Recordaba que “Hermanos y detectives” me había gustado,
pero ahora que (18 años después de su estreno en TV) volví a verla, me quedo
con la sensación de que Los Rodrigos son una de las grandes duplas de las
ficciones televisivas de Argentina.
Para entonces De la Serna tenía 31 años y desde hacía
siete que había saltado a la fama con Okupas, pero sobre todo, venía de
protagonizar “Diarios de motocicleta”, la película dirigida por Walter Salles
sobre la adaptación que José Rivera realiza para la pantalla grande de uno de
los primeros diarios de Ernesto Guevara (sus escritos paridos en el viaje que
realiza por el continente con su amigo Alberto Granado antes de transformarse
en el Che (por ese film gana el premio “Cóndor de Plata” a mejor actor
protagónico).
Noya tenía para ese momento 14 años, aunque interpreta a
un niño de menor edad y venía de romperla, en 2002, con la película “Valentín”
(tenía entonces 9 años) y de participar en 1999 en “Agrandaditos”.
La historia es muy sencilla: De la Sena interpreta a Franco,
un joven policía, soltero, que vive en un pequeño departamento y no da pie con
bola en su vida. Noya encarna el personaje de Lorenzo, un niño prodigio que
queda huérfano y es medio hermano de De la Serna, quien al principio forzado debe
hacerse cargo de la crianza de la criatura, por pedido explícito en testamento
de su finado padre.
Rápidamente vemos a Lorenzo conquistar el corazón de Franco,
pero también, la resolución de un caso policial que su hermano investiga.
Rápidamente se conforma una suerte de “Liga de la Justicia” entre los hermanos
y el compañero de Franco, Osqui Gusmán (interpretado por Gustavo Mansilla), tridente
que funciona a su vez enredado en torno a la figura de María Marull (“Marcelita”
Gómez, la mesera del bar al que asisten cada día).
Quizás la serie podría haber sido una simple historia
policial, que pasara por la TV sin pena ni gloria. Pero cuando descubrimos que
el guión y la dirección estuvieron a cargo de Damián Szifrón, lo entendemos
todo, porque ya habíamos visto en la tele “Los simulares” (2002-2003) y, en el
cine, “Tiempo de valientes” y entonces nos repetimos una y otra vez: “Argentina,
el mejor país del mundo”
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