Movimientos sociales y
sindicalismo hacia el Paro del 6 de abril
Por Mariano Pacheco
(@PachecoenMarcha)
Revista Zoom conversó con los
principales referentes de los movimientos sociales para conversar
sobre cómo se preparan para intervenir en las próximas jornadas de
protesta. Tras un marzo intenso, se avecina un otoño caliente.
Tras la movilización del 7 de
marzo pasado, la cúpula de la CGT quedó comprometida ante sus
bases, de alguna manera, a fijar la fecha del anunciado (y varias
veces aplazado) primer paro general convocado por la central contra
el gobierno de Mauricio Macri. Las imágenes de ese día fueron
elocuentes: muchedumbres de laburantes de a pie, seguramente
“atravesados” también por alguna “interna sindical”,
reclamándole al triunvirato que “pone la fecha la puta que te
parió, pone la fecha la puta que te parió”.
En su discurso, Juan Carlos
Schmidt había prometido convocar a la medida de fuerza “antes de
fin de mes” (al menos así se entendió, por más que haya tenido
un lapsus de segundos en el que afirmó que habría paro “antes de
fin de año”). Finalmente el triunvirato de la CGT confirmó el
paro para el 6 de abril, luego de que su “Corriente Federal de los
Trabajadores” y las dos fracciones de la Central de Trabajadores de
la Argentina (CTA), hubiesen convocado para el 30 de marzo, fecha
emblemática porque coincidía con el 35 aniversario del paro
realizado por la CGT a la última dictadura cívico-militar.
Por su parte, desde el otro
triunvirato, el de los movimientos sociales, se había anunciado su
participación en las medidas a realizarse por parte del sindicalismo
asalariado, tanto en la del 6 de abril convocada por la CGT como la
del 30 de marzo, llamada conjuntamente por la CTA “Autónoma” y
la CTA “De los trabajadores” (ahora en proceso de reunificación).
Tras las jornadas del 6, 7, 8
de marzo (Primer Paro Nacional Docente, movilización convocada por
la CGT y Paro Mundial de Mujeres), a la que se sumó luego la
protesta de los movimientos sociales del 15 de marzo en reclamo por
la plena implementación de la Ley de emergencia social y la Marcha
Federal Educativa de la semana pasada, algunas organizaciones
populares comenzaron a trabajar el slogan “Marzo Arde”.
Como sea, todo parece indicar
que durante los próximos diez días dos importantes jornadas de
protestas volverán a expresarse en las calles del país.
Si bien la convocatoria a dos
jornadas de protesta en una semana debilita más de lo que fortalece
la pulseada entre los sectores populares en lucha y el gobierno de
Cambiemos, lo cierto es que se vienen produciendo confluencias de
distintos sectores sociales y políticos en las calles, y que como
decían los “autonomistas italianos” a fines de la década del
70, todo indica que también en la Argentina contemporánea se
avecina un “otoño caliente”.
La hoja de ruta hacia el
paro del 6
El sábado, a menos de 24
horas de que multitudes expresaran en las calles de prácticamente
todas las ciudades del país el repudio al terrorismo de Estado, y
mientras en numerosos sitios se conmemoraba el 40 aniversario de la
muerte de Rodolfo Walsh a manos de un Grupo de Tareas del Proceso de
Reorganización Nacional, el triunvirato de los movimientos sociales,
compuesto por la Confederación de Trabajadores de la Economía
Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y el
Movimiento Barrios de Pie se reunieron en el barrio de Constitución
para definir los pasos a seguir durante los próximos días. También
participó del encuentro el Frente Popular Darío Santillán (FPDS),
quien el pasado 15 de marzo compartió las calles con las
organizaciones del triunvirato.
El domingo las organizaciones
populares presentes en aquella reunión se declararon en “Estado
de alerta y movilización” ante el “modelo de exclusión y
miseria”, según calificaron al gobierno presidido por el ingeniero
Macri. Para las organizaciones, no solo los trabajadores de la
economía popular sino el país entero se encuentra hoy en un
“verdadero estado de Emergencia Social”, porque se rige por una
política que pone “al dinero por encima del ser humano y la
naturaleza”. “La resistencia de las organizaciones populares y
sindicales ante este estado de cosas es hostigada mediante distintas
maniobras persecutorias como la judicialización de la lucha social,
las operaciones de prensa, la difamación contra nuestros dirigentes,
la demonización mediática de nuestras organizaciones, la represión
policial, las amenazas anónimas y el accionar de bandas
parapoliciales”, denunciaron, y pusieron como ejemplos los casos de
Emilio Pérsico y Lito Borello, de la CTEP, “perseguidos por
ejercer su libertad de expresión o el derecho a la protesta”, o el
de Juan Carlos Alderete, de la CCC, amenazado por desarrollar la
campaña “Ni un pibe menos”, o los más trágicos aún de Darío
“Iki” Julián y César Menéndez, “asesinados por bandas
narco-policiales” en Chubut y Santiago del Estero. La detención
ilegal de Milagro Sala y la violencia constante padecida por los
jóvenes militantes de La Garganta Poderosa también aparecen
enumerados en la lista de casos a los que se suman “la persecución
cotidiana”, la intimidación y la represión a distintos sectores
de trabajadores.
