A 50 AÑOS DEL ARAMBURAZO
Por
Mariano Pacheco*
Capítulo
del libro Cabecita
negra. Ensayos sobre literatura y peronismo
(editorial Punto de encuentro, 2016), donde se aborda la experiencia
de la banda que elaboró un disco para contar la historia de la
resistencia peronista.
“Una
canción puede despertar conciencias y una bala puede apagarlas.”
Andrés
Calamaro
Resulta
paradójico que el marplatense Juan “Chango” Sosa, quien fuera la
punta de lanza del proyecto musical que tomará el nombre de Huerque
Mapu (“mensajeros de la tierra”, en lengua mapuche), no haya
estado como integrante del grupo ni siquiera en el debut artístico.
Como
sea, él –que era amigo de Juan Cedrón desde la infancia, cuando
el “Tata” iba a la costa a veranear– fue quien “craneó”
con el neuquino Naldo Labrín el armado de una banda. Así fue como
el Chango hizo de intermediario para que sus integrantes se pusieran
en contacto. Y se subió a los escenarios del “protogrupo”, el 22
de agosto de 1972, dando inicio a una historia que fue narrada en
detalle por los jóvenes periodistas Tamara Smerling y Ariel Zak, en
el libro que la editorial Planeta publicó en 2014: Un
fusil y una canción. La historia secreta de Huerque Mapu, la banda
que grabó el disco oficial de Montoneros.
Sin
lugar a dudas, la “casona de Mansilla”, situada al 2800 de
aquella calle del barrio porteño de Palermo, fue el “cuartel
general” donde muchos músicos, pintores, poetas, cineastas,
escritores de la época encontraron un lugar, no solo para vivir sino
para socializar y proyectar iniciativas de intervención cultural.
Allí el Chango le alquiló una pieza a Naldo, y entre mates, charlas
y guitarras, surgió esta iniciativa, de la que finalmente el Chango
se bajó porque priorizó otros rumbos políticos y laborales (era
soldador en los astilleros de Astarsa y militante de izquierda). Eso
sí, fue el eje a partir del cual el grupo de música decidió
participar del festival que se realizó en el Aula Magna de la
Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, el 22 de
agosto de 1972, con el objetivo de juntar dinero para los presos
políticos, y los obreros de Sitrac Sitram que se encontraban en
huelga en la provincia de Córdoba. Mientras tocaban, se enteraron de
que un grupo de combatientes de las FAR, el ERP y Montoneros habían
sido fusilados en la Base Aeronaval Almirante Zar. Mientras
interpretaban la canción “La tonada de Manuel Rodríguez”,
realizada sobre un poema de Pablo Neruda, el Chango le cambió la
letra, y el guerrillero asesinado ya no fue uno sino varios, y no en
Til Til sino en Trelew.
Nueve
meses después, con Hebe Rosell en voz, vientos y percusión; Naldo
Labrín y Tacún Lazarte en guitarras; Lucio Navarro en charango y
Ricardo Munich en violonchelo, Huerque Mapu debutó oficialmente en
los escenarios porteños. El Teatro Payró se llenó aquel 24 de mayo
de 1973, horas antes de la asunción de Héctor Cámpora a la
presidencia de la Nación. Un “acontecimiento musical”, según lo
definió en sus páginas el diario La
Opinión. Ese mismo
año grabaron Hueque
Mapu I. Su primer
disco, de 11 canciones y 39 minutos, vendió alrededor de 600.000
copias.
En
octubre de 1973, el entonces Secretario de la Dirección de
Comunicaciones del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación,
Nicolás Casullo, llevó al grupo una propuesta elaborada por la
mismísima Conducción Nacional de Montoneros: querían que Huerque
Mapu grabara una “versión argentina” de algo así como una
mezcla entre las canciones anarquistas italianas y las republicanas
de la Guerra Civil Española. El resultado fue la Cantata
Montonera, en la
que el propio Casullo escribió algunas partes, bajo el seudónimo de
H. Suárez. Tal como
lo había pedido la Organización, el disco no comenzó el 17 de
Octubre de 1945: arrancó con “El Aramburazo”. El objetivo en esa
decisión era el de crear un nuevo relato sobre la historia del
Movimiento y, a partir de allí, instalar nuevas canciones y
consignas para que cantaran los militantes.
