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jueves, 28 de julio de 2011

Notas sobre el cuarteto Cedrón

Publicada en Prensa De Frente, julio de 2011



Alguna vez, el poeta y editor de la legendaria editorial La rosa blindada, José Luis Mangieri, dijo que no se podía entender la década del 60 sin el Cuarteto Cedrón. Seguramente, esa huella ha marcado no solamente a esa generación sino también a las posteriores. Es que este cuarteto –que nació siendo trío– de tango heterodoxo, ya lleva 46 años de recorrido musical, poético, artístico, político. De allí que Tango y quimera, el libro de Antonia García Castro publicado por la editorial Corregidor en 2010, venga a cubrir un bache fundamental de la historia cultural de nuestro país. 
Casi 300 páginas que reúnen historias, historietas, fotografías y dibujos sobre una experiencia cultural que ya tiene más de 35 discos editados, que ha realizado la banda sonora de 11 películas nacionales y extranjeras, que ha musicalizado a unos 40 autores, entre los que se destacan Francisco Urondo, Juan Gelman, Jorge Luis Borges, Bertolt Brecht, César Vallejo, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Homero Manzi, Julio Cortázar. En fin, un cuarteto en torno del cual se han agrupado, en distintos momentos y por diferentes circunstancias, músicos y escritores, pero también pintores, cineastas, actores y editores, militantes.Pionero como cantautor (desde sus magistrales presentaciones en el Café Concert “Gotán”, allá por el año 64-65), Juan Tata Cedrón supo transitar entre los clásicos y la vanguardia. Desde Madruga, Cedrón no ha parado de musicalizar gran parte de la obra poética de Juan Gelman. Tal vez porque digan lo que digan –como escribió Paco Urondo en la presentación de ese primer disco– nos conocen por el tango, nos recuerdan por el tango, somos tangueros, para bien o para mal. Porque digan lo que digan los tangos de Cedrón me parecen muy buenos. Y además, canta como un campeón.Ahora –desde hace ya algunos años, en realidad– los seguidores de la larga trayectoria de este campeón, tenemos la oportunidad de verlo más seguido: no como en los 90, cuando venía de vez en cuando, y nos apresurábamos a visitarlo en el Foro Gandhi de la calle Corrientes, sin saber cuándo contaríamos con ese privilegio nuevamente. No, hoy en día lo sentimos más cerca, porque tras largos años de exilio en Francia y de rumbear por distintos sitios del mundo (desde 1974), se ha radicado (en 2004) nuevamente en su querida ciudad de Buenos Aires. Desde entonces, el cuarteto nos ha sorprendido con nuevos discos: Frizón Frizón y Orejitas perfumadas (basado en la obra de teatro que realizaron con textos de Roberto Arlt). En el año bicentenario, un nuevo disco-doble. En el primero (Corazón de Piel Afuera), el Tata musicaliza 11 poemas de Miguel Ángel Bustos y se despacha con un solo musical, también de su autoría. En el segundo (Godino), musicaliza 14 canciones de 9 autores: un anónimo, Pedro Atieza, Luis Alposta, Evaristo Carriego, Julio Huasi, Mario Clavell y su ya clásico poeta de cabecera, Raúl González Tuñón, a quien supo entrevistar en sus años de juventud.Cedrón, que ya se fue y volvió –creo– nunca se dejará de ir, aun permaneciendo en un mismo lugar. Cedrón, nuevamente en Buenos Aires, nos alegra el corazón. Es que tal como escribió hace décadas Tuñón, en su famoso poema (musicalizado por Cedrón) La cerveza del pescador Schiltigheim, “es necesario no asustarse de partir y volver, camaradas. Estamos en una encrucijada de caminos que parten y caminos que vuelven”. 

