martes, 23 de febrero de 2010

¿Otro libro de Roberto Arlt? Sí, otro más…


Imagen: Ricardo Carpani, “Retrato de Roberto Arlt”

A mediados de 2009 Fondo de Cultura Económica publicó un nuevo libro de Roberto Arlt: El paisaje en las nubes, crónicas en El Mundo 1937-1942. Compilado por Rose Corral, estas 766 páginas introducidas por la investigadora franco-mexicana reúnen 236 crónicas hasta ahora nunca publicadas en formato libro. Gracias a él, ahora podemos sumergirnos en un recorrido que va desde una sequía en Santiago del Estero, hasta la crisis hospitalaria, pasando por figuras como Al capone o Hitler, por mencionar algunas de las paradas más notorias. En el prólogo, Ricardo Piglia se pregunta: ¿Qué hubiera pasado con Roberto Arlt de no haber muerto a los 42 años? ¿Hacia dónde habría avanzado su escritura?”. Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que su escritura nos continúa interpelando (tanto o más) como la de un escritor actual. Porque, ¿qué duda cabe de que Arlt es el gran periodista, narrador, dramaturgo, etnólogo, sociólogo, psicólogo y pensador de la Argentina?
Polemista, hincha pelotas, Arlt vuelve nuevamente a presentarse como un autor a reivindicar por quienes pretendemos afirmar nuestros deseos de producir aportes para redefinir una agenda epocal; para quienes nos sentimos parte de esa “comunidad imaginaria” que podríamos denominar “Proyectos 19/20”, y que Omar Acha llamó, en un libro reciente, “La nueva generación intelectual”, y a la cual atribuyó como signo distintivo el espíritu insurreccional de la jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001.
Recuperar entones, cierta disposición polémica, sin necesidad de andar pidiendo permiso o, lo que es mucho peor, sin tener que andar pidiendo disculpas por el tono. De allí que el espíritu combativo, la mezcla de registros y el carácter interpretativo del ensayo sea una de las maneras de materializar esta apuesta generacional. Y de allí la presencia de Arlt. No como efeméride, sino más bien todo lo contrario. Aunque sea difícil abandonar la tentación de remarcar que en 2010 se cumplen 60 años de la primera publicación crítica que rescató a Arlt como figura central de nuestra literatura nacional. Me refiero a la biografía de Raúl Larra, Roberto Arlt, el torturado.
De todos modos y más allá de cualquier efeméride –y tal como afirmó Piglia en su relato titulado “Un cadáver sobre la ciudad”– Arlt “es el más contemporáneo de nuestros escritores”. Tal vez haya sido esta contemporaneidad la que llevó en los últimos años al Cuarteto Cedrón a montar una obra teatral-musical con sus textos. O a Horacio González a escribir un ensayo (Arlt, política y locura, Colihue-Puñaladas-Ensayos de Punta, Buenos Aires, 1996) y a decir que “es la fuerza inagotable del equívoco lo que permite que Arlt siga siendo un personaje de nuestras lecturas. Leerlo –insiste González– va a ser siempre un oficio incierto. Labor de quien acompaña la aventura arltiana con la incesante pregunta: ¿qué habrá querido decir?”. En fin, insisto, contemporaneidad que ha llevado a Arlt, entre otras cosas, a ser parte de la currícula de los colegios secundarios y de distintas materias en facultades de universidades del país. Al menos en la Universidad de Buenos Aires. Contemporaneidad que llevó a Silvia Saitta a recopilar y publicar otras (inéditas hasta entonces) Aguafuertes Porteñas. Digo, Saitta, González y el Tata Cedrón, por citar sólo ejemplos cercanos, de quienes comparten la misma ciudad. Y la misma insistencia de la “actualidad Arlt”.
Inoportuno, molesto, desagradable, como lo llamó David Viñas (“Arlt, un escolio”, en revista Contorno N° 2, Buenos Aires, mayo de 1954), Arlt es el típico tipo que “denuncia automáticamente todas las reglas del juego y por eso golpea, patea, afana, despotrica y termina pegándole al réferi. Y todo porque no entiende la diferencia entre ámbito festival y ámbito vital. Porque para él todo es uno. Y de ahí su informalidad…”. En fin, tal vez por eso, y porque es de la clase de personas que “desconoce los buenos modales y las reglas del arte…”, es que se nos presenta hoy, nuevamente, como una figura a indagar, a releer, y a “descubrir”, en los nuevos textos que, a casi 70 años de su muerte, siguen siendo desenterrados de los archivos y puestos en circulación.
Clásico o novedad, Arlt no termina de decir todo lo que tiene por decir. Cuatro novelas, dos volúmenes de cuentos, casi un centenar de obras de teatro y una infinidad de crónicas y Aguafuertes, han provocado medio siglo de investigaciones críticas y ensayos. Provocación que sigue en marcha. Porque seguramente –como él mismo supo señalar en su prólogo a Los lanzallamas– no crearemos nuestra literatura (nuestra ensayística, podría agregar) conversando sobre ella, sino escribiendo un libro tras otro; libros que encierren la violencia de un “cross” a la mandíbula. ¿Queda otro camino? Parece que no. Sólo el de la prepotencia de trabajo…