viernes, 29 de mayo de 2020

Huerque mapu (o el peronismo montonero hecho canción)


A 50 AÑOS DEL ARAMBURAZO

Por Mariano Pacheco*


Capítulo del libro Cabecita negra. Ensayos sobre literatura y peronismo (editorial Punto de encuentro, 2016), donde se aborda la experiencia de la banda que elaboró un disco para contar la historia de la resistencia peronista.


Una canción puede despertar conciencias y una bala puede apagarlas.”
Andrés Calamaro


Resulta paradójico que el marplatense Juan “Chango” Sosa, quien fuera la punta de lanza del proyecto musical que tomará el nombre de Huerque Mapu (“mensajeros de la tierra”, en lengua mapuche), no haya estado como integrante del grupo ni siquiera en el debut artístico.
Como sea, él –que era amigo de Juan Cedrón desde la infancia, cuando el “Tata” iba a la costa a veranear– fue quien “craneó” con el neuquino Naldo Labrín el armado de una banda. Así fue como el Chango hizo de intermediario para que sus integrantes se pusieran en contacto. Y se subió a los escenarios del “protogrupo”, el 22 de agosto de 1972, dando inicio a una historia que fue narrada en detalle por los jóvenes periodistas Tamara Smerling y Ariel Zak, en el libro que la editorial Planeta publicó en 2014: Un fusil y una canción. La historia secreta de Huerque Mapu, la banda que grabó el disco oficial de Montoneros.
Sin lugar a dudas, la “casona de Mansilla”, situada al 2800 de aquella calle del barrio porteño de Palermo, fue el “cuartel general” donde muchos músicos, pintores, poetas, cineastas, escritores de la época encontraron un lugar, no solo para vivir sino para socializar y proyectar iniciativas de intervención cultural. Allí el Chango le alquiló una pieza a Naldo, y entre mates, charlas y guitarras, surgió esta iniciativa, de la que finalmente el Chango se bajó porque priorizó otros rumbos políticos y laborales (era soldador en los astilleros de Astarsa y militante de izquierda). Eso sí, fue el eje a partir del cual el grupo de música decidió participar del festival que se realizó en el Aula Magna de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, el 22 de agosto de 1972, con el objetivo de juntar dinero para los presos políticos, y los obreros de Sitrac Sitram que se encontraban en huelga en la provincia de Córdoba. Mientras tocaban, se enteraron de que un grupo de combatientes de las FAR, el ERP y Montoneros habían sido fusilados en la Base Aeronaval Almirante Zar. Mientras interpretaban la canción “La tonada de Manuel Rodríguez”, realizada sobre un poema de Pablo Neruda, el Chango le cambió la letra, y el guerrillero asesinado ya no fue uno sino varios, y no en Til Til sino en Trelew.
Nueve meses después, con Hebe Rosell en voz, vientos y percusión; Naldo Labrín y Tacún Lazarte en guitarras; Lucio Navarro en charango y Ricardo Munich en violonchelo, Huerque Mapu debutó oficialmente en los escenarios porteños. El Teatro Payró se llenó aquel 24 de mayo de 1973, horas antes de la asunción de Héctor Cámpora a la presidencia de la Nación. Un “acontecimiento musical”, según lo definió en sus páginas el diario La Opinión. Ese mismo año grabaron Hueque Mapu I. Su primer disco, de 11 canciones y 39 minutos, vendió alrededor de 600.000 copias.
En octubre de 1973, el entonces Secretario de la Dirección de Comunicaciones del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, Nicolás Casullo, llevó al grupo una propuesta elaborada por la mismísima Conducción Nacional de Montoneros: querían que Huerque Mapu grabara una “versión argentina” de algo así como una mezcla entre las canciones anarquistas italianas y las republicanas de la Guerra Civil Española. El resultado fue la Cantata Montonera, en la que el propio Casullo escribió algunas partes, bajo el seudónimo de H. Suárez. Tal como lo había pedido la Organización, el disco no comenzó el 17 de Octubre de 1945: arrancó con “El Aramburazo”. El objetivo en esa decisión era el de crear un nuevo relato sobre la historia del Movimiento y, a partir de allí, instalar nuevas canciones y consignas para que cantaran los militantes. La idea final era disputarle el protagonismo a la vieja “Marcha Peronista”, relatan Zak y Smerling.
La Cantata” salió bajo el sello “Discos para la Liberación”, y se grabó durante dos meses en el prestigioso estudio Ion, situado en la calle Hipólito Yrigoyen, en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires. Entre los artistas invitados figuran Rodolfo Mederos (bandoneón) y Manuel Picón, Irene Tapia y Olga Manzano en voces, más un grupo de militantes de distintas unidades básicas peronistas que aportaron en los coros.
La voz del “narrador” estuvo a cargo de Eduardo Rodríguez Arguibel, un estudiante de teatro y militante del Movimiento Revolucionario 17 de Octubre, que trabajaba en una empresa telefónica e integraba la Lista Marrón del Sindicato de Telecomunicaciones (enrolado en FOETRA).
Se presentó en el Luna Park el 28 de diciembre de 1973, en el “Festival Peronista por la Liberación y la Reconstrucción Nacional”, organizado por la Juventud Peronista-Regional. Diez días antes, en una nota publicada en El Descamisado (“10 canciones montoneras”), puede leerse que la idea del disco fue basarse en los motivos de la música nacional, como la milonga, el gato, el malambo, la chacarera y la ranchera. En la entrevista que le realiza el periódico, el grupo explica cada una de las canciones. La primera (“Memorias del basural”) es sobre “El Aramburazo”. Una milonga que va contando los sucesos mientras un coro, voces solas sin música, relata el momento en que juzgan, sentencian y ejecutan a Aramburu, cuentan. La segunda (“La ´V´ de La Calera”) es sobre el copamiento de la localidad cordobesa. El motivo de la “V” de la victoria que hace un compañero que cae preso, explican. La tercera (“Fernando y Gustavo”) es sobre la muerte de Ramus y Abal Medina en la localidad bonaerense de William Morris. Acá sentimos que la letra y la música debían ser cálidas, que reflejaran que Fernando y Gustavo no son dos superhéroes sino dos compañeros, señalan los integrantes del grupo, mientras continúan su repaso tema por tema. Respecto de la cuarta canción (“Garín”), que rinde homenaje a los combatientes de las FAR que tomaron esa ciudad para presentarse públicamente, dicen que es un tema “alegre, picaresco”, cuya intención era reflejar como se burló ese día la “aparatosidad militar de la dictadura”. Sobre “Juan Pablo Maestre”, el quinto tema, comentan que la búsqueda, a través de la copla, fue gestar un monólogo ficticio en donde su mujer, Mirta Misetich (detenida junto a él el 13 de julio de 1971, aún permanece desaparecida), le habla al militante asesinado. El sexto tema (“Combate de Ferreyra”) aborda la caída del comandante de las FAR, Carlos Olmedo, junto con otros tres combatientes. El séptimo (“El Negro Sabino”) está basado en una poesía que había publicado El Descamisado para el aniversario de la muerte de El Negro, cuyo autor no figuraba, pero que después se supo que fue Alberto José Molinas Benuzzi, asesinado junto a María Victoria (la hija de Walsh) y otros militantes en el denominado “combate de la calle Corro” (29 de septiembre de 1976). Las últimas tres canciones son “Pueblo peronista”, dedicada a todas las mujeres y hombres que lucharon en el transcurso de esos 18 años; “Trelew” (un “aleluya”) y finalmente “Montoneros”, una marcha. Sobre la anteúltima canción, “Los Huerque” dicen que si bien el hecho de los fusilamientos fue muy “triste, desgarrador”, esos caídos no son pasado sino presente. Y por eso los aleluyas, los “presentes”, que es todo lo que se escucha en la canción, junto con el nombre de los asesinados. Respecto de la marcha de cierre, expresan los músicos, no es más que una arenga –bombos mediante– a la lucha por el socialismo nacional.

