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lunes, 7 de noviembre de 2016

Entrevista a Emilio Pérsico


"Las organizaciones sociales son el nuevo hecho maldito del país burgués"
 

Por Mariano Pacheco
(revista Zoom)



El secretario general del Movimiento Evita explica en este diálogo con Zoom por qué entienden que hace falta construir un bloque social capaz de protagonizar una nueva transformación en Argentina.

En la militancia todos le dicen “El Emilio”. Pérsico, su apellido, a muchos le resulta conocido por el nombre de la heladería que han fundado en Buenos Aires algunos de sus familiares. Pero los interesados en la situación política nacional seguramente asocien más el nombre de Emilio Pérsico a su barba, que aparece de manera frecuente en notas del periodismo gráfico, y también, en la televisión. A días de realizarse un nuevo encuentro nacional del Movimiento Evita, el primero desde que Mauricio Macri asumió la presidencia de la Nación, su secretario general nos adelanta los ejes sobre los cuales debatirá la militancia que llegará a la capital provincial desde los distintos rincones de la Argentina.

¿Qué podría comentarnos sobre este Congreso?

El Movimiento Evita está cumpliendo 10 años como organización político-social. Antes tenía una existencia como movimiento de desocupados, pero como Movimiento tal como hoy se lo conoce es una década. En ese marco realizaremos nuestro 5ª Congreso, el próximo fin de semana en la ciudad de La Plata. Los ejes del debate, centralmente serán dos. Por un lado, el modelo alternativo a este capitalismo salvaje que estamos viviendo y cómo se junta la fuerza social y política capaz de avanzar en la construcción de ese nuevo modelo de país para Argentina.
El planteo central nuestro es que hay que revisar los límites que han tenido los procesos políticos Latinoamericanos, de esta experiencia tan rica que hemos tenido respecto de la distribución del ingreso y la justicia social, pero que a su vez están las limitaciones, que a nuestro entender son las causas de que hoy estemos ante esta envestida neo-conservadora en la región.


OBREROS Y DESCAMISADOS

El 18 de noviembre el Congreso de la Nación (o incluso la Plaza de Mayo), podría ser el escenario de una concentración que, según sus organizadores, promete ser concurrida. La Confederación General del Trabajo (CGT) se movilizará junto a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el Movimiento Barrios de Pie (las tres organizaciones que el 7 de agosto protagonizaron la “Marcha de San Cayetano”, desde Liniers hasta Plaza de Mayo). El reclamo: la aprobación de una ley de emergencia social y el cese de los despidos. Sobre esta coyuntura previa al inicio de diciembre, mes siempre “recalentado” en el clima social y no sólo meteorológico de nuestro país, reflexiona el secretario general del Movimiento Evita.

¿Qué importancia cobra esta movilización en el marco más general d ellas estrategias políticas que desarrolla el movimiento que dirige?

Nosotros creemos que la conformación de la CTEP ha sido un paso de avance muy importante para el campo popular, como espacio de unidad de las organizaciones sociales. Pero a su vez, otro paso importante ha sido dar este paso de unidad con la CGT, que de algún modo apunta a resolver una crisis social, económica y política de la clase trabajadora, de unidad de la clase trabajadora que a partir de este modelo, insisto, está basado en no generar sino en reducir el trabajo, que genera una amplia capa de trabajadores que quedan en la más absoluta precariedad y sin derechos, y entonces la CTEP es fundamental porque se planta ahí, en esos sectores, para poder organizarlos. La unidad entre la CTEP y la CGT marca en ese sentido el inicio de un proceso de unidad de la clase trabajadora. Que nosotros asumamos las demandas de los trabajadores formales y que ellos asuman la agenda de los trabajadores de la economía popular es un paso muy grande en este proceso de unidad que, de algún modo, entendemos que se va a plasmar en la movilización del 18 de noviembre, en el acto que realizaremos, donde hablarán los tres secretarios generales de la CGT, junto con referentes de las organizaciones sociales.


CRISIS, CONFLICTO E INSTITUCIONALIDAD

Quería preguntarte sobre este toma y daca entre sindicalismo y movimientos sociales. O más precisamente, sobre cómo impactan estas idas y vueltas de la CGT respecto, por ejemplo, de un tema tan concreto como fue haber anunciado un paro, el primer paro general contra la gestión del ingeniero Mauricio Macri, y luego haberlo “congelado”, como se dice en la jerga. Digo: las organizaciones sociales se han caracterizado por tener una mayor radicalidad, estar más predispuestas a la movilización callejera y ha protagonizar el conflicto con menos mediaciones institucionales que los gremios.

¿Cómo impactan decisiones así de las cúpulas sindicales en el vínculo con las organizaciones sociales?

