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lunes, 9 de julio de 2018

Taller de lectura de El AntiEdipo de Deleuze y Guattari en Córdoba



INSCRIPCIÓN A: cronicasdesdecordoba@gmail.com

Con la publicación de El AntiEdipo (primer tomo de Capitalismo y esquizofrenia), en 1972, Gilles Deleuze y Félix Guattari ponen al deseo en el centro de la escena. Aún están encendidas algunas de las brazas que han quedado del fuego del 68. Y si bien el libro no busca ser una “representación” del Mayo Francés, es difícil no pensar ese encuentro entre ambos autores sino a la luz del “campo de posibilidades” abierto por aquél acontecimiento.
El AntiEdipo viene de algún modo a tratar de enlazar las operaciones físicas con las operaciones lógicas, en un torrente de crítica que se lleva puesta a las corrientes hegemónicas en el campo de las humanísticas y sociales de aquellos años: el psicoanálisis, la lingüística, la antropología e incluso el marxismo, fuertemente influenciados entonces por figuras como las de Jaques Lacan, Fernandin de Saussure, Levi Strauss y Louis Althusser.
Deleuze y Guattari reconocerán el aporte de Freud en términos de descubrimiento de eso que llamamos el inconsciente, pero denunciarán con fuerza la operación idealista de reducirlo todo a ese “sucio secretito familiar”, al gran teatro de la representación que es Edipo, ese gran aparato de represión y de separación del deseo del campo social. Edipo, entonces, ya no es una discusión que atañe a los psicoanalistas o a los amantes de la literatura clásica, sino a ese conjunto social que se ve atravesado por la actitud imperialista de la interpretación que lleva a edipo a todos los campos.
El AntiEdipo indaga en la relación entre psicoanálisis y capitalismo, pero también entre esquizoanálisis y movimientos revolucionarios. Una crítica política de la cultura burguesa, pero también, una propuesta materialista de análisis militante (libidinal, político, económico), un constructivismo a partir del cual hacer de la pragmática una máquina de guerra contra el capital.
Nos dirigimos a los inconscientes que protestan”, dijeron en el momento de salida del libro. Y advertían –siguiendo una línea nietzscheana que no busca juntar ganado, sino trazar líneas posibles de amistad-- que tenían gran necesidad de aliados, y que de algún modo, con ese libro, salían a buscarlos.
Enorme desafío para retomar en esta cruenta realidad neolibral.
Juntarse entonces para leer, para reflexionar, para abrir un paréntesis a la cotidianeidad. Hacer El AntiEdipo, también, una máquina de guerra textual, que acompañe atrás máquinas (artísticas, amorosas, políticas) que puedan surgir o proliferar, por aquí o por allá, en esta búsqueda por deshacernos de aquello que el capital ha hecho de nosotros. No amontonarse, pero sí re-unirse. Para devenir manada.

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