“El feminismo, como caja de herramientas teórica y
acción política, es un gran plus para todos los sujetos
subalternos”
Por
Mariano Pacheco
El
feminismo y las luchas de la clase obrera. El feminismo y las
batallas de las denominadas “minorías”. En esta conversación
con revista Zoom,
Mabel Bellucci realiza un recorrido por la historia de los Encuentros
Nacionales de mujeres en Argentina, pone el derecho al aborto seguro
y gratuito en el centro de la discusión, problematiza el
abolicionismo que condena a los colectivos que reivindican el
“trabajo sexual”, traza una genealogía nacional e internacional
del feminismo, se posiciona contra las corrientes “separatistas”
que hacen de las mujeres heterosexuales el sujeto político y rescata
nombres como el de Hilda Ray y Marta Miguele, pero también otros
como el de Lohana Berkins y Néstor Perlongher.
Genealogías
Bellucci
se autodefine como activista feminista queer. Participa de la Cátedra
Libre de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro
y Gratuito en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
Buenos Aires (UBA) y del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES)
Gino Germani-UBA. También forma parte de la Cátedra “Libre
Virginia Bolten” en la Universidad Nacional de La Plata.
--Estamos
a pocas horas de que comience un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres.
En este contexto, ¿qué podrías rescatar de este largo historial de
las luchas feministas en nuestro país?
--Yo
creo que Argentina en particular, y el Río de La Plata más en
general, tiene toda una historia.
Las
dos primeras décadas del siglo XX, por ejemplo, hubo Congresos
feministas. Por ejemplo, en 1928 hubo un Congreso Feminista
Internacional en Argentina. Es muy interesante leer las actas de ese
encuentro, reparar en quienes estuvieron. Fue muy importante, hubo
muchas feministas de la región (sobre todo de Montevideo), pero
también de Estados Unidos y Europa. Todo el movimiento por el
derecho al voto femenino, al menos en occidente, fue muy importante.
Por más que, yo te aclaro, me considero anarca, así que el mundo
electoral me tiene sin cuidado, pero una cosa es que te impugnen el
voto a poder ir y votar. Votar implicaba visibilizarse en lo público,
obtener mayores posibilidades de educación y de inserción laboral.
No votar, para las mujeres, era como no ser tenidas en cuenta para
nada. Yo siempre recomiendo ver “Las sufragistas”, una película
inglesa en donde puede verse con claridad el cruce entre clase y
género, porque ese movimiento implicó a mujeres de clase media como
a obreras. Y en América Latina, el feminismo que tuvo potencia fue
el del Río de La Plata, con toda una serie de mujeres
librepensadoras, mujeres liberales, socialistas que pelearon por el
derecho al voto. No así las anarquistas, que estaban en contra de la
representación, los partidos políticos y del Estado.
Me
parece que es muy importante tener en cuenta toda esta historia para
entender los Encuentros Nacionales de Mujeres. Porque encuentros de
mujeres hay por todo el mundo, pero no con la continuidades en años
que ha tenido en Argentina. A esto hay que sumarle que, más allá de
que muchas puedan participar de algún partido político, la comisión
organizadora del Encuentro responde a ningún partido o institución,
y eso se respeta cada año. Y la masividad. Nosotras empezamos en
1986 siendo 100, y en cuatro décadas ha crecido de un modo
impresionante. Y rescatando el legado del que hablábamos, hay que
agregar que el Encuentro Nacional de mujeres es muy importante
también para las mujeres de los demás países de la región. Y la
rotación federal que ha logrado. No veo otro movimiento similar, con
excepción del reciente fenómeno de “Ni Una Menos”. Después
está la dinámica, que en gran medida ha sido tomada de los
Encuentros Feministas de Latinoamérica y el Caribe, que se hacen
cada dos años. Toda una dinámica autogestiva, con la palabra
rotativa, asamblearia. Y no se vota, no hay eso de mayorías y
minorías, sino que se busca el consenso, y eso me parece muy
importante, porque sino te vienen los aparatos y con el tema de la
cantidad te quieren copar todo el debate. El año pasado, por
ejemplo, vinieron como 300 mujeres de la Tupac Amaru, se quisieron
imponer porque eran mayoría, decían, pero unas 15 nos levantamos y
nos fuimos, y el debate se terminó ahí, no se dio lugar a eso de
querer votar, porque en ese contexto es totalmente anti-democrático.
Los
Encuentros Nacionales de Mujeres
Mabel
rescata la lucha por el aborto libre, seguro y gratuito. Destaca el
rol que cumplen colectivos como la Campaña Nacional por el derecho
al Aborto, “los movimientos socorrismo que acompañan y empoderan a
las mujeres en su práctica abortera, las lesbianas que publicaron el
famoso manual y los Varones Antipatriarcales que apoyan el aborto y
las agrupaciones de gay, los varones trans”. Se muestra pesimista
respecto de las posibilidades de que avance la ley, pero optimista
respecto del debate social y político.
