POR MARIANO PACHECO
(Director del Instituto Generosa Frattasi)
Un paso histórico se ha dado hoy para las trabajadoras y trabajadores de la Economía Popular en su conjunto, pero también, para la masa de explotadxs y oprimidxs de la Argentina. Incluso, como en su momento las Madres de Plaza de Mayo y el Movimiento Piquetero, esta "novedad local" trasciende las fronteras nacionales, puesto que el capitalismo que genera este sector se caracteriza por una lógica internacional, desde siempre, pero aún más en el contexto de globalización neoliberal.
La UTEP es digna heredera de las luchas de la clase obrera, desde la organización de los primeros gremios hasta las mutuales, bibliotecas y sociedades de ayuda mutua emprendida por socialistas y anarquistas, y más tarde por comunistas; del poder sindical y las comisiones internas de las y los cabecitas negras hasta el clasismo de los setenta, pasando por el accionar clandestino en fábricas y barrios durante la resistencia peronista. Incluso por su carácter plebeyo, la UTEP hace justicia con su avance a la conformación como sindicato del Precariado al conjunto de luchas populares más allá (y más acá) de la clase obrera: de las rebeliones indígenas contra la colonización a los feminismos populares; de las lanzas montoneras a las ocupaciones de tierras impulsadas por el cristianismo de base para construir viviendas.
Se abren ahora enormes desafíos: no sólo imaginación política y creatividad, sino también de recrear, ejercitar la capacidad de aprender de nuestra historia y construir un sindicato democrático y participativo, con mirada integral popular y no corpoativo, es decir, un sindicato que siga peleando por las reivindicaciones inmediatas a la vez que contribuye a seguir transitando el largo camino hacia la Justicia Social.
Así que
felicitaciones
, compañeras y compañeros: como aquí durante el macrismo no se rindió nadie, ahora empezamos a ver los frutos de tantas peleas. Porque nadie nos regaló ni nos regala nada.
Que el Ministerio de Trabajo de la Nación firmará la resolución que nos otorga personería social es producto de múltiples batallas: las horas y horas de trabajo territorial comunitario, de sostenimientos de unidades y polos productivos; de reuniones y actividades; de ollas populares y grandes movilizaciones; de la creación de nuevos espacios de lucha; del sostenimiento de organizaciones paridas al calor de antiguas batallas contra otros malos gobiernos. Y también, de la definición de una estrategia determinada para el movimiento popular, y el acierto táctico de un momento electoral.
La lucha en las calles, las peleas administrativas y la disputa al interior de las instituciones del injusto poder vigente hoy permiten que esta victoria se ponga en serie con los espacios conquistados
al interior del Estado Liberal: de la Secretaría de Economía Social del ministerio de Desarrollo Social de la Nación a la Secretaría de Economía Popular del ministerio de Desarrollo de la Comunidad de la Provincia de Buenos Aires; de la Secretaría de Agricultura Familiar al INAES; de los espacios en el Congreso nacional y legislaturas provinciales a las varias docenas de concejales que los movimientos populares han logrado incorporar a Concejos Deliberantes Municipales.
Muchas veces no nos ven, no nos escuchan (o simulan no hacerlo), pero nuestras voces llegaron para imponerse y recordar a toda la sociedad que, como dice la consigna:
“SIN ORGANIZACIÓN POPULAR NO HAY JUSTICIA SOCIAL”
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