1-
Resulta lógico que el peronismo cierre
filas cuando se ataca a la vicepresidenta de la nación, sobre todo si es la
misma persona que ya fue dos veces presidenta de la Argentina y es quien aún
conduce el espacio mayoritario de la coalición de gobierno.
2-
Sobre esa coyuntura de ataque
mediático-judicial activan quienes legítimamente pretenden que CFK vuelva a ser
conducción del conjunto del peronismo y sectores afines, y es lógico en ese
contexto que se largue la consigna “Cristina 2023”.
3-
Esta situación se produce sobre un doble
telón de fondo:
* Por un lado, de una derecha que ataca y pone a CFK como blanco principal,
especulando que, al instalar nuevamente la lógica de la grieta, ellos ganan
*Por otro lado, de una masa crítica harta de las vacilaciones del
presidente y convencida, ella también, que con la polarización se gana.
4-
En este camino, las militancias
identificadas con Cristina trazan el paralelo “peronismo/kirchnerismo”, quizás
sin prestar demasiada atención a la diferencia entre lo que el kirchnerismo
produce en militancias propias y quizás una gran masa crítica de personas de
las principales ciudades del país, con el arraigo en el mundo obrero y popular
que el peronismo histórico supo cosechar (lógica bajo la cual se encuentran
muchas dificultades para explicar no sólo la derrota electoral de 2015 –y en
otros término, las de 2017 y 2021—sino también cómo la grieta no se produce
entre Recoleta y Avellaneda, Palermo y Berisso, sino al interior mismo de esos
mismos barrios, con todo lo que el territorio expresa en términos
sociológicos).
5-
Así y todo, las cartas están echadas: no
parece haber otra estrategia superadora en curso y por eso no sostener un apoyo
activo a CFK parece ser una automarginación de la coyuntura política en curso.
6-
Este apoyo no debería impedir sostener
una determinada prudencia, al menos en términos de no traducir de manera tan
transparente que este apoyo del peronismo a CFK ante los ataques de la derecha
se constituyen inmediatamente en un apoyo a una reducción del espacio político
(pasaje del Frente de Todos a un kirchnerismo puro, para decirlo rápidamente).
7-
Esa prudencia no puede dejar de tener en
cuenta el dato insoslayable de que, por fuera de Cristina, no apareció en el
peronismo ninguna otra figura ya ni digamos con capacidad de disputar con ella,
sino siquiera de aglutinar tendencias con otras posiciones (Alberto tuvo la
oportunidad, peor el hombre, como en tantas otras cosas, dejó pasar el
momento).
8-
Frente a esta nueva situación, las
militancias populares del Frente de Todos que no se cobijan bajo la conducción
de Cristina, quedan expuestas al desafío enorme de tener que procesar de manera
muy creativa cómo actuar en la coyuntura (“piden pan/ no les dan. Piden queso/
les dan hueso… Y le cortan el pescuezo”).
9-
Los Movimientos Populares sostienen gran
capacidad de movilización masiva con una agenda social amplia, desarrollo
territorial muy extendido en todo el territorio nacional, sobre todo entre los
sectores más plebeyos, pero sin poder traducir ese poder social en un peso de incidencia
real en la realidad estrictamente política.
10-
Por todo esto hoy, más que nunca, la
unidad del Movimiento Nacional resulta fundamental, para que esta capacidad del
peronismo y sectores fines, de cerrar filas frente a un ataque de la derecha
que hoy se condensa en el nombre de Cristina, se transforme en capacidad de
elaborar un programa mínimo que logre dar respuestas a las necesidades y
anhelos populares que, tanto en la actualidad como en 2019, sólo el Frente de
Todos –con todos sus problemas y sus cruces de todos contra todos—parece ser
capaz de canalizar mínimamente. Los padecimientos y malestares en las grandes
masas parecen ser muchos, y muy profundos. Es hora de recordar que hay patria
pa` todes, o no hay patria pa` naides.
MARIANO PACHECO
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