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miércoles, 4 de enero de 2023

Acerca del libro "2001. Odisea en el Conurbano", de Mariano Pacheco

 Vida y vicisitudes de un chico del conurbano

 

Por Carlos Noro para ArteZeta

 

En este libro, el escritor y militante Mariano Pacheco elige contar su visión de la historia utilizando un interesante gesto literario y autobiográfico. Entre la ficción y el relato de sus propias vivencias (con nombres y personas que van y vienen, a veces de manera estable y otras de manera frenética), es una especie de Odiseo contando su propia historia. Una que tuvo las dificultades propias de quienes fueron “los hijos de la derrota” de los setentas, que crecieron en los ochentas y llegaron a los noventas con el aluvión neoliberal y la pizza con champagne como el gesto aspiracional de un jet set, donde el uno a uno y el consumo desmedido eran la supuesta regla de vida para las clases acomodadas.

A esa visión, Pacheco le opone su propia historia hecha de dificultades, obstáculos y crecimiento en el conurbano profundo. Un lugar donde va construyendo, junto a su propio crecimiento, la idea de una sensibilidad social. Con el tiempo se transformará en militancia estudiantil, luego en trabajo territorial, más adelante se vinculará con el movimiento piquetero y, finalmente, llega a militar en diferentes movimientos sociales. En este sentido, una de sus virtudes narrativas es la relación que el autor establece entre sus intentos, pequeñas victorias y desencantos con las idas y vueltas de un país en donde la militancia debió ser reconstruida luego de los setentas.   

Resulta entrañable también como Pacheco, alias Petty, da cuenta a lo largo del libro de los distintos descubrimientos subjetivos que funcionan de manera paralela a la militancia política. Allí aparecen los primeros amores (y los últimos), el alcohol, los fichines como lugar de encuentro con diferentes personajes que dan pie a diversas historias cruzadas. Da la sensación de que la historia se fuera contando al oído, en primera persona, mientras el 2001 se mantiene como el punto cúlmine. Aparece con el resultado de todo este crecimiento que Pacheco se encarga de destacar como un proceso colectivo.

La música es otro componente importante de esta historia en donde también aparece la idea de lo colectivo. Por allí suenan el punk de 2 Minutos, Sin Ley y las letras combativas de Ricardo Iorio en Hermética. La construcción de una identidad musical desborda en una perspectiva política y una manera de entender la realidad. Este soundtrack es el que le permite a Pacheco dar cuenta de la manera en que fue generando una amistad con Darío Santillán, símbolo para la lucha popular en los años siguientes. Este es otro punto fuerte del libro ya que permite ver otra cara más íntima del joven militante asesinado el 26 de junio de 2002 por la represión policial en la Masacre de Avellaneda.  

Mariano Pacheco, a través de su propia historia, construye una interesante memoria respecto al pre y post 2001 que seguro quienes vivieron y recorrieron el conurbano en aquella época sentirán completamente entrañable. Se trata de una gran manera de recuperar la historia en primera persona para dar cuenta de las diferentes trayectorias de las clases populares.

 

2001, Odisea en el Conurbano, de Mariano Pacheco (Indómita Luz editora)

 

martes, 3 de enero de 2023

Entrevista a Mariano Pacheco sobre su libro "2001. Odisea en el Conurbano"



 Por Juan Borges


AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo inició a investigación del libro?

 

Mariano Pacheco: De alguna manera el libro podemos ubicarlo como una autobiografía. Lo que trata de narrar es como vivimos los años 90 hasta el 2001 quienes nos hicimos adolescentes y jóvenes en aquellos años. Lo que hice fue un proceso de rememoración, episodios que había vivido como importantes pero que a su vez le habían sucedido a personas de mi misma edad. La decisión de fecharlo en 1991 fue para agarrar una década entera, hasta diciembre del 2001. Se fue gestando un micro mundo de la zona sur del conurbano centrado en el pasaje del 91 al 92.

En el libro recorro los primeros capítulos con estas vivencias. Viví mucho la música de aquella época. Una segunda parte del libro arranca con la militancia. Voy a una primera marcha el 24 de marzo de 1996, que fue a su vez la primera grande de los organismos de Derechos Humanos luego de las leyes de impunidad.

