Cuatro décadas las
elecciones del 30 de octubre de 1983. Sobre estos 40 años trabajé a fondo en mi
reciente libro “La democracia en cuestión. La larga marcha hacia la
emancipación”, del que extraje este breve apartado
Como Hannah Arendt señaló
en su clásico libro “Sobre la revolución”, la guerra y la revolución
constituían “los dos temas políticos principales” de ese tiempo (el siglo XX),
La democracia, en cambio, es el elemento central de las disputas políticas e
ideológicas de este momento histórico, “era del realismo capitalista” en donde
no han desaparecido las guerras pero ha quedado ausente del vocabulario y el
imaginario político de los pueblos del mundo tanto el concepto como la
perspectiva de revolución (al menos como se entendió durante el siglo
pasado).
Importancia del concepto
de democracia, entonces, para las luchas populares y los procesos de
organización desde abajo que se vienen produciendo en el continente durante las
últimas décadas.
Atendiendo a la polisemia
del término, no podemos menos que ser parte activa de las disputas por sus
sentidos, ya que –como señaló Eduardo Rinesi en su libro Política y tragedia.
Hamlet, entre Hobbes y Maquiavelo– es parte del carácter trágico de la política
que el significado de las palabras sea en general –y no sólo en este caso–
ambivalente. Nunca un concepto está “atado” a una sola significación, sino que
las palabras están “fuera de quicio”. De allí que resulte tremendamente
improductivo descartar la palabra democracia fuera del campo de los sujetos
populares que pujan por emanciparse.
Es en este sentido que considero la pertinencia del debate sobre la cuestión democrática en una doble perspectiva: por un lado, como intervención actual, frente al avance de propuestas de radicalización de las derechas, frente a las cuales las democracias (liberal-representativas) funcionan como última línea de defensa de libertades ciudadanas y posibilidad de persistencia de conquistas en derechos laborales y sociales; por otro lado, como ejercicio crítico para repensar nuestras tradiciones y ensayar nuevos modos de política popular para recrear una perspectiva emancipatoria.
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