“No podemos pensar la magnitud del genocidio desatado,
sino con el peso, la voluntad y la fortaleza que tenía
entonces la lucha popular”
Por Mariano Pacheco*
Integró uno de los
grupos fundadores de Montoneros, que ingresó en la escena política nacional el
29 de mayo de 1970, con el secuestro del dictador Pedro Eugenio Aramburu, quien
tiempo después sería ajusticiado. Fue uno de los máximos líderes de la
organización, integrando su Conducción Nacional. En 2013 publicó su monumental Montoneros. El peronismo combatiente en
primera persona, un libro de más de 800 páginas en donde no sólo se recorre
su historia personal y el devenir de la organización guerrillera sino la
historia política del país de los últimos 60 años. Un texto que, según Vicente
Zito Lema –quien realiza el prólogo- “rinde cuentas y exige cuentas”. Roberto
Cirilo Perdía se saca los anteojos, los apoya sobre la mesa, y asegura que no
deja de asumir que cuesta hablar del presente sin hacer referencias a su responsabilidad
como dirigente de una organización y de un proyecto revolucionario que fueron
derrotados. Y dice que las autocríticas que cree que debe hacerse las hizo en
ese libro. Y que entonces, más que hablar de eso, quiere dar su visión de las
causas del último golpe de Estado.
“Hablar del 24 de
marzo de 1976 es hablar de un punto de inflexión en la historia argentina”. Así
comienza la charla Perdía cuando se enciende el grabador. Y agrega: “siempre
queda la pregunta: ¿por qué pasó lo que pasó?”. Toma un respiro y argumenta: “Sabemos
que fue el inicio o un punto de radicalización de un genocidio que se fue
desatando un tiempo antes en la Argentina, y que todos ya sabemos cómo terminó:
30.000 compañeros desaparecidos, otros tantos presos, exiliados… Entonces la
pregunta, que es vital en nuestra historia, es cuál es la causa”. “El Pelado”,
como le dicen desde hace décadas en la militancia, sostiene que para “el
régimen” eso está muy claro en sus experiencias periodísticas: “el ERP y los
Montoneros en Argentina, el MIR en Chile, los Tupamaros en Uruguay, son los
responsables de los golpes de Estado. Creo entonces que la pregunta debe ser un
poco más profunda: ¿fue casualidad que en el mismo momento se dieran estas
situaciones en distintos lugares? Está claro que no. Que lo que pasó fue que la
lucha de masas había llegado a punto en la región, que apuntaba a una
independencia de nuestro patrón histórico (los Estados Unidos), que había
empezado con luchas como la de Salvador Allende en 1973 y que luego sigue en
Uruguay y otros lugares de la región, en la que los yanquis decidieron salir a
ganar terreno luego de la profunda crisis que había atravesado. Recuperar el
patio trasero implicaba, de ser posible, barrer de la faz de la tierra a todos
aquellos movimientos populares que acechaban y acosaban a su poder. Por eso no
podemos pensar la magnitud del genocidio desatado, sino con el peso, la
voluntad y la fortaleza que tenía entonces la lucha popular. La Doctrina de
Seguridad Nacional que aplicaron implicaba exterminar toda forma de
organización popular. Y eso fue lo que hicieron. Y ahí debemos buscar las
causas del golpe y la ferocidad desatada. Eso es importante tenerlo en claro:
cada vez que el movimiento popular avanza, tiene que saber que va a tener que
lidiar con políticas que pueden llegar a ser así.
***
El sábado 19 de
marzo, Perdía compartió con el cordobés Carlos “Vasco” Oarzacoa (militante del
Partido Revolucionario de los Trabajadores/Ejército Revolucionario del Pueblo),
una charla-debate titulada “Organizaciones revolucionarias frente al golpe”,
organizada por el Colectivo “Paravachasca por la Memoria”, que este cronista
tuvo el honor de presentar y coordinar, en el marco de las actividades locales
conmemorativas del 40 aniversario del golpe. Al día siguiente, luego de un
almuerzo, Perdía acepta el convite para hablar de la dictadura, pero también,
de la política actual, en el país, y en el continente.
