Unas líneas sobre el 8N
Por Mariano Pacheco
“¡Un
pueblo de ovejas, genera un gobierno de lobos!”. Con esta consigna, los
caceroleros de teflón convocan hoy a movilizarse en el centro porteño… y en
todas las plazas y ciudades del país. Porque la unión hizo la fuerza, dicen,
hay que multiplicar la convocatoria por las redes sociales.
Pantalón
oscuro, remera blanca y escarapela es el “uniforme” adecuado para cantar,
bailar o expresarse como cada uno quiera, pero eso sí –insisten– siempre con respeto, y con carteles –pero sin
hablar– para “no darle letra a 6, 7, 8”.
Esos odiosos que confunden el deber que les otorga el 54% de los
votos obtenidos por el gobierno nacional en las últimas elecciones, con el poder (“todo es ilusión”, decía Lenin,
“menos el poder”), esos odiosos, remarcan las señoras y señores, los jóvenes
patriotas, tendrán que escuchar –de una vez por todas– la voz de los que
siempre tuvieron voz. ¿Y vos? ¿Qué pensas hacer hoy?
Ayer,
cruzando la intersección de las avenidas porteñas Callao y Santa Fé, tuve un
cruce de realismo mágico. Unos pibes y pibas jóvenes, muy jóvenes, a quienes
todos los que pasan por allí cualquier otro día hubiesen mirado con odio y
desconfianza, esta vez se acercaron a ellos, sonrientes. Es que estos niños
(¿serían del conurbano, o de alguna villa de la capital?), esta muchachada que
suele ser despreciada por las almas bellas (y racistas, como decía Sartre) de
la culta ciudad, vendían unas coloridas y jocosas remeras cuyo estampado decía:
“8N: Presente”. Cuando me di vuelta para continuar mi marcha, casi choco al
maestro Juan Sasturain. Fue tanta la sorpresa y el contraste que ni lo saludé.
Sólo sonreí. Minutos después me dije que por qué no lo paré unos instantes, al
menos para agradecerle por haber escrito Manual de perdedores. O para pedirle
un contacto y hacer un futuro reportaje. O para recordarle que era el molesto
que hace un tiempo lo llamé un montón de veces para concertar un encuentro (que
nuca sucedió porque siempre “tenía que viajar”) y poder grabarle unas palabras
y sacarle una foto para poder publicar la entrevista en una revista. En fin, el
hecho es que seguí caminando y observando a la gente pasar, sonriente –porque era
temprano, no hacía todavía tanto calor, y la falta de luz y agua no eran aun el
principal tema de conversación–, mirándose entre ellos como estableciendo una
especie de contraseña invisible. Como si se dijeran: “falta poco. Mañana es el
bendito 8N. Falta poco, en cualquier momento vuela la conchuda y todos felices,
y contentos”.
Recordé
la invitación que hace unos días me hizo mi amigo Esteban Rodríguez, para que escribiera
en el próximo número temático de la legendaria revista platense La grieta (ahora digital, y por lo
tanto, sin ubicación geográfica determinada), que se titulará, precisamente, “La
conchuda”. Mi respuesta fue que no, Rodríguez –él siempre me dice Pacheco, y yo
a él Rodríguez, a pesar de que hace una década que somos amigos–, porque no soy
kirchnerista, y no tengo mucho por decir. Me pregunto ahora si no debería
decirle que sí (¿habrá tiempo, Rodríguez, un espacio para un compañero díscolo,
uno de la zurda loca que no anda por el mundo defendiendo el modelo?), que sí
podría escribir algo, porque al fin y al cabo Perón (ese viejo endemoniado que “cagó”
a la muchachada de la Juventud maravillosa), en algo tenía razón. Al menos, en
la certeza de esa frase que repetía hasta el cansancio: “No es que los
peronistas seamos buenos… es que los otros son peores”.
En
fin, cuando uno ve que el cuartetero José Manuel de la Sota, los PROchetos porteños
Mauricio Macri y Federico Pinedo, la procesista de la Chechu Pando, la conversa
de Patricia Bullrich, el asesino de Eduardo Duhalde (y los duhaldistas Gerónimo
“Momo” Venegas y Eduardo Amadeo), el tinellista-peronista Francisco de Narváez,
el gastronómico de mal gusto Luis Barrionuevo, el socialista ampliamente
progresista de Hermes Binner, el sojero Eduardo Buzzi y los históricamente
desubicados de los radicales figuran entre la lista de integrantes del F-TN (Fantasmal
Tren Nacional), que convocan o adhirieren a la movilización ciudadana de hoy,
cuando los vemos todos unidos por la defensa de la República, dan ganas de
meterse en tubo y volar por los aires. Y desembocar en algunas de esas ciudades
invisibles de Ítalo Calvino. Sí, ya sé: la política no es literatura. Y la
política argentina actual se parece más a las ciudades infernales que a las
utópicas. ¿Habrá que asistir a la movida de hoy, para confirmar que “el infierno
son los otros”? ¿O basta con verlo por TV? Como sea, la marcha de hoy es
abiertamente reaccionaria. Habrá que hacerle caso a Calvino entonces, y tratar
de ver qué y quien, en medio del infierno, no es infierno. Y hacer que dure, y
dejarle espacio”.
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