“Estoy
privada de la libertad ambulatoria, no de la libertad de expresión”*
Por
Mariano Pacheco
Está
terminando agosto y sin embargo, en distintos rincones del norte
argentino puede verse a las paisanas, a los paisanos, llevar adelante
aún su ritual por la Pachamama. Pero no en todos los rincones de esa
provincia que se hace llamar Jujuy la ceremonia a la Madre Tierra
puede desarrollarse con tranquilidad. Según cuentan algunos
habitantes del Alto Comedero –ese barrio inmenso de unas 3.000
familias que construyó la organización social Tupac Amaru-- hasta
en eso la policía los molesta. Es que desde hace meses los
“tupakeros” --como se les ha comenzado a decir a quienes
integran, integraban, estaban cerca o eran “sospechosos” de ser
adherentes de la agrupación--, son como una “nueva raza”, según
expresó una de las mujeres detenidas en el Penal de Jujuy, hacia
donde nos dirigimos para entrevistar a Milagro Sala, y conversar con
el resto de integrantes de la agrupación detenidas en el lugar.
VIDA
IMPERSONAL
Desfilan
mujeres y niños, hombres y más mujeres y niñas por la calle
Forestal. Es domingo, hora de la siesta y en la Unidad N°8 --o
“Penal de Alto Comedero”, como se conoce al Instituto Penal
Federal Nuestra Señora del Rosario y Payayá-- se festeja el Día
del niño. Atrás, junto con la Ruta Nacional Nº 9, situada a
escasos metros del lugar, quedan también, por un rato, las
singularidades biográficas de las visitas.
La
primera clasificación es por sexo, luego por número. Sabrina,
integrante de prensa de la Tupac Amaru y contacto de revista Zoom
para arribar al lugar, recomienda que no me presente como periodista
y que no lleve nada encima, para poder pasar así más fácilmente
los controles.
--Masculinos
por acá, femeninos a la vuelta.
Hago
la fila y observo los rostros de los familiares detenidos que esperan
ingresar. Miro a mi alrededor y me pregunto qué les pasará por la
cabeza a esas mujeres y mujeres en medio de esa situación. Sus
rostros dejan entrever un poco de bronca, algo de resignación, mucho
de ansiedad.
--¿A
quién visita?
--A
Milagro Sala.
--¿Familiar
o amigo?
--Escritor.
Veo
que el agente del servicio penitenciario anota “amigo” junto a
mis datos.
--¿Escritor
de qué?
--De
libros…
Justo
cuando comienzo a pensar qué nombres decir si me preguntan qué
libros escribí, cuando la sensación de que metí la pata asalta mi
cuerpo, cuando me digo que mejor haber dicho “periodista” antes
que “Montoneros”, “Darío Santillán” o “Puente Puyrredón”,
justo en ese instante veo que el agente hace una mueca de desdén y
remata: “Pasá”.
Una
vez traspasada la “requisa” camino por una calle de tierra hacia
el fondo del penal. Meto las manos en el bolsillo de mi campera y con
los dedos siento la textura de las hojas que arranqué de mi
anotador, y en el pecho, enganchada en la camisa, siento la punta de
la lapicera. “Misión cumplida”, pienso. “O al menos su primera
etapa”.
Atrás
quedaron los temores de haber recorrido 900 kilómetros y no poder
ingresar (“es una lotería”, me había dicho Sabrina por
teléfono. “Anotado en la lista ya estás, pero hasta el momento de
entrar no vas a saber si podrás hacerlo o no”, y me aclara que eso
depende del “humor” de los penitenciarios que estén ese día).
No
sé si la cantidad de niños, los globos colgados o qué, pero el
humor pareció jugar a favor. O tal vez el simple azar, quien sabe.
Lo cierto es que atrás quedaban las dudas, lo nervios, las
incertidumbres, las ansiedades. Ya estaba adentro. Ahora tenía un
carnet rojo y era el “021”. Atrás había quedado mi nombre y
apellido, el breve relato de que era de Córdoba, como indicaba mi
DNI, y que también era de Buenos Aires, como lo evidenciaba mi
tonada.
