sábado, 8 de octubre de 2016

Entrevista a Mabel Bellucci


“El feminismo, como caja de herramientas teórica y acción política, es un gran plus para todos los sujetos subalternos”

 Por Mariano Pacheco

  El feminismo y las luchas de la clase obrera. El feminismo y las batallas de las denominadas “minorías”. En esta conversación con revista Zoom, Mabel Bellucci realiza un recorrido por la historia de los Encuentros Nacionales de mujeres en Argentina, pone el derecho al aborto seguro y gratuito en el centro de la discusión, problematiza el abolicionismo que condena a los colectivos que reivindican el “trabajo sexual”, traza una genealogía nacional e internacional del feminismo, se posiciona contra las corrientes “separatistas” que hacen de las mujeres heterosexuales el sujeto político y rescata nombres como el de Hilda Ray y Marta Miguele, pero también otros como el de Lohana Berkins y Néstor Perlongher.
Genealogías
Bellucci se autodefine como activista feminista queer. Participa de la Cátedra Libre de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) Gino Germani-UBA. También forma parte de la Cátedra “Libre Virginia Bolten” en la Universidad Nacional de La Plata.
--Estamos a pocas horas de que comience un nuevo Encuentro Nacional de Mujeres. En este contexto, ¿qué podrías rescatar de este largo historial de las luchas feministas en nuestro país?
--Yo creo que Argentina en particular, y el Río de La Plata más en general, tiene toda una historia.
Las dos primeras décadas del siglo XX, por ejemplo, hubo Congresos feministas. Por ejemplo, en 1928 hubo un Congreso Feminista Internacional en Argentina. Es muy interesante leer las actas de ese encuentro, reparar en quienes estuvieron. Fue muy importante, hubo muchas feministas de la región (sobre todo de Montevideo), pero también de Estados Unidos y Europa. Todo el movimiento por el derecho al voto femenino, al menos en occidente, fue muy importante. Por más que, yo te aclaro, me considero anarca, así que el mundo electoral me tiene sin cuidado, pero una cosa es que te impugnen el voto a poder ir y votar. Votar implicaba visibilizarse en lo público, obtener mayores posibilidades de educación y de inserción laboral. No votar, para las mujeres, era como no ser tenidas en cuenta para nada. Yo siempre recomiendo ver “Las sufragistas”, una película inglesa en donde puede verse con claridad el cruce entre clase y género, porque ese movimiento implicó a mujeres de clase media como a obreras. Y en América Latina, el feminismo que tuvo potencia fue el del Río de La Plata, con toda una serie de mujeres librepensadoras, mujeres liberales, socialistas que pelearon por el derecho al voto. No así las anarquistas, que estaban en contra de la representación, los partidos políticos y del Estado.
Me parece que es muy importante tener en cuenta toda esta historia para entender los Encuentros Nacionales de Mujeres. Porque encuentros de mujeres hay por todo el mundo, pero no con la continuidades en años que ha tenido en Argentina. A esto hay que sumarle que, más allá de que muchas puedan participar de algún partido político, la comisión organizadora del Encuentro responde a ningún partido o institución, y eso se respeta cada año. Y la masividad. Nosotras empezamos en 1986 siendo 100, y en cuatro décadas ha crecido de un modo impresionante. Y rescatando el legado del que hablábamos, hay que agregar que el Encuentro Nacional de mujeres es muy importante también para las mujeres de los demás países de la región. Y la rotación federal que ha logrado. No veo otro movimiento similar, con excepción del reciente fenómeno de “Ni Una Menos”. Después está la dinámica, que en gran medida ha sido tomada de los Encuentros Feministas de Latinoamérica y el Caribe, que se hacen cada dos años. Toda una dinámica autogestiva, con la palabra rotativa, asamblearia. Y no se vota, no hay eso de mayorías y minorías, sino que se busca el consenso, y eso me parece muy importante, porque sino te vienen los aparatos y con el tema de la cantidad te quieren copar todo el debate. El año pasado, por ejemplo, vinieron como 300 mujeres de la Tupac Amaru, se quisieron imponer porque eran mayoría, decían, pero unas 15 nos levantamos y nos fuimos, y el debate se terminó ahí, no se dio lugar a eso de querer votar, porque en ese contexto es totalmente anti-democrático.
Los Encuentros Nacionales de Mujeres
Mabel rescata la lucha por el aborto libre, seguro y gratuito. Destaca el rol que cumplen colectivos como la Campaña Nacional por el derecho al Aborto, “los movimientos socorrismo que acompañan y empoderan a las mujeres en su práctica abortera, las lesbianas que publicaron el famoso manual y los Varones Antipatriarcales que apoyan el aborto y las agrupaciones de gay, los varones trans”. Se muestra pesimista respecto de las posibilidades de que avance la ley, pero optimista respecto del debate social y político.
--¿Qué otras cosas podes rescatar de los encuentros?
--Lo más interesante, me parece, es que con los años hayan tenido la capacidad de ir incorporando nuevos sujetos. A partir de mediados de los 90, ingresaron las travestis, con Lohana Berkins a la cabeza. Y su ingreso yo lo considero fundamental. Después entraron mujeres trans. Y ahora, el gran debate que se va a dar, tiene que ver con las trabajadoras sexuales. Y esto hay que remarcarlo: cuando vos entrás al Encuentro Nacional de Mujeres, ya instalás el debate.
--Y respecto de ese cruce entre género y clase que mencionabas al principio respecto de la realidad inglesa de principios del siglo XX: ¿cómo ves ese cruce en la Argentina de post-dictadura? ¿Cuándo consideras que se produjo esa conexión entre feminismo y movimientos sociales en los Encuentros?
--Para mí fue en 1989, con la hiperinflación. Hasta ese año los encuentros eran feministas, luego se hicieron de mujeres, porque irrumpieron en la escena las mujeres organizadas en los barrios populares. Eso fue un antes y un después, porque si bien las feministas de izquierda siempre tuvimos posicionamientos anticapitalistas, el masivo ingreso de mujeres de los sectores populares lo cambiaron todo. Ahí ingresó lo económico, la cuestión de clase, de raza y lo numérico, ahí los encuentros se volvieron masivos.
Género y minorías
Bellucci también integra el colectivo editorial Herramienta. Es autora de los libros “Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo”, y de “Orgullo. Carlos Jauregui: una biografía política”.

