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viernes, 18 de noviembre de 2016

10ª Marcha de la gorra en Córdoba

El día en que es nuestra la ciudad

Por Mariano Pacheco

Hoy se realiza en Córdoba la 10° Marcha de la gorra. Unidad y creatividad para denunciar las lógicas de un “Estado policial” no hace más que segregar la ciudad.
 

¿Cómo leer “La Marcha de la Gorra”, esa masiva movilización que cada noviembre se realiza en Córdoba desde hace ya una década?

En primer lugar podría afirmarse que esta protesta viene siendo una de las pocas (¿la única?) en el país que se realiza de manera regular y logra congregar  al más amplio espectro político. A diferencia de las movilizaciones conmemorativas (como las del 24 de marzo), que suelen caracterizarse por una amplia participación ciudadana (además de las militancias partidarias, sociales, culturales, estudiantiles, sindicales y de derechos humanos), pero que al menos durante los últimos años han tenido más de un lugar de expresión, La Marcha de la Gorra tiene este carácter unitario. Convocada cada año por el Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos, tras  la bandera de repudio al “Código de Faltas” se han expresado, durante los últimos nueve años, todas las tendencias políticas del denominado “campo popular”. En este sentido, mas que como una movilización, lo que sucede ese día puede ser pensado como una multiplicidad en movimiento.

En su novena edición, el 18 de noviembre pasado, la marcha estuvo atravesada por los debates y las discusiones en torno al ballotage, lo que implicó que por primera vez fuertes tensiones se expresaran alrededor de la convocatoria. Tensiones que seguramente volverán a reeditarse este año, ya no por el contexto nacional sino por el provincial: antes de retirarse de la gestión y darle paso a su sucesor en la conducción de la provincia, José Manuel De la Sota activó a través del bloque de legisladores de Unión por Córdoba que se aprobara el proyecto que culminó con la transformación del “Código de Faltas” en “Nuevo Código de Convivencia”. Si bien siempre hubo disidencias al interior de las organizaciones en relación a si valorar o no medidas de “reformas” del código (la posición mayoritaria siempre exigió lisa y llanamente su derogación), este cierre de 2015 metió contradicciones al interior del espacio, ya que hubo organizaciones y personalidades que venían trabajando la temática que valoraron positivamente la medida. Entre ellos, La Campaña Contra la Violencia Institucional, conducida por el Movimiento Evita, que a principios de este año se incorporó al bloque de legisladores oficialistas a través de Ricardo Vissani, su único legislador electo en las últimas elecciones. Así y todo, esta décima edición de la Marcha de la Gorra promete expresar “la década ganada” para la unidad del campo popular cordobés.



BRONCA, ALEGRÍA Y DOLOR

 
“El silencio corporativo de la prensa, el asesinato de nuestrxs pibxs queridxs, la persecución a carreros y trabajadoras sexuales, el allanamiento sin orden judicial de cualquier casa villera, y el arresto de cada persona que ose enfrentarlos, son algunos de los hechos que nos obligan a repetir esta forma de expresión colectiva después de haber caminado libremente por las calles de nuestra ciudad un día por año, durante los últimos
diez años”, puede leerse en la “Carta abierta al Estado policial” firmada por una infinidad de organizaciones, que están convocando a movilizarse este viernes 18 de noviembre por las calles de la capital provincial, bajo la consigna “¡¿Cuánto más?! El Estado es responsable”.
La primera edición de esta marcha se realizó en 2007. De allí en más, cada noviembre, un amplio espectro de la población cordobesa salió a las calles para exigir la derogación del Código de Faltas y el respeto de las garantías democráticas, en una provincia en donde no suelen cumplirse con frecuencia. Un ejemplo: durante los primeros siete meses de 2014 (tras el “acuartelamiento” policial de diciembre de 2013), se registraron en Córdoba siete casos de gatillo fácil. A fines de octubre de cada año la Policía solía difundir las cifras oficiales de aprehensiones en la vía pública. Pero desde 2011 ya no lo hace. Ese año hubo 73.100 detenciones en todo el territorio provincial, es decir, un promedio de 200 diarias. Dicho de otro modo: una cada 8 minutos. En la ciudad-capital las cosas son peores: entre 2009 y 2011, hubo un aumento del 54% en las detenciones. Y en 2014 se sumaron los “operativos humillación”, detenciones masivas en donde los aprehendidos fueron encerrados en “corralitos”, exhibidos ante la mirada atenta de los “vecinos alertas”.
La primera Marcha de la Gorra se convocó bajo la consigna “¿Por qué tu gorra sí, la mía no?”. La segunda marcha, en 2008, la consigna fue: “Una oreja para los chicos”. La del año siguiente “Los jóvenes al centro”. La cuarta: “Contra el Código de Faltas. ¿Y los Derechos que nos faltan?”. En 2011, “Nos detienen por la cultura”. Al año siguiente el lema fue: “Tu código trata de desaparecer nuestra alegría callejera”. Para la 7° Marcha, en 2013, el slogan fue “Tu seguridad nos limita, nuestra Resistencia es infinita”. Al año siguiente: “Más vale gorras embrollando, que la Policía matando”. Y el año pasado: “NI Código de Fasltas NI Código de Convivencia: Basta de Estado Policial”.
A partir de la quinta marcha se dio inicio a lo que se denominó “Alto Embrollo”, una forma de dar visibilidad a las producciones culturales que surgen desde los barrios, como los talleres de poesía o comunicación, el hip hop, los grafittis. Y en el marco de la octava marcha se realizó por primera vez “La Gorra Literaria”, un ciclo de talleres, charlas y eventos que le sumó a Alto Embrollo el aporte de escritores, periodistas, poetas y comunicadores que buscan inscribir la “batalla cultural” en el marco de la pelea más amplia que vienen librando los movimientos sociales.

