina FUNDACIÓN DE INVESTIGACIONES SOCIALES Y POLÍTICAS (FISYP)
Daniel Campione (FISYP)
Eduardo Schmidt (FISYP)
Beatriz Rajland (FISYP)
Roberto Elizalde (Historiador CTA A RIOSAL UBA)
Nora Ciapponi (FPDS-CN)
Guillermo Caviasca (Historiador, Docente UBA/UNLP)
Néstor Kohan (Filósofo, Docente UBA)
Natalia Vinelli (UBA Barricada TV)
Marcelo Langieri (Sociólogo UBA)
Pablo Llonto (UNLP)
Jorge Drkos - Senador prov Bs As mc- Frente Transversal
Jorge Cardelli (Sec. de Cultura CTA A)
Elsa Bruzzone CEMIDA
José Schulman, secretario nacional Liga Argentina por los Derechos del Hombre
Hugo Blasco (Sec. DDHH CTA A y Sec. Federación Judicial Argentina)
Ricardo Aronskind (economista, UBA)
Leandro Morgenfeld (Historiador)
Luis Alvarenga (El Salvador, Poeta)
Roberto Perdía (Abogado)
Lucas Molinari (periodista Radio Gráfica)
Marcelo Yaquet (Corriente política 17 de agosto, Dirigente de empresa autogestionada)
Carlos Ponce de León Docente (UNCo.)
Tilda Rabi (FEDERPAL)
entro de Estudios Históricos y Sociales "Felipe Varela")
Maximiliano Pedranzini (Ensayista. Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales "Felipe Varela")
Daniel Lew, Biologo, Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas IVIC
Nicolas Allen (EEUU)
María Elena Saludas (ATTAC - Argentina)
Daniel Vilá Periodista (Quincenario "Acción")
Danilo Chammas (abogado defensor de DDHH, Brasil).
Marcelo Canay por la campaña Manos Fuera de Venezuela en Argentina
Josefina Bergues, abogada UBA
Federico Gogna, Santiago del Estero
Alicia Unzalu (Ps. Social)
Milcíades Peña (Urbana TV)
Víctor Hugo Pacheco (UNAM)
Frente popular la cañada resiste (Quilmes)