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viernes, 4 de noviembre de 2016

ACERCA DE MARIANO PACHECO Y SU “CABECITA NEGRA”

Reseña de Jorge "Chiqui" Falcone


Mariano Pacheco ya sabe que lo admiro. Ahora le toca enterarse que me conmueve y me intriga su autoconstrucción como intelectual orgánico del campo popular. 


Al igual que ese Raymundo Gleyzer que cita en las páginas de este libro, Mariano Pacheco alguna vez huyó despavorido del mundo académico para adentrarse en la vasta geografía del despojo. Pero, prometeicamente, no se fue con las manos vacías. Y este libro, erudito y minucioso, prueba que nada tiene que envidiarle a sus maestros, cuyas herramientas teóricas esgrime con notable destreza. Comparándolo con su primer opus, De Cutral Có a Puente Pueyrredón, suerte de coro griego tramado con múltiples retazos del “Argentinazo” de 2001 - correlato para las luchas de este siglo de lo que para las luchas del pasado fuera La voluntad de Eduardo Anguita y Martín Caparrós -, Cabecita Negra exhibe un notable crecimiento de este autor cuya obra conviene seguir de cerca.

Particularmente, tanto por lo que su contenido abarca como por lo que deja fuera, el texto en cuestión me ha obligado a reconsiderar cuánto ha denostado cierta “Argentina culta” el aporte del "hecho maldito del país burgués" a la cultura e identidad de l@s argentin@s. Paso a enumerar algunos:
1) Peronismo y cultura
La peña Eva Perón “nació de forma súbita en 1951, sin mandato de nadie”, relataba Fermín Chávez. Se discutía sobre peronismo, sobre arte, sobre poesía. Evita poseía una especial predilección por este último género.
En la peña Fermín solía sentarse junto a Oscar Ponferrada, Julio Ellena de la Sota y Gregorio Santos Hernando. Evita, siempre cerca de Castiñeira de Dios. El maestro entrerriano recuerda de aquellos tiempos a una Evita que era “lo contrario de toda simulación o hipocresía. Su vida brotaba de sus ojos oscuros y de su nerviosa pisada”.
Según testigos, Evita --en sus últimos días-- recordaba con muchísimo afecto aquellas jornadas junto a sus compañeros poetas.

2) El estigma de ser peronista
Hugo Del Carril por “La Marchita”, Discepolín por “Mordisquito”, Leopoldo Marechal por toda su obra. A propósito del tema, alguna vez escribió el autor de Megafón, o la guerra:
“…yo venía registrando en mí, desde 1948 en que apareció mi Adán Buenosayres, los efectos de tal exclusión, operada, según la triste característica de nuestros medios intelectuales, con el recurso fácil de los silencios y los olvidos prefabricados. La declaración de Murena fue un acto de valentía intelectual, como lo fueron las de Sábato repetidas en numerosas instancias. Y su confirmación de lo que yo había experimentado en carne propia me llevó a estas dos conclusiones: 1º, la “barbarie” que Sarmiento denunciara en las clases populares de su época se había trasladado paradójicamente a la clase intelectual de hoy, ya que sólo bárbaros (¡oh, muy lujosos!) podían excluir de su comunidad a un poeta que hasta entonces llamaban hermano, por el solo delito de haber seguido tres banderas que creyó y cree inalienables; y 2º, desde 1955 no sólo tuvo nuestro país un Gobernante Depuesto, sino también un Abogado depuesto, un Médico Depuesto, un Militar Depuesto, un Cura Depuesto y (tal mi caso) un Poeta Depuesto”.

3) El giro descolonizador
(Enrique Dussel,  Cullen, Rodolfo Kusch)
En el marco del boom de la literatura latinoamericana (García Márquez, Carpentier, Scorza, Rulfo, Asturias), la Teoría de la Dependencia, y la Teología de la Liberación, el peronismo también supo aportar medulosas reflexiones a una concepción no eurocéntrica del pensamiento desde la Filosofía de la Liberación.

4) La producción creativa del peronismo armado
(La “Operación Masacre” de Rodolfo Walsh-Jorge Cedrón, Francisco Urondo en pos de “la palabra justa”, Héctor Germán Oesterheld narrando la invasión en tiempo real)
Como Marechal en Megafón o la guerra, el autor de El Eternauta también supo incorporarse a su propia ficción, no sólo en la primer entrega de su ya célebre saga fanta-científica sino particularmente en la segunda, cuando incorporó a sus hijas sucesivamente secuestradas por la última dictadura a la resistencia encarada en aquellas páginas por un puñado de patriotas contra la invasión de los Ellos.

5) Leonardo Favio- Capusotto y Savorido- Santoro y Cedrón
Leonardo Favio  con “Gatica” y “Sinfonía del Sentimiento” canonizando el imaginario de la Nueva Argentina en que “Los únicos privilegiados son los niños”; “Peter Capusotto y sus videos”, fomentando el pensamiento crítico de la Generación 2.0; Daniel Santoro y Juan “Tata Cedrón” provocando a los dueños del mundo con su perfomance “La Ballena va llena”.
El proyecto más notorio del colectivo artístico “Estrella del Oriente” (Santoro-Cedrón) podría solucionar dos problemas a la vez: las condiciones de vida pobres de los países ídem y la falta de recambio artístico de los países centrales. Un barco gigante con forma de ballena recogería voluntarios del Tercer Mundo de a cientos de miles y, en el viaje de la periferia al centro, los transformaría en obras de arte humanas para depositarlas finalmente en los principales museos del mundo. Pero aunque no navegue, “la ballena” sí levanta vuelo en un documental que con malicia, vitalidad y un sentido del humor imparable cuenta otro viaje, bastante menos virtuoso: el de los fondos, subsidios y becas que van de tanto en tanto desde el centro hacia la periferia, esquivos ellos, muy poco generosos en su percepción de las posibilidades del arte para transformar la realidad.

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