UNIDAD, SOLIDARIDAD, ORGANIZACIÓN
Por Mariano Pacheco*
La legión de trabajadores
informales quedarán en la primera línea de la batalla contra el
Coronavirus. Estrategia de subsistencia y un deseo para el día
después: no volver a la normalidad.
De las crisis se puede no
salir, salir abatido o bien fortalecido. El corona virus, el
autoencierro preventivo y las diversas iniciativas solidarias que, de
una punta o otra del país, se vienen desarrollando desde los
movimientos populares para afrontar la situación desesperante de
quienes no cuentan con la cobertura social necesaria para poder
sobrevivir si no salen de sus casas.
En la Argentina de la tercera
década del siglo XXI casi la mitad de la población trabajadora
desarrolla sus tareas diarias por fuera del mundo formal laboral. Es
decir: no cuenta con un salario mensual, ni con seguridad social de
ningún tipo, sea obra social, aguinaldo, vacaciones pagas o licencia
con goce de sueldo por enfermedad. Por supuesto, no es un fenómeno
nacional sino internacional, producto de décadas de triunfalismo
neoliberal, más allá de ciertos contrapesos expresados por las
luchas sociales y las gestiones estatales –durante algunos años--
llevadas adelante por gobiernos “progresistas”, sobre todo en
América Latina. Pero ni en las resistencias sociales ni en los
intentos por llevar adelante políticas estatales de recuperación de
derechos se ha logrado resolver esta situación estructural en el
Nuevo Orden Mundial.
Por eso ante esta pandemia
planetaria, con una salud pública aniquilada en muchos casos, o
deteriorada como en el ejemplo argentino tras los cuatro años de
gobierno macrista, los sectores populares son los más expuestos, no
sólo a las enfermedades, sino –sobre todo-- a una dificultad
enorme por resolver su subsistencia material en un contexto donde las
actividades cotidianas se ven paralizadas y las economías nacionales
contraídas por la crisis.
En este contexto, como hemos
comentado y analizado en más de una oportunidad, son las
organizaciones territoriales de matriz comunitarias las que suelen
contar con mejores condiciones, dentro de las desfavorables
condiciones generales, para enfrentar las crisis con creatividad y
audacia. El precariado, vaya por ejemplo en la Argentina, cuenta
desde diciembre del año pasado con un sindicato que nuclea a la
mayoría de las organizaciones del sector, que en algunos casos
tienen dos décadas de existencia.
“Que no nos gane el
miedo”
Esteban “Gringo” Castro
expresó en diálogo con FM Riachuelo que estas
organizaciones, que “han sido fundadas en momentos de crisis, están
preparadas para participar de campañas solidarias y desarrollar
niveles de organización en el acompañamiento de decisiones
gubernamentales”.
El secretario general de la
Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular subrayó
asimismo que el aporte de las organizaciones populares pasa
fundamentalmente por sostener los comedores y los merenderos, “porque
no vamos a dejar que nadie quede sin comer, además de que hemos
desarrollado una extensa red educativa y de salud, con promotores que
puedan contribuir a difundir las medidas de prevención”.
En nombre de la UTEP, Castro
manifestó que “una cosa es el aislamiento preventivo y otra es
sentirse solos o solas. Los adultos mayores que trabajan en nuestras
organizaciones están licenciados para no asistir a los espacios
comunitarios, pero tienen que saber que vamos a estar presentes”,
subrayó, para luego agregar: “vamos a preparar toda una red de
vinculaciones, para que se cuiden pero no se sientan solos, a
contrapelo de lo que sostiene el liberalismo, para quien cada uno se
tiene que arreglar como pueda”. Y finalmente remató: “tenemos
que avanzar también en una propuesta integral, que tenga en cuenta
a los chicos que no van al colegio, para que no se aburran en sus
casas y puedan desarrollar actividades que los hagan sentirse bien”.
“La deuda es con el
pueblo”
Desde Córdoba, el secretario
general de la Confederación de Trabajadores y Trabajadoras de la
Economía Popular (CTEP), integrante de la UTEP junto a la Corriente
Clasista y Combativa (CCC) y el Movimiento Somos- Barrios de Pie,
comentó a este medio que también en la provincia se suma la
preocupación por los casos de Dengue, situación ante la cual,
además de adoptar el protocolo nacional lanzado por la UTEP, los
movimientos populares han conformado un “Comité de emergencia” y
ya se han reunido con el ministro de Desarrollo social de la
provincia y otros funcionarios del gobierno de Córdoba para
trasmitir las demandas del sector. “Por otra parte hemos conformado
un grupo para garantizar el control popular de los alimentos que
están llegando a los comedores y estamos armando una propuesta de
voluntariados para activar en caso de que la situación se continúe
agravando”.
Desde el sindicato del
precariado se han pronunciado públicamente anunciando que promoverán
las medidas anunciadas por el gobierno nacional y trabajarán en
conjunto con gremios y la comunidad eclesiástica para garantizar
algunos puntos. A saber:
1)
Concientización: distribución de material con
información acerca del Corona Virus en los barrios populares de toda
la Argentina.
