Sobre el Paro Mundial de
Mujeres*
Por Mariano Pacheco
Fue hace
como 40 años: un grupo de mujeres se reunió para reclamar por sus
hijos militantes que habían sido secuestrados por el Estado durante
la última dictadura. Les dijeron que estaba prohibido reunirse y se
pusieron a caminar, en ronda, fundando una nueva organización (las
Madres de Plaza de Mayo), a partir de la cual dinamizaron el
movimiento popular de la Argentina, que desde entonces no sería el
mismo sin tener en cuenta el protagonismo de los organismos de
Derechos Humanos. Veinte años después, la ofensiva neoliberal
cerraba su círculo pero con un gobierno surgido de las urnas.
Entonces fueron otras mujeres las que dinamizaron el movimiento
popular: desde las barriadas más pobres de toda la Argentina
salieron a cortar rutas, hacer ollas populares, tomaron edificios
públicos, armaron comedores y merenderos, coparon plazas y calles
para decir ¡Ya basta! y transformarse en la barrera de contención
de las políticas estatales de hambre y represión.
Casi dos décadas después,
las nietas de las “viejas locas”, las hijas de las piqueteras
salieron con sus madres y abuelas, hermanas y amigas, compañeras de
trabajo y estudio, vecinas y miles de desconocidas a decir nuevamente
¡Ya basta! Bajo la consigna #NiUnaMenos parieron con la movilización
del 3 de junio de 2015 este nuevo movimiento que se enlaza con tres
décadas de Encuentros Nacionales de Mujeres y una trayectoria aún
más antigua de luchas feministas, en el país y en el mundo.
Hoy, como cada 8 de marzo, se
conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. El día fue
propuesto durante la II Conferencia Internacional de Mujeres
Socialistas, celebrada en agosto de 1910 en Copenhague --según un
difundido mito-- en homenaje a las obreras muertas dos años antes,
durante un incendio intencional producido en la fábrica Cotton en
Nueva York (Estados Unidos). Más allá de la exactitud de los datos
históricos, todos conocemos la fuerza del mito, y su capacidad de
movilización cuando éste se torna verdad en las masas populares. Y
también, sabemos lo que sucede cuando las fechas históricas dejan
de enlazarse con los problemas contemporáneos.
Como sea, la propuesta de
realizarse hoy un Paro internacional de Mujeres entronca con toda una
historia de luchas nacionales que tuvieron sus virtuosos momentos de
articulación mundial.
La tierra tiembla
En octubre pasado se produjo
el Paro Paro Nacional de Mujeres convocado tras el asesinato de Lucía
Pérez, producido en Mar del Plata mientras se realizaba el XXX
Encuentro Nacional de Mujeres, que congregó 20.000 almas en Rosario.
Una audaz iniciativa que en poco tiempo logró politizar la broca y
transformarla en acción colectiva como modo de tramitar el duelo y
poner en el centro de la escena que esos femicidios no son más que
la expresión descarnada de una respuesta violenta y atroz de quienes
sienten que comienza a irse de sus manos el poder de la opresión con
el que cuentan, respaldado en siglos, y que parecía eterno.
El 19 de
octubre, desafiando la lluvia entre tantas otras adversidades, unas
doscientas mil personas se movilizaron a Plaza de Mayo. Otras tantas
lo hicieron en numerosas ciudades del país. Sus protagonistas
centrales: las mujeres.
Desde el vamos la iniciativa
tuvo sus repercusiones en América Latina y otros lugares del país.
La jornada funcionó claramente como el antecedente más inmediato de
este Paro Internacional de Mujeres.
El poder de la creatividad
puesta en acción en contra del luto, el silencio y la tristeza
también viene funcionando como modo de politizar un tema que
pretende ser presentado como drama personal o a lo sumo familiar, y
ha permitido la emergencia de un movimiento político que justamente
apuesta a politizar desde el cotidiano.
Rosario,
Buenos Aires, Córdoba y otras grandes ciudades del país seguramente
serán el epicentro de esta lucha de hoy, pero también en otros
sitios --en el interior del interior, como suele decirse-- este
fenómeno llegó para golpear las puertas y recordar que no hay
rincón del país que quede exento de estas problemáticas. En Alta
Gracia, por ejemplo, Florencia Longo --de la Coordinación Resistir y
Luchar-- cuenta en diálogo con Zoom
que se vienen realizando desde hace unos años ya las movilizaciones
por el Día de la Mujer. En relación a la importancia de poder
marchar “en la ciudad en la que nací, me crié, en la que estudié
y ahora trabajo y desarrollo mi militancia, creo que es sumamente
necesario y posible visibilizar esta lucha en lugares como éste,
ciudades más pequeñas y muchas veces más conservadoras, como en
tantos otros lugares sucede que una una gestión municipal a la que
poco o nada le importan las reivindicaciones del movimiento de
mujeres”. Longo --quien además es fotógrafa y docente-- recuerda
que también en la ciudad del Tajamar --donde pasó años de su
infancia Ernesto Che Guevara-- marcharon en ocasión de las
movilizaciones del Ni Una Menos y se ha conformado el colectivo con
el mismo nombre.
Aunque
también la iniciativa, impulsada desde Argentina, ha logrado
traspasar las fronteras nacionales. Paraguay, Colombia, Guatemala,
Brasil, Guatemala y Uruguay (donde la Central Nacional de
Trabajadores ha brindado un apoyo activo a la jornada) son países
Latinoamericanos que, con su diversidad de problemáticas, dirán
presente en esta jornada. También Honduras, donde la medida de hoy
estará antecedida por las distintas actividades realizadas por el
primer aniversario de la muerte de Berta Cáceres (iniciativa
continental que también tuvo su momento de expresión en la
Argentina), una de las a líderes y fundadoras del Consejo Cívico de
Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) asesinada
a balazos durante la noche del 2 de marzo de 2016 en la localidad de
La Esperanza, provincia de Intibucá, quien contaba con medidas
cautelares dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) luego de haber recibido una treintena de amenazas.
