Un día de abril, hace 25 años atrás, mi vida dio un vuelvo de cientos de grados: inicié mi camino en la militancia. Fue en abril pero en realidad, durante ese verano de 1996, ya había ido madurando la idea de la militancia. Aún, creo, no le decía así, pero estaba claro que la rebeldía del punk y del metal no me alcanzaban. Ya había leído a Guevara y quería pasar a otro tipo de acción. ¿Cual? ¡No sabía muy bien!
No había agrupaciones en los colegios de la zona por aquel tiempo. No había tampoco Centros de Estudiantes. En Quilmes, distrito donde cursaba mis estudios secundarios en el Normal, estaba presente el Partido Comunista y alguna agrupación “independiente” que impulsaban, como Ña Palos. También el hijo de algún maoístas dando vueltas, pero ni siquiera actuaba como JCR, la Juventud del Partido. También había una piba de un grupito más raro, el PTS. Una vez casi me meto en el local central del PC de Quilmes, en la calle Humberto Primo. Andaba por ahí de casualidad. Estaba esperando el bondi, que no venía, y estaba dele que te dele mirando el mural de la puerta. Crucé la calle, y volví a esperar el colectivo. “Estos lo dejaron tirado al Che en Bolivia”, pensé, y no entré.
Para ir a estudiar a lo de Dani, ese verano, viajaba todos los días en el 85, desde la casa de mi viejo en Wilde. A mitad de camino, por la zona de La Cañada, veía siempre unas pintadas, que entonces pensaba eran todas del mismo grupo. Una decía “Patria o Grupos Económicos- Movimiento La Patria Vencerá”. Otra: “A vencer o morir por la Argentina”.
Desde marzo, para ir al colegio (pasé de turno, de la mañana a la tarde, pero no de año, ya que tuve que cursar nuevamente segundo por segunda vez), hacía el mismo recorrido, con el mismo bondi, pero hasta Quilmes. Así fue como un día, al bajar del colectivo para ir hasta el Normal, veo un afiche pegado sobre las chapas de una construcción. ¡Eran horribles! Todo un escrito largo, sin imágenes. Ya había visto unos así del Partido Obrero, pero estos decían MPV. ¡Eran los mismos de las pintadas de La Cañada! ¿Era una señal? Anoté en un cuaderno la dirección de la “casilla postal” y luego les escribí. Una vez. Otra. Y nada. Un día me llamaron a la casa de mi viejo, ya que en la carta en la que me presentaba había dejado el número. Me dieron una “cita” para unos días antes del 24 de marzo. Era 1996. Todo me parecía raro. Lo de cita me sonaba a telenovela vieja, pero igual anoté los datos y ese día fui. No llegó nadie. Gran frustración.
El 24 de marzo se conmemoraban 20 años del inicio de la última dictadura militar. En el colegio se había comenzado a reunir una comisión de estudiantes para formar el Centro y se había hablado del tema. Le dije a los pibes para ir juntos a la Plaza de Mayo, pero ese día habíamos quedado en ir a jugar Roll a la casa de Ariel, el empleado de Los Videos, quien se había hecho amigo de la banda a pesar de ser más grande, creo que en una especie de cruzada para “sacarnos del mal camino” (era cristiano y scout). Así que se me presentó el dilema, y resolví irme solo a la movilización.
En un momento iba caminando por Avenida de Mayo y veo una columna que me pareció impresionante. Mucha mística y agite. La bandera decía: MPU- Quebracho. “¡Que boludo!”, pensé. No es MPV, es MPU, deben haberse juntado con los de Quebracho.
Seguí caminando y de repente un flaco me da un volante. Leo: MPV. “¡Otra señal!”, pensé. Le iba a contar toda la historia al muchacho, pero en medio de la marcha se me ocurrió que era mejor ir al grano y encontrarlos, y luego contarles la confusión (que pensé que era MPV y no MPU).
– ¿Dónde están? Recién vi pasar la bandera de ustedes, la que decía grande Quebracho.
El flaco de ojos azules me dice por allá, y señala la multitud. Me pareció bastante descortés (después supe que se trataba de Claudio Funes).
***
Después del acto, y el festival (tocaron Los fabulosos Cadillacs, León Gieco y muchos músicos más), desde el escenario dijeron que HIJOS (que era la agrupación de los hijos de los desaparecidos, me enteré ahí) había preparado otro festival, para la Juventud, a unas cuadras de ahí. Así que me acerqué a la columna de Quebracho y fui.
Me dicen el matador nací en Barracas…
La columna no era muy amable, como que a la gente que estaba cerca y quería marchar con ellos nos dejaban afuera. Así que decidí seguir caminando solo y llegar hasta Tribunales junto a la muchedumbre que caminaba a los costados de las columnas.
Sólo le pido a Dios/ que la guerra no me sea indiferente…
Días después me llamó de nuevo el mismo muchacho que me había pasado la primera “cita”. Pidió disculpas por no asistir y me propuso un nuevo encuentro. Luego sabría que su nombre era César; que era el militante más joven del MPV (que no era MPU); que vivía en Villa Corina junto a su madre y hermanos; que era de familia comunista, bien prole; que su padre (también militante comunista) había sido asesinado en Avellaneda mientras realizaba una pintada del partido; que él, luego de un paso por “La Fede”, se había arrimado a un grupo peronista que en los años 80 había armado la Agrupación Descamisados y que –de esto se hablaba menos-- tras algunas macanas que se habían mandado, conforman luego el MPV.
César me invitó a un recital que se iba a realizar en el Río de Quilmes, por el aniversario del golpe del 76 y “Contra el gatillo fácil”. Al parecer iba a ser previo al 24 de marzo, pero se suspendió por lluvias y se reprogramó para abril. “Menos mal”, pensé, porque ni me había enterado. Encima tocaba “Gatos sucios”, una banda de punk que yo escuchaba y últimamente me gustaba mucho. Pero no pude verla casi. Ese día tuve mi primera tarea militante: formar parte del cordón de seguridad del escenario.
Fue fatal ese recital: los pibes nos escupían, nos gritaban “botones”, yo no sabía qué hacer. Pero me quedé en el cordón. Un compañero, Peckerman, en un momento se calentó y corrió a un punky con un cuchillo en la mano. Fue bizarro.
Ese mismo día me presentaron a Fabio González, El Negro, quien a pesar de ser más grande que César venía de la militancia juvenil, de la UES en los 80 y tenía un programa de radio en la Parroquia de Luis Farinello. Así que ahí mismo me incorporaron a la organización, y me dieron el pase de Avellaneda a Quilmes. Ese día también lo conocí al Flaco Pablo Vera (cuñado de Fabio); a El Turco; a El Cholo Ancona, la Gorda Graciela y algunos otros militantes más.
Eso fue hace 25 años atrás. Comenzaba a gestarse entonces la Generación Militante de 2001.
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