El Precariado en Acción
Por Mariano Pacheco*
Como sucedió con el
denominado Movimiento Piquetero durante los años noventa del siglo
XX, y con el lanzamiento del Primer Paro Internacional de Mujeres en
2017, otra vez Argentina vuelve a producir una importante novedad
política, ésta vez con el anuncio, por parte de un conjunto de
movimientos populares, del lanzamiento de la Unión de Trabajadores
de la Economía Popular.
En esta primera entrega el
autor analiza la importancia de la unidad del sector, caracteriza al
precariado como una fracción del proletariado y rescata la potencia
de la ambivalencia de una experiencia que puede oscilar entre los
modos sindicales más clásicos y las nuevas dinámicas que
introducen tanto las organizaciones territoriales de matriz
comunitaria como los feminismos populares.
I-
Entendemos que el
lanzamiento de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular,
como sindicato único del precariado, puede implicar un importante
salto en calidad de las experiencias de organización popular en la
Argentina.
En primer lugar, respecto de
las coordinaciones que se vienen realizando, tanto en la corta como
en la mediana termporalidad: desde agosto de 2016 entre una serie de
movimientos, el denominado “Tridente de San Cayetno” y, en otras
ocasiones junto a organizaciones que no confluyen en el Triunvirato,
pero también, respecto de las coordinaciones aún más laxas que se
establecieron entre distintos sectores del movimiento piquetero
durante el ciclo de luchas autónomas (1996-2002). Si bien aún no
están públicamente confirmadas las organizaciones que participarán
del lanzamiento, al parecer podrían estar todas las corrientes
políticas que intervienen en el sector, con excepción del
trotskismo (Partido/Polo Obrero, quienes además no se autoperciben
como parte de la “economía popular”). En principio, tanto las
organizaciones que confluyen en la Confederación de Trabajadores de
la Economía Popular (CTEP), como son el Movimiento de Trabajadores
Excluidos (MTE), el Movimiento Evita, el Movimiento Popular La
Dignidad y La Mesa Gremial 19 y 20 de Diciembre (conformada, entre
otros, por la OLP y la Organización Social y Política Los Pibes),
expresiones a las que recientemente se incorporó la Federación de
Organizaciones de Base (FOB), como Movimiento Barrios de Pie (Somos),
formarían parte de esta experiencia, a la que podría sumársele la
Corriente Clasista y Combativa (CCC), y el Frente de Organizaciones
en Lucha (FOL), además del (o sectores de) Frente Popular Darío
Santillán (FPDS), entre otros agrupamientos (realizamos un mapeo de
organización y una breve descripción cronológica en el texto
titulado “San Precariado”, publicado en revista
Zoom:
https://revistazoom.com.ar/san-precariado).
En segundo lugar, la UTEP
formalizaría en una experiencia organizativa una definición que
también implica un salto en calidad respecto del período anterior:
tanto a nivel de autopercepción como de reconocimiento público, ya
no estamos ante una población “excluida”, “desocupada”,
“sobrante”, “en reserva” o “lumpen”, sino ante una de las
dos realidades de las clases trabajadoras en el neoliberal mundo
contemporáneo: la de los “clásicos” asalariados y la de quienes
integral en diverso mundo de la economía popular.
Claro
que, tal como señala Verónica Gago en su libro La
razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular,
es importante entender al neoliberalismo bajo su dinámica de doble
procedimiento: desde arriba y desde abajo. Desde
arriba, como
modificación del régimen de acumulación global (fase del
capitalismo y no simple “modelo” de gobierno implementando desde
tal o cual Estado nacional); desde
abajo, como modo de
vida que reorganiza las nociones de libertad,
cálculo y
obediencia,
es decir, como nueva afectividad/racionalidad. De allí que sea
importante entender la persistencia del neoliberalismo aún en el
ciclo de gobiernos progresistas y al interior de una pragmática
vitalista presente en la economía popular que mixtura proyectos
comunitarios y autogestivos con una racionalidad teñida por
tecnologías, afectos y procedimientos que asume al cálculo como
matriz subjetiva priomordial, dando paso a una suerte de
autoempresarialidad de masas.