Bueno, en primer lugar, venimos de experiencias diferentes. Nosotros hablamos desde la informalidad del sector que representamos, que se expresa sobre todo en que no tenemos un cause formal de relación con el Estado, que recién estamos empezando a construir. El sindicato, en cambio, es el cause formal de relación entre los trabajadores formales y el Estado. La discusión de paritarias es el lugar en donde la mayoría de llos conflictos referidos a la puja distributiva se resuelven, pero las organizaciones populares no tenemos ese canal institucional. Después está el tema del paro. Yo creo que acá hay dos tendencias peligrosas. Una: un infantilismo que nos lleva a una situación de no resolver nada, no encontrar caminos de discusión con el Estado y que nos transforma en inofensivas. Y por otro lado, una negociación que consigue migajas, pero que como el mismo secretario general de la CGT ha dicho, después el león nos sigue esperando a la vuelta de la esquina. Es decir: seguimos inmersos en un modelo económico que sigue yendo para atrás, rediciendo el empleo y empeorando las condiciones de vida de los trabajadores. En ese contexto entendemos que hay que construir una postura intermedia, que promueva la movilización popular en las calles, que de pelea y ocupe el espacio público pero que al mismo tiempo tenga la capacidad de negociar y obtener algo, aunque sean migajas, pero que los compañeros vean en la pelea social un camino de solución de sus problemas y no que lo vea como una pelea estéril. Por eso pensamos que el 18 es importante porque la CGT no sale sólo contra los despidos (que implican también suspenciones y un proceso de reprecarización general del trabajo), sino también por la declaración de la emergencia social.


DESCAMISADOS, GORILAS Y POESTA SOCIALES

Pérsico tiene una larga trayectoria de militancia al interior del peronismo. En los años setenta integró su tendencia revolucionaria y en 1979, como parte de la organización Montoneros, fue parte de la denominada “Contraofensiva”, que la organización armada lanzó para reingresar a sus militantes exiliados y enfrentar al Proceso de Reorganización Nacional. Mientras habla, de espaldas a este cronista, unos cuadros con los documentos de identidad adulterados que utilizó para ingresar clandestinamente al país y combatir a la la dictadura cívico-militar, atestiguan dicha trayectoria.

¿Cómo ve la situación electoral que se avecina?

Todavía falta mucho. En Argentina nueve meses es un montón. Nosotros creo que tenemos que hacer es generar las mejores condiciones para ese momento y tratar de salir de la democracia de la opción y tener una democracia donde se pueda elegir. Es decir, una democracia en donde lo nuevo que aparezca exprese al movimiento nacional y popular, que exprese a las discusiones que hoy se están dando en las calles, que exprese el programa de los trabajadores y de los humildes. Insisto: la democracia liberal nos tiende a llevar a la opción y no a la elección. Creemos que nuestras convicciones no solo se tienen que expresar en los compañeros que lleguen a la Casa de Gobierno, sino también en la boleta.

Y respecto del kirchnerismo qué le parece. ¿Fue un momento más del peronismo o puede decirse que es un movimiento que lo excedió?

Bueno, hay distintas formas de interpretar al movimiento nacional. Yo me quedo con la de Arturo Jauretche o Rodolfo Puiggros, que planteaban que el principal factor para caracterizar al movimiento nacional era la incorporación masiva de un determinado sector social al proceso económico y político de la Argentina. Eso fue el radicalismo con los sectores medios, que los incorporó económica, política y socialmente. Desde participar en las elecciones al club del barrio, pasando por la incorporación dentro del yrigoyenismo. El peronismo lo mismo: incorporó a los trabajadores como elemento central del proceso de reconstrucción del movimiento nacional o de una nueva etapa del mismo. Lo que nosotros hemos hecho hasta ahora no logró algo equivalente: construir la base social de un nuevo proyecto de país. Estamos en ese camino en América Latina. Creo que en ninguno de los países hemos logrado eso aún. Hemos hecho un gran intento. Incuso podríamos pensar que en Argentina hemos desarrollado uno de los mejores de esos intentos en el mundo, pero no fue la refundación de un nuevo movimiento social, porque –insisto-- eso implicaría que una clase social, o un nuevo bloque de clases sociales se incorpore. Nosotros estamos bajo la idea que, en su momento, anunció Néstor Kirchner: que un nuevo bloque social tiene que hacerse cargo de construir un nuevo modelo de país. Y hoy se va a constituir primero en las calles, y después llegará a la Casa de Gobierno, no me cabe la menor duda.

¿Entonces con el peronismo no alcanza?

No creo que sea un problema de las viejas identidades. Ya lo dijo Néstor: el movimiento va a tener muchas flores, muchas identidades políticas. Pero por supuesto, una va a superar a todas, y será el proceso de construir un bloque hegemónico capaz de llevar adelante un proceso de transformación estable en la Argentina, para no volver más para atrás. Y ese proceso hay que construirlo ahora. Y eso se hará con los nuevos descamisados también, como dice la CGT, o los poetas sociales, como nos llama el Papa Francisco, en referencia a los que se inventaron su propio trabajo. Para mí hoy las organizaciones sociales son el nuevo hecho maldito del país burgués. Ese nuevo sujeto social que ha salido a las calles, desde las organizaciones de mujeres, que han inundado las calles de América Latina, hasta las organizaciones a las que le han mancillado sus derechos. Por eso hay que decirle al señor Macri que ese modelo neoliberal, de capitalismo salvaje que quiere implementar es inviable, porque las calles son nuestras.

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