Por Mariano Pacheco
«¿Qué es la comuna, esa esfinge que tanto exaspera a las mentes burguesas?». Con esa pregunta, Karl Marx abre en su libro La guerra civil en Francia una serie de preguntas en torno a la importancia histórica de la Comuna de París.
I-
En estos días, semanas, se conmemoran los 150 años de uno de los episodios más importante en la historia de las clases trabajadoras de todo el mundo: el triunfo, sostenimiento y aniquilamiento por parte de la burguesía europea de la Comuna de París, primer ensayo de gobierno proletario en el mundo. "La comuna es el acontecimiento por excelencia", dijo Antonio Negri en una entrevista reciente, publicada en Lobo suelto!, en la que rescata de la insurrección parisina el hecho de que se hayan acumulado en torno suyo el máximo de fuerzas acumuladas durante el último medio siglo, mientras anudaba dos elementos fundamentales en la perspectiva emancipatoria: la revocabilidad de los mandatos y el salario medio para quienes ejercen funciones públicas (democracia de los consejos como respuesta ensayada ante la pregunta de cómo vivir juntos, es decir, de cómo afirmar libremente nuestras existencia en un plano de igualdad.
II-
Marzo de 1871. Han pasado tan sólo dos meses desde que París, sitiada por el hambre, capitulara ante Prusia. La guerra, para Francia, está perdida, pero la Guardia Nacional parisina, que se conformó con amplia participación popular durante los enfrentamientos bélicos, conserva sus armas. El nuevo gobierno intenta desarmarla, pero fracasa. Eso fue un 18 de marzo. Una semana después, el 26 de marzo, es elegida en París la Comuna, que antes de que termine el mes, condonó los pagos de alquileres, abolió el ejército profesional y suspendió la venta de objetos empeñados.
Una de las conclusiones a la que arriba Marx en su folleto de intervención es que «la clase obrera no puede limitarse a hacerse cargo de la maquinaria del Estado ya existente y utilizarla para sus propios fines». En ese sentido, destaca la importancia que tuvo el hecho de que los «consejeros municipales» fueran elegidos por sufragio universal en los distintos barrios y que sus mandatos fueran «revocables».
«La Comuna dotó a la República de una base de instituciones realmente democráticas», comenta Marx. E insiste: la Comuna fue «la forma política al fin descubierta bajo la cual ensayar la emancipación económica del trabajo». Es decir, la Comuna estableció un horizonte en el que era posible pensar «abolir la propiedad privada» («expropiación de los expropiadores») y establecer una dinámica de «trabajo libre y asociado».
En ese sentido podemos decir que esos fueron días que conmovieron no sólo a Francia, a Europa, sino al mundo entero.
III-
La expresión "Días que conmueven", conocidas por el libro de Jhon Reed dedicado a la Revolución Rusa de 1917, bien podrían ser usados para pensar en la Comuna de 18171, según sugiere Horacio González. "Esos momentos tempestuosos con los que se suelen comparar las revoluciones, es decir, un conjunto de acontecimientos que, conjugados y articulados de vastísimas maneras, trastocan la vida cotidiana, ponen en juego un conjunto de utopías, cambian los horizontes de expectativas y de alguna manera hacen flotar en la atmósfera un sentimiento de furor, de combates, de luchas, de sangres, de fracasos o de conmemoraciones". Las palabras citadas pertenecen al ensayista argentino y fueron pronunciadas en un ciclo de charlas que llevó por título “Las armas y las letras”, y puede verse y escucharse en youtube. En ese capítulo, dedicado a rememorar la comuna, el ex director de la Biblioteca Nacional dice algo parecido a aquello que su compatriota David Viñas expresa en su libro De los montoneros a los anarquistas, y que ambos comparten con el modo en que el filósofo Walter Benjamin piensa la historia. A saber: que un secreto compromiso de encuentro se entreteje entre las generaciones de quienes luchan por la justicia y la libertad, más allá de temporalidades, y geografías.
En nuestro caso, como dice Viñas, el obrero europeo que llega a nuestras tierras con la oleada inmigratoria de fines del siglo XIX, viene con su experiencia sindical y su voluntad de lucha, a vengar de algún modo al gaucho recientemente derrotado por ese primer proceso de reorganización nacional, el que extermina al malón y a la montonera, e incorpora al país al esquema de la división internacional del trabajo capitalista.
IV-
Más allá de las distancias geográficas y temporales, hay una lección del París insurrecto de 1871 que sigue conmoviendo, incitando. La Comuna «tomó en sus propias manos la dirección de la revolución; cuando por primera vez, simples trabajadores se atrevieron a transgredir el privilegio gubernamental de sus ´superiores naturales´»
El «atrevimiento» de «simples» trabajadores para «ensayar» la emancipación sigue siendo una dinámica que, por aquí o por allá, parece aterrar a los dueños del poder, e inquietar a las almas bellas que administran en sentido progresista los intereses del capital. Por eso la experiencia de democracia participativa y protagónica, como la que fue ensayando el pueblo venezolano en estos años de Revolución Bolivariana iniciada bajo el liderazgo de Hugo Chávez, o la experiencia llevada adelante por las comunidades indígenas chiapanecas organizadas en el marco de la insurgencia zapatista, o el modo en que los movimientos sociales bolivianos pujaron por hacerse ver y oír y construir un Estado diferente en los últimos 15 años, bajo el liderazgo de Evo Morales y Álvaro García Libera, dan cuenta de un desafío para este siglo XXI y nos recuerdan aquello que alguna vez escribió Miguel Abensour. A saber: que la grandeza de la Comuna es haber alcanzado la existencia contra todas las formas de Estado que le negaban el derecho a existir.
Gran parte del programa de la Comuna sigue siendo de una profunda actualidad. La separación de la Iglesia y del Estado, que ha sido puesta sobre el tapete a partir de las movilizaciones feministas que en Argentina movilizaron cientos de miles de mujeres, es un ejemplo de ellos, así como el reclamo de los Movimientos Populares que pujan por hacerse ver, y oír, te un clase (casta) política liberal totalmente desvinculada del sentir, el pensar y el actuar de las simples mujeres y hombres de a pie cada día sostienen la vida en nuestras sociedades. La Comuna será una de las experiencias fundamentales a revisitar a la hora de pensar en sostener un proyecto de Justicia Social capaz de trastocar el orden liberal actual, y sustentar las conquistas sociales y económicas en un nuevo modo de organizar la participación políticas de las y los trabajadores en los asuntos comunes, es decir, en la construcción de un democracia plebeya y un Gobierno Popular.
* Texto leído a modo de editorial del #Episodio5 de La parte Maldita, el programa de Filosofía Errante y Sucio Rock de Radio Gráfica.
Se puede escuchar el programa completo ingresando a La Parte Maldita en Spotify
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