NOTA PUBLICADA EN REVISTA ZOOM
Por
Mariano Pacheco
El
kirchnerismo se debate entre diluirse en un peronismo acrítico que
se redescubre en Perón o “transversalizarse” en un
“neofrepasismo tardío” en cruce con un post-alfonsinismo. ¿Y
los pibes para la liberación?
Parece
quedar claro, a la luz de la ofensiva macrista, que la resistencia a
este retorno neolibeal –que se sostiene sobre una genealogía
anclada en el Proceso de Reorganización Nacional que comenzó con el
accionar del terrorismo de Estado en 1974 y se consumó con el
menemato entre 1989 y 1999, pero que también encuentra sus
continuidad en dinámicas neoliberales que tuvieron sus nichos en la
“década ganada”-- se está incubando aún, más lenta que
rápidamente, y que se presenta más como una tarea pendiente que
como una realidad actual, pero no parece quedar tan claro cuan
presente está como estrategia de cada sector político. Lo hemos
enunciado ya en otras oportunidades: resistencia popular no es
sinónimo de oposición institucional, aunque la primera pueda
contener a la segunda.
El
17 está en puerta. Al “tercer gobierno radical” aún le falta
pasar diciembre, pero el ciudadano de a pie ya ha logrado pasar el
invierno, y eso no es poco. El ingeniero sigue con sus bailes, sus
chistes y muecas representando a los argentinos, que en octubre
pasado salieron en torrentes masivos a votarlo para colocarlo como
presidente de la patria. Pero también hubo otro torrente, compuesto
por peronistas no kirchneristas, kirchneristas no peronistas,
pero-kirchneristas, progresistas antiperonistas pero no
antikirchneristas, izquierdistas antikirchneristas pero no
antiperonistas y otras especies de la jungla política nacional. ¿Qué
pasa con ese conglomerado? ¿Cómo se expresa en las calles? ¿Cómo
se expresará el año que viene en las urnas? Las respuestas a este
interrogante, como las fichas en un tablero de ajedrez, cambian todo
el tiempo. A veces más rápido, a veces más lentamente, pero
cambian. Es que la Argentina post-kirchnerista aún se está
debatiendo a sí misma y cada sector arriesga hipótesis pero no
ancla en una posición clara y tajante. Son muchos los jugadores que
siguen poniendo un huevo en cada canasta. Al parecer, hasta los
sectores más macartistas toman del Pelado Vladimir su máxima de
“embarcarse y después ver”.
Como
sea, lo cierto es que tanto los pesimistas como los optimistas tienen
sus razones para adelantar un balance provisorio del año y ver sus
vasos medio llenos o medio vacíos, según el caso. Es que tal como
graficó el filósofo Goody Allen en su film “Melinda Melinda”,
una misma historia puede contarse desde la comedia, o desde la
tragedia. Ambas tienen su núcleo de verdad, así que la disquisición
no es epistemológica sino política.
Los
pesimistas verán la gran capacidad y rapidez que tuvo la gestión
Pro para avanzar con su sinceramiento. Los optimistas tal vez pongan
el centro del balance en el cambio acontecido entre el primer y el
segundo semestre, que registró mayor dinamismo en la lucha social y
los paros por sector (sobre todo en estatales). Luchas que
obtuvieron, a su modo, algunas conquistas elementales.
Cómo
se exprese ese conglomerado electoralmente el año que viene es algo
aún difícil de arriesgar, pero de seguro que será en varios
espacios, donde será difícil demarcarlos desde las identidades
clásicas (peronismo, progresismo, izquierdas). Más allá de ese
avatar, en donde está claro que quienes comparten ciertas luchas y
espacios de organización marcharán separados, queda por verse si
los sectores del ampliamente denominado “campo popular” sostienen
niveles de madurez ante la situación como para golpear, más allá
de las divergencias electorales, todos juntos y de conjunto. Por eso
conviene pensar que la serie de la política social-sindical no tiene
por qué ir en paralelo con la serie de la política
partidaria-parlamentaria.
