Entrevista a Susana Roitman
Susana Roitman, compiladora
de El torno y la molotov. Relatos e imágenes de la
Córdoba obrera 60-70 El
torno y la molotov. Relatos e imágenes de la Córdoba obrera 60-70
reflexiona sobre el Cordobazo y las efemérides políticas más allá
de la nostalgia.
Por Mariano Pacheco*
“El 29 de mayo de 1969 entra en
acción el movimiento obrero por medio de una huelga general activa,
con movilización y concentración, decretada por la CGT local”.
Así comienza un conocido ensayo sociológico su crónica sobre el
Cordobazo, en el que se agrega que las columnas vanzaron “hacia el
centro de la ciudad, allí llamado el ´casco chico´, el símbolo
del poder social representado en esa ciudad por el gobierno
provincial. La dictadura autodenominada “Revlución Argentina” ya
llevaba tres años usurpando el poder y había
anunciado la derogación del sábado inglés (por el cual se
trabajaba medio día pero se cobraba por las 8 horas de la jornada
laboral), ya había congelado sueldos, aumentado la edad para
jubilarse y paralizado la comisión de salario mínimo, vital y
móvil, todas medidas tomadas a través del entonces ministro de
Economía Krierger Vasena. Mayo
se había iniciado además con una serie de protestas protagonizadas
por
estudiantes y jóvenes que se manifestaron contra las políticas
autoritarias y represivas del entonces presidente de facto, Juan
Carlos Onganía. Todas fueron reprimidas. En Corrientes, el 15 de
mayo, fue asesinado el estudiante juan josé Cabral. En Rosario, el
17 y el 21 del mismo mes, otros dos jóvenes fueron asesinados en
manifestaciones: Alfredo Bello y Norberto Blanco. Entre tanto, en
Córdoba, bajo la excusa de “peligro subversivo”, el gobierno
había ordenado por esos días cerrar la Universidad. La tapa de la
olla saltó por los aires en Córdoba el día 29, cuando las dos
fracciones de la Confederación General del Trabajo convocaron a un
paro de 37 horas, iniciando un día antes las protestas convocadas
por la CGT a nivel nacional para el día 30.
Para
conversar sobre aquel acontecimiento histórico y sus repercusiones
en la Argentina actual, revista
Zoom
conversó con Susana Roitman, docente e investigadora que se dedica a
estudiar cuestiones relacionadas con las luchas del movimiento obrero
argentino.
¿Qué te parece, históricamente hablando, que hoy se puede
rescatar de este acontecimiento político?
Yo creo que fue un momento cumbre de un período de luchas populares
muy alto, el más importante de la historia argentina te diría. Y el
Cordobazo fue el episodio más importante de ese período: esos 15
años que van desde inicios de los sesenta hasta 1973, 1974. Es ese
el momento en donde se expresó una subjetivación política
revolucionaria de los trabajadores, de la clase obrera, con capacidad
de dar batalla no solamente contra la situación coyuntural sino
contra el capitalismo. En un momento en el que la correlación de
fuerzas fue muy favorable para el trabajo frente al capital. Y esto
obligó de alguna manera a que el poder respondiera como respondió.
Pero me parece que podría haber sido otra la historia de esos
momentos que aun hoy nos asombran. No creo que se una fatalidad
histórica lo que sucedió. El fin de esa oleada de luchas no estaba
escrito.
¿Cuanto hubo de espontáneo y cuanto de organizado en El Cordobazo? ¿Que podria decirse sobre la relación bases-dirigentes en ese momento histórico?
Me parece que hoy ya no es tan importante aquella vieja discusión
sobre el carácter espontáneo o no del Cordobazo, porque si se
piensa en la historia que hubo detrás, esa historia tan fuerte, tan
fluida y tan marcada por el trabajo de base es difícil sostener la
hipótesis de la espontaneidad. Lo que sí me parece que se discute
muchas veces, de manera excesiva, el papel de los dirigentes, de las
cúpulas sindicales combativos, pero no la irrupción de las bases de
trabajadores en la vida política de Córdoba, primero, y de todo el
país después, es para mí lo más interesante. Sobre todo el rol
que jugaron esos dirigentes combativos (como Agustín Tosco y Atilio
López) en relación a poner el oído a esa rebelión de las bases. Y
ahí retomo algo que dijo el otro día Taurino Atencio (compañero de
lucha de Tosco en los setenta), que destacó esto de que el
peronismo, ese hecho maldito de la Argentina, tuvo siempre esa
ambivalencia de la que hablaba también Daniel James, que produce
integración pero también produce resistencia. Y ese equilibrio
entre ambos términos, de laguna manera, se desequilibra con el
Cordobazo, donde la lucha de las bases superó todas las
expectativas. Esa rara relación entre unas bases obreras con
potencia revolucionaria y una dirigencia, no diría rara, pero sí
que asombró un poco por esa capacidad de escuchar ese run run, ese
susurro de las bases transformado en grito por las bases el 29 y 30
de mayo de 1969. Por eso me gusta mucho el concepto de subjetivación
política, en términos de posibilidad de acumular fuerzas para poder
cuestionar al sistema como un todo. Y el Cordobazo fue un momento muy
álgido de ese proceso.