domingo, 24 de julio de 2011

Texto publicado en el diario Sur capitalino, julio de 2011

Un fantasma conmueve a los vecinos de La Boca y de Barracas



En Milonga de Albornoz, un hermoso poema musicalizado por el tanguero Juan Tata Cedrón, Jorge Luis Borges escribió: “El tiempo es olvido, y es memoria”. Como en Las ciudades invisibles narradas por el escritor italiano ítalo Calvino, también aquí, en el sur de la ciudad de Buenos Aires, hay sitios en los cuales lo subterráneo de nuestra historia se superpone con los nuevos aportes arquitectónicos y otros atractivos turísticos. En muchos casos, la memoria de lo que fue, retornando insistentemente para no ser ayer y continuar siendo presente.
El fantasma del tango es uno de esos elementos que se resisten a ser pasado y hoy conmueve a los vecinos de La Boca y de Barracas. Es que el tango no ha dejado nunca de ser bailado, y cantado y tocado por aquí y por allá, en todas partes de la ciudad, y seguramente por eso tantos turistas llegan para aprenderlo y tantos argentinos van a convidarlo en tantos lugares del mundo.  
El tango, que ha sido reconocido como patrimonio de la humanidad y sostén de la identidad argentina (y en particular de la Ciudad de Buenos Aires), ahora busca fortalecer sus vínculos con el pasado, a partir de un proyecto de ley elaborado por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico y Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, a través del cual se pretende lograr que el espacio delimitado por las calles Av. Pedro de Mendoza, Vieytes, Luján, Sta. María del Buen Ayre, California, Santa Magdalena, Australia, Pinedo, Carrillo, Paracas, Ituzaingo, Uspallata, Av. Martín García, Irala, Villafañe y Caboto, sea declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad. Lo que se busca con la aprobación de esta ley –que ya ha sido presentada en la Legislatura porteña– es que se garanticen los medios necesarios para la investigación, restauración, conservación y puesta en valor de los bienes arqueológicos vinculados al tango en esa zona, ya que la arqueología –dicen los promotores del proyecto– es de las únicas disciplinas que pueden responder a cuestiones relativas al origen y a las condiciones del surgimiento del tango en el espacio portuario de la ciudad.
De allí que los arqueólogos involucrados en esta iniciativa –que ya han realizado trabajos de este tipo en la ciudad– busquen, mediante la aplicación de diferentes técnicas, aportar a la reconstrucción de la historia del tango. Para ello, tomarán como punto de partida distintos sitio: casas, cafetines, almacenes, burdeles, etcétera, a partir de los cuales poder reconstruir marcas coreográficas del tango, diversos aspectos de la vida en los conventillos, del trabajo, de la comida y de las elecciones de consumo de la época, entre otros elementos.
Y si bien estos lugares, tanto en La Boca como en Barracas, son diversos y sus grados de conservación variados (algunos, por ejemplo, entremezclados o recubiertos con arreglos posteriores), muchos de ellos –sostienen los arqueólogos–, aún conservan marcas, sea en forma de rellenos de pozos o terraplenes, o bien por divisiones arquitectónicas, distribución, densidad y diversidad de artefactos.
Si bien las apelaciones a la tradición suelen tener un carácter nostálgico, en muchos casos, cuando no reaccionario (si es que plantean que todo pasado fue mejor que el presente), en este caso, la reivindicación de la memoria tiene que ver con una proyección a futuro, con un intento por evitar que se pierdan datos centrales de nuestra identidad, tanto nuestra como de las futuras generaciones.
En este sentido, este proyecto es de vital importancia para la preservación de la memoria, ya que los recursos arqueológicos del tango (como en tantos otros casos) no son renovables. De allí que su destrucción pueda causar daños irreparables. Y el tango, qué duda cabe, ha sido y es uno de los referentes centrales a la hora de comprender la forma de vida de los porteños, y por lo tanto, es un elemento insoslayable en la construcción de identidad de la ciudad. Por algo, en uno de sus poemas, Homero Manzi escribió: “Si ya sabés que la ausencia mata”. “En un corralón de Barracas”, el poema inédito de Manzi musicalizado por Cedrón en los últimos años, habla de un carretero y un caballo frisón (por el pueblo holandés llamado Frisia), que usaban para transportar la arena y los adoquines que hacían prosperar a la ciudad, durante las primeras dos décadas del siglo XX. Corralón de Barracas, símbolo del sur de Buenos Aires… ojalá que sea encontrado ahora por los arqueólogos que llevan adelante este proyecto.



viernes, 8 de julio de 2011

Entre la autogestión y la precarización

Las paradojas de un nuevo instrumento gremial


POR: Mariano Pacheco para El Mortero

Solidari@s y Combativ@s es el lema bajo el cual más de 3.000 personas se han reunido para dar nacimiento, a partir de marzo de este año, a la Asociación Gremial de Trabajador@s, Cooperativ@s, Autogestiv@s y Precarizad@s. Los antecedentes de esta iniciativa podemos rastrearlos hacia fines de 2009, cuando un conjunto de organizaciones territoriales conformaron el Frente de Lucha por Cooperativas Sin Punteros, realizando un acampe sobre la Avenida 9 de Julio, frente al ministerio de Desarrollo Social de La Nación, luego de que el Gobierno Nacional anunciara la creación de 100 mil puestos de trabajo a través del Programa Argentina Trabaja. Desde entonces, varias organizaciones sociales vieron la necesidad de unirse para luchar no sólo por ingresar al programa, sino también por lograr un manejo autónomo de las cooperativas que integraran, defendiendo así la posibilidad de que sean los propios trabajadores los que decidan cómo, dónde y en que tiempos llevar adelante el trabajo, evitando de este modo quedar rehenes de las redes de punteros políticos que ya comenzaban a repartirse la torta anunciada por el gobierno, antes de que se implementara.
Luego de trabajar subterráneamente durante todo el 2010, la AGTCAP ya ha realizado varios plenarios en lo que va del año, con la presencia de centenares de delegados de organizaciones de distintas provincias, a partir de los cuales comenzaron a delinear algunos principios y mecanismos organizativos: crecimiento y consolidación del proyecto desde las bases, promoción de espacios democráticos y asamblearios para tomar las decisiones, entre otros.
Ana, una de las referentes barriales del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lomas de Zamora –integrante del Frente Popular Darío Santillán– destaca que a pesar de su nombre (“Argentina Trabaja”), este programa quedó acotado a Buenos Aires. Por eso, uno de los reclamos de la flamante AGTCAP es la nacionalización del Programa, o bien la implementación de más y mejores programas de empleo que logren tener incidencia nacional. De allí que, más que oponerse a estos programas promovidos por el Estado, esta Asociación ha surgido para exigirle que se cumpla con los derechos laborales elementales, burlados por la situación de precarización: salario mínimo que garantice cubrir la canasta familiar, seguro por accidentes y obra social, vacaciones y aguinaldo, indumentaria y herramientas acordes al trabajo realizado, jubilación. Es decir, que le exigen al Estado que garantice sus derechos, como a cualquier trabajador formal.

