“Una de las mayores cualidades de la cultura andina
es que puede adoptar elementos ajenos a su cultura”
Por Mariano Pacheco
(Publicada en Deodoro, gaceta cultural de la Universidad Nacional de Córdoba, agosto 2014)
Juan
Pablo Piñeiro tiene 34 años y es uno de los escritores bolivianos más
destacados de su generación. Cuando Sara Chura
despierte, su primera novela, fue
recientemente publicada en Argentina por una editorial cordobesa.
Nació en La Paz, donde vive actualmente. El año pasado fue
uno de los invitados a la tercera edición del Festival Internacional de
Literatura de Córdoba (FILIC). Allí conoció a Ondjaki,
un escritor de Angola, con quien dice sentirse muy identificado, “sobre todo
por la manera de pensar nuestros países”, cuenta en diálogo con Deodoro. En el FILIC Piñeiro también
estrechó vínculos con Magdalena González Almada, Micaela Van
Muylem y Javier Folco, quienes fundaron recientemente la editorial cordobesa
“Portaculturas”, que se propone publicar autores extranjeros poco conocidos en
Argentina. Cuando Sara Chura
despierte, la primera novela de Piñeiro (publicada en Bolivia en 2003), es
el primer título de este emprendimiento editorial, que desde hace algunas
semanas puede conseguirse en las librerías de la provincia y otros lugares del
país. El libro será publicado también en Francia y Suiza.
Como
un reloj que se adelanta
En su ya clásico libro Kafka: para una literatura menor, los
pensadores Gilles Deleuze y Félix Guattari sostienen: “Arrastrar, adelantarse a
la materia. El arte es un espejo… que se adelanta, como a veces los relojes”. Y
citan un pasaje del Diario de Kafka,
del 25 de diciembre de 1911, donde el escritor checo anota: “La literatura no
es tanto un problema de la historia literaria como un asunto del pueblo”.
Cuando Sara Chura despierte fue publicada en 2003, el año en que estalló en el
país hermano la denominada “guerra del gas” y dos años antes de que Evo Morales
ganara las elecciones que lo llevaron a la presidencia del Estado Plurinacional
de Bolivia. A distancia de la imagen del búho
de Minerva, quien “inicia su vuelo al caer el crepúsculo”, lejos de hacer con su ficción una representación de la
realidad, o de situar a la literatura en
un lugar similar al que Hegel colocaba a la filosofía –llegando “siempre demasiado tarde”,
siempre “después que la realidad
ha cumplido su proceso de formación y está realizada”, según supo remarcar en
el conocido pasaje del “Prefacio” a su Filosofía
del derecho- en la novela de Piñeiro asistimos ante una suerte de relato
profético. Un “tiempo distinto” se anuncia en su tercer capítulo, titulado “El
bolero triunfal de Sara”, donde puede leerse:
“Cuando Sara Chura
despierte estará más hermosa que nunca. Vestirá doce polleras de distintos
colores y bajará con su cortejo triunfal por la avenida Mariscal Santa Cruz, el
día de la entrada del Señor del Gran Poder del año 2003…
“Cuando Sara Chura
despierte y desfile por el centro de la ciudad lanzará hojas de coca, alcohol
blanco y estrellas de sal bendecidas por todos los guardianes del Altiplano,
cada estrella llegará a una persona distinta y anunciará su nuevo camino…
“Nunca más serás un
cadáver dirá Sara Chura imponente y agarrará las infinitas cabecitas, haciendo
surcos en el suelo para plantarlas de nuevo y que, como semillas ancestrales,
broten en un tiempo distinto, en un país diferente, como brotó la primera para
para darle vida a los Andes y empezar a tejer los días en que Sara Chura
finalmente despierte”.
--¿Qué relación ves vos entre esos
anuncios y el proceso político y social que vivirá Bolivia más tarde?
--Creo que la
literatura siempre será permeable a su realidad inmediata. En Cuando Sara Chura despierte yo no tenía la
intención de plasmar ninguna posición política, y justamente estos sucesos
acontecieron después de que había terminado de escribirla. Lo que me maravillaba
es la esperanza que tenía una cultura, después de siglos de lucha, de renacer,
de retornar. Esa es la metáfora que conduce el hilo de la novela. Por eso el
capítulo central está propuesto como un futuro que añora. Un futuro que anuncia
el retorno de un pasado. Ese era el movimiento que me interesaba. Los aymarás
tienen una canción maravillosa que se llama Ukax
Jacha Uru (aquel gran día), y en ella se habla de esta esperanza.
Política y literatura
En 2013
Piñeiro publicó su primer libro de cuentos, “Serenata cósmica”. Tres años antes
había salido al mercado editorial su segunda novela, Illimani Púrpura, que ya se reeditó dos veces.
El escritor boliviano
sostiene en diálogo con esta gaceta cultural que como sujeto tiene “una
posición política clara”, pero aclara que intenta que en su literatura no
exista tal posición, “porque justamente la ficción no aguanta, me parece, este
tipo de intromisiones” –dice– no sin antes insistir en que eso no significa “que
no se pueda hacer una lectura política de mi obra, en especial, porque en ella
se desarrollan y trabajan paradigmas que son desarrollados en el ámbito
político del proceso de cambio que se está viviendo en mi país”.
Tradición e innovación
Egresado de la
carrera de Literatura de la Universidad Católica de Bolivia, Piñeiro es además guionista de cine. Y ya elaboró su primer trabajo para el
film “Hospital Obrero” (2009).
--Quería preguntarte acerca de cuál
crees que es, en general, la actitud de los escritores de tu país ante la
amplia y extendida realidad campesino-indígena de Bolivia
--Creo que existe una tradición
literaria en mi país que a pesar de tener diversas propuestas estéticas y
narrativas, tiene una misma mirada hacia lo más profundo del mismo, es decir,
hacia lo que vos llamas su realidad campesino indígena. El castellano que se
habla en La Paz está poseído en su interior por la lógica del aymara. El
verdadero lenguaje es el aymara, el castellano termina siendo como una cáscara
significante. Creo que esta tradición a la que me refiero va por esa
línea. Por otro lado, creo que la mayor
parte de mis contemporáneos tiene una
posición clara ante esto y es justamente que quieren desembarazarse de esta
tradición.
***
Este cronista se interesa por saber cómo
Piñeiro cree que se combinan en su
escritura, o qué papel juegan esas dos grandes tradiciones que, en principio,
parecen correr por andariveles diferentes en la literatura del autor, que son
la gran tradición de la literatura occidental y la ancestral cultura indígena.
Piñeiro
responde que un textil andino es mucho más que una prenda de vestir. “Es un
texto, un objeto espiritual, un elemento que permite tejer la vida de cada
miembro de la comunidad con sus ancestros”, sostiene. Y agrega que el textil
andino fue el molde que se planteó para modelar su primera novela. “No sé si lo
logré”, afirma, pero asegura que muchos elementos de la estructura de Cuando Sara Chura despierte apuntan en
esa dirección. “Asimismo, en los textiles andinos muchas veces se representan
helicópteros o automóviles. Porque una de las mayores cualidades de la cultura
andina es que puede adoptar elementos ajenos a su cultura e incorporarlos sin
tensión a su universo semántico. Como tejido, la novela debía nutrirse de
varios hilos, entre ellos, la tradición de la literatura universal”.
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