***
Si uno hace el ejercicio de juntar, a modo de collage, todos los relatos que aparecen en el disco recitados por la voz en off, puede construir una suerte de cuento o saga de relatos sobre el peronismo, que es lo más cercano que la literatura del período (1945-1975) estuvo de dar cuenta del fenómeno peronista durante esas tres décadas.
A modo de homenaje a Walter Benjamin, quien construyó un inmenso libro solo con citas, glosaremos los recitados de este disco, con el afán de ensayar esta serie de relatos sobre el peronismo. Lo mismo se podría hacer compilando las letras de las canciones, sin los recitados: hacer un gran poemario de amor y de guerra. Pero esa tarea se la dejamos al lector. Aquí nos limitamos a ensayar un esbozo de relato con la transcripción de las partes del disco donde habla la voz en off, que podríamos titular:


El peronismo según los Huerque Mapu”:

I-
1970. El pueblo peronista soporta la dictadura de las botas y monopolios imperialistas.
Pero va gestando su respuesta. Una nueva etapa de la larga resistencia iniciada en 1955, cuando las minorías oligárquicas derrocaron al general Perón.
En 1969 estalla el Cordobazo. Tiempo después, otras puebladas incendian la patria.
Mientras tanto la década del 60 ha traído el definitivo despertar de los pueblos del tercer mundo. La revolución cubana es una luz que persiste. Camilo Torres en Colombia, y la heroica muerte del Che en Bolivia, se suman como señales de un camino hacia la liberación latinoamericana.
Aquí, en nuestra tierra, ese camino tiene el nombre que decidió ponerle el pueblo con su sangre y su combate: movimiento peronista. Un líder: el general Perón. Una compañera inolvidable: Evita. De esta conjunción de vida, lucha y esperanza, del corazón mismo del pueblo peronista, nace una organización político-militar: Montoneros.
Es detenido para ser juzgado el general Aramburu: “Lo llevan prisionero por la tarde del pueblo. Fusil, tacuara y cielo es tiempo despertando. Puede que le pregunten la historia de los muertos allá en José León Suárez, allá lo van juzgando”.

II-
Primero de julio de 1970. Ciudad de La Calera, Córdoba, arriban columnas montoneras.
Son los comandos General San Martín, Eva Perón, Uturuncos y 29 de mayo. La ciudad será tomada y la dictadura militar sufrirá otra de sus grandes derrotas. Un combatiente hecho prisionero por el enemigo levantará su mano como símbolo de victoria…
Y fue esa vez un ejército de pueblo peronista el que tomó una ciudad para convertirla en sueño. En anuncio de alboradas. Fue en aquella ciudad de calles y de córdobas donde se reiniciaban guerras que nunca habían terminado. Que volvían de antiguas edades de la Patria cuando otros hombres se desangraron por el mismo sueño. Un ejército de pueblo golpeando en plena cara de la dictadura, con dos palabras que se repitieron infinitas: Perón Vuelve. Porque los combatientes habían llegado a proclamar primeros bandos de la liberación. Y fue desde tu sangre, Emilio Maza, que escribiste en La Calera la “V” de Venceremos.

III-
El pueblo se va alzando y se agudiza el enfrentamiento con el gobierno militar de los monopolios. Las organizaciones armadas asaltan destacamentos, expropian armas y caudales para el pueblo: brotan en fábricas y barrios ensanchando su horizonte político.
Siete de septiembre de 1970, las fuerzas represivas tienden una emboscada en William Morris. En ella caen, combatiendo, dos comandantes montoneros: Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus.

IV-
Fuerzas Armadas Revolucionarias, las FAR, otra organización político-militar que se rebela en armas contra la opresión y los proyectos del imperialismo. Aunque juntamente con Montoneros y descamisados crecen desde la única bandera de resistencia y triunfo que levanta la lucha popular: el peronismo. Se arman los nuevos combatientes, será el pueblo el que ofrece sus hombres y el resguardo. Treinta de julio de 1970, las columnas de la FAR toman militarmente la ciudad de Garín, provincia de Buenos Aires.

V-
Los proyectos proimperialistas del gobierno encuentran en el pueblo, como siempre, la última frontera, la impasable: FAR y Montoneros, la patria peronista en armas, crecen y se expanden a lo largo y ancho del país. En la dura lucha también sufren derrotas y retrocesos, compañeros muertos y apresados. Impotente el régimen apela al secuestro, a torturas salvajes, al crimen, como Baldú, como Pujals, como los compañeros Verd, también Juan Pablo Maestre y Mirta Misetich, combatientes de las FAR, son asesinados a sangre fría por los comandos armados de la antipatria. Allí mueren los dos: en una conjunción de amor y militancia, que estremecerá al pueblo en lo más hondo de su sentimiento. Juan Pablo y Mirta, Mirta y Juan Pablo. Quizás podamos imaginar que fue ella, esa última noche, la que habló a su compañero, o recordó como nunca aquella frase: en una revolución, se triunfa o se muere.

VI-
Así como las burocracias conciliadoras pactan y ceden ante la dictadura, FAR y Montoneros ya están en el corazón del pueblo. Ya son parte de aquello que anunciara Evita: “el peronismo será revolucionario, o no será nada”. Se lucha por el retorno de Perón a la patria y al poder, se lucha por el triunfo popular. Córdoba: el gobierno lanza sus tanques contra los obreros de la empresa imperialista FIAT: hay represión y cientos de despedidos. Un operativo preparado por combatientes de la FAR, de la FAP y Montoneros fracasa. En el combate de Ferreyra mueren Villagra, Baffi, Teressini, y el comandante de las FAR: Carlos Olmedo.

VII-
Perseguido durante días y días por las fuerzas represivas. Acorralado en tierras de Alta Gracia por cientos de buitres, que siguen sus huellas, se resiste y se desangra el negro Sabino Navarro, peronista y combatiente montonero. Apretá los dientes, negro, “Perón o muerte”, andarás diciendo en el final. A cuerpo y bala te vas confundiendo con el cielo de tu patria. ¡Vamos comandante! ¡Hasta la victoria!

VIII-
Los que dan la vida y los que negocian, los leales al general Perón, y los que conciliaron durante tantos años. Ya lo decía Evita: los descamisados y los alcahuetes, el pueblo peronista y los que traicionan, como si no lo supieran, compañeros. ¿De qué lado estuvieron Valle, Cogorni, Vallese, Mussi, Retamar, Capuano Martínez, Pujadas, Simona, Rasseti? ¿Y dónde estuvieron los otros...?

IX-
Veintidós de agosto de 1972: el pueblo no gasta palabras para esa fecha. Un sólo nombre: “Trelew”. Y toda una historia de luchas se agolpa en dieciséis comandantes que ofrendaron su vida. Esa sangre que el pueblo jamás negociará, ¡porque es su sangre!

