Escribe
Esteban Rodríguez Alzueta:
“En
el libro de Pacheco los piqueteros no son abordados como objeto de estudio,
pero tampoco son postulados como el sujeto privilegiado para organizar el
protagonismo popular. Los piqueteros tienen nombre y apellido, discuten,
viajan, se cagan de frió o de calor, toman mate, escuchan música, arriesgan y
se equivocan y lo vuelven a intentar. Los piqueteros de Pacheco no escatiman en
chicanas, ni mezquindades. Los piqueteros se parecen a nosotros. Están hechos
con las mismas miserias, pero también con las mismas apuestas. Son ingenuos y
astutos a la vez. Testarudos y permeables a otras influencias. Pacheco piensa a
los piqueteros desde el riñón de la propia experiencia de lucha. Una lucha
revisitada con sus contratiempos y contradicciones, que no pierde de vista la
perspectiva de los propios actores involucrados en esas luchas; una lucha
–insisto- que no tiene ningún problema en reconocer la confluencia tensa de
trayectorias contradictorias que se fueron condensando en un proceso de una
lucha donde se avanzaba y retrocedía siempre en zigzag”.
(Extracto de la presentación a la segunda edición del libro)
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