ABERRACIÓN
JURÍDICA, ENSAÑAMIENTO POLÍTICO
Desde
la Tupac Amaru vienen denunciando que en Jujuy se encuentra
suspendido el “Estado de derecho”. Milagro Sala fue detenida el
16 de enero y fue acusada de “instigar” una protesta realizada
frente a la casa de Gobierno de Jujuy por trabajadores de
cooperativas de vivienda. De esta causa fue excarcelada, pero luego
se sumaron otras, así que nunca recuperó su libertad. La dirigente
social se encuentra actualmente imputada por fraude y asociación
ilícita por supuesto desvío de fondos destinados a la construcción
de viviendas por parte de algunas de las cooperativas de la Red de
Organizaciones Sociales impulsada por la Tupac Amaru. La mayoría de
estos casos fueron abiertos por denuncias del gobernador Gerardo
Morales, el fiscal de Estado, Mariano Miranda y de ex compañeros de
ruta de Milagro, imputados en algunas de esas causas.
Incluso
los abogados defensores se han visto envueltos en una dinámica que
sería caracterizada de “comedia de enredos” si no fuera por la
gravedad del caso: la abogada Elizabeth Gómez Alcorta, por ejemplo,
fue acusada de “usurpación de títulos y honores” por dos jueces
de un tribunal oral federal que juzga a Milagro Sala, bajo el
argumento de que la letrada no tenía la matrícula habilitada para
litigar en Jujuy, cuando en realidad el trámite ya había sido
realizado en la Cámara de San Martín. Otros dos defensores de
Milagro habían sido denunciados con anterioridad. Uno de ellos, Luis
Paz, que es quien la representa en los ocho expedientes que tramitan
en la provincia, fue denunciado por presunta coacción a la hija de
uno de los imputados en una causa por tentativa de homicidio de una
menor. Incluso fue indagado. Y en abril fue detenido Alberto Bellido,
otro de los abogados, también en la causa por tentativa de
asesinato.
“Morales
asumió el gobierno en diciembre del año pasado y consiguió superar
a Menem. A Menem le llevó un año aumentar el número de miembros de
la Corte Suprema de cinco a nueve, Morales lo hizo en tres días. El
primer día de su gobierno envió el proyecto de ampliación, el
segundo día se aprobó y el tercero juraron los cuatro nuevos
miembros de la Corte, dos de los cuales eran diputados radicales que
votaron la ampliación el día anterior, es una enormidad”, declaró
el periodista Horacio Verbitsky hace unos días en una entrevista,
donde remataba: “a partir de ahí, la presidenta de la Corte
designó a su yerno como juez ad hoc para ocuparse de Milagro
y el ministro de Seguridad, Ekel Mayer, designó a su amiga íntima,
la fiscal Navarro, para ocuparse de todas las causas que ahora o en
el futuro puedan concernir a Milagro Sala, lo cual es una aberración
desde el punto de vista jurídico”.
En
referencia al estado procesal en el que se encuentra actualmente
Milagro Sala, su abogado defensor (Luis Paz) precisó ayer ante
medios locales, tras presentar un hábeas corpus en el juzgado:
“Milagro está siendo investigada en ocho procesos y cada uno está
en una etapa diferente de investigación, pero la verdadera situación
de cada una de las causas de Milagro Sala es que no existen pruebas
ni elementos de convicción para sostenerla en este estado, por eso
nosotros creemos que estamos claramente ante un estado de persecución
política por parte del Poder Ejecutivo Provincial”.
POR
EL PANCHO Y POR LA COCA
Ingreso
al patio del Pabellón N°3 y quedo casi pasmado. Parece que por un
rato, al menos por un rato, el infierno que debe ser la cárcel para
todas esas mujeres ha quedado atrás. Hago un paneo con la mirada:
veo globos -muchos globos-, mesas y sillas, bandejas con comida,
vasos, bebidas, hombres, niños -muchas niñas- y mujeres, pero
ninguna es Milagro Sala.
Casi
que me lleva por delante con una bandeja, así que aproveché y me
presenté:
--Hola
Milagro, mi nombre es Mariano Pacheco, soy escritor, vengo de
Córdoba.