2)
Promoción de la salud: distribución de elementos de
higiene.
3)
Abastecimiento de productos indispensables: agua
y alimentos (los movimientos sociales garantizarán la provisión de
alimentos y viandas en los comedores y merenderos distribuidos en
todo el país. En caso de ser necesario, se realizará la
distribución de alimentos y bebidas casa por casa).
4)
Control comunitario: para garantizar las medidas
dispuestas.
5)
Protocolo comunitario:
los centros comunitarios aplicarán un protocolo para
colaborar con el sistema sanitario nacional desarrollado por
profesionales sanitaristas y aprobado por las autoridades.
6)
Control de acaparamiento y agiotismo: los
movimientos sociales colaborarán con las autoridades para detectar y
denunciar todas las prácticas que, aprovechando la emergencia
nacional, especulen con alimentos o productos de primera necesidad.
Desde
la UTEP, comunicaron que “todos los trabajadores y trabajadoras
comunitarios que realicen tareas de distribución de objetos,
alimentos y/o material impreso, así como los involucrados en la
preparación de alimentos, seguirán rigurosamente las normas
sanitarias pertinentes”.
Por su parte, Mariela Díaz,
integrante de los Encuentros de Feminismo Popular y de la OLP de
Córdoba (organización que forma parte de la CTEP/UTEP), comentó a
este cronista que los movimientos sociales continúan insistiendo en
que “la deuda es con el pueblo trabajador”, y que esto implica
“defender a las familias que se encuentran en un endeudamiento
escalonado, producto en gran medida de las consecuencias del
macrismo, endeudamiento que se produce para acceder a servicios
básicos como la luz, el gas o los servicios de telecomunicaciones
que son un derecho humano, cuyo plena utilización se deben
garantizar”. En ese sentido, insistió, resulta fundamental el
trabajo de los movimientos sociales, porque son los que vienen dando
respuestas inmediatas a problemas estructurales, problemas que el
Estado debería ir solucionando. “Para frenar el hambre en nuestros
barrios se abrieron comedores, para generar trabajo organizamos la
economía popular, para enfrentar la violencia de género organizamos
la presencia constante de compañeras que asisten y acompañan a
miles de mujeres y diversidades en situaciones de riesgo, y así con
todos los aspectos de la vida cotidiana. En esta oportunidad, frente
a la pandemia del dengue, el hambre y el coronavirus, el papel de
prevención y asistencia que estamos desarrollando desde las
organizaciones es otra muestra de que somos parte de la solución y
no del problema, de que somos quienes mantenemos con vida la
esperanza de un mundo mejor”.
“Modelos humanos”
Para el economista y
periodista Tomás Astelarra, es importante leer el aspecto humano, de
“modelos humanos” que expresan las dinámicas comunitarias de la
economía popular. “Las empresas suelen tomar decisiones en base a
sus ganancias, y por lo general, frente a este tipo de crisis, toman
decisiones que desprotegen a sus empleados y al público en general
para no ver afectadas esas ganancias”, comenta, y pone como ejemplo
a los shopings, en contraposición a las experiencias de la economía
social, en las cuales el “beneficio” está en el bienestar
comunitario, por lo que “lejos de permanecer cerrados su centros de
atención, con las medidas precautorias necesarias, abren sus puertas
a la comunidad para resguardarla en estos momentos de crisis”. Para
ser más específico, Astelarra cita el ejemplo de lo que acontece
actualmente en el Valle de Traslasierra (Córdoba), donde habita
desde hace años: “se dinamizan y organizan acciones de
solidaridad, como en el caso de los locales cooperativos de Humano,
la cooperativa donde trabajo, que hemos incorporado productos de los
artesanos de Villa de las Rosas, que con la feria suspendida han
dejado de percibir ingresos; también habilitamos un lugar para la
venta de verduras agroecológicas del Movimiento de Trabajadores
Excluidos y otro para la entrega de sobres de Compra Vida,
un sistema de distribución de frutas y verduras
agroecológicas que, en el caso del local de San Javier, también
sirve como punto de entrega. Ésto sumado a la venta de otros
productos que siempre están en los locales, como la comida orgánica,
las medicinas naturales, los libros y otros elementos que son útiles
para este contexto de cuarentena y crisis sanitaria”. Estas
actividades, según comenta, se llevan adelante con el recaudo de no
tener más de tres personas en el local, que se higienizan
constantemente y mantienen una coordinación con las acciones de los
gobiernos municipales. “Como éstas que cito sólo a modo de
ejemplo, pueden verse a lo largo y a lo ancho del país acciones
variadas que desde su carácter comunitario y solidario, las
organizaciones de la economía social y popular llevan adelante en
territorios a los cuales, las más de las veces, los empresarios no
les prestan atención porque no les interesan; territorios alejados
de los centros urbanos de los que, muchas veces, también el gobierno
permanece alejado, o no da abasto para abordar la situación. Son
ejemplos del modo en que diversas organizaciones, campesinas y
urbanas, organizan estrategias de comunicación, salud y defensa, a
contrapelo de las empresas privadas, en donde algo así no sucede ni
a modo de publicidad, entre otras cuestiones por que hay un
descreimiento muy grande respecto a que, desde esos lugares, se
sostengan valores de solidaridad”.
“Otro campo, otro modelo
de país”
Desde
la Unión de Trabajadores de la Tierras (UTT), la organización que
se hizo conocida en los años macristas por los “Verdurazos” que
realizaban (el más emblemático: el reprimido en Plaza
Constitución), Federico Di Pasquale expresó que están buscando los
modos para poder continuar ejercitando la solidaridad y mantener los
precios de la verdura, a contrapelo de las especulaciones en las que
están cayendo los supermercados y otros sectores. “Lo importante
es que no se produzca desavastecimiento”, sostuvo en diálogo con
revista Zoom,
a la vez que comentó que en los puestos de venta han reformulado los
modos de atención para que la gente pueda seguir contando con
productos para una alimentación soberana y a precio popular sin
correr riesgos en su salud: “los bolsones se encargan con
anterioridad, para no tener que elegir los productos al llegar y se
trata de que no se concentren muchas personas haciendo fila”. En la
provincia de Santa Fe, lugar donde habita –cuenta Di Pasquale-- han
suspendido las Ferias que suele llevar adelante la organización
junto con otros movimientos y feriantes independientes, que en
algunos casos llega a concentrar hasta cincuenta puestos, en la
búsqueda por reducir las concentraciones de personas en un mismo
lugar. “En cambio, junto con la Municipalidad y otras experiencias,
como los Almacenes del Buen Vivir del Movimiento Popular La Dignidad
o Apyme, que provee carne, vamos a asegurar algunos nodos que vendan
a precios populares Bolsones con productos de la canasta básica,
prestando atención a las formas de distribución para cuidar la
prevención, priorizando el capital simbólico que piensa en la
solidaridad y la soberanía alimentaria, en un modelo agropecuario
diferente al del agronegocio y no en el capital de la acumulación de
ganancias, en fin, que piensa y lleva adelante construcciones que
piensan en otro campo, otro modelo de país”.
“En situación de calle”
Los testimonios se multiplican
y sea en el ámbito rural o en las grandes ciudades, en pequeños
parajes o en pueblos del denominado “interior” las acciones de
solidaridad y prevención de los sectores de la economía social y
popular organizados en espacios comunitarios se multiplican. Mientras
tanto, la peor parte se la llevan aquellas personas que, con vidas
precarias pero sin contar con organización popular, quedan a la
intemperie, desprotejidas.
Se estipula que en la ciudad
de Buenos Aires son alrededor de siete mil las personas que
permanecen en situación de calle (700 serían mayores de 60 años),
de las cuales unas tres mil padece afecciones de salud: vidas que
quedan expuestas a una severa vulnerabilidad en medio de la pandemia,
si el Estado no toma cartas en el asunto. A modo de descripción de
lo que está pasando, podemos citar las palabras de Jesica Mansilla
Suárez, trabajadora social que desarrolla sus tareas laborales en
espacios que asisten a Personas en situación de calle y consumo en
CABA, quien explica las dificultades que se le suman a estas personas
en la actual coyuntura. A saber:
* Muchas no tienen DNI (son NN porque nunca lo tuvieron o lo están tramitando), y por lo tanto, no pueden ir a Paradores (sitios, por otro lado, que continúan funcionando sin solucionar problemas estructurales, como son la higiene, transformándose más que en lugares de cuidados, en verdaderos sitios donde se concentran focos de infecciones).
* Muchas no tienen DNI (son NN porque nunca lo tuvieron o lo están tramitando), y por lo tanto, no pueden ir a Paradores (sitios, por otro lado, que continúan funcionando sin solucionar problemas estructurales, como son la higiene, transformándose más que en lugares de cuidados, en verdaderos sitios donde se concentran focos de infecciones).
* Muchas personas encuentran
que varios comedores han cerraron cerrado sus puertas mientras se
reorganizan y, otros que permanecen abiertos, funcionan sólo para
hombres, dejando afuera a mujeres, a personas trans y a niñas y
niños.
* Se están reprogramando
turnos en hospitales y demorando las fechas de pago de programas de
asistencia, como el subsidio habitacional.
Como puede observarse leyendo
el relato, la situación es más que compleja para una enorme
cantidad de personas. Ésta no parece ser una crisis más. Tal como
sostuvo la filósofa argentina Esther Díaz en una publicación
reciente en su muro de facebook, con el “virus coronado”, hoy en
día “somos contemporáneos de una bisagra epocal”. Vaya momento
para no sólo sobrevivir, sino también pensar en cómo queremos
salir de esta situación.
Una consigna recorrió las
redes sociales virtuales en estos días. La frase reza: “No
queremos volver a la normalidad, porque la normalidad era el
problema”.
*Nota publicada en Revista Zoom
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