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martes, 4 de abril de 2017

Un retrato de Carlos Fuentealba


A diez años de su asesinato


Por Mariano Pacheco


Un repaso por los hechos, las responsabilidades políticas y los ecos de su figura en la larga marcha docente.


Aquí dio su última clase”, puede leerse en un cartel emplazado sobre la ruta Nacional N° 36, en la localidad de Arroyito, a unos 50 kilómetros de Neuquén capital. La figura Carlos Fuentealba acompaña la frase que ya es un emblema en toda la región sur del país y que incluso, ha trascendido las fronteras de la Patagonia argentina.
Quien disparó la bala de gas lacrimógeno que aquel 4 de abril de 2007 mató al maestro, se supo luego, fue Darío Poblete, un policía de 36 años hoy condenado a prisión perpetua, responsabilizado por haber cometido homicidio doblemente calificado. La Cámara Criminal Primera, integrada por Luis María Fernández, Mario Rodríguez Gómez y Héctor Dedominichi, dictó, además, la inhabilitación perpetua absoluta para el cabo primero, en lo que se denominó Causa Fuentealba I.
Así y todo, tiempo después, un periodista de Zapala (de donde es oriundo Poblete) pudo fotografiar al policía condenado paseando por las calles de la ciudad. Una imagen que condensa un entramado de impunidad que los docentes neuquinos vienen denunciando desde hace años.

El troesma Fuentealba
Al momento de su asesinato Carlos Fuentealba se había vuelto a inscribir en la Universidad del Comahue para estudiar Ingeniería. Para entonces ya era profesor de Matemática, física y química en el CPEM Nª 69 del barrio Cuenca 15, uno de los más populosos de Neuquén, situado en la zona oeste de la ciudad. “Él creyó en mí”, dice Dora, una de sus alumnas, quien cuenta en el documental “Carlos Fuentealba: camino de un maestro” (de Canal Encuentro), que fue él quien la contuvo para que no abandonara sus estudios, cuando ni ella misma se creía capaz de terminarlos. Y remata: “hoy me estoy por recibir de docente, como él”.
Carlos tenía una claridad meridiana acerca de su función docente. No era un ‘asistente social’, aunque asistía, no era un ‘contenedor’, aunque contenía. El interés de Carlos estaba claramente centrado en lo pedagógico, esto es, en suscitar en sus alumnos un vínculo positivo con el conocimiento”, relata Gabriela Nemiña, compañera de Carlos en el CPEM 69, en su “Retrato de Carlos”, publicado en 2011 en la revista Vientos del Sur, donde agrega que Fuentealba era de perfil bajo, poco afecto a llamar la atención, comprometido pero muy respetuoso de los otros. “Mirada serena pero brillante, vivaz, y una sonrisa luminosa”, así lo describe Nemiña, quien además destaca su “hermosa voz”, su “modo muy agradable de hablar” que también transmitía serenidad, “como su rostro” que “contagiaba entusiasmo”.
Carlos Fuentealba era hijo de peones rurales, muchos hermanos y vida nunca fácil, como la de tantos hombres y mujeres de los sectores populares. Unió su vida junto a Sandra Rodríguez, también docente, pero de plástica, con quien tuvo dos hijas: Camila, y Ariadna. Cursó sus estudios en el colegio Seferino Namuncurá de Junín de los Andes, de donde egresó en 1979.
Becado por los Salecianos, Carlos cursó el profesorado en el Instituto de Formación Docente Nª 5 de Plottier, una de las escuelas situadas en uno de los barrios más pobres de la zona, pero también, una barriada con una gran tradición de lucha. Con el paso de los años Carlos se fue politizando. Cuentan quienes lo conocieron que siempre realizó su activismo sindical con una aguda mirada de clase. Perspectiva que lo hizo ser parte activa de las luchas docentes, que en Neuquén cuentan con una de las trayectorias más ricas del país.