--Cuatro décadas después del Proceso de Reorganización
Nacional, ¿cómo ves las perspectivas de las políticas emancipatorias, en Argentina
y en la región?
--Es difícil hablar
de estos temas en un momento de Latinoamérica como este, donde las luchas de
los movimientos populares están en baja. El ascenso de lo que aquí llamamos
macrismo al gobierno, lo que pasa en Brasil, en Bolivia, en Venezuela, dan la
sensación de agotamiento de un proceso que comenzó hacia finales del siglo
pasado. Un proceso que se fue agotando, en parte, por la incapacidad de estos
procesos de producir los cambios radicales que en muchos casos reclamaba la
sociedad, de terminar con las formas extractivistas de la economía, con la
concentración del poder económico (que dicho sea de paso fue el que más se
enriqueció durante el periodo de estos gobiernos), generar una organización
popular capaz de sostenerse en el tiempo y dar las peleas necesarias y no caer
en ese tema que está hoy a la orden del día, como es el fenómeno de la
corrupción. Esas son todas debilidades de estos fenómenos populares, sin las
cuales no podemos comprender lo que hoy está pasando. En Argentina está muy
claro: cómo viene a instalarse un régimen abiertamente reaccionario. Pero para
no desesperarnos, hay que mirar la historia. Siempre hay ciclos. ¿Y cuál es el
tema hoy? Pues bien, producir un corte, de tal manera que se impida que estos
movimientos reaccionarios asciendan. Por eso es importante, lejos del
pesimismo, aprovechar estos momentos en los que el movimiento popular
aparentemente está a la baja, para entender que son estos momentos en donde se
producen las condiciones para el alza que va a venir después. Hay que construir
en este tiempo la fuerza tal para que el momento de alza que se venga no
termine como terminó tras 2001, 2002, cuando se reclamó “Que se vayan todos” y
luego volvieron todos, y de la peor manera. Por eso desde hoy, todos los días,
hay que dar la pelea para construir ese poder popular que tiene que estar
arraigado de una fuerza social que se vaya apoderando de los resortes de poder.
Y no me refiero a los resortes de poder del Estado, sino a las necesidades
elementales de la vida de los sectores populares. Y en base a esa necesidad
generar un nuevo tipo de poder, con un tipo de organización política y social
que habrá que ver cuánto tiene que ver con este Estado que tenemos hoy. Porque
hay algo que hay que ver, que hay que discutir, y es la necesidad de realizar
una refundación. Porque acá lo que hay que cuestionar es la esencia
institucional de este país, desde la Constitución de 1853, aquella que defiende
la propiedad privada como inviolable, y que a la hora de promover la
inmigración, aclara: “europea”. Tenemos que terminar con eso. Y terminar con
eso implica barrer con el sistema institucional que lo sostiene. Y eso no puede
ser una cuestión de palabras. Eso hay que demostrarlo con hechos. Por eso estos
años, los que se vienen, deben ser los años de esa construcción, que va a traer
dolor, problemas. Pero de esta fuerza que podamos o no construir va a depender
el futuro. Para que esta vez, un nuevo avance popular, sea significativamente
distinto. Y ese proceso lo tenemos que construir sobre la base de
reivindicaciones como son la salud, el trabajo, la educación, donde el pueblo
comience a apoderarse de los resortes básicos de su vida cotidiana, para no
depender del sistema que nos somete. Dejemos que el sistema vote, haga sus
elecciones, elija a Juan o a Pedro, que para el caso vienen a ser casi lo
mismo, y preparemos las condiciones de un cambio más profundo. Ahí está la alegría
y la esperanza de un posible futuro que nos espera. Si pensamos en las alternativas
que esas perspectivas pueden generar en la organización popular, tenemos
optimismo respecto al futuro.
*Publicada en el sitio web del Periódico Resumen Latinoamericano.