La idea final era
disputarle el protagonismo a la vieja “Marcha Peronista”,
relatan Zak y Smerling.
“La
Cantata” salió bajo el sello “Discos para la Liberación”, y
se grabó durante dos meses en el prestigioso estudio Ion, situado en
la calle Hipólito Yrigoyen, en pleno centro de la ciudad de Buenos
Aires. Entre los artistas invitados figuran Rodolfo Mederos
(bandoneón) y Manuel Picón, Irene Tapia y Olga Manzano en voces,
más un grupo de militantes de distintas unidades básicas peronistas
que aportaron en los coros.
La
voz del “narrador” estuvo a cargo de Eduardo Rodríguez Arguibel,
un estudiante de teatro y militante del Movimiento Revolucionario 17
de Octubre, que trabajaba en una empresa telefónica e integraba la
Lista Marrón del Sindicato de Telecomunicaciones (enrolado en
FOETRA).
Se
presentó en el Luna Park el 28 de diciembre de 1973, en el “Festival
Peronista por la Liberación y la Reconstrucción Nacional”,
organizado por la Juventud Peronista-Regional. Diez días antes, en
una nota publicada en El
Descamisado (“10
canciones montoneras”), puede leerse que la idea del disco fue
basarse en los motivos de la música nacional, como la milonga, el
gato, el malambo, la chacarera y la ranchera. En la entrevista que le
realiza el periódico, el grupo explica cada una de las canciones. La
primera (“Memorias del basural”) es sobre “El Aramburazo”.
Una milonga que va
contando los sucesos mientras un coro, voces solas sin música,
relata el momento en que juzgan, sentencian y ejecutan a Aramburu,
cuentan. La segunda (“La ´V´ de La Calera”) es sobre el
copamiento de la localidad cordobesa. El
motivo de la “V” de la victoria que hace un compañero que cae
preso, explican. La
tercera (“Fernando y Gustavo”) es sobre la muerte de Ramus y Abal
Medina en la localidad bonaerense de William Morris. Acá
sentimos que la letra y la música debían ser cálidas, que
reflejaran que Fernando y Gustavo no son dos superhéroes sino dos
compañeros,
señalan los integrantes del grupo, mientras continúan su repaso
tema por tema. Respecto de la cuarta canción (“Garín”), que
rinde homenaje a los combatientes de las FAR que tomaron esa ciudad
para presentarse públicamente, dicen que es un tema “alegre,
picaresco”, cuya intención era reflejar como se burló ese día la
“aparatosidad militar de la dictadura”. Sobre “Juan Pablo
Maestre”, el quinto tema, comentan que la búsqueda, a través de
la copla, fue gestar un monólogo ficticio en donde su mujer, Mirta
Misetich (detenida junto a él el 13 de julio de 1971, aún permanece
desaparecida), le habla al militante asesinado. El sexto tema
(“Combate de Ferreyra”) aborda la caída del comandante de las
FAR, Carlos Olmedo, junto con otros tres combatientes. El séptimo
(“El Negro Sabino”) está basado en una poesía que había
publicado El
Descamisado para el
aniversario de la muerte de El Negro, cuyo autor no figuraba, pero
que después se supo que fue Alberto José Molinas Benuzzi, asesinado
junto a María Victoria (la hija de Walsh) y otros militantes en el
denominado “combate de la calle Corro” (29 de septiembre de
1976). Las últimas tres canciones son “Pueblo peronista”,
dedicada a todas las mujeres y hombres que lucharon en el transcurso
de esos 18 años; “Trelew” (un “aleluya”) y finalmente
“Montoneros”, una marcha. Sobre la anteúltima canción, “Los
Huerque” dicen que si bien el hecho de los fusilamientos fue muy
“triste, desgarrador”, esos caídos no son pasado sino presente.
Y por eso los aleluyas, los “presentes”, que es todo lo que se
escucha en la canción, junto con el nombre de los asesinados.