Los
movimientos sociales junto a los sindicatos
Tras el
“Plenario de Constitución”, revista Zoom conversó con
los principales referentes de los movimientos sociales para conversar
sobre cómo se preparan para intervenir en las próximas jornadas de
protesta.
Juan Grabois, de la CTEP,
confirmó que la posición de dicha organización que articula
decenas de organizaciones es “adherir y participar” del paro del
6 de abril, realizando ollas populares en los barrios a partir de las
cuales puedan encontrarse con los vecinos para conversar sobre “la
situación que atraviesa el país, el pan de lucha que hemos
emprendido y cómo marcha la implementación de la Ley de emergencia
social, que para ese momento ya debería al menos tener abiertas las
inscripciones”. El referente del Movimiento de Trabajadores
Excluidos (MTE) también se refiere al vínculo entre las
trabajadoras y trabajadores de la economía popular y la CGT,
explicando que, más allá de los momentos coyunturales que puedan
atravesar, desde la fundación de la CTEP en 2011 han planteado que
la unidad de la clase trabajadora no tienen que ser sólo de acción
sino orgánica. “Pensamos que tiene que haber una sola central que
agrupe a los trabajadores del sector público, privado y de la
economía popular, más allá de las tendencias internas que puedan
haber, porque lo contrario debilita a la clase y es funcional a los
intereses del capital”, remarcó. Por último, Grabois –que
también es asesor del Consejo de la Justicia y la Paz del
Vaticano—destacó que “seguimos sosteniendo, insistiendo y
esperando que la CGT haga las reformas estatutarias pertinentes para
que la CTEP pueda ser un gremio confederado más y participar de
todos los órganos de la CGT, que es la única central con personaría
gremial que hay en la Argentina, en la cual también pensamos que
deberían participar los docentes y estatales enrolados en las CTAs,
para poder avanzar así en la unidad y cambiar la correlación de
fuerzas entre las clases sociales en el país y construir un modelo
vinculado a la justicia social”.
Cristóbal Cervera, del Frente
Popular Darío Santillán, comentó por su parte que son las
trabajadoras y trabajadores de la economía popular quienes están
siendo los más afectados por la política económica del gobierno de
Cambiemos. “Si la media del país en general está mal, en las
barriadas populares se está mucho peor, porque los tarifazos en los
servicios y la inflación golpea más a todos aquellos que con los
ingresos que percibimos quedamos por debajo de la línea de pobreza”,
subrayó. También destacó la importancia de la unidad que se está
produciendo entre los movimientos sociales, por un lado, y entre
éstos y las entidades sindicales, por el otro. “Hasta que el
gobierno no cumpla con la real implementación y la efectiva
asignación del presupuesto destinado para la Ley de Emergencia
Social, seguiremos en estado de alerta y movilización”, enfatizó.
Para el referente de la organización que lleva el nombre de uno de
los dos jóvenes militantes asesinados el 26 de junio de 2002, lo
acontecido en la movilización del pasado 7 de marzo, “evidencia el
creciente malestar que puede verse entre muchos trabajadores que ven
reducidos sus derechos ante el rumbo económico de este gobierno”,
y consideró que ante esa situación el triunvirato de la CGT no pudo
mirar para otro lado. “Por eso creemos que es importante la
confluencia de los sindicatos y los movimientos populares, tanto para
la jornada convocada este 30 de marzo por las dos CTAs como para el
paro del 6 de abril (que entendemos que debería haber sido convocado
con movilización), así como se produjo la unidad en la calle el 7
de marzo y el 18 de noviembre del año pasado, pero de todos modos no
dejamos de advertir que estos dirigentes de la CGT hace rato se han
divorciado de las bases que dicen representar”, concluyó.
Algo similar planteó Sergio
Fernando Job, del Encuentro de Organizaciones de Córdoba (también
integrante de CTEP), quien considera que hoy por hoy la CGT está
“conducida por empresarios” que dicen representar a los
trabajadores. De todos modos, el referente de la organización
cordobesa no dejó de resaltar la importancia “estratégica” de
la posible confluencia entre distintos sectores de trabajadores, en
un proceso de unidad que implique “no callarse las diferencias” y
que pueda avanzar no sólo en la confrontación con un gobierno como
el de Cambiemos, sino también en la propuesta de otro modelo de
país. “Creemos que en este proceso no tenemos que dejar de mostrar
que, desde hace décadas, las organizaciones sociales venimos
mostrando modos organizativos diferentes, que intentan no ser
burocráticos y priorizan la democracia de base, con una
participación popular más dinámica. Por eso pensamos que así debe
ser también en el conjunto de organizaciones sindicales donde los
trabajadores tengan la voz en las decisiones y los pasos a seguir”,
reflexionó. Respecto del paro del 6 de abril inisitio en que debía
ser enmarcado en un proceso de “creciente protagonismo popular”,
en el cual los trabajadores vienen diciendo “Basta a las recetas
neoliberales que vienen golpeando su calidad de vida”. “En ese
marco hemos decidido recuperar las calles como lugar de disputa para
denunciar la situación de empobrecimiento y malestar social, pero
por otro lado mostrar una alternativa. No podemos sino recordar que
el paro del 6 de abril fue arrancado a la burocracia sindical por
medio de la presión que exigía a gritos a sus conducciones que
convocaran a un paro general contra Macri. En ese sentido entendemos
que CTEP viene siendo un sector de avanzada en esta lucha, y como
tal, el 6 de abril deberá tomar un papel activo para hacer de ese
día un día de lucha en el cual puedan sumarse los más diversos
sectores de trabajadores y sectores populares afectados por las
políticas de este gobierno”, remató.