X-
Y creció el pueblo montonero. “Perón o muerte” fue su consigna. “Libres o muertos, jamás esclavos”. Fue esa historia de rebeliones y sangre popular. “¡Viva la patria!” fue el saludo y la esperanza. La patria se hizo joven, la juventud se hizo patria. Y el general Perón volvió desde cada uno de los pechos y fusiles peronistas para ponerse al frente de la liberación. Y con el “Tío” reventamos las urnas. Y Perón fue otra vez presidente de su pueblo: se cumplió un sueño, aquél sueño de viejos peronistas que allá por el cincuenta y cinco no se rindieron. El sueño de sus hijos: de Abal Medina, de Olmedo, de Sabino, de tantos compañeros que dieron la vida por su pueblo y por Perón. La lucha no ha terminado. FAR y Montoneros se fusionaron en una sola organización político-militar: Montoneros. Hay que organizarse, pertrecharse, consolidarse y unirse en cada fábrica, en cada barrio, en cada rincón del país, para alcanzar la victoria, y que la clase trabajadora peronista conquiste el poder. Lucharemos entonces por la patria peronista, que será como la quiere el pueblo: ¡montonera y socialista!

***
La síntesis lograda en la grabación del disco, de todos modos, no dejó muy contentos ni a los integrantes de la banda ni a los dirigentes montoneros. Nunca fue fácil el vínculo entre estética y política, entre cultura y revolución, entre creatividad artística y disciplina militante. Y este caso no sería una excepción. El ejemplo más claro, narrado por Zak y Smerling, puede verse graficado en el resultado de la canción dedicada a Ramus y Abal Medina, los dos íconos de la dirección de la organización, caídos en los primeros pasos de la experiencia montonera. En Un fusil y una canción… puede leerse el testimonio de Labrín, quien había pedido ayuda a su amigo Manuel Picón para su composición. También puede leerse, completa, la bella poesía que quedó como resultado… de la que solo se incorpora en la versión final que puede escucharse en el disco (escrita por Casullo)… una sola frase.
De todos modos, y más allá de las diferencias y tensiones que recorrieron el proceso, el resultado logró emocionar ampliamente a la militancia de la Tendencia Revolucionaria.
Como para cerrar el año, tras el festival, “Los Huerque” fueron tapa del N° 31 de El Descamisado, el último de ese 1973 tan intenso y tan particular. “La historia del pueblo cantada para el pueblo”, dicen los grandes titulares, arriba de una foto sacada desde arriba y desde atrás del escenario, en donde puede verse al público y a la banda, con sus pantalones marrones de corderoy de botamangas anchas y ajustados en la parte de arriba (un “look” de época. Una contraseña generacional). Debajo, en letras más chicas, puede leerse:
En un festival organizado por la Juventud Peronista Regional, los Huerque Mapu presentaron diez canciones que relatan la gesta histórica de los Montoneros.
La gesta histórica de un pueblo luchando por su liberación. De un pueblo que entregó a sus mejores hijos para que Perón sea presidente.
De un pueblo que sigue entregando a sus mejores hijos para lograr la definitiva liberación de nuestra Patria”.
La Cantata” se tocó completa, por segunda y última vez, el 11 de marzo de 1974, en el primer aniversario del triunfo peronista en los comicios, luego de 18 años de proscripciones. Fernando Vaca Narvaja y Marcos Osatinsky, ambos de la Conducción Nacional de Montoneros, estuvieron en el escenario. Sus palabras no fueron muy entusiastas. No se equivocaban en los malos augurios que anunciaban: un mes y medio después, Perón los echaba de la Plaza de Mayo. Cuatro meses más tarde, el viejo líder se moría, y los comandos parapoliciales dirigidos por “El Brujo” López Rega comenzaban la estocada.
En 1974, de todos modos, junto al grupo de Teatro Popular de Bahía Blanca, Huerque Mapu presenta en el sur del país la “Cantata de Santa María de Iquique”, y también participa en festivales en Córdoba y Buenos Aires (Cosquín y Baradero). En 1975 graban Huerque Mapu II, su tercer y último disco en el país. Cuatro décadas después, al salir publicada la biografía del grupo, el hermano de una de sus integrantes (Hebe Rosell), el reconocido músico Andrés Calamaro, escribió la frase “Una canción puede despertar conciencias y una bala puede apagarlas”, ya citada como epígrafe de este capítulo. Nada más cerca de lo que pasó. Los integrantes de Huerque Mapu partieron al exilio europeo. Permanecerán en España una década. El retorno fue a otra Argentina. La de los dos demonios. La que aún no podía procesar la derrota de esa gran apuesta por la revolución.

LINK PARA ESCUCHAR EL DISCO:
*Nota publicada en La luna con gatillo

jueves, 28 de mayo de 2020

La pandemia y los desafíos para una salida popular en la Argentina


APORTES A LA DISCUIÓN

Por Mariano Pacheco y Mariano Rodolfo Martín
(Agencia Paco Urondo)


La pandemia y el trastocamiento de los equilibrios en la geopolítica mundial; los descalabros en el Norte Opulento y los desafíos en Nuestro Sur; el impuesto a la riqueza en Argentina, las intervenciones militantes en el Estado y las propuestas políticas para avanzar en una perspectiva popular de salida de la crisis.



La aldea global
Un mundo multipolar, atravesado por tensiones y disputas tanto de orden comercial como de posicionamiento geopolítico de las grandes potencias, es el que tenemos ante nuestros ojos.
Superada la crisis global de la burbuja especulativa inmobiliaria de 2008, EE.UU se propuso el autoabastecimiento petrolero, y en poco más de 10 años, logró conquistar dicho objetivo. Por unos pocos meses fue el primer productor de crudo en el mundo, superando incluso a Arabia Saudí, al mismo tiempo que alcanzaba el pleno empleo con recuperación del salario real. Mientras tanto, Europa debatía su devenir ante la salida del Reino Unido de la Unión Europea; China continuaba su crecimiento económico, ininterrumpido año tras año desde 1978, en su camino a convertirse –en poco más de una década-- en la gran potencia económica mundial, superando en PBI a EE.UU; Rusia se ubicó en el papel de país que logra “contener” militarmente a EE.UU (el caso sirio es elocuente en dicho sentido).
Mientras todo este proceso se desarrollaba en dichos países, el Sur experimentó retrocesos notables, tanto en el plano económico (pérdida de conquista de ciertos derechos adquiridos o recuperados en los años del “ciclo de gobiernos populares o progresistas”) como en el geopolítico (UNASUR, CELAC, entre otras).
En ese marco, un Acontecimiento logra en semanas, días incluso, trastocar todo el orden establecido.
La pandemia del Covid19 es un Acontecimiento, inédito y único: la difusión de los contagios de país a país, de continente a continente, se verifica en 12 o 24 horas por vía aérea. Queda más que claro que, en el Nuevo Orden Mundial establecido pos caída del muro de Berlín, el capitalismo está más globalizado que nunca, y no hay país que pueda sustraerse de la lógica que ordena el mercado mundial. A diferencia de otras pandemias, que por motivos de circulación de personas eran más lentas o restringidas, el coronavirus llega de un modo u otro a todas las poblaciones. Efecto del mundo global y la interconecxión actual, es la catástrofe humanitaria, sanitaria y económica más veloz de toda la historia de la humanidad.
Si bien inicialmente EE.UU, el Reino Unido y otros países europeos (también Bolsonaro sumó a Brasil en nuestro continente) privilegiaron la economía en desmedro de la salud pública, no fue motivo suficiente para detener la parálisis de económica.
En siete semanas, desde el primer contagio, EE.UU perdió –según cifras oficiales-- 36 millones de puestos de trabajo (a un promedio de 5.500.000 trabajadores desocupados por semana). La caída del consumo y la parálisis económica empujó a las refinerías a acumular reservas de crudo ante la caída del precio del barril (tras la disputa entre Arabia Saudí y Rusia, a fines de marzo, que ubicó al barril en 30 dolares por unidad). Por exceso de stock acumulado y sin tener compradores (en el ya histórico 20 de abril de 2020) el barril se desplomó un 305% y cotizó al final del día 37 veces por debajo de cero. En las semanas siguientes recuperó cierto valor, entre 15 y 25 dolares el barril.