viernes, 1 de julio de 2011

De Cutral Có a Puente Pueyrredón
... en Venezuela


POR: Leandro Albani (Caracas, 21/06/2011)


Movimientos sociales en Argentina: 
el desafío de consolidar el poder popular

Los movimientos sociales de Argentina tienen como desafío consolidar el poder popular, que desarrollan desde hace más de una década, y alcanzar la consolidación de un proyecto más amplio con capacidad de confrontar a los poderes hegemónicos.
Así lo dijo en entrevista exclusiva para la AVN, el periodista y escritor Mariano Pacheco, autor del libro "De Cutral-Có a Puente Pueyrredón. Una genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados".
Para lograr este objetivo entre los movimientos sociales argentinos, que se reúnen bajo las premisas de una nueva izquierda autónoma, Pacheco explicó que se debe tener cuenta “una mixtura de experiencias en nuestra América”.
Entre ellas nombró el caso del movimiento zapatista en México y el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil, que con sus experiencias “muestran que es posible autogobernarse de otro modo”.
A ellos hay que sumarles los gobiernos populares, como en los casos de Venezuela y Bolivia, que con sus proyectos “alumbran la posibilidad de dar batallas, ya no sólo desde la resistencia sino también desde las entrañas mismas del monstruo, es decir, desde el interior de esos aparatos de dominación llamados Estados”, analizó el escritor argentino.
Pacheco señaló que en la actualidad del país, los movimientos sociales “se encuentran ante un gran desafío”, como es “consolidar las experiencias de construcción de poder popular local que ya llevan más de una década”.
A esto hay que sumar la necesidad de “construir un proyecto más amplio, con capacidad de dialogar con otros sectores no organizados de nuestro pueblo y, a su vez, estar en mejores condiciones para confrontar con los poderes hegemónicos”, detalló.
En su libro, Pacheco hace un recorrido por el surgimiento de los primeros Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) a mediados de la década del 90 hasta la actualidad, donde muchas de esas experiencias, que actuaban en plena resistencia, ahora han crecido, mutado o se cobijaron bajo el ala estatal.
En la obra, el autor hace hincapié en la formación de estas organizaciones que pelearon, muchas veces en soledad, contra los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, quienes sostuvieron las recetas más ortodoxas del neoliberalismo.
El libro aborda la historia de los MTD, no sólo como un hecho cronológico sino a través de historias de vida, crónicas y análisis que van desde la educación popular, la teoría marxista, una revisión de la lucha armada en Argentina en la década del 70 hasta la literatura y la comunicación producida por los mismos movimientos.
Uno de los momentos históricos que más se aborda en De Cutral-Có a Puente Pueyrredón es la rebelión popular que se produjo en Argentina en diciembre de 2001 y que desembocó en la renuncia del presidente De la Rúa, después de una represión que dejó como saldo 39 personas muertas, nueve de ellas menores de edad.
Pacheco expresó que a 10 años de esas masivas movilizaciones en todo el país, que “pusieron en jaque a la clase política en su conjunto, el Estado ha recompuesto su legitimidad, sus instituciones se recuperaron y en algunos casos se han fortalecido”.
Para el escritor y periodista, esta situación “hace que se produzca, por un lado, una captura estatal de muchas de estas experiencias que, aún habiéndose mantenido por fuera del partido de Gobierno, comienzan a actuar bajo sus lógicas”.
“Por otro lado, se ha producido un discurso que circula con fuerza, que es el de colocar en el lugar de la política a todo aquello cuestionado por la rebelión de diciembre de 2001, y poner en el lugar de la no política a todas esas experiencias que surgieron por aquellos años”, analizó.
También reconoció que las propias organizaciones han cometido errores, como por ejemplo no tener capacidad para construir un “movimiento político de masas” que pueda “disputar en otros planos del quehacer político nacional”.
Sobre el aporte de los MTD en Argentina, así como de las fábricas recuperadas por sus obreros o de los nuevos sindicatos de base, Pacheco sostuvo: “Fueron un gran ejemplo que puso sobre el tapete que era posible hacer una política popular, desde abajo, que apuntara al cambio social, por fuera de los partidos tradicionales y la iglesia, por fuera del Estado y las lógicas de la democracia representativa, poniendo el eje de la participación, de la democracia directa como central”.