CÓDIGOS DE SUJECIÓN


Ningún ciudadano parece quedar libre de sospechas ante los códigos del cordobesismo. Así y todo, algunos los padecen más que otros. Sobre todo los jóvenes de los barrios populares, las trabajadoras (como las “sexuales”) y trabajadores (como los “carreros”). Son ellos quienes más se ven afectados por esta política de policialización de la ciudad que gobierna el territorio de “la Docta”. También las denominadas “minorías sexuales”. Para muestra reciente, basta un botón: dos chicas adolescentes fueron detenidas el pasado sábado 22 de octubre luego de que un agente las viera dándose un beso en la Plaza Colón, aplicándoles el Código de Convivencia (la figura es “tocamientos indecorosos”). El hecho produjo el “Besazo contra la lesbofobia”, una masiva manifestación de repudio llevada adelante al fin de semana siguiente frente a la Jefatura de Policía.

UNA MARCHA QUE PARECE UN COLLAGE

 
La Marcha de la Gorra es una movilización donde tienen cabida muchas marchas. El ritmo y los colores son el rasgo distintivo de una jornada que suele estar atravesada por la alegría, a pesar del dolor. Pibas y pibes de los barrios que han sido asesinados por la policía, en los denominados casos de gatillo fácil, son estandartes de una protesta en la que sus familiares y amigos se mezclan con otros miles de muchachos y de chicas que ha diario padecen la misma situación que padecieron quienes tuvieron menos suerte que ellos, y quedaron atrapados en medio del accionar de los agentes de seguridad. Además participan militantes que integran organizaciones sociales, espacios comunitarios y culturales, bibliotecas populares, agrupaciones estudiantiles, partidos políticos, pero también grupos de amigos o personas que simplemente se sienten interpeladas y se movilizan.
Una de las claves de la potencia que contiene la Marcha de la Gorra tal vez haya que buscarla en que no es una marcha más. Hay banderas partidarias, camionetas con autoparlantes y megáfonos. Columnas perfectamente organizadas e identificables, pero también mucho barullo y caos. Es que cada uno puede sumarle sus colores y sus cánticos, sus consignas y estilos a la movilización.
Es una marcha tan rara que contiene una amplia diversidad. Además de las banderas de las distintas fracciones políticas hay grupos de teatro que realizaban “intervenciones”, otros que hacen grafitis en las paredes que se cruzan a su paso. Suele haber murgas, batucadas y comparsas. Y cajones peruanos. Y muchas fotografías: de los fotógrafos (profesionales de los medios y amateurs), y de los cientos de muchachos y de chicas que se fotografiaban con sus celulares, como quien está en un cumpleaños, o en una fiesta.
Una fiesta anual, puesto que ese día pueden sentir que son ciudadanos de esa República Burguesa que, el resto del año, les niega sus más elementales derechos, ya no el de protestar, sino tan solo el de transitar libremente por la ciudad. Porque en una tarde “normal”, no podrían hacer los mismo, con excepción de verse expuestos a ser detenidos por la policía, molestados, seguramente encarcelados. De allí que la multitud que se expresa con arte, con alegría, no por eso olvida el reclamo político que la incita. Una exigencia que se dirige a la institución policial, a la corporación judicial, al gobierno de turno (un turno que lleva ya década y media), y también, a los “buenos vecinos”, esos que con sus comentarios y prejuicios aportan cada día a estigmatizar a una importante cantidad de jóvenes y adolescentes que, con sus viseras, su vestimenta, sus bandas de música y sus modismos, intenta hacerse un lugar generacional en la sociedad. En clara sintonía con la banda de rock Los Gardelitos, ese día asumen que la ciudad les pertenece. Por eso marchar, en ese contexto, implica no solo protestar, sino además rescatar un momento de amistad, de compañerismo y de camaradería, donde todos son pares.
Así que también el día en que se realiza la Macha de la Gorra es un “Día de  “desquite”: se cantan, se salta, se bailan. Y se protesta contra el Estado policial.


*10° Marcha de la Gorra: viernes 18 de noviembre, 17 horas en General Paz y 9 de julio, Córdoba capital.

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