Daniel Menéndez, del
Movimiento Barrios de Pie, concluyó la rueda de consultas realizada
por este medio poniendo énfasis en la importancia de poder ir
construyendo con la CGT “puentes de acuerdos que sean lo más
sólidos posibles” y reconoció que los movimientos populares
articulan hoy por hoy una realidad de mucha heterogeneidad, pero
sostenida sobre dos o tres indicativos claros, como lo son “la
plena vigencia de la Ley de emergencia social, que no se avance en el
crecimiento de la pobreza y que el Estado atienda los reclamos del
sector, para desde ahí fortalecer ese polo que permite que el
reclamo de los más humildes tenga mayor volumen”. También destacó
la importancia de que la CGT haya realizado una autocrítica de su
incapacidad en años anteriores de haber tenido una “política
totalizadora” respecto de la realidad de la clase trabajadora y no
solo de los que están bajo convenio sino también de quienes están
por fuera del mercado laboral formal. “Nos parece que ese es el
camino estratégico central, más allá de que hay diferencias
puntuales en cada momento, si hay paro o no y que modalidad toma, por
ejemplo. Nosotros priorizamos la unidad, por supuesto, siempre y
cuando sea para enfrentar a este gobierno, para ponerle frenos a las
políticas de ajuste”. El dirigente también aclaró que se
movilizarán el 30 de marzo junto a las dos CTAs y que luego de
algunas reuniones que tendrán con los dirigentes de la CGT en los
próximos días definirán su modalidad de intervención el próximo
6 de abril.
Lo viejo que no muere, lo
nuevo que no nace
Hace ya una década atrás el
sociólogo portugués Boaventura Sousa Santos reparó en que los
denominados Nuevos Movimientos Sociales (O Nuevos Movimientos
Populares en Latinoamérica) no sólo demandaban reivindicaciones
específicas al Estado, sino que en su desarrollo sus intereses se
tornaban frecuentemente “incompatibles con el orden político y
social existente”, entre otras cuestiones, porque sus demandas eran
expresadas generalmente por vías no institucionalizadas.
No está de más recordar que
en los años noventa los movimientos sociales emergentes pusieron en
cuestión la idea de la política entendida como el arte de lo
posible, siendo la punta de lanza de un cuestionamiento más de fondo
de la “década cínica”. Entonces las nacientes organizaciones,
pobladas de desempleados, no podían recurrir a la huelga como modo
de expresión de la bronca y el reclamo, pero recuperaron un arma
sabia del movimiento obrero, y la resignificaron. El piquete se
trasladó entonces de sus lugares habituales (las fábricas y
establecimientos laborales) para interrumpir el lugar mismo de
circulación de las mercancías. Aunque también operaron como un
piquete simbólico, otorgándole al espacio público otros sentidos a
los que cobraban en la Argentina neoliberal. Los neumáticos
encendidos en las rutas, símbolo por excelencia de las puebladas, se
entremezclaron con otros como los rostros cubiertos, que desde enero
de 1994 identificaban con claridad a los indígenas mexicanos alzados
en armas bajo el nombre de zapatismo. Las asambleas como forma de
ejercer la democracia directa recorrieron las barriadas más pobres
del país mucho antes del estallido de diciembre de 2001, recuperando
desde el fondo de la historia nacional experiencias que habían sido
constitutivas de los primeros sindicatos.
Hoy en día el sindicalismo,
atravesado desde hace años por una crisis profunda, tal vez pueda
repensarse en alianza con y no contra o diferenciado de los nuevos
movimientos sociales, que en muchos casos adoptan dinámicas propias
de sus nuevas realidades, y otras, mixturan esas prácticas y
concepciones de nuevo tipo con otras clásicas del sindicalismo.
El paro del 6 de abril y los
meses que siguen pondrán en tensión concepciones, prácticas e
intereses diversos presentes en el heterogéneo mundo popular de la
Argentina actual.
La unidad se presentará como
un desafío, y la dispersión, como un permanente mal a conjurar.
*Nota publicada en Revista Zoom.
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