El antiigualitariasmo del fascismo psicotizante
Por Mariano Pacheco, para Perfil cultura
Retomando el nombre de la tercera novela del escritor
argentino Roberto Arlt, el filósofo italiano (radicado en nuestro país), Rocco
Carbone, analiza la figura y la propuesta política de Javier Milei en su vínculo
con aquellas perspectivas de las derechas que puede ser nombrada como “fascismo”.
De allí que caracterice a la gestión de La Libertad Avanza
como “gobierno desnudo del capital”, y que subraye la importancia de nombrarlo
como fascismo. “Nombrar el fascismo responde menos a una angustia
historiográfica que a una estrategia para la emancipación”, escribe, a la vez
que insiste en subrayar el carácter antiemancipatorio de del “fascismo psicotizante”,
que tiende a afectar el contacto del sujeto social con la realidad política.
Si bien el autor diferencia los fenómenos contemporáneos
de los “históricos” (el “fascismo arqueológico”), enumera una serie de
características que podrían ser tenidas en cuenta para ambos: el anti-igualitariasmo
como modalidad de un tipo de pensamiento y acción que se sostiene en un poder y
una ideología de la barbarie (proyecto reaccionario al que, en la actualidad,
hay que sumarle el “individualismo emprendedor” y la “lengua cementificada” de
las redes sociales).
El negacionismo, la operación de troll en la red, la
banalización de la complejidad, el empirismo amorfo, la confusión y la intriga,
el ataque al pensamiento coherente y sistemático, el odio, la violencia y el
revanchismo, la ambivalencia y la contradicción, la lengua economicista que deviene
furia contra las mujeres, las disidencias sexuales y la clase trabajadora, la
apelación a juicios inapelables que evitan la confrontación, la fascinación por
la técnica comunicativa, la campaña permanente por tornar tolerable lo intolerable
(vaciándonos de nuestra condición humana), son algunos de los rasgos distintivos
de una accionar que permea la vida cotidiana, buscado reducir los modos de ser
a uno solo, mientras desde las altas esferas de la institucionalidad se busca
criminalizar al Estado para descriminalizar un tipo de propuesta que tiene en
un poder criminal su retaguardia.
Para Carbone, el poder fascista articula un desorden de
pensamientos y sentimientos que derivan en estados mentales alterados y una
disonancia cognitiva que surge de la oscuridad del pensamiento dualista. De
allí que la “colonización psíquica”, por parte de los aparatos de dominación, apunten
de manera directa a las dimensiones reflexivas y cognitivas de las personas, en
función de llevar adelante un plan de “tierra arrasada” que cueste revertir, en
caso de que las propuestas populares puedan salir de esta situación grave que,
de todos modos, el autor considera puede agravarse si su plan de “ajuste” se
complemente con una intensificación de la represión que anule y niegue la
otredad, es decir, que derive en un “baño de sangre” (como efectivamente supo hacer
el fascismo histórico), en este doble movimiento que realizan estas derechas
contemporáneas, de escenificación dentro de la democracia, al mismo tiempo que
se sitúan por fuera de ella, buscando poner en crisis al parlamento.
Género: Ensayo
Editorial: Debate ($17.000)
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