Para bien o para mal somos tangueros*
El
interés que logra captar el tango entre los habitantes de la ciudad del tajamar
es creciente. Sin ir más lejos, entre los eventos culturales que tanto los
turistas como los locales venimos pudiendo disfrutar durante enero, están
vinculados con este género.
Por Mariano Pacheco
(@PachecoenMarcha)
Tanto
hoy (miércoles 27 de enero), como el miércoles 10 de febrero, desde las 21
horas en la explanada del Reloj público de la ciudad, habrá un espectáculo de
“baile abierto”. Este viernes 29 de enero, a partir de las 20 en el Museo
Dubois, se llevará adelante el ciclo “Cuando el Tango se hace Poesía”, donde se
presentará el libro “Querido tango”, se desarrollará una interpretación poética
a cargo de José Luis Thomás y también actuará el Ballet Municipal, bajo la
dirección de Mario Siandro.
“Para
bien o para mal somos tangueros”. La frase pertenece al poeta Francisco Urondo,
y fue escrita para presentar, en 1964, el primer disco del grupo de Juan “Tata”
Cedrón, primero trío y luego cuarteto. En aquél lompley, la música de Cedrón se
entremezcla con la poesía recitada de Juan Gelman, y textos del mismo autor
musicalizados por el Tata. Era el inicio de una nueva generación en el género,
y un modo novedoso de cruzar poesía y canción.
El
tango, surgido en los suburbios de Buenos Aires promediando la década del 70
del siglo XIX, no solo ha logrado sostenerse por casi un siglo y medio, sino
que ha mutado, se ha extendido, y hoy puede verse, aprenderse, escucharse,
bailarse en distintos lugares del país, donde los “circuitos tangueros”, donde
se mezclan turistas extranjeros y locales, crece cada día.
Es
que en los orígenes mismos del tango está presente la mezcla: entre inmigrantes
y criollos, entre ritmos locales y extranjeros. Desde los tiempos de Ángel
Villoldo primer referente del tango “cantado” (para orgullo del oficio, también
periodista que escribió en la revista Caras y Caretas y trabajó como tipógrafo
en el diario La Nación), a la actualidad, el tango ha pasado por distintos
momentos, sin dejar nunca de expresar esa mezcla cultural que se ha ido
reactualizando a lo largo de las décadas.
A
contrapelo de lo que sucedió durante la década del 90, en donde la cultura
tendió a universalizarse sin dar cuenta de las diferencias nacionales (la proliferación
de shopings y Mc Donals, dos entidades que aún hoy no están presentes en Alta
Gracia, son una muestra acabada de lo aquí planteado), en los últimos años ha
crecido en el país cierta perspectiva, impulsada por gobiernos de distintos
signo político, que tiende a exacerbar ciertos caracteres del lugar: no solo el
“cordobesismo” propugnado por el ex gobernador José Manuel De la Sota (Unión
por Córdoba), sino también el Movimiento Popular Neuquino (que lleva más tiempo
aún en la gestión del Estado provincial), o incluso el recientemente electo
presidente de los argentinos, el ex jefe de gobierno porteño Mauricio Macri
(que ascendió al poder de la mano del Pro, un partido surgido de las entrañas
de la ciudad-puerto).
Como
sea, y más allá de las preferencias electorales del lector, lo que aquí se
trata de subrayar es que el tango muchas veces fue identificado como música de
Buenos Aires, como “cosa de porteños” (y así, el cuarteto, como contracara,
sería “la” música de los cordobeses). Sin embargo, durante las últimas décadas,
han surgido y se han desarrollado milongas, escuelas de baile y de canto y
eventos culturales ligados al género en distintos lugares del país. Cada vez
más personas viajan del exterior hacia Buenos Aires para aprender y respirar cierto
aire tanguero, y allí se enteran de que experiencias similares pueden
encontrarse en otras latitudes de la geografía nacional, desde La Quiaca a
Tierra del Fuego, pasando por el corazón mismo del país.
Es
que para bien o para mal, ya lo dijo “Paco” Urondo, los argentino, somos
tangueros.
*Nota
publicada en el sitio web del periódico Resumen
de la región (Alta Gracia-Córdoba)
No hay comentarios:
Publicar un comentario