Genealogía de la lucha docente
El desenlace fatal de Arroyito no fue ningún accidente, tal como quiso presentar el caso el poder político local, sino el resultado de una política de Estado. Así y todo, la represión del 4 de abril de 2007 sobre los docentes no fue solo una salida represiva del gobierno ante ese conflicto gremial puntual sino el intento de aleccionar a un sindicato con toda una historia de lucha, que había sido parte de las puebladas de los noventa y que, junto con los ceramistas de la Fábrica Sin Patrón (FaSinPat), ex Zanon (establecimiento ocupado en 2001 y puesto a funcionar “bajo control obrero”), se había convertido en la verdadera oposición política del MPN, en un momento en el que Jorge Sobisch (tres veces gobernador de la provincia), buscaba proyectarse nacionalmente como candidato a presidente.
Lo peor ya pasó, estamos camino a Senillosa”. Esas fueron las últimas palabras que Sandra escuchó de Carlos aquella semana santa de 2007, cuando se comunicaron telefónicamente tras la represión sobre los docentes en Arroyito, que se disponían a regresar en caravana por la ruta, seguramente cargados de bronca y un poco de frustración. Fue entonces cuando la policía pasó por el costado de la caravana y empezó a disparar. Y uno de esos disparos se cobró la vida de Fuentealba.
La la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén (ATEN) fue fundada en 1982 por una confluencia de militantes marxistas y del catolicismo progresista. En la actualidad el sindicato cuenta con unos 17.000 trabajadores afiliados en veinte seccionales, siendo esta cifra casi la mitad del total de asalariados del sector. En 2007 comenzaron el año lectivo con una historia complicada sobre sus espaldas: 70 pedidos de audiencia rechazados por la gobernación y salarios congelados desde hacía 17 años, con excepción de un pequeño incremento que habían obtenido el año anterior, luego de haber realizado una serie de huelgas poco numerosas pero bastante radicalizadas y parcialmente exitosas, y tras haber protagonizado una caravana que puso 15.000 docentes sobre la ruta, que marcharan 20 kilómetros desde Zapala hacia la capital. Pero además de las medidas radicalizadas, como el “corte a los circuitos productivos” de la provincia (20 piquetes en el circuito petrolero que culmina con el bloqueo a la destilería en la zona de las torres, en Plaza Huincul, una de las sedes de los grandes piquetes de 1996 y 1997), también 2006 fue el año de la represión abierta contra los docentes, cuando una patota los apaleó, el 30 de marzo, simulando ser obreros de la construcción (de allí que se conozca dicho hecho como “la represión de los cascos amarillos”). Una estrategia de abordaje represivo sobre los docentes se estaba pergeñando desde las cimas más altas del Estado provincial.
Es que más allá de los índices de desocupación locales, y de haber sido la “punta de lanza” de lo que años más tarde se llamaría “Movimiento piquetero”, no fueron en Neuquén los movimientos de trabajadores desocupados los grandes protagonistas de la creciente protesta social, sino los sindicatos, con los ceramistas y los docentes a la cabeza.
En 2003 ATEN protagonizó una huelga de 34 días que incluyó 11 días de corte del puente que une las provincias de Neuquén con la de Río Negro (el mismo año la represión estatal deja heridos a un integrante del Movimiento de Trabajadores Desocupados y a otro del sindicato ceramista). Ese plan de lucha, realizado junto a la Asociación de Trabajadores del estado (ATE), como ya había sucedido en 2001, forjó importantes niveles de unidad entre distintas fracciones de trabajadores, más allá de que en términos reivindicativos las protestas culminaron en derrotas. Incluso yendo más atrás en el tiempo, los docentes neuquinos (y los estudiantes) fueron los grandes protagonistas de algunas de las más importantes luchas populares de los años noventa. No está de más recordar que en la provincia se impidió la implementación de la Ley Federal de Educación del menemismo, y que mientras en Buenos Aires la conducción de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) montaba la carpa Blanca frente al Congreso de la nación, en Neuquén, el método principal implementado por el sindicato del sector era el piquete. Piquete que los había unido junto a otros trabajadores y desocupados en las puebladas de 1996 y 1997 (en la que es asesinada Teresa Rodríguez).
Es que tal como afirmó el historiador Ariel Petruccelli en su libro Docentes y piqueteros. De la huelga de ATEN a la pueblada de Cutral Có, además de ser una provincia estructurada sobre un enclave energético en su economía y una hegemonía de un partido provincial en su política, en Neuquén también persistió a lo largo de estos años de post-dictadura una numerosa contra-cultura de la protesta (“una cultura minoritaria y disidente contrapuesta a una cultura dominante y mayoritaria”) que convirtió a la provincia en uno de los “epicentros de las luchas sociales en la Argentina”.
Las luchas de derechos humanos en los años ochenta, la de los trabajadores de la construcción en el entre década, los primeros piquetes en los noventa, los ceramistas a inicios del nuevo siglo y el permanente activismo de los estudiantes secundarios y universitarios es el contexto de lucha en el cual hay que situar el activismo de los docentes neuquinos, que sin lugar a dudas suma también a los estatales y las comunidades mapuches.
En otro texto más breve (“Maestras piqueteras”), publicado en la revista sindical Vientos del sur, Petruccelli retoma conceptualización de “contra-cultura” planteada en su libro y agrega:
A muy grandes rasgos se puede decir que los miembros de la contracultura comparten una serie de valores y de prácticas: cierto anhelo de igualdad, un genérico «anti-imperialismo», la protesta y el reclamo vistos como un valor positivo, una mirada crítica sobre el mundo y la sociedad en que viven, la organización y la movilización populares convertidas casi en una forma de vida, la importancia concedida a los derechos humanos, la oposición al MPN, cierta conciencia de clase, la participación autónoma de los docentes en muchas y variopintas organizaciones integrantes de la contracultura”. Para graficar esta enumeración el historiador patagónico pone como ejemplos el hecho de que sean docentes el grueso de los miembros de la Asociación de Músicos Independientes (AMI), casi todos los artistas plásticos y los actores que acompañan las movilizaciones políticas y sindicales, buena parte de los activistas de los organismos de Derechos Humanos, la mayor parte de las militantes de las organizaciones feministas y de lesbianas, así como los principales redactores de algunas publicaciones de contrainformación y contracultura y autores de textos escolares alternativos.

