sábado, 25 de octubre de 2025

Acerca de la serie “Mussolini, hijo del siglo” y la coyuntura política argentina



Una gran serie y su final (sobre todo visto en la Argentina), inquietante, ya que se estrenó en esta, la semana previa a las elecciones parlamentarias donde el experimento libertariano en curso busca (no sin alianza estrecha con la “casta”, y el respaldo gore de Estados Unidos) consolidarse para relanzar su tanato-política de ajuste, si hace falta, con mayor represión a quienes podamos oponernos abiertamente. Un consolidarse que implica al Parlamento, con su “fuerza propia” y la de “opositores blandos” asustados y siempre dispuestos a “colaborar” en caso de que al oficialismo le vaya bien en las elecciones.

 

Todo esto viene a cuento porque la ficción audiovisual (que adapta una novela de Antonio Scurati con un trabajo de guion a cargo de Stefano Bises y Davide Serino bajo dirección de Joe Wright) no ahorra procedimientos para transmitir toda la violencia que lleva Mussolini de ser un marginal socialista converso al Duce, con sus Camisas negras torturando, golpeando, denigrando y asesinando opositores (la música electrónica de Chemical Brother, la yuxtaposición veloz de imágenes tipo clip imprimen la violencia visceral en sonidos e imágenes y no sólo en el contenido de la historia).

 

La cronología abordada por la serie culmina a fines de 1924- inicios de 1925, con el asesinato del líder parlamentario socialista Giacomo Matteotti, pero, sobre todo, con esos minutos finales del octavo y último capítulo, en donde al quedar en evidencia el asesinato, Mussolini no renuncia, no retrocede, sino que hace gala de la violencia criminal constitutiva del fascismo, y busca (más por omisión que por aprobación) la aprobación del parlamento italiano a su figura, su proceder.

 

El protagónico de Luca Marinelli es realmente para destacar (sus monólogos directos mirando a cámara dan a la serie una potencia arrolladora).

 

Me quedo con ganas de más capítulos, de ver entrar en escena a Antonio Gramsci y, también, de volver a leerlo, junto con ese otro par comunista peruano, el Amauta José Carlos Mariátegui, ya que ambos, con sus lúcidas escrituras, contribuyeron a pensar el fascismo histórico y tal vez puedan ayudarnos a pensar mejor el avance de las extremas derechas en el mundo contemporáneo.

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