Respecto de la marcha de cierre, expresan los músicos, no es más
que una arenga –bombos mediante– a la lucha por el socialismo
nacional.
***
Si
uno hace el ejercicio de juntar, a modo de collage,
todos los relatos que aparecen en el disco recitados por la voz en
off,
puede construir una suerte de cuento o saga de relatos sobre el
peronismo, que es lo más cercano que la literatura del período
(1945-1975) estuvo de dar cuenta del fenómeno peronista durante esas
tres décadas.
A
modo de homenaje a Walter Benjamin, quien construyó un inmenso libro
solo con citas, glosaremos los recitados de este disco, con el afán
de ensayar esta serie de relatos sobre el peronismo. Lo mismo se
podría hacer compilando las letras de las canciones, sin los
recitados: hacer un gran poemario de amor y de guerra. Pero esa tarea
se la dejamos al lector. Aquí nos limitamos a ensayar un esbozo de
relato con la transcripción de las partes del disco donde habla la
voz en off,
que podríamos titular:
“El
peronismo según los Huerque Mapu”:
I-
1970.
El pueblo peronista soporta la dictadura de las botas y monopolios
imperialistas.
Pero
va gestando su respuesta. Una nueva etapa de la larga resistencia
iniciada en 1955, cuando las minorías oligárquicas derrocaron al
general Perón.
En
1969 estalla el Cordobazo. Tiempo después, otras puebladas incendian
la patria.
Mientras
tanto la década del 60 ha traído el definitivo despertar de los
pueblos del tercer mundo. La revolución cubana es una luz que
persiste. Camilo Torres en Colombia, y la heroica muerte del Che en
Bolivia, se suman como señales de un camino hacia la liberación
latinoamericana.
Aquí,
en nuestra tierra, ese camino tiene el nombre que decidió ponerle el
pueblo con su sangre y su combate: movimiento peronista. Un líder:
el general Perón. Una compañera inolvidable: Evita. De esta
conjunción de vida, lucha y esperanza, del corazón mismo del pueblo
peronista, nace una organización político-militar: Montoneros.
Es
detenido para ser juzgado el general Aramburu: “Lo llevan
prisionero por la tarde del pueblo. Fusil, tacuara y cielo es tiempo
despertando. Puede que le pregunten la historia de los muertos allá
en José León Suárez, allá lo van juzgando”.
II-
Primero
de julio de 1970. Ciudad de La Calera, Córdoba, arriban columnas
montoneras.
Son
los comandos General San Martín, Eva Perón, Uturuncos y 29 de mayo.
La ciudad será tomada y la dictadura militar sufrirá otra de sus
grandes derrotas. Un combatiente hecho prisionero por el enemigo
levantará su mano como símbolo de victoria…
Y
fue esa vez un ejército de pueblo peronista el que tomó una ciudad
para convertirla en sueño. En anuncio de alboradas. Fue en aquella
ciudad de calles y de córdobas donde se reiniciaban guerras que
nunca habían terminado. Que volvían de antiguas edades de la Patria
cuando otros hombres se desangraron por el mismo sueño. Un ejército
de pueblo golpeando en plena cara de la dictadura, con dos palabras
que se repitieron infinitas: Perón Vuelve. Porque los combatientes
habían llegado a proclamar primeros bandos de la liberación. Y fue
desde tu sangre, Emilio Maza, que escribiste en La Calera la “V”
de Venceremos.
III-
El
pueblo se va alzando y se agudiza el enfrentamiento con el gobierno
militar de los monopolios. Las organizaciones armadas asaltan
destacamentos, expropian armas y caudales para el pueblo: brotan en
fábricas y barrios ensanchando su horizonte político.
Siete
de septiembre de 1970, las fuerzas represivas tienden una emboscada
en William Morris. En ella caen, combatiendo, dos comandantes
montoneros: Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus.