¿Qué pasa con Córdoba? Tenemos a la Córdoba de la Reforma
Universitaria, que el año que viene cumple 100 años. En estos días
el aniversario del Cordobazo. ¿Son momentos excepcionales en una
provincia que tiene como rasgo más estructural su conservadurismo?
A mí me gusta mucho la expresión de José Aricó, de Córdoba como
“ciudad de fronteras”, en el sentido de que habitan esta
provincia lógicas muy encontradas y me parece, en ese sentido, que
se hace muy difícil definirlas a priori como conservadoras o
revolucionarias. Son dos lógicas que siempre están operando. Yo no
soy cordobesa, pero me siento adoptada por Córdoba y eso es un poco
lo que me fascina, que se encuentran acá estas lógica que a veces
se hibridan y otras no, y que uno diga: ¿cómo puede ser una ciudad
mediterránea de fronteras? Y sí, porque tenes por un lado estas
lógicas rebeldes que se van pasando solapadamente entre
generaciones. Yo no te voy a decir que se puede encontrar un hilo
claro de continuidad histórica entre la Reforma y el Cordobazo, por
ejemplo, pero sí me parece que hay cuestiones que generan una
idiosincrasia, y que tiene que ver con esto de las lógicas dispares
que conviven, se oponen, se hibridan. Y eso produce una singularidad
de Córdoba. Y te llevo a un caso más actual: después de la
elección en la que ganó Mauricio Macri, donde sacó el 70 % de los
votos en Córdoba, también fue acá en donde se realizó la primera
gran movilización del país, con motivo de la cuestión del ente
municipal promovido por el intendente radical Ramón Mestre, de
Cambiemos. Entonces digo, ¿qué cosa no? No hay una Córdoba. Luego
fue lo de la inmensa movilización contra la Ley de Bosques, y
después la conmemoración del 24 de marzo, que fue muy masiva en
todo el país, pero que en Córdoba tuvo uno de sus picos más alto,
al igual que la marcha contra el 2x1, sin dejar de lado toda la lucha
de género que se libró en todo el país y no sólo acá. Pero en
Córdoba se produjo sí toda esta lucha muy masiva ligada a la
problemática ambiental. Por eso habría que hablar de las Córdobas,
en plural, porque resulta muy difícil clasificar todo bajo la grilla
del nombre Córdoba. Por eso insisto en traer la frase de Aricó, de
ciudad de frontera, porque esas fronteras son porosa y permite esa
circulación entre las campañas de la Iglesia y los mamelucos de los
trabajadores, y ahora se le suma todo el fenómeno evangélico y toda
esa mezcolanza que es muy linda también, a pesar de que uno pueda
decir: “que conservadora es esta provincia”. Esta amalgama de
sentido común, como diría Antonio Gramsci, está presente en todos
lados, obvio, pero tal vez en Córdoba resulta más notoria.
Este martes, 30 de mayo, estarás participando de una serie de
actividades. ¿De qué se tratan?
Sí, hacemos unas jornadas desde la Asociación de Estudios del
Trabajo, la Universidad Nacional de Villa María y la Facultad de
Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba.
Una de ellas es junto a la Casa de los Trabajadores también, en la
que estarán presentes protagonistas del Cordobazo pero también del
Vivorazo, que acontece dos años después: Carlos Masera, Secretario
General del Strac; Taurino Atencio, de EPEC; Carlos Scrimini,
entonces Secretario General de la Federación Universitaria de
Córdoba (FUC) y Soledad García, una militante y docente siempre
presente en las luchas. Y más temprano se va a realizar una
mesa-debate donde estarán presentes protagonistas de experiencias de
lucha y organización de los trabajadores en la actualidad. La idea
es sobre todo pensar en la dinámica de articulación que se puso de
relieve en el Cordobazo, a diferencia de ahora en donde prima la
dispersión
¿Qué pasa con los aniversarios? ¿No te da la sensación de que
siempre se termina cayendo en un gesto nostálgico?
Es probable. A mí me parece que los aniversarios pueden ser
propicios para preguntarse por los posibles puentes que pueden
establecerse entre el hoy y lo que pasó, por lo que se quebró, en
fin, para pensar una sociología histórica, de comparaciones, no
tanto para caer en la nostalgia sino para analizar la correlación de
fueras en cada momento y que eso nos permita pensar estrategias
presentes. Por ejemplo, esta cuestión del protagonismo de las bases
puede ser un hilo conductor entre aquella gesta de hace 48 años y el
ahora. Por ejemplo, hace unos años, cuando presentamos el libro El
torno y la molotov con obreros de Volkswaguen, y más que sentir
lo que leían como algo lejano en le tiempo, se sentían
identificados con ellos mismos, con sus prácticas. Y eso me parece
que está bueno, que estas efemérides dan para pensar. Este año
tenemos los 100 años de la revolución rusa, los 150 años de la
primera edición de El capital, y como dice Aldo Casas desde
el título de su último libro, vos lees a Karl Marx y decís “sí,
este tipo es nuestro compañero”, porque es muy contemporáneo. Y
si uno piensa el Soviet como experiencia colectiva de insurrección
es muy plausible de retomar, porque cuando las izquierdas se
entrometen tanto con la cuestión electoral pierde esa dimensión de
lo insurreccional, que es lo que permite que la historia tenga una
fuerza, una dirección.
*Nota publicada en revista
Zoom.
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