--Sí,
ya me estuvieron hablando de vos…
No
termina de pronunciar las palabras que sigue su viaje con la bandeja
de panchos, y los reparte en una mesa en donde están tomando Coca
Cola y otras gaseosas. “Por el pancho y por la Coca hasta en la
cárcel”, pensará cualquier lector de derecha. Y sí, algo de eso
hay. La comida y la bebida son una excusa perfecta, un momento ideal
para compartir una conversación con seres queridos. Y quien puede
negar que suele ser la comida y la bebida preferida de los chicos,
sobre todo en su día.
Milagro
Sala va y viene, observa la mesas, mira que no falte nada. Coordina a
quienes reparten la comida y la bebida, se para para abrazar a una
mujer, alguien la detiene para darle un poco de charla, o un simple
beso, y ella para a cada instante antes de seguir su marcha.
Recuerdo
lo que me han dicho antes de entrar: que antes no había esa cantidad
de mesas y de sillas, que eso solía ser motivo de peleas entre las
internas, pero que luego de un reclamo de Milagro se resolvió.
También que “La Flaca” --como parecen decirle muchos en Jujuy--,
tiene una especial devoción por los niños, y que por eso se puso
tanto esfuerzo en conseguir los permisos, las donaciones de comida y
bebida, de zapatillas, de golosinas, de todo lo necesario para
festejar ese día así, con castillo inflable y banda de cumbia
incluidos.
Al
rato, en un costado, empezamos a conversar.
CABECITA
NEGRA
Milagro
me cuenta que continúa compartiendo celda con Brenda Muñoz, a quien
le falta poco para ser mamá.
--¿Ves
esos caños detrás de los árboles? Bueno, te cuento, son de la
conexión de agua caliente. Porque después de que reclamamos
pusieron los calefones, antes no había, o no funcionaban, y teníamos
que bañarnos con agua fría.
Ni
bien saco la lapicera y las hojas me hace señas para que guarde
todo. Sigue hablando y no deja de mover las manos para todos lados.
--Hasta
de cómo hablas te tenes que cuidar acá. Me dicen que soy violenta,
no solo por lo que digo, porque yo hablo así, ¿viste? Si tengo
bronca digo “la concha de tu madre”, porque soy una negra de
mierda. Pero además les molesta que cuando hablo muevo los brazos,
dicen que es violento.
--Igual
te acusan de violenta no solo por los gestos. Por ejemplo, muchos se
preguntan qué tenes para decir de Lucas Arias, el joven asesinado de
un culatazo de revolver en la cabeza.
--Son
todos inventos. Acá en Jujuy se dice cualquier cosa, y nadie
investiga nada. Basta un dicho para que lo tomen como prueba. Basta
con que cualquier delincuente esté dispuesto a decir que Milagro
Sala hizo esto, que Milagro Sala hizo lo otro para que le reduzcan
las penas o los dejen en libertad. Ahora hasta dicen que secuestré a
un bebé. Me dicen violenta pero mi
referente es Ghandi y
mis ideas humanistas.
--La
pregunta que uno se hace, de hecho, es la contraria: ¿cómo metieron
presa a Milagro Sala y no se prendió fuego Jujuy?
--Por
lo que te digo. Yo pedí que no haya violencia. Como no hubo
violencia en el acampe que hicimos antes de que me detengan. Aunque
inventen causas no tenemos que recurrir a la violencia.
--¿Aún
a causa de permanecer detenida?
--Aún
a causa de permanecer detenida.
Este
cronista no lo dice, por no ser insistente, por pudor respecto de la
situación de la entrevistada, o por lo que fuera. El hecho es que no
se lo digo pero lo pienso: tampoco se vio “resistencia pacífica”
en estos meses. Uno se pregunta por qué, que ha pasado que los
“tupakeros” no se lanzaron a una lucha masiva por liberar a su
líder y defender lo conquistado en tantos años.
Respuestas
hay muchas: que hay miedo; que el contador Gerardo Morales ganó la
gobernación no sólo con el apoyo del ahora presidente Mauricio
Macri sino por un acuerdo con el peronismo y un amplio apoyo de la
sociedad jujujeña, y que eso “tira para atrás” a cualquiera.
Los comentarios sobre los “aprietes” a los familiares de los
detenidos es moneda frecuente en la provincia, en una presión que
llegó incluso hasta los abogados defensores, que quedaron reducidos
a un cuarto de los que empezaron. Así y todo la duda queda: ¿por
qué, en seis meses, un “blanco radical” jujueño, aliado con un
“cheto porteño”, “descuartizaron” a la Tupac Amaru, tal vez
la organización social más poderosa del país en los últimos años?
