La literatura como modo específico del conocer
Por
Marina Chena para Lobo suelto!
Pregunta Pacheco -interrogándose a sí: ¿Qué hace Arlt, un escritor periférico, que trabaja la narrativa y el periodismo –sí, es cierto, también fue dramaturgo… ¡pero para el Teatro del Pueblo!– en medio de pensadores centrales de la talla de Nietzsche y Freud? Responde con la siguiente hipótesis: es una reivindicación de la literatura en tanto modo específico del conocer.
Y
sigue: ya en este nuevo siglo no queda lugar a dudas, ninguna cultura
nacional puede pensarse sin una interrelación estrecha con el resto del mundo
(de aquí que el legado internacionalista, tanto freudiano como marxista, sea un
componente central a reivindicar). Y ningún pensamiento crítico actual puede
obviar dirigir críticamente su mirada al pasado. Así como tampoco ninguna
disciplina o rama del conocimiento puede aspirar a ser autosuficiente, ni
tampoco ningún escritor o escritora, pensar que puede, solo, realizar una tarea
que es colectiva
El libro dispone la lectura y se
dispone a ser leído: libro-dispositivo de hacer ver, propone localizar en esa
intersección entre literatura, psicoanálisis y filosofía, una manera de pensar
problemas actuales de la cultura y de la política.
El síntoma sustraído de las fronteras de una teoría y una técnica
específicas se constituye en organizador del análisis político que, sin enunciarse como tal, trabaja sobre los
resortes colectivos de los modos de vivir, de sufrir, de luchar. Pacheco recorre las ideas de pensadoras,
escritores, psicoanalistas sin programa de tipo académico, pero con la agudeza
de un lector apasionado.
El libro-recorrido, elabora con
método de hilván una composición de imágenes, que muestra la capacidad
expresiva de un pensamiento disidente –cada una de las voces
que hace dialogar– que Pacheco invita a trasvasar a nuestros problemas
actuales. Trasvasar y no aplicar, porque en el movimiento de fluidos se pierde
la forma fija que lo contiene. El método importa en tanto es en sí una
estrategia de intervención sostenida como un vaivén, un ritmo, una cadencia del
pensamiento. El libro muestra una conversación inexistente, posible a partir de
la voz de Mariano que, en tanto lector, torsiona categorías y las devuelve
convertidas en nuevos artefactos, vivos, que nos hace preguntar por los
humillados, los ladrones, las olvidadas, las heridas. En ese universo que
reconstruye a partir de las obras de Arlt, Freud y Nietszche, pero también
Piglia, Massotta, Bleichmar, Guattari, Deleuze; en esa runfla de personajes de los márgenes encontramos preguntas por
problemas que nos rozan y conmueven hoy con la actualidad que tienen las
injusticias irresueltas. Robar,
así, aparece como una acción “meritoria y bella”, como el lugar desde el cual
poder hacer las primeras herramientas para desenvolverse en el “oficio”, desde
el cual poder ganar dinero. La poética del robo no como estetización del
acto, sino como capacidad de situarse en otra relación con el dinero y las
relaciones sociales que organiza y lo organizan. Si se rechaza el trabajo como
modelo de la expropiación de las mayores potencias vitales, poetxs, ladronxs e
inventorxs emergen como la contracara de una subjetividad que se afirma en la
propiedad de las cosas y las personas. A través del trabajo, la sociedad de
clases, revela su carácter inherentemente desposeedor y por lo tanto
humillante.
¿Cómo
se fuga hoy? ¿Cómo se fabrica un modo de vivir no reducido en su totalidad a la
obediencia -a veces soportada, otras veces buscada– al ideal neoliberal? ¿Cuáles
síntomas son los nuestros? ¿Cómo hacer lo que Arlt hizo hacer a sus personajes
y a él mismo como escritor no incluido en el canon académico?
Mariano
introduce el análisis de Piglia, sobre la perversión de la escritura que
provoca Arlt. Sobre el modo en que opera
una marca de origen plebeyo, que funciona como crítica a la elitización del
acceso a la lectura y por lo tanto a la escritura. Nadie escribe fuera de su
tiempo. Y sin embargo, podemos apelar a escrituras que aun con la enorme
distancia temporal que nos separa de ellas, son herramientas de elaboración de
nuestro presente.
Quizás
porque escribir es otra forma de leer.
El
libro de Pacheco, es también una pregunta sobre los modos de leer.
¿A
qué llamamos hoy leer? En épocas de urgentes necesidades de comprensión de la
coyuntura, las lecturas, a veces también urgentes y aceleradas, envejecen
pronto y pierden rápidamente su capacidad crítica, entendiendo como tal una
manera de pensar la transformación social. Leer
es otra manera de estar en común, porque en la lectura detenida, en la
interrupción fabricada de un tiempo que se aquieta, surgen las voces de quienes
leen con nosotrxs y contra nosotrxs.
El
índice del libro muestra un programa de lectura, que da cuenta de lo que
Rozitchner dijo sobre la lectura como la posibilidad de realizar una
transfusión de sangre a lo escrito. Hacer pasar el máximo de vitalidad que un
cuerpo puede en el acto de leer. La
composición de los autores elegidos para esta conversación imaginaria, nos deja
frente a la lectura de una constelación afectiva que recorre las páginas, las
reflexiones, las dudas, las tensiones que propone el autor. La lectura que nos
roza como el aire cuando caminamos. Que hace posible desmontar la estética
dominante y convoca una creación nueva a la altura de la época. Hacer trabajar
el psicoanálisis como máquina de producción afectiva, de resensibilización
-como tarea que propone Rita Segato para los feminismos– la invocación de los
mitos como estrategia de lectura no modulada.
Animar
el presente, en el sentido de ese trasvasamiento al que aludía antes, propuesto
por Mariano, y que no se reduce solo a las ideas sino que fundamentalmente
atañe a los cuerpos hoy humillados, heridos, afectados. La lectura como acceso
a una subjetividad en disputa.
Sztulwark
se pregunta dónde están los amigxs y lxs encuentra allí donde es posible reunir
fuerzas para huir de la época.
Esas amistades que abren a partir de Arlt, Freud y Nietzsche, fuerzan una lectura no institucionalizada del psicoanálisis, no ordenadora, no pacificadora. Sino como disposición a que algo pase. A que algo nos pase. Arlt, Freud y Nietszche como forma de estar en común, sin ser la comunidad de iguales. Sostener como un gesto la comunidad de lxs que no, lxs incontadxs. De ese prototipo del humillado que fue Erdosain.
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