(Extracto
del libro Montoneros silvestres.
Historias de resistencia a la dictadura en el Sur del Conurbano)
El
15 de enero de 1978, luego de permanecer secuestrada durante más de un año en
la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), los marinos asesinaron a
Norma Esther Arrostito[1].
Gaby —la Gaviota,
como alguna vez la había bautizado la hija de Jorge Lewinger— era la única
mujer entre los fundadores de Montoneros. Había sido la compañera de Fernando
Abal Medina (entonces número uno de la organización) y tras la ejecución del ex
presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu —acción con la que Montoneros se
presenta públicamente a la sociedad argentina— Arrostito aparecía entre las
caras de los peligrosos «delincuentes subversivos» más buscados del país. Eso
había sido a mediados de 1970. Seis años después, en diciembre de 1976, La Gaby
—junto con Mario Eduardo Firmenich— era la única
sobreviviente de aquel «grupo originario» de Buenos Aires[2].
Ni
bien se enteró de su muerte (en realidad, de su «secuestro», aunque para todos,
en aquel momento, La Gaby había sido acribillada en la localidad bonaerense de
Lomas de Zamora), Gonzalo Chaves se dejó llevar por su cuerpo en una larga
caminata por distintas barriadas de Quilmes: La Cañada, Villa Itatí, La
Florida, Kolynos… Para su sorpresa, según le contó alguna vez a su compañero
Jorge Lewinger, se encontró con que, en muchas casas humildes, de familias
obreras, peronistas, tenían velas encendidas en su memoria. «Qué ceguera la
nuestra de no percibir la trascendencia de la flaca Norma, de lo que ella
representaba para muchos hombres y mujeres de nuestros barrios. Porque Norma
para nosotros era una gran compañera, una valiosa mujer, pero una más entre
muchas. Ocupaba un lugar importante en la organización, pero no de los más
prominentes. Había un abismo entre lo que mucha gente sentía por ella y lo que
decían nuestras evaluaciones internas».
Para
casi todo el mundo La Gaby había sido asesinada. Así lo
publicaron los diarios el 3 de diciembre de 1976, en base a la información que
el régimen había puesto en circulación: «El Comando de la Zona 1 informa que
como resultado de las operaciones de lucha contra la subversión en desarrollo,
fuerzas legales llevaron a cabo una operación el día 2 de diciembre, a las 21
horas, en (Manuel) Castro y Larrea, de la localidad de Lomas de Zamora. En esa
oportunidad fue abatida la delincuente subversiva Esther Norma Arrostito de
Roitvan, alias Norma, alias Gaby, una de las fundadoras y cabecillas de la
banda autodenominada Montoneros».
De
hecho, la propia organización publica en febrero de 1977, en el Nº 15 de la
revista Evita Montonera, una
nota titulada «Norma Arrostito: ejemplo de mujer combatiente».
Dos
días después de su ejecución hubiese cumplido 38 años. Desde fines de 1971,
principios de 1972, Arrostito formaba parte de la Columna Sur de Montoneros.
Había iniciado su militancia en el Partido Comunista/Federación Juvenil
Comunista en 1965, pero luego de un breve paso por el comunismo argentino,
Arrostito ingresó a la organización fundada por John William Cooke y Alicia
Eguren: Acción Revolucionaria Peronista (ARP). Tiempo después se vinculará a
los grupos de jóvenes que se nucleaban alrededor de Juan García Elorrio,
director de la legendaria revista Cristianismo
y Revolución. Dos años después ya integraba el Comando Camilo Torres.
Allí conoció, entre otras personas, a Graciela Vicki
Daleo.
En
la ESMA Vicki escuchó que se decía que La Gaby también estaba allí, pero recién
lo creyó cuando la vio. Arrostito
permanecía por lo general apartada de todo el resto, cuenta Daleo. Y agrega
que a La Gaby la sacaban para ir al baño, para exhibirla ante otros prisioneros
(buscando desmoralizarlos) y como «trofeo», frente a integrantes «jerárquicos»
de otras fuerzas.
Muchos
militantes montoneros que sobrevivieron al horror coinciden en subrayar que Arrostito
era todo un símbolo de la militancia revolucionaria en general y de la
organización en particular. Y que su actitud fue ejemplar en todo momento:
primero ante su secuestro (se tomó una pastilla de cianuro y se la sacaron de
la boca); luego ante su llegada a la ESMA (sacó de su corpiño una segunda
pastilla y la ingirió, sin suerte, puesto que los marinos lograron quitársela
otra vez); más tarde frente a la tortura (nunca delató nada ni a nadie). Por
último, frente a la posibilidad próxima de la muerte. Cuando Graciela Daleo se
enteró de que le habían aplicado una inyección se entristeció doblemente. Ella
había pedido que la fusilaran, sin taparle los ojos ni maniatarla, como se
merecía una combatiente, cuenta Vicki. La frase que le escuchó decir («Yo no
colaboro») fue como un emblema, que marcaba que la resistencia montonera seguía
también adentro de la ESMA.
En
las barriadas del Sur del Conurbano Bonaerense, con los años, la firme actitud
de Arrostito se transformó en leyenda. Junto con los testimonios de los
sobrevivientes comenzaron a circular versiones que con el paso del tiempo
fueron difíciles de corroborar y a cada vez menos personas les interesó
hacerlo. La Gaby había sido una de las fundadoras de Montoneros. La Gaby había
sido una de las grandes protagonistas de las movilizaciones y acciones de lucha
(de masas y armadas) que habían permitido el regreso al país del General Perón,
luego de 18 años de exilio, de proscripciones, persecuciones, cárdeles y
asesinatos. La Gaby había sido una de las que enfrentó «la traición» de Isabel
y «El Brujo» López Rega. La Gaby había sido una de las que resistió a la
dictadura más cruenta de la historia argentina. La Gaby había sido una de las
que intentó no caer con vida en manos de sus enemigos. Y —dicen— La Gaby cantaba
la marcha peronista mientras la torturaban.
Quienes
la conocieron cuentan que su aguerrido comportamiento de combatiente no le
impedía dedicar un tiempo diario considerable a elegir qué ropa usar, a
maquillarse, a «ponerse linda», como se dice popularmente. También que tenía una
hermosa voz, y que le encantaba cantar zambas.
[1].
La historia de Norma Esther Arrostito es ampliamente conocida. De hecho hay un
libro de Gabriela Saidón (La montonera. Biografía de Norma
Arrostito) y un film documental dirigido por
César D’Angiolillo: Norma Arrostito, Gaby La
Montonera, que describen su itinerario
biográfico.
[2].
Para una reconstrucción de los grupos originarios que parieron la organización
guerrillera urbana más importante de América Latina, puede consultarse el libro
de Lucas Lanusse: Montoneros, el mito de los 12
fundadores.
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