--Y entre feminismo y minorías, ¿como ves ese vínculo?
--Mirá, yo parto de una situación: mi feminismo es queer, no creo que el feminismo tenga que ser una cosa de mujeres heterosexuales, lésbicas o bisexuales. El feminismo, como caja de herramientas teórica y acción política, es un gran plus para todos los sujetos subalternos, para todo cuerpo abyecto. Y esto no lo digo en el aire, tiene toda una tradición. En el siglo XIX, por ejemplo, las mujeres feministas inglesas y norteamericanas luchaban contra la esclavitud. En 1848 aparece la “Declaración de sentimientos”, que fue muy importante. Y en los sesenta el feminismo fue antibelicista, contra-cultural, que promovía la liberación sexual y peleaba contra la discriminación de los negros. Entonces podes ver que hay toda una historia en donde el feminismo no es tal solo una cosa de mujeres. Yo no soy separatista y el feminismo hegemónico es fuertemente separatista, porque piensan que las mujeres, sobre todo las heterosexuales, son el sujeto político. Y yo eso lo pongo en discusión, y lo llevo al terreno del aborto. ¿Quién dijo que son solo las mujeres heterosexuales las que abortan? Son también las mujeres bisexuales, las lesbianas, los varones trans, en fin, todo cuerpo que porte un útero. De allí que, para mí, la alianza, las coaliciones con aquello que en años anteriores se denominaba las “minorías sexuales”, son sumamente importantes. Por ejemplo, en 1974, en Buenos Aires, se fundó el Grupo de Política Sexual en donde estaban mujeres como Hilda Ray (que murió esta semana) y Marta Miguelez, de agrupaciones feministas, pero también Néstor Perlongher, del Frente de Homosexuales de Liberación. Ellos escribieron un documento muy importante, que fue “La moral sexual en Argentina”, el primer texto teórico sobre la sexualidad en la Argentina. Y es un texto muy foucaultiano, plantean al cuerpo como un territorio en pugna, en disputa. Y esto fue sumamente de avanzada, sobre todo si tenemos en cuenta que aun hoy nuestras izquierdas son pre-foucaultianas, no ven al cuerpo como un campo de batalla. Yo creo que ahí el feminismo, que plantea la decisión soberana sobre los cuerpos, permite que otros cuerpos se sientan interpelados. Por eso llama la atención que las travestis, las trans, con todo lo que les contó entrar, ahora hagan alianza con las corrientes abolicionistas contra los colectivos que plantean el “trabajo sexual”, y se sindicalizan y luchan por sus derechos. Yo no tengo una posición muy clara al respecto, pero si hay algo que sé, es que no soy abolicionista. Si hay mujeres, trans, travestis, que consideran que lo que ejercen es un trabajo, yo no soy quien para decir que no. Si se auto-representan como trabajadoras quien soy yo para decirles lo contrario.

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