***
Ante la negligencia o ignorancia asociada a la soberbia de ciertos gobernantes, los países que más padecieron y aún padecen los contagios cuentan por decenas de miles a los fallecidos: no pudieron evitar el colapso del sistema sanitario y las escenas de fosas comunes o camiones frigoríficos en las puertas de los hospitales para resguardar los cuerpos (ya que los servicios fúnebres también colapsaron), resultan dantescas, mientras sus economías continúan estrellándose cada día.
Valga este breve repaso para dimensionar dos elementos fundamentales del actual momento político: por un lado, la velocidad de propagación del virus –del que aún se sabe poco--, a partir del cual podemos dimensionar el impacto catastrófico que sobre el sistema sanitario puede tener si no se toman medidas extremas de “aislamiento social preventivo”; por otro lado, la profundidad de la contracción económica a nivel global, con sus consecuentes impactos en las economías “nacionales”.

¿Y en nuestro Sur?
Resulta casi imposible, hoy, realizar una aproximación a qué tipo de mundo arribaremos en el periodo post-pandemia. Pero independientemente del modo en que cada país encare las formas de sobrellevar las consecuencias sanitarias, humanas y económicas del gran Acontecimiento, Nuestro Sur parece estar en mejores condiciones políticas para enfrentar la misma emergencia, aún sin contar con las mejores condiciones objetivas con las que cuenta el Norte Opulento.
El continente no se encuentra en el mejor de los momentos políticos, sobre todo si tenemos en cuenta que por la pandemia se detuvo el proceso ascendente de luchas populares en Chile y que, muy por el contrario, no se detuvo el también proceso ascendente pero de hostigamiento contra la Venezuela Bolivariana, apenas meses después de que Evo Morales fuera desalojado del gobierno en el hermano Estado Plurinacional de Bolivia por un Golpe de Estado orquestado desde el Norte.
Así y todo, existen en Latinoamérica, entendemos, resquicios de un poder popular capaz de articular políticas ante los tan deslegitimados modos de abordar la crisis en los países centrales, y una memoria del corto plazo en donde se ejercieron poderosas resistencias al neoliberalismo, y se ensayaron durante más de una década formas de gestión estatal que buscaron correrse, al menos un poco, de los dictados imperiales para su patio trasero.
Cabe recordar que Brasil y Argentina encabezaron los países del continente con mayores índices de rechazo a las políticas imperiales cuando, en noviembre de 2003, se realizaron las votaciones impulsadas por la “Campaña Continental Contra el ALCA, la Deuda Externa y la Militarización”, los tres ejes centrales sobre los que se asentó la dominación neoliberal. Dos meses antes, ambos países ya habían oficiado como voceros Latinoamericanos en Cancún, cuando Estados Unidos y Europa reclamaban un comercio unidireccional. De allí en más, es innegable el cambio en materia de política internacional por parte de los países de la región en lo que hemos denominado el “ciclo de gobiernos populares y progresistas”. La reconfiguración del Mercosur y la negociación en bloque tanto en el ALCA como en la OMC dieron cuenta de una voluntad de expresar otro modo de enfrentar el vínculo desde estas latitudes con el poder imperial. La Cumbre de Mar del Plata, en diciembre de 2005, entierran definitivamente las aspiraciones norteamericanas de implementar el ALCA y dan paso a un proceso en el cual Venezuela Bolivariana comienza a ganar terreno y lanzar una serie de iniciativas en las búsqueda por hacer efectivo un suelo mínimo de unidad regional.
Hoy el panomarama es mucho más desalentador en términos de capacidad de actuar en bloque, y tras el Golpe en Bolivia y con Brasil gobernada por la derecha, Venezuela se encuentra mucho más aislada y Argentina mucho más limitada. Así y todo, y si bien la situación también es muy diferente a la de 2005, el gobierno de Alberto Fernández viene dando señales respecto de cómo nuestro país pretende enfrentar el tratamiento de la deuda externa.

Independencia económica/soberanía política
El 16 de abril pasado el gobierno argentino presentó su oferta de reestructuración de deuda con los bonistas privados: quita de USD 41.500 millones y tres años de gracia.
La propuesta para la reestructuración de deuda implica una “mayor reducción de intereses que de capital” y, en ese sentido –precisó el gobierno-- se trata de una “reducción de capital de US$ 3.600 millones de dólares, y una reducción del pago de intereses de US$ 37.900 millones, que equivale a una quita de intereses del 62%”.
Según el decreto 250/20, que dio luz verde al canje, la deuda privada bajo legislación extranjera a reestructurar sería de poco mas de 62 mil millones de dólares. “Del otro lado, piden más ajuste fiscal, más rápido y en más cantidad. Eso destruiría las oportunidades de millones de personas en la Argentina y es algo que no vamos a permitir”, definió el ministro de Economía Martín Guzmán. Inicialmente, los bonistas privados rechazaron la oferta y se inició el clásico tira y afloje. Al día de hoy (22 de mayo) es casi seguro de que el plazo de negociación de la deuda sea extendido.
La resolución de la deuda externa en términos favorables para la Argentina resulta crucial respecto de las posibilidades de sortear de la mejor manera posible no sólo esta coyuntura crítica, sino también los próximos tres años y medio. El periodo de gracia que contempla ese período no solo refiere al no pago a los acreedores privados, sino también al FMI, tal como fuera señalado por Alberto Fernández, tanto durante la campaña electoral como una vez asumida la presidencia de la nación. Es el tiempo que el país necesita para recomponer el aparato productivo, severamente dañado tras los cuatro años de gestión macrista, y la emergencia de la pandemia que paralizó aún más la economía durante las últimas semanas. Entre las consecuencias virtuosas esperables pueden enumerarse:
1) La recuperación de trabajo.
2) Una mayor recaudación impositiva y acumulación de Reservas en dólares.
3) Recomposición de la pequeña y mediana empresa.
4) Aumento del consumo interno y mejora de la situación de los sectores más castigados por la crisis, así como de los sectores asalariados, jubilados y pensionados.

Por todo esto la cuestión de la deuda resulta fundamental en esta coyuntura, en tanto que la historia Argentina ha ratificado en más de una oportunidad aquél lema que sostiene que no hay soberanía política sin independencia económica.