Nosotros también comenzamos a participar de la reconformación de muchos centros de estudiantes de Quilmes, la coordinadora de zona sur, las tomas de colegios. También participamos de escraches a genocidas organizadas por HIJOS. Era el comienzo de una época de mucha combatividad y ebullición social. En esa etapa comienzo en la militancia política, conozco a Darío Santillán en al que fue la agrupación 11 de julio. Después nos empezamos a vincular al MTD Avellaneda, que termina conformando el movimiento de trabajadores desocupados “Resistir y vencer”, que es uno de los fundadores del Movimiento Evita años más tarde.

En otros libros anteriores había consultado diversos medios más también. Además, de recuperar mis anotaciones en cuadernos que fueron conformando un collage de crónica, análisis y narrativa en torno a los movimientos sociales de esos años.

Pero en este caso, en “2001, Odisea en el conurbano” lo que hice fue más un trabajo recordatorio de mi propia experiencia.

 

APU: ¿Qué particularidades tuvo el 20 de diciembre de 2001 en el conurbano bonaerense?


MP: En la zona sur del conurbano tuvo varias particularidades. Venia de todo un proceso profundo de lucha desde los años 90, si bien no hubo grandes movilizaciones en la propia zona sur muchos de los contingentes que dieron batalla en la Avenida de Mayo y 9 de Julio frente a las fuerzas policiales provenía de allí. Nos movilizamos sin banderas y nos fuimos cruzando en la lucha de calle con muchos compañeros que habíamos compartido numerosas movilizaciones, cortes de ruta, piquetes, toma de edificios públicos. Que eran los preponderantes métodos de lucha en esos años. Hubo muchas movilizaciones en los días previos.

En el libro cuento como el 17 de diciembre con la Coordinadora Aníbal Verón bloqueamos los hipermercados que estaban en la zona de Quilmes, sobre la avenida Calchaquí en un operativo cuasi insurreccional con camiones, micros cargados de neumáticos y movilizaciones partiendo de diferentes puntos.

Desde la militancia del movimiento piquetero reclamábamos alimentos para la navidad, un bono navideño, que no den de baja los subsidios sociales, que se aumentara el monto de dinero que se percibía en ese entonces. La zona sur del conurbano tuvo esa particularidad, los días previos al 20 de diciembre presenciamos movilizaciones masivas y radicalizadas.

 

APU: ¿Cuál considera que es el legado que han dejado aquellos militantes y modos de organización?

 

M.P.: El principal legado es la experiencia de un pueblo que llega a un límite y se pone de pie y dice “Ya basta”, como lo había expresado el zapatismo en México en enero de 1994 y como lo habían hecho los numerosos movimientos sociales, sobre todo de matriz campesino-indígena de toda nuestra América que van desde mediados de los 90 en adelante.

Expresaban un límite al neoliberalismo que venía aplicando su modelo de ajuste y represión. Desde las experiencias populares siempre vienen los rumbos a seguir. Ahí se encuentra la matriz nacional y popular del peronismo como elemento contestatario contra los poderosos que siempre está expresando resistencia. Hay una memoria ligada a la justicia social y a la soberanía nacional en nuestro pueblo.

Para nosotros fue muy importante ver las banderas argentinas flameando en las puebladas de Cutral Co, también en las experiencias del 20 de diciembre de 2001.

De alguna manera preanunciaba lo que después sería una perspectiva Nacional y Popular transformadora que aun hoy todavía no pudo recuperar los horizontes revolucionarios como estaban presente en las décadas del 60 y el 70. Se empieza a vislumbrar a partir de procesos como la experiencia bolivariana de Venezuela o la de Evo Morales en Bolivia una mirada transformadora en nuestra región.

Creemos hoy, a veintiún años de la insurrección del 20 de diciembre de 2001 y a cuarenta de la recuperación democrática el gran desafío es entretejer el legado de todo ese ciclo de luchas con el ciclo de luchas anteriores para volver a recuperar un horizonte revolucionario para nuestra Patria, nuestra América y para el mundo entero. Es el desafío contra este orden mundial capitalista, neoliberal que parece presentarse casi sin fisuras como única orientación posible para la humanidad.