domingo, 13 de octubre de 2024

Culpa cero, de Valeria Bertuccelli

 


Me encanta como actúa Valeria Bertuccelli y me dio curiosidad saber que en “Culpa cero” no sólo protagonizaba sino también dirigía, junto a Mora Elizalde, quien a su vez colabora con el guion (junto a Malena Pichot). Así que el otro día fui a verla al cine Lorca.

 

La verdad que el film tiene una temática super interesante. Resumiendo, salvajemente, se podría decir que trata sobre una exitosa escritora de autoayuda que “la pegó” con tres libros que fueron best Sellers. Sin embargo, pronto –en una combinación fatal entre programas televisivos de esos de chimentos y redes sociales– ella termina cancelada, al descubrirse que Marta es –además de su asistente personal y las más de las veces “niñera” (sostén afectivo) de su hija– su “escritora fantasma”. Una “ghost writer” que, para mal de males, plagia frases de célebres figuras como, Buda, Séneca o Gandhi.

 

Sin embargo, me da la sensación de que no es su mejor protagónico y que la temática daba para algo más. No sé bien qué (no me dedico al cine) pero como que queda a mitad de camino entre una crítica al presente y cierta frivolidad. Cecilia Roth y Justina Bustos tampoco se lucen demasiado en sus papeles de amiga de la escritora y empleada-todo-terreno.

 

De todos modos, me quedo pensando en algo que tiene un vínculo con cuestiones que interpelan fuerte a lecturas que vengo haciendo desde hace años, respecto de la culpa que se nos introduce desde nuestra infancia, el largo historial de la culpa en la cultura de occidente (atravesada por una religión como el cristianismo que hace gala de llevar un tipo crucificado en el cuello como símbolo) y la crítica nietzscheana a la moral.

 

Me pregunto si no hay algo del nihilismo contemporáneo en donde ya ni ese historial de culpa tiene lugar, porque en el sin sentido y vale todo de estos tiempos, lo importante es consumir, y construir una imagen y la culpa, cero, no tiene lugar, no por un trabajo crítico realizado sobre la subjetividad y las experiencia de nuestros cuerpos en un sentido emancipatorio, sino “culpa cero” porque cero es ya el número que expresa la mirada hegemónica respecto de los valores que pueden guiar nuestras existencias singulares y colectivas.

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