No hay Justicia social posible sin afectar otros intereses
En medio de la crisis que el país atraviesa, en el contexto de la pandemia que azota al mundo, una propuesta de “Impuesto a la riqueza personal” –ni siquiera a las empresas-- ha comenzado a circular en las filas del oficialismo, y los sectores de poder han puesto el grito en el cielo. Con la iniciativa se pretende recaudar 3.000 millones de dólares, aportados por alrededor de 12 mil contribuyentes.
Hace más de ocho semanas que empezó la cuarentena, cinco que se comenzó a discutir el Impuesto a la riqueza y tres que la Corte avaló las sesiones virtuales del Congreso, ya que el Ejecutivo no puede crear impuestos. Pasado ya más de un mes desde que Alberto Fernández se reuniera con los diputados del Frente de Todos Carlos Heller y Máximo Kirchner (puntales de la propuesta), esta semana los tres volvieron a juntarse, y el presidente ratificó con mayor firmeza el impulso inicial, tras casi un mes de impasse.
Si bien la medida no modificaría en nada la situación estructural del país, viene siendo fuertemente resistida por los sectores de poder, históricamente reacios a cualquier tipo de reformas en favor de mejorar la calidad de vida de los sectores populares. Esta medida –que podríamos caracterizar como “de mínima”-- podría contribuir a destrabar cierto atolladero en el que el país se encuentra actualmente.
Y así como podemos tener cierta cautela frente a los planteos que desbordan optimismo respecto de la posible crisis del capitalismo en medio de esta pandemia mundial, también cabe llamar la atención sobre la hendija que toda crisis abre.
El desafío está abierto: sobre todo respecto de la creatividad política de la que seremos (o no) capaces de ejercitar en este contexto. Contamos, además, con unas “reservas de dignidad” presentes en la historia corta, mediana y de largo plazo de nuestro pueblo que dan cuenta de un recorrido rico en experiencias. También existen en la actualidad organizaciones populares que han logrado introducir agendas y militancias en la nueva configuración estatal.
Así como en numerosos países del mundo hoy se discute cuánto aumentar el ya existente “impuesto a la riqueza”, en la Argentina está pendiente el debate sobre la posibilidad de implementarlo, y contar con los fondos necesarios para abordar esta crisis con mayor justicia social, en un contexto en donde la extensión de la cuarentena se puede tornar asfixiante para por lo menos la mitad de la población trabajadora del país, que hoy se encuentra ejerciendo su trabajo por fuera de las relaciones formales de empleo asalariado.
La amplitud política y la diversidad social del Frente de Todos que derrotó a Cambiemos en las últimas elecciones expresa claramente una relación de fuerzas que no es de las más favorables para avanzar en los cambios necesarios que los sectores populares necesitan, pero expresa asimismo una determinada capacidad de reacción frente a un neoliberalismo abiertamente antipopular en sus postulados e iniciativas de gestión pasada que hoy se encuentra replegado pero también agazapado, es decir, que no ha sido totalmente derrotado.
Esta relación de fuerzas expresa asimismo –de manera paradojal-- una capacidad de intervención militante de proyectos populares en el Estado como quizás no había sucedido desde 1983 a la fecha, con una docena de Diputados Nacionales, por lo menos, que provienen del sindicalismo y los movimiento sociales, así como la ocupación de espacios tanto en carteras del Estado nacional, como Seguridad y Desarrollo social (donde incluso se creó una Secretaria de Economía Social, y una subárea de las Empresas Recuperadas por sus Trabajadores) como el flamante nuevo Ministerio de la Mujer (gestado tras años de luchas feministas), además de los espacios conquistados en las esferas provinciales y municipales, tanto legislativas como ejecutivas.
Espacios, todos estos, importantes dentro de la restrictiva institucionalidad actual –es cierto-- pero que así y todo pueden implicar un momento de avance en función de cambiar las relaciones de fuerza para avanzar en cambios más profundos, siempre y cuando sean espacios que cuenten con los presupuestos necesarios para que sus postulados no queden en buenas intensiones.
De allí la importancia de avanzar con el Impuesto a la riqueza, para que propuestas como las de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (la UTEP, el nuevo sindicato del precariado que agrupa a una enorme diversidad de organizaciones del sector), puedan ser viables. Entre otras cuestiones, la UTEP ha planteado la necesidad de avanzar en la creación de mil fábricas, un millón de viviendas, y un millón de chacras, como respuesta urgente y complementaria al establecimiento de un “Salario Mínimo Complementario Universal”, para todo trabajador y trabajadora de la economía popular que quede registrado en una nueva base de datos del Estado a partir de la cual se puedan tomar medidas políticas que permitan salir de la crisis actual con una perspectiva popular.

domingo, 24 de mayo de 2020

DEL LIBRO MONTONEROS SILVESTRES: "La Turca y Beto y la Resistencia a la última dictadura"

SEMANA MONTONERA: A 50 AÑOS DEL ARAMBURAZO
Por Mariano Pacheco

El domingo 27 de marzo de 1977 Adriana Lidia Kornblihtt se puso a escribirle una carta a Laura, su hermana mayor, que había militado en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y que ahora se encontraba exiliada en Roma.
La Petisa Pelirroja, como le decía Laura, le escribe además a Vicky, su otra hermana, también militante y exiliada, pero de Montoneros y en Milán. Aquellas líneas fueron garabateadas por la Turca mientras se encontraba refugiada junto a Beto en una casa ubicada en la localidad bonaerense de Hudson. Líneas dirigidas, conjuntamente, a sus dos hermanas, a su cuñado Esteban y sus sobrinos Este y Pauli.
En la carta, la Turca les cuenta de lo mucho que disfruta de esa estadía junto a Beto, descansando, y de lo cansador y mal pago de su nuevo trabajo en un taller textil.


