A dos años de su desaparición seguida de muerte
Por Mariano Pacheco
El nombre de Santiago Maldonado ha aparecido mucho
entre nosotros durante los dos últimos años. Lo hemos invocado en
reuniones, en las calles, en los lugares de trabajo y de estudio; ha
circlado en las radios, la televisión y en distintos escritos
publicados en papel y en la red.
Por supuesto, hay otros nombres, a veces menos
recordados, como el de Rafael Nahuel, y algunos que aparecen otras
veces englobados bajo consignas más genéricas, como #NiUnaMenos.
Pero el de Maldonado logra sintetizar en una singularidad un clamor
popular que es colectivo y va más allá incluso de la lucha en la
que se encontraba inserto.
Santiago puso el cuerpo junto a la comunidad
mapuche de Pu Lof, no sólo se solidarizó con ellos: se puso en su
lugar. Sintió el lugar del otro transformado en Otro absoluto por el
poder que domina las instituciones del país, y se expande
horizontalmente con sus ideas y valores por el cuerpo social. Y eso
no es un dato menor, sobre todo en tiempos neoliberales, donde prima
la mirada autocentrada del individuo, o a lo sumo, el ejercicio de
una solidaridad que implica una externalidad con las causas
defendidas. Santiago Maldonado, por el contrario, supo ponerse en el
lugar del otro de cuerpo entero, para que sentimiento, pensamiento y
acción pusieran en jaque aquello que hicieron, aquello que están
haciendo de nosotros.
La operación macrista fue absolutamente clara en
un doble sentido: por un lado, se buscó reducir la experiencia
activa de lucha de las comunidades mapuches a una organización
caracterizada como violenta, terrorista, en medio de un contexto
signado por la ejecución de la Ley antiterrorista aprobada durante
la anterior gestión de gobierno. Por otro lado, se intentó
propiciar la teoría del buen salvaje: el resto de los mapuches (es
decir, aquellos que no participan activamente de una lucha) son
mansos, propensos al diálogo y el acuerdo con las fuerzas estatales
argentinas. Allí Estado, Iglesia y empresas hegemónicas de
comunicación (la santísima trinidad) coincidieron en pleno.
Hoy en Buenos Aires se marcha por Santiago
Maldonado. Su familia, y amplias franjas de la soceidad, siguen
reclamando Justicia. En la Patagonia, las comunidades mapuches siguen
resistiendo.
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