Luego
de mirar para todos lados saco nuevamente la lapicera y el piloncito
de hojas.
Milagro
aclara que escriba lo que quiera pero me pide que no lo presente como
entrevista. Dice que después andan diciendo cualquier cosa por ahí:
qué le dejan entrar celulares o grabadores, que tiene privilegios o
arreglos con las guardias. “Cualquier cosa”, insiste, y se queja
de que a Sabrina, incluso, una vez le sacaron una carta que ella
había escrito. Y dice con palabras más o menos parecidas algo que
había escuchado antes de entrar al penal: “estoy privada de la
libertad ambulatoria, no de la libertad de expresión”.
EN
BUSCA DE LAS CONQUISTAS PERDIDAS
Zapatillas
deportivas azules, jean ajustado, campera negra tipo inflable, buzo
con capucha. Milagro Sala parece “en su salsa” con la jornada del
Día del niño. Contrasta esa imagen con una de las últimas noticias
periodísticas que se tuvo de ella, cuando en un diálogo telefónico
con el colega Reynaldo Sietecase, para radio Vorterix, sostuvo
que estaba tan mal que, incluso, había pensado en “atentar”
contra su vida.
En
conversación con este cronista cuenta que “ahí adentro” es todo
muy arbitrario y comenta que así como le pusieron una sanción sin
motivo, sin motivo se la sacaron. “Acá hay mujeres detenidas desde
hace más de una década, y dicen que nunca han visto esto que hacen
con nosotras, “esto de acumular informe tras informe”.
--¿Por
qué pensás que se ensañan así con ustedes?
--Porque
somos solidarias. Porque ayudamos a las compañeras, las defendemos.
Milagro
sigue yendo y viniendo y en cada vuelta el tema cambia. Seguimos con
la conversación:
--Me
gustaría que compartas tu opinión sobre el devenir político en
Jujuy, y en la Argentina. Han pasado muchas cosas en estos pocos
meses. En primer lugar, la pregunta de rigor: ¿“peronismo o
kirchnerismo”?
–Me
siento más identificada con el kirchnerismo que con el peronismo. El
kirchnerismo se fue del gobierno y rápidamente parece que volvimos a
los 90. Tenemos que pelear para que nos devuelvan todo lo que nos han
quitado en estos meses. Yo creo que tenemos que tener fuerza propia,
porque en el kirchnerimso se discute política, hay cuadros nuevos,
jóvenes. En Jujuy, además, el peronismo está muy dividido, pero no
puede dejar de decirse que han negociado todo con los radicales.
Somos la única oposición real a Morales en la provincia.
MEMORIAS
CARCELARIAS
Milagro
Sala es el nombre más reconocido, pero también allí permanecen
encerradas tres integrantes de la Tupac Amaru: Gladys Díaz, Mirta
Aizama y Patricia Cabana. En comisarías también se encuentran
detenidas otras cuatro mujeres de la organización: Mirtha Rosa
Guerrero (“Shaquira”), Ángela Galarza (“La Gringa”), María
Molina y Patricia Jalín; y tres varones: Fabián Alberto Ávila
(“Chato”), Iván Altamirano y Raúl Noro (éste último compañero
de Milagro Sala).
Como
las otras 39 mujeres detenidas en los tres pabellones del Penal de
Alto Comedero, también las cuatro integrantes de la Tupac tienen una
rutina allí dentro: a las seis de la mañana arriba, porque
comienzan los controles, se realiza la limpieza del lugar y el
higiene personal, y se prepara y se sirve el desayuno. Después
gimnasia; y los talleres: manualidades y tejido. Al mediodía el
almuerzo y de 15 a 18.40 pueden utilizar el patio. Las que van a la
escuela, pueden hacerlo por la tarde. El resto, volver a
manualidades. Los miércoles, además de los sábados y domingos, son
los días de visita, también en el horario de la siesta.