Cuando me entrevisté con su hermana Vicky, en septiembre de 2005, todavía recordaba el día en que le llegó a Italia aquella carta que Adriana no terminó nunca de escribir. De repente se paró, buscó una caja, la abrió y entre fotos y recortes de diario apareció la correspondencia de aquellos años. Luego de acariciar suavemente el rostro de Adriana, quien la miraba desde un portarretrato, Vicky leyó en voz alta: “A mí también, me parece muy raro tener tan solo 15 años y llevar la vida que hago…”. Luego agregó: si querés, Mariano, podés irte hasta la fotocopiadora de acá la vuelta y sacarle una copia. Moví dos veces mi cabeza, dando a entender que sí, que luego lo haría.
Vicky me cuenta entonces la historia de su hermana, con paciencia y con una voz muy suave. Empieza desde el principio:
Cuando éramos chiquitas, cuando tenía 6 años, Adri -que era la menor- trataba de imitarnos en todo, todo el tiempo: era muy agrandada y muy inteligente. Aprendió a sumar en el jardín y, por eso, la adelantaron un año. ¡Era una adelantada y encima, siempre quería ser más grande! Así empezó a militar, en 7° grado, en el Frente de Lucha de los Secundarios, que respondía -creo- a las FAL (Fuerzas Armadas de Liberación). Y ella se acercó a eso, imagínate que estaba en 7° grado… pero ya era discutidora. Para que te des una idea: escuchaba a Viglieti en vez de a Palito Ortega.
Adriana cursó sus estudios primarios en el Colegio Las Heras, ubicado en la intersección de las calles Julián Álvarez y Las Heras, en la Ciudad de Buenos Aires. Vivían, en ese entonces, a una cuadra de allí. Después, al igual que sus dos hermanas, entró a cursar el secundario en el Colegio Nacional de Buenos Aires. Fue entonces cuando la Turca ingresó en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). En ese momento, su hermana Vicky militaba en la misma agrupación, junto a su novio (su compañero, como se decía) que era el responsable de la UES Capital.
Tiempo más tarde, luego de que las movilizaciones obreras de junio-julio del 75 desbordaran a la burocracia sindical, fortaleciendo los cuerpos de delegados y las comisiones internas nucleadas en las Coordinadoras Interfabriles, cuando la movilización popular logró desbaratar el plan económico del gobierno de Isabel Perón y expulsar del país al ministro de Bienestar Social, el “Brujo” José López Rega (organizador de las bandas parapoliciales de la Alianza Anticomunista Argentina, las 3 A), después de todo ese proceso -decía-  Montoneros fortaleció su estrategia de priorizar sus vínculos con los trabajadores industriales de los grandes centros urbanos del país a la vez que promocionó la incorporación de los militantes de las agrupaciones de superficie (Juventud Peronista, Juventud Trabajadora Peronista, Juventud Universitaria Peronista, entre otras) a la estructura militar de la Organización.
Y allí marchó la Turca: a vincularse con los estudiantes de los colegios técnicos del Conurbano, semillas de los futuros obreros que protagonizarían la revolución socialista en Argentina. Por eso fue una de las más decididas a la hora de abandonar sus tareas en un colegio de alto nivel, en la metrópoli, para pasar a cursar sus estudios en un colegio del Gran Buenos Aires. No le importó tener que viajar todos los días, cursar por un tiempo en dos colegios, dejar a Laura, Gabriela, Moira, su grupo de amigas, y cambiar de ambiente social. La convicción militante pudo más que todo. Tenía, entonces, 14 años. Pasó a la UES Avellaneda, primero, y luego a la de Lanús, donde conoció a Beto. Así transitó, rápidamente, de la UES a la estructura del Ejército Montonero. De la casa de sus padres a la convivencia con su compañero. Un pibe divino Beto -me cuenta Vicky-, un pibe de la villa, de ahí de zona sur. Era de una familia grande, como de ocho hermanos.
Ahora es 1977. La cosa está más complicada que nunca en el país. Hace ya un año que los militares golpean y golpean. De allí que la percepción de la situación política que Adriana expresa en su carta no sea muy alentadora: “Por acá, las cosas andan más o menos jodidas, como siempre”. Poco alentadora, sí, pero de todos modos, eso no la convence para dejar Argentina y marchar al exilio, como sus hermanas y tantos de sus compañeros. “Las cosas siguen -escribe-, ando con muchas ganas de seguir adelante”.
Cosiendo bombachas, al son de la recta, el overlock y el zig-zag, Adriana y Beto comenzaron a buscar una “sorpresa”. Aunque en la carta aclara: “todavía sin novedad”. La novedad, por supuesto, nunca se produjo. Ambos murieron, jóvenes, muy jóvenes. Como tantos, sin tener la oportunidad de conocer algunas de las maravillas de este mundo: tener un hijo, verlo crecer, meterse en su cama una mañana cualquiera, salir a pasear una soleada tarde de domingo.
Vicky habla de su hermana y parece, por la expresión de su rostro, que no hubiese pasado el tiempo. Pero si ha pasado, y ella es muy conciente. Casi una vida, dice. Y me cuenta que hace apenas un año, en octubre o noviembre de 2004, el Equipo de Antropología Forense encontró, entre otros 400 cuerpos, el de la Turca. Estaba en una fosa común, en el Cementerio de Avellaneda. Su rostro cambia nuevamente:
El cuerpo estaba entero. Recuperaron el cuerpo entero, una bombacha y un par de medias. Fue fuerte, porque del cuerpo sólo quedaban los huesos. Identificaron su cuerpo y el de una compañera, que yo conocía de Barracas.
Luego de tomar un mate continúa:
Mi hermana quería cremarla, pero dije: en este caso, no. Estuve 27 años buscando el cuerpo. Aunque la creme el año que viene, ahora no. Ahora necesito enterrar los huesos y tener un lugar de homenaje. En ese sentido -insiste- el entierro fue muy emotivo. Me sorprendió tanta gente que vino. Fue el homenaje de la gente que la conocía y la quería. Y también me llegaron cartas, de gente que la conocía y me agradecía. Se ve que cada uno recompone también un poco de su propia historia en esto. Para mucha gente era como si se hubiera muerto el día anterior. Porque congelaste el dolor y ese día volvés a ser aquella, aquel que fuiste. Porque encima te ves rodeado de la misma gente, más grande pero la misma.
Han pasado siete años desde que realicé aquella entrevista. Leo la transcripción que hice alguna vez, mientras escucho nuevamente la cinta. No es posible transcribir los tonos, pienso. Y continúo escuchando y leyendo lo que escucho. Vicky me cuenta que aquella mañana de 2004, en el Cementerio de la Chacarita, cada uno hizo su homenaje desde su lugar.
Mi hermana, por ejemplo, que vive lejos y no va mucho a verla, así y todo quiso hacerle un jardín, por si va alguien a verla, dice, que se encuentre con ella en ese jardín. Son maneras distintas de vivir lo mismo, ¿no? A mí, por ejemplo, no me importa si hay un jardín o no. Pero eso depende de cómo lo vive cada uno. Porque el duelo, la forma en que lo aborda cada uno, es muy personal. En el entierro fue lo mismo: estaban los familiares y los amigos de cuando era chica, que hicieron el homenaje desde un lugar determinado, no sé, desde el recuerdo que tenían de ella; pero también sus compañeros de militancia y las Madres de Plaza de Mayo, con un homenaje desde otro lugar, desde la lucha.
En fin, para el fin de este relato, quisiera quedarme con esas líneas que Beto, al final, le agregó a la carta inconclusa de Adriana: “No la sientan como a una hermana sino como a una compañera; así los sentimientos son mucho más integrales y sepan valorarlo. Sus 16 años son un ejemplo”.

viernes, 22 de mayo de 2020

Entrevista a Mabel Bellucci


Las luchas en las calles, en las plazas y en las camas

Por Mariano Pacheco*


Los feminismos, los derechos humanos y las disidencias sexuales, el archivo y la historia, la investigación y el activismo. Un diálogo a fondo con Mabel Bellucci, ensayista, investigadora, periodista y activista feminista queer.