PERONÓMETRO
EN MANO
Con
excepción del Movimiento Evita –políticamente más conservador en
su “giro al PJ”, pero socialmente más abierto a otras
articulaciones e intervención en las luchas concretas-, que desde el
vamos participó activamente en la conformación de la Central de
Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), el resto del “núcleo
duro” del kirchnerismo (centralmente “Unidos y Organizados”) no
supo, no pudo o no quiso erigirse en referencia de masas de aquellas
luchas y procesos de organización que pudieran modificar –al menos
parcialmente- las condiciones de vida de quienes los protagonizan. Su
ausencia en las grandes movilizaciones como la Marcha de San Cayetano
y la Marcha Federal fue notable. La excepción: aquellas fracciones
del movimiento obrero organizado cuyos dirigentes pudieron ser o aún
se identifican como kirchneristas. Pero en estos casos actuaron más
como referentes sindicales que como militantes de una orgánica
política determinada.
El
resto, más allá de movilizarse para recibir a Cristina Fernández
cuando ha llegado a Buenos Aires, no ha tomado a las calles como
lugar central de expresión de la política en esta etapa. Teñidas
por cierto gesto nostálgico (aplaudir en la Casa Rosada los
anuncios de nuevas medidas de gobierno), tanto esas movilizaciones
como las “plazas del verano” (aquellos mitines en los que
hablaron varios de los ex funcionarios de las anteriores gestiones
del Estado), parecen responder más a una lógica política anterior
que a las necesidades populares actuales.
Incluso
la propuesta de conformación de un “Frente Ciudadano”, esbozada
en abril por la ex presidenta en su “retorno a la política”,
apareció planteada en el escenario mediático progresista como una
novedad que luego sus militantes (de nuevo) no supieron, no pudieron
o no quisieron salir a convidar masivamente a la gente común y de a
pie, preocupada mayoritariamente por la licuación de sus ingresos y
la creciente precarización de sus vidas en estos meses.
Los
sectores populares parecen no contribuir aún a gestar nuevas
identidades plebeyas que expresen sus intereses. Mientras tanto, el
variopinto espectro político del país se debate en torno a qué
hacer con el peronismo. En los sesenta, en pleno contexto
convulsionado por el surgimiento de la Revolución cubana como
referente político continental, el peronista díscolo Jhon William
Cooke dijo que, en Argentina, los comunistas eran ellos, los
peronistas, y no los afiliados al PC. Hoy muchos de los militantes
enrolados en la filiación identitaria del histórico partido
antiperonista parecen invertir la frese de “El Bebe”, expresando
que, en la Argentina actual, los peronistas (kirchneristas) son
ellos. Inspirados en Néstor Kirchner y su política “transversal”
e incluso en la histórica pulsión “frentista” del peronismo,
hoy el kirchnerismo se debate entre diluirse en un peronismo acrítico
que se redescubre en la figura de Juan Domingo Perón (seguramente
sostenidos en un “déficit de historicidad” en su formación y,
por lo tanto, sin analizar críticamente al “ultimo Perón”) o
“transversalizarse”, en una suerte de “neofrepasismo tardío”
en cruce con un post-alfonsinismo, el kirchnerismo es todavía
difícil de dejarse aprehender. ¿Nuevo movimiento o una fase más
del peronismo, en camino a mutar nuevamente en otra fase histórica?
Interrogantes aún difíciles de responder. Mientras tanto, queda aún
vacante la respuesta a la pregunta por qué pasará con la emergencia
de esas nuevas camadas de militantes que se sumaron a la política
argentina abrazando las banderas del anterior gobierno desde un
imaginario anclado en la historia del peronismo. ¿Expresarán una
nueva dinámica generacional o tan solo vinieron a expresar un
recambio etario de la generación de sus padres y sus tíos? ¿Hay
condiciones históricas y voluntad política para que desde allí se
exprese un nuevo ciclo de irreverencia ante lo dado o la gestación
al calor de las políticas de Estado y direccionadas de arriba para
abajo condenarán a este sector emergente a oscilar entre la
obediencia a los mayores y el desencanto y el retorno a la vida
privada.
Los
conflictos sociales, más temprano que tarde, exigirán sincerar aún
más las posiciones. ¿Qué harán esas chicas y esos muchachos que
se emocionaron en las festividades en las que habló “la jefa”?
¿Qué quedará de “los pibes para la liberación”?
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