SOBRE LA BATALLA DE LA PLAZA DE LOS DOS CONGRESOS
Por Mariano Pacheco
Por primera vez las jornadas insurreccionales del 19 y 20 de
diciembre de 2001 se rememoraron en las calles. Atrás quedaron los
escenarios en plazas, los extensos documentos a quienes nadie les presta
atención, la larga fila de oradores poco escuchados. La acción directa
dio un paso al frente. Este año se expresó en la lucha de calles la
bronca acumulada.
Diciembre del 17 marcó un revés, un contragolpe a la tendencia
cambiemista de instalar una nueva hegemonía en el país. De algún modo
diciembre es la mejor fotografía del año duro, crudo, en el cual las
luchas de las y los trabajadores de la economía popular jugaron un papel
central: primero por hacer cumplir la Ley de Emergencia Social
(aprobada en el Congreso en diciembre de 2016, tras varios meses de
lucha); después por instalar el debate en torno a la necesidad de una
Ley de Emergencia Alimentaria, siempre poniendo en acción al precariado,
en muestras de fuerzas cuya principal característica fue la masividad
(su pico más alto en San Cayetano, con sesenta mil personas movilizadas
en Buenos Aires).
Pero diciembre del 17 marca también la mejor fotografía respecto de
la persistencia de otras luchas que vienen de lejos. En primer lugar la
de las mujeres, quienes primero con el grito de #NiUnaMenos y luego con
el Paro Mundial lanzado desde Argentina pusieron en el centro de la
escena un proceso de organización, luchas e insistencia en la
visibilización que lleva ya décadas, como décadas lleva la persistente
lucha de los organismos de derechos humanos, que tras el caso Maldonado y
en el reclamo de libertad a Milagro Sala revitalizaron las mejores
reservas de dignidad con las que contamos como pueblo. Organismos que
surgieron tras la derrota (a picana, sangre y fuego) de los procesos de
organización popular que pusieron en cuestión la propiedad privada, la
misma que se ve cuestionada hoy por las luchas llevadas adelante por la
comunidad mapuche que reclama autonomía y soberanía sobre tierras que
han sido alambradas durante el anterior genocidio estatal.
Diciembre en diciembre porque la masividad, los niveles de
organización y la combatividad demostradas en las jornadas del 13 y 14 y
del 18 y 19 de diciembre expresan asimismo la mejor fotografía de
aquello que quedó activo de 2001 en las subjetividades populares, luego
de una década larga de un relato oficial que situó al 2001 en el lugar
del infierno, el sitio al cual nunca más había que regresar, la
experiencia diabólica a conjurar.
Diciembre del 17 como punto de llegada pero también como punto de
partida. Porque este año no se expresó en Congreso un proceso creciente
de resistencia popular, nacido en la periferia y extendido lentamente al
centro del país, como en 2001. La dinámica de luchas actuales encuentra
en Buenos Aires su centralidad y a veces su exclusividad.
La plaza del 18 de diciembre fue capaz de expresar una inteligencia
común del campo popular, sin dirección política unificada. Importante
fotografía, pero habrá que ver qué visualizamos al ver el video y ya no
la foto.
En Congreso convivieron lógicas bien diferentes: movilizar y
replegarse ante la represión; aguantar la parada sin enfrentar; hacer
retroceder a cascotazos a las fuerzas de seguridad. Como casi nunca
ocurre, las diferentes lógicas pudieron convivir sin muchas
complicaciones. Por otra parte, también fue inédita la franja etárea
expresada en la jornada: jóvenes haciendo sus primeras experiencias en
la militancia; jóvenes que se sumaron a la política en los años
kirchneristas; ya no tan jóvenes que protagonizamos el 2001 y las
batallas previas de los años noventa; veteranos de los setenta que no
estuvieron en los noventa y el 2001 pero sí durante la “década ganada”;
veteranos que nunca dejaron de estar presentes en las luchas. A nivel
social e identitario sucedió algo similar: la plaza del lunes 18
encontró hermanados, en una misma jornada, al Movimiento Evita y a todos
los partidos trotskistas (los tres que integran el Frente de Izquierda y
los Trabajadores: el PTS, Izquierda socialista y el Partido Obrero; el
MST y el MAS y hasta el PSTU al que pertenece el “compañero-mortero”);
sindicatos integrantes de las dos CTAs, como SUTEBA y ATE; agrupamientos
de la CGT como la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y otros de la
Corriente Federal de los Trabajadores (incluso el comunicado de la
cúpula de la CGT, el mismo lunes por la tarde, condenando la “violencia”
y no la represión, provocó el alejamiento de los metalúrgicos
encabezados por Francisco “Barba” Gutiérrez); los movimientos sociales
que integran el Triunvirato (Barrios de Pie, la Corriente Clasista y
Combativa y los diferentes grupos de la Confederación de Trabajadores de
la Economía Popular) y los que no se encuadran en dicha coordinación
(el Frente Popular Darío Santillán; el Frente de Organizaciones en
Lucha; el FPDS- Corriente Nacional); sectores del kirchnerismo (Patria
Grande, alguna que otra columna de Nuevo Encuentro y La Cámpora) y la
izquierda no trotskista (como las organizaciones que confluyen en Poder
Popular). Docentes, estatales, estudiantes, jubilados, universitarios,
trabajadores del subterráneo y la gran masa del precariado:
kirchneristas no peronistas y peronistas no kirchneristas (también
peronistas-kirchneristas); troskos, maoístas, guevaristas y otros
izquierdistas sin ismos. También anarcos, por supuesto. Y algún que otro
“servis”, que en medio de tamaña hazaña, no encontraron su lugar bajo
el sol.
Diciembre del 17 expresó en las calles un crisol que ya no se expresa
en las interpretaciones del propio diciembre realizadas días después.
El frente único anti-neoliberal se expresó con claridad en jornadas
memorables, pero el balance es dispar. Habrá que ser audaces entonces
para combinar ambos aspectos: golpear juntos al macrismo;
pensar/proyectar por separado. Resulta ilusorio pensar en combinar
miradas tan dispares (afectos de la rebelión/lógicas de la
gobernabilidad), pero también ilusorio resultará pensar que la propia
estrategia basta.
Habrá que ver si el espíritu de diciembre se sostiene para las
próximas batallas. El “reformismo permanente” ya está anunciado. Ya
vimos cuán reformistas son para llevarlo adelante. Y también: cómo
sorprende un pueblo que se dispone a desafiarse más allá de lo que se
supone que puede.