Ante las elecciones del 5 de julio
Un
voto a la izquierda, en estas elecciones, es un voto ideológico, claro. Es
decir, es un voto a una fuerza electoral (el Frente de Izquierda y los
Trabajadores), compuesta por tres partidos trotskistas (Izquierda Socialista, Partido Obrero,
Partido de los Trabajadores por el Socialismo) y el apoyo de otras fuerzas de
izquierda (como el frente Popular Darío Santillán y la confluencia del
Movimiento Popular La Dignidad-Tupaj Katari), que sostienen desde el marxismo
ciertos principios ideológicos que podríamos resumir en el anti-capitalismo (y
por ende, el socialismo como horizonte estratégico).
Un
voto a la izquierda puede contribuir a combatir el posibilismo, que no es más
que un aporte a la “batalla cultural” para quebrar el horizonte impuesto por la
última dictadura, que ha recortado el horizonte de posibilidades e impuesto la “democracia
de la derrota” como único paradigma. Si
había en ciertos sectores alguna “expectativa progresista”, de profundizar un
proyecto que, si bien sustentado en una matriz extractiva, un congelamiento en
las formas representativas y una lógica de “inclusión consumista”, supo ampliar
algunos derechos y oponer una mirada continental que se saliera del
neoliberalismo más crudo, lo cierto es que no parece ser con la tríada Scioli-Aníbal
Fernández-Accastello a la cabeza con
quienes se podrá desarrollar dicha profundización, que ni siquiera se esbozó en
esta última gestión de Cristina Fernández.
Un
voto a la izquierda puede contribuir al
sostenimiento y ampliación de una representación parlamentaria que funcione
como retaguardia de las luchas sociales que se vienen produciendo y que
seguramente se producirán (en tanto que el panorama político más general pre
anuncia un giro aún más a la derecha en la gestión de las distintas instancias
de gobierno). Respondiendo a una vasta tradición en este sentido, la izquierda
suele ser una contribución (material y simbólica) a las luchas y una muralla de
contención a los embates represivos, tanto del Estado como de las patronales,
cuando los de abajo, la clase que vive del trabajo, se organiza de manera
autónoma y libra batallas por mejorar sus condiciones laborales y de vida,
denunciar las políticas que van contra sus intereses y, por qué, cuando más deicidamente
apuestan por cambios en el rumbo político del país.
Por
todo esto, mañana domingo 5 de julio, sumemos votos del FIT encabezada por Liliana Olivero y Hernán Puddu, en Córdoba, pero
también, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Podrá haber diferencias
políticas, sobre todo respecto de la caracterización de la situación
Latinoamericana, pero no caben dudas que uno mira las listas y ve que están
llenas de compañeras y compañeros con quienes nos hemos encontrado en numerosas
combates y, más allá del acto eleccionario, seguramente nos sigamos encontrando…
en las luchas en las calles, que son al fin y al cabo, las que definirán el devenir
de la lucha de clases en Argentina.
Mariano Pacheco, ensayista y periodista
(Alta Gracia-Córdoba, 4 de julio de
2015)
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