Le gusta que la presenten como ensayista, más que como teórica o académica. Dice que en algún momento el desafío se le presentó, sobre todo a mediados de la década del ochenta, cuando tuvo
la oportunidad de integrar el Ubacyt de Dora Barrancos en la Universidad de Buenos Aires para investigar junto a Cristina Camusso sobre mujeres anarquistas y la huelga de inquilinos en 1907. “Prefiero investigar por fuera de las instituciones”, comenta, y reivindica el trazado de genealogías, el trabajo de archivos, testimonios, relatos de vida y el activismo que permite ir y volver. “El género del ensayo en Argentina tiene una tradición muy fuerte. La mayoría de tus autores preferidos, Mariano, han sido ensayistas de fuste”, insiste al comenzar la conversación con este cronista. “A mí me pasa como a vos: rescato el ensayo, los grupos de estudio, los espacios autogestivos y ese movimiento de transitar diversos territorios, publicar un libro, cargar la mochila y salir a recorrer ciudades para abrir e intervenir en debates por fuera de Buenos Aires”.
Actualmente, Bellucci ha fundado junto al archivista e investigador Juan Queiroz “Moléculas Malucas”, un sitio web dedicado al rescate de archivos olvidados y al trabajo de la memoria que no se agota en recapitular los recuerdos de las y los antecesores, para refrescar la memoria sobre las luchas y producciones de quienes antecedieron los actuales movimientos. Además, integra el Consejo de redacción de Herramienta, revista de debate y crítica marxista, de LATFEM, un medio de comunicación feminista digital y también del Programa de Memorias Políticas Feministas y Sexo-genéricas, Sexo y Revolución, del CeDinCi. Durante más de una década formó parte del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Instituto de Investigación Gino Germani de la UBA, un espacio abierto dentro de la academia para la discusión, producción intelectual e intervención política, con reuniones mensuales con estudiantes de grado, posgrado, investigadores/as, activistas o interesados/as. Bellucci rescata del GES su porosidad para socializar saberes y su capacidad de poner a dialogar diferentes procedencias disciplinarias, etáreas, universitarias y no universitarias. Ha publicado, entre otros libros, Historia de una desobediencia. Aborto y feminismo, Orgullo. Carlos Jáuregui, una biografía política y coeditó Desde la Cuba revolucionaria: Feminismo y Marxismo en la obra de Isabel Larguía y John Dumoulin. Todos ellos fueron reeditados y ampliados a lo largo de este año. Obtuvo la beca de Periodismo de Investigación Rodolfo Walsh otorgada por la Biblioteca Nacional Mariano Moreno y el premio en el Concurso de Letras en la categoría “Ensayo No Ficción” del Fondo Nacional de las Artes. En esta conversación con revista Zoom reivindica “las luchas en las calles, en las plazas y en las camas”, pero también, la lucha que implica estudiar, investigar, escribir y elaborar discursos fuera del margen. “Que cuestione el academicismo elitista y hegemónico no quiere decir que no reivindique la investigación. Todo lo contrario, básicamente rebato su atribución en considerarse y considerarla como único modo de pensar e investigar. Lo que en los años 70 eran discusiones ahora son papers. Por eso, me identifico más como activista feminista queer”.



Mabel: para empezar esta conversación me gustaría preguntarte, a vos que venís transitando estas luchas de los feminismos, derechos humanos y disidencias sexuales desde hace tantos años, cómo estás pensando el fenómeno del feminismo, qué importancia le atribuís para pensar la situación actual.

En primer lugar, me parece importante aclarar que ya no se habla del feminismo: no hay un sólo feminismo, hay feminismos, en plural. Es un movimiento de movimientos, con una multiplicidad de corrientes en su interior, que no siempre confluyen y, además, pueden enfrentarse entre sí. Y el uso del singular es un error que incluso comenten las propias feministas.
Me inscribo en la corriente del feminismo queer que tensiona críticamente el sujeto político del feminismo heteronormado y, en simultáneo, implosiona el binarismo sexo-genérico, indispensable para la persistencia de la heterosexualidad como régimen político. Para mí, los feminismos son dispositivos políticos, teóricos y de intervención pública, que cualquiera puede hacer suyo. No se define a través de las genitalidades. A mi entender, esa línea se ha agotado; hay que abrirse a lo no familiar, lo no nacional, lo no racial, lo no generizado. Con el feminismo queer pasa algo similar a lo que acontece con el sujeto universal en las izquierdas: así como ya no es sólo el proletariado, aquí el sujeto ya no es tan solo la mujer ¿se entiende? Yo no soy separatista, no me encuadro en la antítesis mujer vs varón. Me parece que es hora de estallar la noción misma de mujer, porque es esa sujeta política el que estamos poniendo en discusión. Por ejemplo, en relación al aborto voluntario, ¿qué dice el discurso hegemónico? Bueno, el discurso heterocentrado te dice “la mujer decide”. Pero resulta que estamos ante una multiplicidad de mujeres: heterosexuales, bisexuales y lesbianas, e incluso, lesbianas que no se asumen como mujeres. Igual, merece un intento de apostar a la superación del contenido heterosexual y a la práctica coital de la demanda del aborto voluntario para que quepa cualquier corporalidad que porte un útero indistintamente de su expresión de género. Todo cuerpo que porta un útero se embaraza y también aborta. No se puede dejar de lado a las masculinidades trans y no binaries en este campo. Lo queer arrima y configura membresías político-afectivas con todo lo que expulsa la heterosexualidad. Así se están presentado los embates: cruzados y rizomáticos.


Desde lo que planteas se puede pensar también por qué se produjo la discusión, en los últimos Encuentros Nacionales de Mujeres, para que dejen de llamarse así y pasen a ser Encuentros Plurinacionales y no sólo de mujeres, incorporando una diversidad más amplia de sujetos minoritarios.

Por supuesto. Cuando los sujetos políticos empiezan a implosionar, los discursos comienzan a tomar nuevos rumbos, la enunciación ya no es la misma. Que un encuentro hoy se llame Nacional de Mujeres no me dice demasiado, más aún, atrasa. A lo largo de estos años, se han incorporado travestis, trabajadoras sexuales, indígenas, afroactivistas. personas trans. Entonces, el concepto mujer ya no te sirve dado que remite a una sola opresión: la genérica. Sin embargo, no hace referencia a otras opresiones o subalternidades: clase, raza/etnia, edad, región, es decir, se desconoce la interseccionalidad. Así, en los Encuentros primero irrumpieron las travestis, con la figura estelar de Lohana Berkins. Significó una lucha cuerpo a cuerpo que dimos un grupo pequeño de feministas. A partir de ahí, se fueron sumando a todo este mapeo cartográfico de feminismos, otros sujetos y sujetas. Hace unos días salió un llamado a las personas que trabajan teniendo en cuenta la perspectiva de género, para que incorporen la variable étnico racial en los relevamientos y trabajos informativos que produzcan. Y reclaman con razón que, si bien se ha realizado grandes avances en términos de inclusión de la variable de género, pero aún es notoria la ausencia de la variable étnico-racial.

¿Trabajadoras sexuales o “mujeres en situación de prostitución”? ¿Hay toda una discusión ahí, no?

La noción de prostitución es afín a los años setenta. ¿Qué sucede? irrumpe las trabajadoras sexuales, las putas feministas, que incorporan la noción de trabajo. Y esto no sólo interpela a las feministas sino también a las izquierdas que disponían la imagen del proletariado como de un varón heterosexual, con overol en la fábrica. Entonces que una puta se asuma trabajadora trastoca todo lo imaginable. Se plantean que, en tanto trabajadoras, poseen derechos como cualquier otra persona que trabaja, y se sindicalizan. A mí me parece totalmente revolucionario, si lo leemos desde la perspectiva de las microrevoluciones: tensionan la relación misma de capital-trabajo. En Moléculas Malucas, Ivana Tintilay, integrante de nuestro colectivo, se presenta: “soy trabajadora sexual trans”.


Te quería preguntar, ya que mencionás a “Moléculas Malucas”, por el trabajo que vienen haciendo respecto del archivo en ese portal web, sobre esas “alianzas aberrantes” que se supieron entretejer en nuestro país entre las feministas y las disidencias sexuales, o para decirlo en la lengua popular, entre las feministas, los putos y las tortas.