IV-
Fuerzas
Armadas Revolucionarias, las FAR, otra organización político-militar
que se rebela en armas contra la opresión y los proyectos del
imperialismo. Aunque juntamente con Montoneros y descamisados crecen
desde la única bandera de resistencia y triunfo que levanta la lucha
popular: el peronismo. Se arman los nuevos combatientes, será el
pueblo el que ofrece sus hombres y el resguardo. Treinta de julio de
1970, las columnas de la FAR toman militarmente la ciudad de Garín,
provincia de Buenos Aires.
V-
Los
proyectos proimperialistas del gobierno encuentran en el pueblo, como
siempre, la última frontera, la impasable: FAR y Montoneros, la
patria peronista en armas, crecen y se expanden a lo largo y ancho
del país. En la dura lucha también sufren derrotas y retrocesos,
compañeros muertos y apresados. Impotente el régimen apela al
secuestro, a torturas salvajes, al crimen, como Baldú, como Pujals,
como los compañeros Verd, también Juan Pablo Maestre y Mirta
Misetich, combatientes de las FAR, son asesinados a sangre fría por
los comandos armados de la antipatria. Allí mueren los dos: en una
conjunción de amor y militancia, que estremecerá al pueblo en lo
más hondo de su sentimiento. Juan Pablo y Mirta, Mirta y Juan Pablo.
Quizás podamos imaginar que fue ella, esa última noche, la que
habló a su compañero, o recordó como nunca aquella frase: en una
revolución, se triunfa o se muere.
VI-
Así
como las burocracias conciliadoras pactan y ceden ante la dictadura,
FAR y Montoneros ya están en el corazón del pueblo. Ya son parte de
aquello que anunciara Evita: “el peronismo será revolucionario, o
no será nada”. Se lucha por el retorno de Perón a la patria y al
poder, se lucha por el triunfo popular. Córdoba: el gobierno lanza
sus tanques contra los obreros de la empresa imperialista FIAT: hay
represión y cientos de despedidos. Un operativo preparado por
combatientes de la FAR, de la FAP y Montoneros fracasa. En el combate
de Ferreyra mueren Villagra, Baffi, Teressini, y el comandante de las
FAR: Carlos Olmedo.
VII-
Perseguido
durante días y días por las fuerzas represivas. Acorralado en
tierras de Alta Gracia por cientos de buitres, que siguen sus
huellas, se resiste y se desangra el negro Sabino Navarro, peronista
y combatiente montonero. Apretá los dientes, negro, “Perón o
muerte”, andarás diciendo en el final. A cuerpo y bala te vas
confundiendo con el cielo de tu patria. ¡Vamos comandante! ¡Hasta
la victoria!
VIII-
Los
que dan la vida y los que negocian, los leales al general Perón, y
los que conciliaron durante tantos años. Ya lo decía Evita: los
descamisados y los alcahuetes, el pueblo peronista y los que
traicionan, como si no lo supieran, compañeros. ¿De qué lado
estuvieron Valle, Cogorni, Vallese, Mussi, Retamar, Capuano Martínez,
Pujadas, Simona, Rasseti? ¿Y dónde estuvieron los otros...?
IX-
Veintidós
de agosto de 1972: el pueblo no gasta palabras para esa fecha. Un
sólo nombre: “Trelew”. Y toda una historia de luchas se agolpa
en dieciséis comandantes que ofrendaron su vida. Esa sangre que el
pueblo jamás negociará, ¡porque es su sangre!
X-
Y
creció el pueblo montonero. “Perón o muerte” fue su consigna.
“Libres o muertos, jamás esclavos”. Fue esa historia de
rebeliones y sangre popular. “¡Viva la patria!” fue el saludo y
la esperanza. La patria se hizo joven, la juventud se hizo patria. Y
el general Perón volvió desde cada uno de los pechos y fusiles
peronistas para ponerse al frente de la liberación. Y con el “Tío”
reventamos las urnas. Y Perón fue otra vez presidente de su pueblo:
se cumplió un sueño, aquél sueño de viejos peronistas que allá
por el cincuenta y cinco no se rindieron. El sueño de sus hijos: de
Abal Medina, de Olmedo, de Sabino, de tantos compañeros que dieron
la vida por su pueblo y por Perón. La lucha no ha terminado. FAR y
Montoneros se fusionaron en una sola organización político-militar:
Montoneros. Hay que organizarse, pertrecharse, consolidarse y unirse
en cada fábrica, en cada barrio, en cada rincón del país, para
alcanzar la victoria, y que la clase trabajadora peronista conquiste
el poder. Lucharemos entonces por la patria peronista, que será como
la quiere el pueblo: ¡montonera y socialista!
