Vida y vicisitudes de un chico del conurbano
Por Carlos Noro para
ArteZeta
En este libro, el escritor y militante Mariano
Pacheco elige contar su visión de la historia utilizando un interesante gesto
literario y autobiográfico. Entre la ficción y el relato de sus propias
vivencias (con nombres y personas que van y vienen, a veces de manera estable y
otras de manera frenética), es una especie de Odiseo contando su propia
historia. Una que tuvo las dificultades propias de quienes fueron “los hijos de
la derrota” de los setentas, que crecieron en los ochentas y llegaron a los
noventas con el aluvión neoliberal y la pizza con champagne como el gesto
aspiracional de un jet set, donde el uno a uno y el consumo desmedido eran la
supuesta regla de vida para las clases acomodadas.
A esa visión, Pacheco le opone su propia historia hecha de
dificultades, obstáculos y crecimiento en el conurbano profundo. Un lugar donde
va construyendo, junto a su propio crecimiento, la idea de una sensibilidad
social. Con el tiempo se transformará en militancia estudiantil, luego en
trabajo territorial, más adelante se vinculará con el movimiento piquetero y,
finalmente, llega a militar en diferentes movimientos sociales. En este
sentido, una de sus virtudes narrativas es la relación que el autor establece
entre sus intentos, pequeñas victorias y desencantos con las idas y vueltas de
un país en donde la militancia debió ser reconstruida luego de los
setentas.
Resulta entrañable también como Pacheco, alias Petty, da
cuenta a lo largo del libro de los distintos descubrimientos subjetivos que
funcionan de manera paralela a la militancia política. Allí aparecen los
primeros amores (y los últimos), el alcohol, los fichines como lugar de
encuentro con diferentes personajes que dan pie a diversas historias cruzadas.
Da la sensación de que la historia se fuera contando al oído, en primera
persona, mientras el 2001 se mantiene como el punto cúlmine. Aparece con el
resultado de todo este crecimiento que Pacheco se encarga de destacar como un
proceso colectivo.
La música es otro componente importante de esta historia en
donde también aparece la idea de lo colectivo. Por allí suenan el punk de 2
Minutos, Sin Ley y las letras combativas de Ricardo Iorio en Hermética. La
construcción de una identidad musical desborda en una perspectiva política y
una manera de entender la realidad. Este soundtrack es el que le
permite a Pacheco dar cuenta de la manera en que fue generando una amistad con
Darío Santillán, símbolo para la lucha popular en los años siguientes. Este es
otro punto fuerte del libro ya que permite ver otra cara más íntima del joven
militante asesinado el 26 de junio de 2002 por la represión policial en la
Masacre de Avellaneda.
Mariano Pacheco, a través de su propia historia, construye
una interesante memoria respecto al pre y post 2001 que seguro quienes vivieron
y recorrieron el conurbano en aquella época sentirán completamente entrañable.
Se trata de una gran manera de recuperar la historia en primera persona para
dar cuenta de las diferentes trayectorias de las clases populares.
2001, Odisea en el Conurbano, de Mariano Pacheco (Indómita Luz editora)