Palabras
de homenaje a quienes supieron tener inspiración cósmica
Meses antes de ser secuestrado por una patota de la Junta de Comandantes
Roberto, el poeta-revolucionario, escribía su “declaración jurada”:
“Si mi poesía no sirve para cambiar la sociedad --sentenció-- no sirve
para nada”.
Otro poeta-revolucionario ya había declarado por su parte que
había empuñado un arma, porque buscaba la palabra justa.
Tiempo después Paco moría en combate, en Mendoza, tras ser acorralado
por un Grupo de Tareas del Proceso de Reorganización Nacional.
En el medio Francisco había escrito que el viejo Angaco
--ese viejo militante que compartía cautiverio con él en la cárcel de
Villa Deboto--
era el verdadero poeta de la revolución.
Meses más tarde Rodolfo disparaba su última bala contra el terror,
luego de haber disparado la última letra de denuncia sobre su máquina de
escribir.
Mientras tanto Juan escribía poemas desgarradores sobre su exilio en
Roma,
y los nombres de Francisco y de Rodolfo se entremezclaban junto con las
lágrimas/ derramadas
por su hija Marcela y su nieta secuestrada.
Cuerpo a cuerpo, David ponía blanco sobre negro
la violencia oligárquica sobre un papel.
Desde el fondo de la historia nacional,
Raúl alumbraba con su Rosa blindada
el camino transitado por aquellos que sobrevivían al horror.
Así como antes había alumbrado el sendero de tantos
--como Rodolfo, como Paco, como Roberto--
que habían caído combatiendolo.
Desde sus brigadas de choque de la poesía
Raúl convocaba a no tener miedo.
Ni
empcho
Ni
Pudor de escribir
CONTRA
la demagogia burguesa
CONTRA
la pedagogía burguesa
CONTRA
la academia burguesa.
Hoy, cuatro décadas después (y más)
de que comenzara el terror
escribimos
sin embargo
bajo las SOMBRAS del terror.
Todo gesto de idealizar el pasado
lo sabemos
se torna reaccionario
pero todo mirar para otro lado
se torna aval (o un guiño de ojo)
conciente o inconciente a lo dado.
¿Seremos capaces de conmover el orden
de violentar el mundo que nos legaron?
¿Podremos construir nuestras propias “brigadas de choque”
en nuestro presente?
¿Gestaremos los insumos simbólicos necesarios
para librar los combates culturales que se pongan en serie
con las batallas políticas y económicas contemporáneas?
En eso, creemos,
ESTAMOS.
Mientras tanto,
nos trepamos de un andamio
Nos subimos a la luna y le ponemos un gran gatillo:
para fusilar a este mundo.
No suavemente ya, sino con fuerza, con rabia,
con bronca y con mucha pasión.
Fusilar este mundo neoliberal
tomado entero por el capital, entonces,
para que nada siga como está.
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