***
La
síntesis lograda en la grabación del disco, de todos modos, no dejó
muy contentos ni a los integrantes de la banda ni a los dirigentes
montoneros. Nunca fue fácil el vínculo entre estética y política,
entre cultura y revolución, entre creatividad artística y
disciplina militante. Y este caso no sería una excepción. El
ejemplo más claro, narrado por Zak y Smerling, puede verse graficado
en el resultado de la canción dedicada a Ramus y Abal Medina, los
dos íconos de la dirección de la organización, caídos en los
primeros pasos de la experiencia montonera. En Un
fusil y una canción…
puede leerse el testimonio de Labrín, quien había pedido ayuda a su
amigo Manuel Picón para su composición. También puede leerse,
completa, la bella poesía que quedó como resultado… de la que
solo se incorpora en la versión final que puede escucharse en el
disco (escrita por Casullo)… una sola frase.
De
todos modos, y más allá de las diferencias y tensiones que
recorrieron el proceso, el resultado logró emocionar ampliamente a
la militancia de la Tendencia Revolucionaria.
Como
para cerrar el año, tras el festival, “Los Huerque” fueron tapa
del N° 31 de El
Descamisado, el
último de ese 1973 tan intenso y tan particular. “La historia del
pueblo cantada para el pueblo”, dicen los grandes titulares, arriba
de una foto sacada desde arriba y desde atrás del escenario, en
donde puede verse al público y a la banda, con sus pantalones
marrones de corderoy de botamangas anchas y ajustados en la parte de
arriba (un “look” de época. Una contraseña generacional).
Debajo, en letras más chicas, puede leerse:
“En
un festival organizado por la Juventud Peronista Regional, los
Huerque Mapu presentaron diez canciones que relatan la gesta
histórica de los Montoneros.
La
gesta histórica de un pueblo luchando por su liberación. De un
pueblo que entregó a sus mejores hijos para que Perón sea
presidente.
De
un pueblo que sigue entregando a sus mejores hijos para lograr la
definitiva liberación de nuestra Patria”.
“La
Cantata” se tocó completa, por segunda y última vez, el 11 de
marzo de 1974, en el primer aniversario del triunfo peronista en los
comicios, luego de 18 años de proscripciones. Fernando Vaca Narvaja
y Marcos Osatinsky, ambos de la Conducción Nacional de Montoneros,
estuvieron en el escenario. Sus palabras no fueron muy entusiastas.
No se equivocaban en los malos augurios que anunciaban: un mes y
medio después, Perón los echaba de la Plaza de Mayo. Cuatro meses
más tarde, el viejo líder se moría, y los comandos parapoliciales
dirigidos por “El Brujo” López Rega comenzaban la estocada.
En
1974, de todos modos, junto al grupo de Teatro Popular de Bahía
Blanca, Huerque Mapu presenta en el sur del país la “Cantata
de Santa María de Iquique”, y también participa en festivales en
Córdoba y Buenos Aires (Cosquín y Baradero). En 1975 graban Huerque
Mapu II,
su tercer y último disco en el país. Cuatro décadas después, al
salir publicada la biografía del grupo, el hermano de una de sus
integrantes (Hebe Rosell), el reconocido músico Andrés Calamaro,
escribió la frase “Una canción puede despertar conciencias y una
bala puede apagarlas”, ya citada como epígrafe de este capítulo.
Nada más cerca de lo que pasó. Los integrantes de Huerque Mapu
partieron al exilio europeo. Permanecerán en España una década. El
retorno fue a otra Argentina. La de los dos demonios. La que aún no
podía procesar la derrota de esa gran apuesta por la revolución.
LINK
PARA ESCUCHAR EL DISCO:
*Nota
publicada en La luna con gatillo
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