--¿Qué
otras cosas podes rescatar de los encuentros?
--Lo
más interesante, me parece, es que con los años hayan tenido la
capacidad de ir incorporando nuevos sujetos. A partir de mediados de
los 90, ingresaron las travestis, con Lohana Berkins a la cabeza. Y
su ingreso yo lo considero fundamental. Después entraron mujeres
trans. Y ahora, el gran debate que se va a dar, tiene que ver con las
trabajadoras sexuales. Y esto hay que remarcarlo: cuando vos entrás
al Encuentro Nacional de Mujeres, ya instalás el debate.
--Y
respecto de ese cruce entre género y clase que mencionabas al
principio respecto de la realidad inglesa de principios del siglo XX:
¿cómo ves ese cruce en la Argentina de post-dictadura? ¿Cuándo
consideras que se produjo esa conexión entre feminismo y movimientos
sociales en los Encuentros?
--Para
mí fue en 1989, con la hiperinflación. Hasta ese año los
encuentros eran feministas, luego se hicieron de mujeres, porque
irrumpieron en la escena las mujeres organizadas en los barrios
populares. Eso fue un antes y un después, porque si bien las
feministas de izquierda siempre tuvimos posicionamientos
anticapitalistas, el masivo ingreso de mujeres de los sectores
populares lo cambiaron todo. Ahí ingresó lo económico, la cuestión
de clase, de raza y lo numérico, ahí los encuentros se volvieron
masivos.
Género
y minorías
Bellucci
también integra el colectivo editorial Herramienta. Es autora de los
libros “Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo”, y de
“Orgullo. Carlos Jauregui: una biografía política”.
--Y
entre feminismo y minorías, ¿como ves ese vínculo?
--Mirá,
yo parto de una situación: mi
feminismo es queer, no creo que el feminismo tenga que ser una cosa
de mujeres heterosexuales, lésbicas o bisexuales.
El feminismo, como caja de herramientas teórica y acción política,
es un gran plus para todos los sujetos subalternos, para todo cuerpo
abyecto. Y esto no lo digo en el aire, tiene toda una tradición. En
el siglo XIX, por ejemplo, las mujeres feministas inglesas y
norteamericanas luchaban contra la esclavitud.
En 1848 aparece la “Declaración de sentimientos”, que fue muy
importante. Y en los
sesenta el feminismo fue antibelicista, contra-cultural, que promovía
la liberación sexual y peleaba contra la discriminación de los
negros. Entonces
podes ver que hay toda una historia en donde el feminismo no es tal
solo una cosa de mujeres. Yo no soy separatista y el feminismo
hegemónico es fuertemente separatista, porque piensan que las
mujeres, sobre todo las heterosexuales, son el sujeto político. Y yo
eso lo pongo en discusión, y lo llevo al terreno del aborto. ¿Quién
dijo que son solo las mujeres heterosexuales las que abortan? Son
también las mujeres bisexuales, las lesbianas, los varones trans, en
fin, todo cuerpo que porte un útero. De allí que, para mí, la
alianza, las coaliciones con aquello que en años anteriores se
denominaba las “minorías sexuales”, son sumamente importantes.
Por ejemplo, en 1974, en Buenos Aires, se fundó el Grupo de Política
Sexual en donde estaban mujeres como Hilda Ray (que murió esta
semana) y Marta Miguelez, de agrupaciones feministas, pero también
Néstor Perlongher, del Frente de Homosexuales de Liberación. Ellos
escribieron un documento muy importante, que fue “La moral sexual
en Argentina”, el primer texto teórico sobre la sexualidad en la
Argentina. Y es un texto muy foucaultiano, plantean al cuerpo como un
territorio en pugna, en disputa. Y esto fue sumamente de avanzada,
sobre todo si tenemos en cuenta que aun hoy nuestras izquierdas son
pre-foucaultianas, no ven al cuerpo como un campo de batalla. Yo creo
que ahí el feminismo, que plantea la decisión soberana sobre los
cuerpos, permite que otros cuerpos se sientan interpelados. Por eso
llama la atención que las travestis, las trans, con todo lo que les
contó entrar, ahora hagan alianza con las corrientes abolicionistas
contra los colectivos que plantean el “trabajo sexual”, y se
sindicalizan y luchan por sus derechos. Yo no tengo una posición muy
clara al respecto, pero si hay algo que sé, es que no soy
abolicionista. Si hay mujeres, trans, travestis, que consideran que
lo que ejercen es un trabajo, yo no soy quien para decir que no. Si
se auto-representan como trabajadoras quien soy yo para decirles lo
contrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario