La miniserie británica de 8 capítulos que, tardíamente, descubrí en Netflix, tiene un final medio pedorro, pero en contraparte posee la gran virtud de atraparte con casa episodio (y eso que duran entre 45 y 50 min cada uno).
Una
pareja de chicas jóvenes que se dedican a indagar en la web y deschavar secretos.
Al principio por dinero, pero luego –al menos una de ellas— por una cuestión
moral.
La serie
es de 2020, y no tiene nada que ver con el film danés de 1995 (el año pasado se
hizo una reversión norteamericana, que no vi, a diferencia de la primera), sino
que está basada en la novela de Harlan Coben.
Esta historia llena de secretos, pero también
de sorpresas, de giros inesperados, cuenta con al menos dos destacadas actuaciones,
que conforman además el pilar de las dos parejas protagonistas: Siobhan
Finneran interpreta a la experimentada detective Johanna Grif, quien llevará el
caso de investigaciones múltiples que presenta la historia al ramificarse (una alpaca
que aparece decapitada, un joven que es internado luego de que lo encuentren
desnudo e inconsciente en el bosque, donde se realizó una “fiesta muda” entre
los adolescentes del pueblo; una mujer que desaparece y otra que es asesinada…)
y Richard Armitage, en el papel de Adam Price, abogado que lleva el caso de una
historia secundaria (un ex policía que está por ser desalojado de su histórica
casa porque está por avanzar allí un proyecto inmobiliario) y, a la vez, esposo
de la mujer desaparecida.
Lo más
interesante para mí es el trasfondo de exposición de nuestras vidas
contemporáneas, producto de lo esclavos que permanecemos al uso de tecnologías
(teléfonos celulares, redes sociales, navegación por internet), pero también,
de los crecientes simulacros con que el capitalismo puede encantarnos para
virtualizar nuestras vidas, incluso cuando estamos de cuerpo presentes (en este
caso, los test de embarazo, las ecografías y las “panzas” que permiten simular
un embarazo).
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