Para que del dicho al hecho No haya tan largo trecho
Por Mariano Pacheco*
Pasadas las 19 horas
la columna comenzó a transitar por Colón, desde Las Cañada hacia General Paz. Estaba
comenzando la 2° Marcha por el Derecho a la
Salud Mental, que coincidió con el aniversario de la muerte de Ernesto
Guevara en Bolivia, allá por 1967. Fecha cercana a los primeros planteos políticos
que colocaron a las denominadas “minorías” (las mujeres, los jóvenes, los
negros, los locos…”), en un lugar de importancia.
Ese carácter “minoritario”
(no por cantidad, sino porque se corren de la norma mayoritaria), podía verse
en la movilización por la cantidad de colores y ritmos e intervenciones que se
sucedían simultáneamente, a diferencia de las “clásicas” marchas protagonizadas–una
excepción, por supuesto, es la Marcha de la Gorra– por las organizaciones y partidos
políticos, donde predominan banderas que suelen ser todas iguales y las camionetas
con micrófono y alguna chica o muchacho que impone sus canciones.
Adelante, jóvenes con trajes e instrumentos de
murgas, una camioneta con un sonido conectado y usuarios de instituciones
psiquiátricas avanzaban con alegría, sabiendo –o tal vez intuyendo– que también
en ese estar reunidos anida un núcleo de buen sentido y de salud mental.
Algunos hacen chistes y comentarios jocosos respecto de “lo locos que están” y
lo “incomprensible” que resulta todo desde la mirada “normal”.
FRENAR LA AVALANCHA
Florencia, que
integra el Colectivo Cordobés de Psicólogos y Psicólogas Comunitarios, destaca en
diálogo con este medio que la formación que muchos de ellos tuvieron en la
facultad fue en el marco de la Cátedra de Intervención Comunitaria, “una
materia electiva de la Universidad Nacional que tiene prácticas en los
territorios, acompañando procesos y promoviendo la organización social por la
lucha de los distintos derechos, entre ellos el de la salud entendida de modo
integral”. Y agrega que así como “se necesitan profundizar las estrategias”, también,
“se necesita sostenerlas con presupuesto, para promover salud en los espacios
cotidianos que la gente habita”.
Daniela, estudiante
de psicología y una de las organizadoras de la movilización, cuenta por su
parte que la importancia de salir a las calles este año, porque entre la marcha
de octubre del año pasado, y ésta, no hubo cambios. “Seguimos sin políticas
públicas dirigidas a la verdadera transformación y asuma un paradigma más
comunitario y humano de los servicios”. Oscar, finalmente, dice que participa
de “casi todos los talleres” del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial, que se
sostienen desde la Asociación Civil Abracadabra, y el esfuerzo de múltiples
talleristas que trabajan como voluntarios abriendo espacios de teatro, de
radio, de cocina, de escritura… “Estamos en esta marcha para frenar esa avalancha
que nos quiere condenar a vivir como en el Medioevo”, cuenta Oscar, y sigue su
caminata hacia adelante, donde otros usuarios como él encabezan la columna de
la marcha.
Pasadas las 20 horas
la marcha ya está por la calle Vélez Sarsfield, frente al Patio olmos, donde el
Colectivo de Teatro espontáneo, con todos sus integrantes vestidos de negro,
realiza una intervención. A pocos metros, los estudiantes de la Cátedra
Psicología Sanitaria B, que se encuentran realizando un “Acampe” en la Ciudad
Universitaria, realizan otra intervención, pero todos vestidos de blanco y con
mordazas en su boca. Desde el micrófono conectado a la camioneta que está
adelante se escucha a alguien decir: “Hoy marchamos para que, del dicho al
hecho, no haya un largo trecho”.
*Nota que será publicada en el diario El
Argentino, edición Córdoba, el viernes 9 de octubre de 2015
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