La nueva clase trabajadora
El 1° de Mayo de 1996 en un costado de la Plaza de Mayo se instalaba un camión que horas más tarde oficiaría como palco para los organizadores de otra movilización.
Como en otros tiempos, desde las barriadas populares, abigarrados contingentes se arrimaban a la Capital. Eran los despojados, hombres y mujeres de rostros marcados por el sufrimiento cotidiano, niños de todas las edades que, sin embargo, tenían algo en común: todos, sin excepción, parecían tener más años que los que tenían.
Allí estaban los marginados de la sociedad del espectáculo: ancianos que regresaban a la histórica Plaza, aquella que fue testigo de tantas gestas heroicas, de tantas ilusiones, alegrías y también frustraciones; mujeres con sus hijos en brazos, expertas en la lucha por la sobrevivencia cotidiana, que nadie como ellas conoce; mujeres que a partir de ese momento, comenzarían a transitar los caminos de otra lucha, que ya no se libra individualmente, sino de conjunto.
Era el pobrerío que llegaba a decir ¡basta!: al hambre, a las humillaciones cotidianas. Avanzaban cantando en medio del frío de aquel crudo otoño porteño con sus termos, con sus mates, esos con los que se comparte el día a día, en cada casa, en cada barriada.
Algunos portaban rústicas pancartas hechas a mano, escritas con fibrón. “Por trabajo y dignidad, ni un paso atrás”, podía leerse en algunas de ellas. Cuatro carteles, colgados del cuello de los pibes que marchaban al frente agarrándose de las manos, formaban la siguiente frase: “Es preferible / morir de pie / y peleando / que de rodillas y de hambre”. Imagen publicada al día siguiente por el diario Crónica. Una bandera argentina encabezaba la columna. Llevaba una inscripción estampada en aerosol negro: Movimiento de Trabajadores Desocupados.
El MTD no era una organización única; tampoco un “movimiento” en los términos mas clásicos. En los hechos, era un conjunto heterogéneo de comisiones barriales que, sin vínculos entre sí, se habían ido desarrollando con el objetivo de agrupar a los desocupados.
Desde cada barrio, con la banderita de cada comisión, podía verse a militantes sociales, ex militantes de partidos políticos, ex activistas sindicales, curas tercermundistas, militantes cristianos. Los ausentes: los figurones de la política de aparato y superestructura.
La jornada, que asumía el Día de los Trabajadores desde una concepción que distaba del ritual monótono de las efemérides, continuó con oradores que se dirigían a la multitud desde el camión. “Estamos aquí los que no tenemos trabajo, pero hoy más que nunca tenemos dignidad”, dijo Gabriel, dando inicio al acto. Palabras, las de El gallego de Avellaneda, que encendieron los ánimos de los presentes que no dejaban de expresar su bronca en cánticos contra Menem, mientras algunos hacían estallar petardos y otros con sus instrumentos de percusión acompañaban con ritmos de murga, melodías típicas de las canchas de fútbol. Mariano aplaudía, entusiasmado: tenía 15 años y era ésa una de sus primeras movilizaciones.
El acto continuó y, con él, sus oradores. “Llegar a esta plaza y estar hablando aquí arriba... se nos hizo muy difícil” expresó Lili de La Matanza, en ese encendido discurso que expresaba a tantas mujeres allí presentes. Luego agregó: “Porque no estamos aquí para engañar, no estamos para transar, no estamos para traicionar, no estamos para claudicar, estamos aquí para confrontar. Hoy, cuando la miseria y el hambre acosan a nuestras familias, es necesario reflexionar sobre quiénes son los responsables de esta canallada, y no tenemos dudas compañeros, los responsables son quienes sostienen a este inhumano sistema capitalista. Y nos pusimos de pie siguiendo el camino que nos marcó el Santiagazo, la resistencia de los trabajadores jujeños, las movilizaciones de los desocupados de Neuquén, la confrontación en defensa de la educación pública de los estudiantes de La Plata, los enfrentamientos de los metalúrgicos de Ushuaia, y las puebladas de Ezeiza y Dolores. Y poner todo nuestro esfuerzo para que el MTD sea una organización distinta, pluralista, democrática y capaz de irradiar a todos los sectores el espíritu de lucha que hoy nos anima”.
Continuó un desocupado de la Comisión de Almirante. Brown: “Es necesario que formemos una organización amplia, democrática que discuta en cada barrio, en cada distrito, en cada provincia, un plan de lucha y un programa alternativo para que podamos combatir a este gobierno corrupto”. También hablaron, entre otros, Raimundo de Quilmes y Sergio de San Martín, quien cerró el acto.
HIJOS La Plata, Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora) y la Comisión Argentina por la Libertad de los Presos Políticos, fueron algunas de las organizaciones que acercaron su adhesión al acto, junto con la de Horacio Panario, quien desde su encierro en la cárcel de Neuquén se hizo presente en la Plaza.
Todo terminó por la tarde con una misa realizada sobre el palco. El sacerdote histriónico que la oficiaba era el quilmeño Luis Farinello.
*Extracto del libro "De Cutral Có a Puente Pueyrredón, geneaología de los Movimientos de Trabajadores Desocupados", Mariano Pacheco, 2010, Editorial El Colectivo
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