Sumo a Sarlo al nuevo libro de ensayos sobre literatura argentina que intento cerrar en estas horas. Trato de dejar de incorporar cuestiones, pero para eso debería dejar de leer, porque sus páginas me despiertan nuevas reflexiones y me tiento de sumarlas.
Leo
esto de su libro “Tiempo presente”. La izquierda política no puede:
1) Ser sólo izquierda académica a la manera
norteamericana, donde los conflictos teóricos son vividos como sucedáneo
fundamental de una esfera pública inalcanzable.
2)
Ser una izquierda que considere sólo como acontecimientos accesorios los dramas
del marxismo en el siglo XX.
3) Ser un apéndice cultural de los
partidos que gestionan el epílogo de las transformaciones neoliberales.
4) Ser solo una izquierda testimonial
que se refugie en la reafirmación moral formal de sus valores.
Continúa
la enumeración, pero reivindicando tareas a las que no se puede renunciar.
Escribe:
“El
pensamiento de izquierda tiene que movilizar las disciplinas y las rutinas
académicas, cuestionando sus sentidos comunes teóricos e institucionales; fortalecer
la dimensión cultural de la política, rechazando sin más la dirección económica
de lo social; preservar la memoria de los sufrimientos y el dolor… tiene que
tener una poderosa implantación cultural y en consecuencia con el argumento de
que una implantación cultural “no es suficiente” sería absurdo que renunciara a
aquel espacio donde todavía puede encontrar una escucha y ejercer una
influencia”.
Sin
embargo –remata– una izquierda política no es solo una izquierda cultural. Aquí
es donde el desconcierto es más fuerte precisamente porque la política parece
repeler a la izquierda en nombre de un posibilismo…
Ser de izquierda, entonces, tiene
también una dimensión social y práctica, y tiene que ver con algunos principios.
Por lo menos dos:
1) No aceptar como límite objetivo un
diagnóstico que lleva inscriptas las condiciones de hegemonía que lo imponen.
2) Sostener unos puntos completamente
no negociables en el marco del sistema, es decir, intervenir en el espacio
público y en la política refutando los pactos de mímesis, que son pactos de
complicidad o de resignación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario