HOMENAJE AL COMANDANTE DE LAS FAR
Por Mariano Pacheco*
El 3 de noviembre de 1971, en el famoso “Combate de Ferreyra”, es asesinado en Córdoba el filósofo-militante Carlos Enrique Olmedo. En rigor, “Josesito” –según se lo conocía por su nombre de guerra-- cae en combate contra el Ejército siendo comandante de las FAR, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, organización guevarista que aparece públicamente con la toma de la ciudad bonaerense de Garín, el 30 de julio de 1970. Olmedo fue una leyenda, por la corta e intensa vida que supo cultivar, y quizás un poco por el olvido en el que ha caído en las últimas décadas, hoy nos proponemos reivindicarlo, sobre todo rescatando “papeles de archivo”, esos textos por los que fue tan renombrado en su momento: la entrevista que concede a la revista Cristianismo y Revolución, y luego, la respuesta a los cuestionamientos a sus definiciones que le realizan militancias del Partido Revolucionario de los Trabajadores/Ejército Revolucionario del Pueblo.
Una gran cantidad de pequeños actos protagonizados en un bloque de tiempo muy corto hicieron de de figura una leyenda de la militancia revolucionaria en la Argentina.
Se sabe que nació en un humilde hogar de la hermana República del Paraguay. También que fue una figura bastante atípica. Jose, a pesar de haber tenido una infancia y una adolescencia que no le fueron nada fáciles, llegó a graduarse en Filosofía y Sociología en la Universidad de La Sorbona, Francia, siendo muy joven. Allí conoció al mismísimo Louis Althusser, a quien la izquierda mundial debe sus relecturas sintomáticas de Carlos Marx, y en particular, de su obra cumbre, El capital. Olmedo participó en Argentina de la emblemática revista La rosa blindada y con tan sólo 23 años impartió cursos de posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, pero también trabajó como publicista y se entrenó en Cuba para que su grupo fuera el apoyo argentino a la empresa liberadora de proyección Latinoamericana que Ernesto Guevara intentó emprender desde Bolivia.
Con una sólida formación marxista Olmedo estuvo entre quienes sostuvieron más enérgicamente la necesidad de acercarse al peronismo, hacia fines de los 60, sin renunciar por ello a una perspectiva de revolución socialista que tuviera como protagonista principal a los proletarios de este suelo nacional. En las discusiones políticas, comentan quienes compartieron un tramo del recorrido junto a él, era capaz de remontarse hasta la historia de Galileo para fundamentar una idea sobre la coyuntura. Y después, al finalizar una reunión, sentarse con tranquilidad a escuchar la música de Mozart. Aunque la paradoja mayor, seguramente, haya sido aquella participación como invitado de los ya entonces clásicos almuerzos televisivos de Mirtha Legrand. Invitación que recibió por su desempeño como directivo creativo de la empresa Gillette, donde trabajó hasta que se vio obligado a pasar a la clandestinidad, en 1970.
Olmedo aprendió a mirar al peronismo de otro modo, y ayudó a que otros lo interpretaran también, desde la izquierda, de manera diferente. Contribuyó como pocos a la formulación de la categoría de Nacionalismo Popular Revolucionario. Pero antes de eso, y aun antes de fundar las FAR -que asumirían la identidad peronista y más tarde se fusionarían con Montoneros- Olmedo y varios integrantes de su grupo recibieron entrenamiento militar y formación política en Cuba, y claras instrucciones del Che para instalarse en Argentina como grupo de apoyo a su inmensa apuesta por la Revolución Latinoamericana. La historia se conoce: Guevara fue capturado y ejecutado por la CIA en la selva boliviana, y todos aquellos que pensaban seguirlo en su recorrido reformularon sus propuestas, para desarrollar la lucha revolucionaria desde otras perspectivas, aunque siempre fieles al ideario de crear muchos Vietnam en el continente. En ese camino, el 26 de junio de 1969 atacaron los supermercados Minimax, propiedad de Nelson Rockefeller, cuando el empresario y político norteamericano visitaba nuestro país.
*Nota publicada en la Agencia Paco Urondo
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