Te diría, desde la mirada queer resulta fundamental pensar en términos de alianzas, de coaliciones en torno a acontecimientos puntuales. La noción de unidad planteada por las izquierdas tradicionales no funciona finalmente (sería interesante preguntarse por qué esas tan enunciadas unidades nunca se pueden lograr). En cambio, la confluencia en luchas puntuales funciona, sin que cada sector tenga que ceder a sus posicionamientos. Por ejemplo, en los años noventa uno de los puntos emblemático de convergencia fue la Marcha del Orgullo: a la primera fueron solo maricones, homosexuales. Luego, ingresaron algunas lesbianas. Finalmente se produjo una convergencia amplia donde participaron movimientos estudiantiles, de derechos humanos, feministas, travestis. Tal es el caso de Nora Cortiñas. Así fueron los noventa: congregarse contra un enemigo común que se sintetizaba en la implementación de políticas neoliberales económicas y culturales del entonces presidente Carlos Menen. Por eso se llegó al 2001 como se llegó, a diferencia de lo que muchas veces plantea que los años noventa es puro discurso neoliberal, nada más. Y algo de esas luchas del movimiento piquetero, de la CTA, de sectores de las izquierdas planteo en mi libro “Historia de la desobediencia”, en el último capítulo aparecen los archivos de todas esas intensas pugnas. Los noventa permitieron eso: alianzas, coaliciones frente a hechos puntuales que gestaron todo un entretejido desde abajo que permitió luego sostener la insurrección plebeya de 2001.


Hablas de archivo, y de toda esa genealogía de luchas de los procesos menos visibles. ¿Cómo ves hoy en día las posibilidades de establecer un diálogo intergeneracional?

Creo que hoy está toda la situación muy atada a ver qué sucede con los estragos y convulsiones que desatará esta pandemia. Justo esta semana me enviaron un documental en torno a los debates parlamentarios de 2018 por el Aborto Legal. Y esas imágenes de movilizaciones multitudinarias que impera tan fuertemente sobre las subjetividades políticas ya no serán posibles. Provoca mucho dolor, no sé si se pueden producir nuevamente. Al igual que las rondas de los jueves de las Madres de Plaza de Mayo- Línea Fundadora. Se sostuvieron desde 1977 hasta este último año como emblema de lucha internacional por la defensa de los derechos humanos en su más amplio sentido. ¿Y qué pasará ahora? A las Madres no las pudieron quebrantar la dictadura cívico militar eclesiástica, como le gusta decir a Nora Cortiñas, pero sí el Covid 19. Estamos a las puertas de una nueva era de la humanidad que no llevó siglos, períodos temporales, sino simple 4 meses para provocar cambios radicales en cuanto a relaciones sociales, políticas, laborales, personales e íntimas. Desconocemos lo que se viene, es una gran incógnita, nada optimista. Y así como se avanzó se puede retroceder, sin lugar a dudas.


¿En qué aspectos sentís que se puede retroceder?

Bueno, uno es en reducir esa multiplicidad del movimiento. Hay muchos feminismos, repito. Yo me identifico con el anticapitalista, antirracista, antifascista, mientras que otras feministas sienten que hablar de patriarcado resulta un cuestionamiento al régimen en su totalidad. Yo tendría mis dudas. Para mí, el concepto patriarcado es limitado ya que no coloca sobre el tapete las clases sociales, las discriminaciones raciales, la heterosexualidad y el capitalismo. No discute el modo en que las instituciones heterocapitalistas y burguesas regulan y normatizan los cuerpos. La necesidad de control de concebir al cuerpo como un campo de batalla, como un espacio de poder y dominio. Además, patriarcado remite a la idea de patriarca. Yo prefiero explorar otras nociones en las que me siento más cómoda. Yo no disputo al capitalismo clasista y racista cuestionando desde el fundamento patriarcal, sino solo las relaciones sexo-genéricas (hombre versus mujer). Por eso a mí me gusta más la noción de desobediencia, que remite a una desobediencia de vida, un poder de facto, un poder de insurrección civil. Un cuestionamiento de la dominación, pero también de la explotación. Antes se pensaba que con la idea de explotación se cuestionaba también la relación de subordinación, y no es así. O las relaciones de jerarquía, y tampoco.


Y al momento mismo previo a la cuarentena, ¿cómo veías esa relación intergeneracional? Viste que no faltó quien hablara de cuarta ola feminista, de revolución de las hijas…

Primero, diría: no estoy de acuerdo con la denominación de olas. Tengo mis dudas en encerrar monolíticamente a los feminismos de Occidente. Por ejemplo, lo que se llama el Feminismo de la Segunda Ola no es un movimiento global en tanto en su interior se presentó peculiaridades distintivas entre el Norte y el Sur. Definirlo de esa manera encarna una mirada colonial y eurocéntrica en la medida en que mientras los feminismos centrales se expandían como nunca en su historia, los de América Latina y el Caribe atravesaban procesos de dictaduras cívico-militares, con excepción de México, Puerto Rico, Cuba y Venezuela. En algunos casos duraron una década, o más, como en Chile. Acá en los setenta por presentar un caso, los feminismos eran muy pequeños, moleculares. La participación de las mujeres se presentaba en el marco de otros espacios: en las organizaciones políticas armadas peronistas o de izquierdas, en el movimiento estudiantil, en los partidos políticos de izquierda, en los grupos de base, en las villas. La ruptura institucional en nuestro continente impidió construir una genealogía de los activismos feministas necesaria para reflexionar sobre el camino recorrido a lo largo de las últimas décadas; no sólo para re-pensar dónde estamos sino también para re-imaginar alternativas. Para mí, los feminismos son internacionalistas, globales, rompen muros permanentemente.
En los ochenta, con la transición democrática, retornan al país un número significativo de militantes que permanecieron en el exilio, en donde los feminismos se encontraban en alza. Es el caso emblemático de Dora Coledesky. Ella se exilia siendo integrante en el Partido Obrero Revolucionario (POR), de tendencia trotskista y obrerista, junto a su compañero Ángel Fanjul.
Con la dictadura cívico militar en puerta, partían al exilio, en Francia, como tantísimos militantes políticos argentinos. De la misma manera como Buenos Aires le significó ingresar a un nuevo mundo, citadino y bricolage, París fue aún más intensa: se vinculó al efervescente movimiento feminista en Francia. En la universidad de Vincennes, por ejemplo –le contó a la periodista Moira Soto–. A una de esas reuniones nos invitaron a las exiliadas para que contásemos lo que sucedía en nuestros países, luego surgió la idea de hacer un grupo de mujeres latinoamericanas que duró bastante tiempo en su denuncia por la violación de los derechos humanos. En 1984, la pareja retorna a la Argentina. Y Dora volvía con un compromiso a cumplir, sin vuelta atrás: luchar por el aborto voluntario en su país. Cuando ella regresa ya lo hace con otra cabeza, si bien siempre mantuvo una perspectiva obreril, un feminismo de base. En verdad, a Dora le atraía compartir debates en alianzas heterogéneas, tal como lo experimentó durante su exilio parisino. Por ejemplo, abrió diálogo con Carlos Jáuregui –el principal adalid del movimiento homosexual de los noventa– y con Lohana Berkins –presidenta de ALITT–. Mientras el grueso del feminismo porteño prevalecía posturas separatistas y mujeriles.

¿Los años ochenta entonces podrían ser como un primer capítulo de ese feminismo más contemporáneo en Argentina?

En los ochenta se presenta un fenómeno del surgimiento de un feminismo restringido a los cenáculos citadinos, de clase media, universitaria o profesional: se organizan grupos feministas heterocentrados, que soslayaron tres debates significativos: la prostitución, el lesbianismo y el aborto voluntario como salida para ingresar a las instituciones, en especial, al Estado. Entonces Dora, en vez de pelearse con sus compañeras de siempre, arma su propia trinchera: la Comisión por el Derecho al Aborto, y con solo ese enunciado, instala el debate. Eso se llama lectura política de la coyuntura. Me parece importante acopiarse y apropiarse de aquellas experiencias colectivas que trascendieron en acontecimientos.
*Nota publicada en Revista Zoom