Y
atravesando el Atlántico, también en Italia la medida ha logrado
sus adhesiones. En Bolonia, por ejemplo, unas 2.000 personas se
reunieron el 4 y 5 de febrero pasado en una asamblea nacional para
organizar la medida de lucha y poner por escrito ocho puntos a través
de los cuales expresar el rechazo “a la violencia de género en
todas sus formas: opresión, explotación, machismo, racismo,
homofobia y transfobia”. Interpelando a los sindicatos para que
convoquen a una huelga general de 24 horas el 8 de marzo (“Ni
una hora menos”), las activistas
europeas destacaron el hecho de que convocaran a la huelga para
reafirmar su fuerza y que hoy se crucen de brazos “interrumpiendo
cualquier actividad productiva y reproductiva”. Los ocho puntos
pueden leerse traducidos en el blog argentino Lobo sueto!
(http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2017/02/8-puntos-para-el-8-de-marzo-ni-una-hora.html).
Mujeres, movimientos
sociales y sindicatos
Verónica Gago es
investigadora universitaria y activista, profundamente comprometida
con el movimiento de mujeres y el Colectivo Ni Una Menos de Buenos
Aires. En conversación con revista Zoom aclara que, así como lo
afirmaron el 19 de octubre, también para hoy vuelven a insistir en
esto de que la forma en que el movimiento de mujeres se ha propuesto
ampliar y redefinir la herramienta del paro enlaza la violencia
femicida con su trama económica y política. “Llegamos a este paro
tras un proceso asambleario que fue capaz de componer realidades y
experiencias muy distintas. Desde ahí hemos también interpelado al
mundo sindical. Desde el 19 de octubre, estamos reinventando el paro
desde el movimiento de mujeres, haciendo un mapeo de las realidades
de las trabajadoras asalariadas y no asalariadas, las que cobramos
subsidios, las jubiladas y amas de casa, las trabajadoras de la
economía popular, las migrantes y las estudiantes. Esto hace que
cuando hablamos de violencia contra las mujeres estamos poniendo a
debate también las formas actuales de explotación”.
Majo Gerez, de Patria Grande
de Rosario, por su parte, destacó el carácter internacional de este
paro (al que han adherido al menos 48 países), en un contexto en el
que “el mundo se ha vuelto más hostil”, no solo “con la
asunción de Trump en Estados Unidos sino también con el giro
conservador de los gobiernos de la región”. Situación que,
insiste Gerez, “hace que las desigualdades en el mundo aumenten y
esto repercuta directamente sobre las mujeres, que somos las más
afectadas”. También caracterizó al movimiento de mujeres como el
“sector más dinámico”, el que “genera mayores niveles de
unidad e interpela a amplios sectores de nuestra sociedad” y
puntualizó en la importancia que tuvo el XXX Encuentro Nacional de
Mujeres para la ciudad, “que tiene un dinamismo social y político
muy fuerte, en donde la unidad del movimiento feminista ya se venía
expresando desde antes pero que tras el encuentro el saldo
organizativo ha sido muy grande y hoy se articule el paro con las dos
CTA y el Movimiento Sindical Rosario (que nuclea 42 gremios), más el
trabajo a nivel territorial, donde estuvimos haciendo recorridas por
los barrios para que las compañeras salgan a las veredas, se junten
con sus vecinas, cuelguen carteles en las puertas de sus casas, en un
proceso en el que no solo reclamamos al Estado que se haga cargo de
algunas de las reivindicaciones centrales planeadas por el
movimiento, sino que estamos actuando para cambiar este sistema, para
cambiarlo todo”.
Laura
Vilches, legisladora del Frente de Izquierda y de los Trabajadores
(FIT) en Córdoba, destacó por su parte que entiende que la
izquierda partidaria le aporta al movimiento de mujeres “la
relación con una tradición anticapitalista que se retoma de la
década del 70, relacionada con un cuestionamiento radical a las
condiciones de explotación del sistema capitalista llevada adelante
por un movimiento feminista socialista, porque entendemos que para
terminar con toda forma de opresión, hay que terminar con un sistema
que se basa en la explotación de un pequeño puñado de capitalistas
sobre la inmensa mayoría de la población y en particular sobre las
mujeres. Vilches, también referente de la Agrupación Pan y Rosas
del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) en la provincia,
señaló asimismo que por ese motivo impulsan, fundamentalmente, “la
organización de las mujeres trabajadoras en los centros de
producción, con comisiones que puedan discutir sus condiciones
laborales pero también otras problemáticas como el derecho al
aborto, la violencia de género, las redes de trata y los agentes del
Estado como la policía, los jueces y fiscales” y asume que “si
queremos que la tierra tiemble, como dice la consigna de este 8M,
necesitamos y queremos que estén nuestros compañeros varones en
esta recuperación de un método histórico como es la huelga, y por
eso es importante llamar a als centrales sindicales a que convoquen
al paro”. Respecto de los límites o contradicciones del
movimiento, Vilches remarcó que es un problema que aparezca a veces
como una suerte de “moda”, generando una especie de “feminismo
cool” en donde las “estrellas del mundo del espectáculo”
hablan de estos temas, mientras el sistema “hace un uso particular
del patriarcado para mantener el status quo, mientras mantiene a la
mayoría de la población femenina y LGTV mundial con trabajo
precarizado y bajo la línea de pobreza”.
*Nota publicada en revista Zoom.
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