Por Mariano
Pacheco. Lo impropio, el libro de Diego Tatián recientemente
publicado por la Editorial Excursiones, reúne diez ensayos en los cuales el
pensador cordobés aborda distintas aristas sobre la política y la cultura
argentina contemporánea.
Alguna vez,
el filósofo francés Gilles Deleuze escribió que la filosofía era el arte de
formar, de inventar, de fabricar conceptos. “Crear conceptos siempre nuevos,
tal es el objeto de la filosofía”, decía. No sin aclarar que los
conceptos nuevos “tienen que estar relacionados con problema que sean los
nuestros, con nuestra historia y sobre todo con nuestros devenires”. Algo de
todo esto, sospecha este cronista, está presente en los ensayos de Tatián.
Textos que transitan todo el tiempo por el comentario y análisis de los
abordajes teórico realizados por las grandes figuras del pensamiento occidental
(desde Aristóteles, Kant y Nietzsche, hasta Heidegger, Arendt y Rancière,
por mencionar a los más destacados), así como también por los problemas políticos
y culturales más candentes de nuestro presente nacional. Y ahí radica una de
las claves de este libro. Porque inscripto en un ya extenso legado, se propone
(con éxito), presentar una diversidad de temáticas, muchas de ellas con una
importante densidad teórica, sin por ello renunciar a la ligereza de una
escritura que hace de la mezcla una marca de identidad. ¿No es acaso esa una de
las características de la “filosofía argentina”? ¿No es acaso el ensayo el
texto privilegiado para reflexionar, pensar, convidar lecturas, promover
debates, iniciar polémicas y conversaciones?
Y este libro
sí que sabe entablar diálogos con sus lectores, por más que a veces sea de
manera solapada. Es que en su intento por pensar temas como la igualdad, la
verdad, el posible diálogo con los muertos, la relación entre la validación de
los testimonios y la interpretación de los hechos, la narración de la historia
y lo irrepresentable de la experiencia, la potencia de la democracia y el papel
de los mitos en las construcciones políticas, entre otros nudos problemáticos
abordados, el autor logra hacernos parte de esa comunidad de los sin comunidad,
de esa patria de iguales a la que declara como el “reino de los raros”.
Tal vez por
eso la presentación del libro, organizada por la editorial hace pocos días en
la ciudad de Buenos Aires, no fue estrictamente una presentación, sino una
conversación entre el autor y Eduardo Rinesi, otro raro pensador de los temas
candentes de la escena (nacional) contemporánea. Allí Rinesi comentó con
entusiasmo que, al leer el libro, se dio cuenta que gran parte de las
problemáticas que Tatián abordaba en esos breves diez ensayos, ya las conocía:
las había escuchado, de boca del propio autor, en las jornadas de filosofía
política que año a año se realizan en Córdoba. Jornadas que caracterizó como
“un espacio de amistad para reflexionar sobre esos temas”. Temas diversos, como
ya se ha dicho.
Seguramente
por el momento que atravesamos como país, la de la democracia sea la más
relevante de todas las reflexiones abordadas. Definida como la “vertiginosa
experiencia de una incertidumbre radical”, recuperando los planteos de Claude
Lefort y como “producción de espacios insulares de otra comunidad”, rescatando
a Jaques Ranciére, Tatián se interroga por las pasiones y no sólo por las
razones de la democracia. Planteos, todos estos atravesados por una línea
común: la pregunta spinozista por lo que puede un cuerpo, en este caso, un
cuerpo social (¿podría ser de otra manera, teniendo en cuenta la cantidad de
libros en los cuales el autor aborda la vida y la obra de Spinoza?). “Empleo
aquí la palabra democracia” –insiste Tatián– “para designar la decisión común
de mantener abierta la pregunta que interroga por lo que los cuerpos y las
inteligencias pueden –ser y hacer–, y de establecer una institucionalidad
hospitalaria con la fuerza de actuar, pensar y producir significado con la que
cuentan los seres humanos”.
En fin, la
pregunta por las posibilidades de gestar comunidades inéditas que pongan en
común lo que no es común es una pregunta filosófica clave de nuestro presente.
De allí que sus reflexiones y afirmaciones sobre la democracia resulten un
aporte novedoso para pensar nuestros problemas, nuestra historia y nuestros
devenires, tal como sugería Gilles Deleuze.
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