A
Patricia no le dicen “Pato”, sino “Pachila”. Tiene 36 años y
nueve hijos: un bebé de un año y el resto de tres, siete, nueve,
doce, catorce, quince y dieciocho. Y como si fuera poco una hija
adoptiva (“de corazón” dice), de 20. Y hace unos días fue
abuela. “Me la paso tejiendo para pasar el tiempo” es lo primero
que dice, pero después cuenta que cada miércoles, y cada domingo,
les entrega cartas a sus hijos. Y que está leyendo un libro que le
prestó Milagro.
Para
Pachila, un error grave de la organización fue haber descuidado la
prensa: “no difundimos lo suficiente nuestra obra, todo lo que
hacíamos en salud, trabajo, educación”, reflexiona, y agrega:
“Morales siempre la tuvo a Milagro como enemiga”.
--¿Por
qué?
--Porque
ella siempre se negó a trabajar con él. Morales es un radical, un
tipo que mira de la clase media para arriba, y la necesitaba a
Milagro, porque desde hacía años se venía postulando y nunca le
iba bien. Pero Milagro se negó a trabajar con él, una y otra vez”.
Gladys,
de 53 años, es madre de un hijo de 23 y una hija de 30, y
recientemente fue abuela. Lo primero que dice es: “no se olviden de
nosotras”, y luego aclara que las cuatro son trabajadoras, que en
la cárcel hacen de todo, que no tienen privilegios. Lo dice con
nervios, la voz entrecortada, los ojos llenos de lágrimas. “Tengo
tanta bronca que no quiero hablar”, comenta por lo bajo.
Mirta,
de 59 años, tiene una hija de 26 y un hijo de 16. Dice que el varón
no deja de preocuparle, sobre todo por lo difícil que es atravesar
esa edad. “Lo jueces acá en Jujuy están todos comprados”,
comenta con bronca. Y agrega que “hasta los abogados tienen miedo”.
Gladys agrega que tampoco los familiares de los detenidos la pasan
bien: “son amenazados, seguidos, intimidados”. Ella, Gladys,
tampoco la pasa bien. Se le nota en la mirada, pero también, en los
25 kilos que -cuenta- ha bajado en estos siete meses. “Siempre que
hubo alguien con una necesidad nosotras estuvimos ahí”, agrega. Y
vuelve a callar. “Es una injusticia que estemos acá adentro”,
remata Pachila, después de destacar “todo lo que trabajamos”,
todo lo que “ayudamos a tanta gente”.
NOMEOLVIDEN
Al
rato Milagro vuelve y me cuenta que está leyendo, que empezó a
escribir un libro con sus memorias desde que está detenida, que
tiene en la mesa de su celda un diccionario de sinónimos.
--¿Y
ahora qué lees?
--Las
venas abiertas de América Latina, de Galeano.
Dice
estar leyendo otro libro más del escritor uruguayo, “uno de
mujeres”, que no recuerda el nombre. Y que hace poco terminó uno
de “cartas desde la cárcel”, escrito por un nicaragüense, que
acaba de prestarle a una de sus compañeras presas de la Tupac.
La
música en vivo corta la charla. Saludo a Milagro mientras de fondo
Los Piyos tocan una “versión-cumbia” de “Los caminos de
la vida”, la canción de Vicentico. “Los caminos de la vida/son
muy difícil de andarlos/difícil de caminarlos/y no encuentro la
salida”. Milagro baila y también “Pachila”. “Los caminos de
la vida/no son lo que yo esperaba/no son lo que yo creía/no son lo
que imaginaba”.
“Me
siento fortalecida. No pienso salir y meterme debajo de la cama”,
me dice Milagro Sala. Y agrega: “decile a los compañeros de los
Comité de solidaridad que sigan trabajando con esa amplitud
política, que me siento muy fortalecida por todo lo que están
haciendo y que será por su lucha que los presos políticos podremos
recuperar nuestra libertad”.
No
la veo a Mirta, pero casi me choco con Gladys, como al entrar me pasó
con Milagro. Gladys me toma del brazo y vuelve a reiterarme: “que
no se olviden de nosotras”, dice con la voz quebrada. Y vuelve a
repetir:
“No
se olviden de nosotras”.
Nota publicada en revista Zoom, agosto de 2016.
Muy buena crónica y tragicómica al principio.
ResponderEliminarPero me hubiese encantado leer la respuesta de Milagro a la excelente pregunta que te planteaste, que no pudiste -o pensaste que no correspondía- exteriorizar.