Pedagogía de la Memoria y la Justicia
Para Sandra Rodríguez, y ATEN, el máximo responsable de aquél hecho trágico que el 4 de abril de 2007 se cobró la vida de Carlos Fuentealba es Jorge Sobisch, gobernador del Movimiento Popular Neuquino (MPN) al momento de producirse la represión sobre los docentes. El ex gobernador incluso afirmó ante la Justicia (en donde declaró en calidad de “testigo”) que no recordaba haber asumido públicamente la responsabilidad política de la orden para que la policía reprimiese aquel día, haciendo recaer dicha responsabilidad en el ex comisario Carlos David Salazar, aunque desde el sindicato docente y la familia de Fuentealba insisten en que Sobisch es el máximo responsable.


Susana Delarriva es profesora de historia jubilada, aunque “nunca pasiva”, aclara, en diálogo telefónico con revista Zoom, en el que puntualiza que la Causa Fuetealba II intentaba llevar a juicio a la cúpula policial, pero con las claras intenciones de seguir la línea de mando hasta llegar al ex gobernador, quien “dijo en el año 2007 que él había dado la orden de reprimir la protesta, y que lo volvería a hacer”. Delarriva, que es además secretaria adjunta de ATEN provincial, aclara que si bien la causa se encuentra cerrada en la provincia, han presentado un “recurso de queja” ante la Suprema Corte de Justicia. La Causa Fuentealba II fue cerrada por la Justicia neuquina el 15 de septiembre de 2016. Entonces los jueces Alfredo Elosu Larumbe y Soledad Gennari rechazaron la revisión del tribunal impugnatorio y avalaron además el sobreseimiento de 15 policías y ex funcionarios imputados por el asesinato. “Si bien no hemos ganado la batalla judicial sí hemos sido persistentes en sostener la lucha social, y la lucha pedagógica por Memoria, Verdad y Justicia”, insiste Delarriva.

Fuentealba y la lucha docente actual
Para finalizar esta nota me quedo con estas bellas palabras escritas por el pensador crítico Gilles Deleuze, citadas también por Nemiña en la semblanza anteriormente mencionada:
Cuando muere alguien a quien uno quiere y admira, se necesita a veces hacer su retrato. No para glorificarlo, aún menos para defenderlo, no para recordarlo sino para obtener esa semejanza última que sólo puede venir de la muerte y que nos hace decir: es él”.
Él, Carlos Fuentealba, fue el principal rostro presente en las masivas movilizaciones docentes que ganaron las calles de Neuquén durante las últimas semanas, en un contexto de lucha gremial que reavivó las actividades sindicales en prácticamente todas las escuelas del país, y que tuvo en la Marcha Federal Docente del 6 de marzo su momento más luminoso.
Al día siguiente, en la movilización convocada por la CGT en Buenos Aires, columnas numerosas de laburantes de distintos gremios corearon “Poné la fecha la puta que te parió”. Entonces el triunvirato cegetista se comprometió a ponerle fecha al primer paro general convocado por la Confederación General del Trabajo al gobierno de Cambiemos. En 48 horas la Argentina vivenciará los alcances de dicha medida de fuerza. Seguramente allí también, en asambleas, cortes de calles y ollas populares, el rostro de Carlos Fuentealba se haga presente, junto a esa consigna hoy ya tan conocida que dice que “Maestro luchando, también está enseñando”.

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