“Toda filosofía consiste en el trazado de una línea de demarcación
fundamental mediante la cual rechaza nociones ideológicas de las filosofías que
representan la tendencia opuesta a la suya”
Louis Althusser, Lenin y la filosofía.
La práctica de la filosofía es en
primer lugar la asunción de una guerra filosófica. Es la producción de tesis,
que en griego –aclara Althusser– quiere decir posición.
“Lenin
define entonces la esencia última de la práctica filosófica como una intervención
en el dominio teórico… trazado de una línea de demarcación…”, comenta Althusser
en Lenin
y la filosofía. Y agrega que la
“toma de partido en filosofía” no es tanto una consigna sino un concepto: el
que permite asumir que la filosofía “representa la política en el terreno de la
teoría”. Entonces, el marxismo no es tanto una nueva filosofía sino una práctica
(nueva) de la ella. De allí que Althusser subraye: “esta nueva práctica de la
filosofía puede transformarla” y, por añadidura, puede ayudar (en su medida) a “la
transformación del mundo”
Pero las posiciones nunca son fijas,
sino dinámicas. “No hay filosofía que sea absolutamente pura. Lo que hay son
tendencias” (Filosofía y marxismo). Estas tendencias (antagónicas, como
en toda guerra), siempre están en lucha. Por eso una tesis se plantea siempre
contra otra tesis, o en defensa de una nueva. “Por tesis entiendo, como todos,
las tomas de posición filosóficas” (Lenin y la filosofía). Y también: “la
filosofía no es más que lucha de tendencias”.
De allí que la filosofía “trabaje” categorías
capaces de unificar “el conjunto de las ideologías y de las prácticas
correspondientes” (Filosofía y marxismo)
La guerra filosófica, entonces, nunca
puede reducirse a un enfrentamiento entre individuos (los filósofos), ya que es
un enfrentamiento entre posiciones filosóficas, es decir, entre estrategias
filosóficas que se disputan, en las grandes coyunturas culturales y políticas,
la hegemonía filosófica en tal o cual país o continente, incluso —desde que el
planeta se convirtió prácticamente en una sola totalidad— en el mundo entero (Filosofía
y marxismo).
Pero de nuevo: el enfrentamiento entre
posiciones filosóficas siempre es tendencial. Por eso Althusser remarca: “toda
filosofía no es más que la realización —más o menos acabada— de una de las dos
tendencias antagónicas: la idealista o la materialista. Y en cada filosofía se
realiza no la tendencia sino la contradicción antagónica entre ambas tendencias”
(Filosofía y marxismo)
Ahora bien, si la filosofía “trabaja”
con categorías capaces de unificar “el conjunto de las ideologías y de las
prácticas correspondientes”, como recientemente se afirmó, es porque jamás actúa
directamente, sino que lo hace a través de la ideología, actúa “a distancia”,
por la inmediación de las ideologías sobre las prácticas reales, concretas, como
por ejemplo las prácticas culturales (ciencias, artes, la política, “incluso el
psicoanálisis”, dice Althusser). “Y en la medida en que transforma las ideologías
—que envuelven esas prácticas—, éstas podrán a su vez ser transformadas, dependiendo
de las circunstancias de la realidad social”. Por eso concluye: “las tesis
filosóficas provocan efectos en las prácticas sociales” (Filosofía y
marxismo)
La filosofía es así, “en última
instancia”, lucha de clases en la teoría…, plantea en El porvenir es largo,
donde agrega: “en función de mi concepción del materialismo, construí todo un
sistema de filosofía… de apuestas polémicas y prácticas, y de este modo me
comprometería, sobre el modelo del pensamiento político que trabajaba al mismo
tiempo, en una concepción polémica y práctica de la filosofía, proponiendo
tesis que se oponen a otras tesis existentes… que representa en la teoría el
eco del campo de la lucha de clases social, política e ideológica”.
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