Es
entonces en esta tensión entre autoempresarialidad y autogestión;
entre emprendedorismo y proyectos colectivos/comunitarios; entre
autonomía y obediencia; entre desposesión y autoafirmación
creativa que proponemos leer las dinámicas de emergencia del
Precariado en Acción.
II-
Entendemos
al precariado como una fracción del proletariado, y al Precariado en
Acción como aquellos sectores del precariado que se asocian para
realizar una experiencia común.
Para
empezar, entonces, convendría destacar dos cuestiones.
En
primer lugar, que más
que hablar de una nueva clase social (como lo hace Guy Standing en
su libro El
precariado),
aquí nos referiremos al precariado como aquél sector del
proletariado que, en el actual contexto de desarrollo del
capitalismo, queda en la situación paradojal de que el mercado ya ni
siquiera requiera de él como mercancía. En tal sentido, quienes
integran el precariado (en tanto proletarios) no dejan de ser libres,
en el doble sentido en el que Karl Marx aborda el concepto en El
capital: libres en
tanto ya no son esclavos; libres, en tanto que sólo pueden vender su
fuerza de trabajo para poder sobrevivir; asistir al mercado sin más
que esperar una cosa: “que
se lo curtan”. Al no
encontrar a nadie que requiera su fuerza de trabajo, las opciones que
le quedan son morir de hambre, robar, autoexplotarse individualmente
o asociarse con sus pares más cercanos para inventarse una actividad
laboral. Allí
donde el sistema ofrece --como destino ante la situación de
precariedad-- el emprendedorismo/onegeismo, sectores del precariado
proponen una salida colectiva.
Hablaremos
entonces (en clave sociológica) de las trabajadoras y trabajadores
de la Economía Popular para referirnos a ese sujeto social, y (en
clave política), del Precariado en Acción, cuando mencionemos
quienes integran esas experiencias de lucha y organización gestadas
al interior de esa franja de la población (hay sujeto político
porque hay acción colectiva).
Asimismo,
atendiendo a los aportes más contemporáneos realizados por las
economías feministas, podríamos agregar que el concepto de
proletariado, en el siglo XXI, se amplía aún más allá del ámbito
clásico de los lugares donde se producen mercancías bajo relación
salarial, concibiendo así la interseccionalidad que constituye al
proletariado en la encrucijada históricamente determinada de la
clase, la raza y el género. Así como Marx llamó la atención sobre
las relaciones de producción detrás de las relaciones de
circulación y consumo, determinadas corrientes feministas ponen de
relieve la “morada oculta” (según Nancy Fraser) de la
reproducción y la división sexual del trabajo invisibilizada y
jeraquizada detrás de las relaciones de producción. Esto supone
enfocarse críticamente en los límites históricos e inestables que
son condición de posibilidad de la valorización del capital. Es
decir, asumir las fronteras existentes entre la esfera
feminizada-racializada de la reproducción, en relación porosa con
la esfera masculinizada de la producción, concomitantes a los
límites que disocian la política de la economía, la naturaleza
humana de la naturaleza no humana, la explotación capitalista de la
expropiación imperalista-colonialista de las comunidades. En lo
principal, esta pregunta se dirige sobre la reproducción social,
pero no sólo de la fuerza de trabajo como mano de obra que el
capital requiere más allá del empleo formal, sino incluso hacia la
producción de riqueza común que es explotada y expropiada por la
clase poseedora de los medios de producción, tal como ha destacado
la ensayista argentina Verónica Gago en algunas de sus reflexiones
más recientes.
III-
Entendemos
que el lanzamiento de la UTEP puede ser una formidable oportunidad
para intersectar lo mejor de la historia del sindicalismo con dos de
las más pujantes dinámicas políticas de la época: las
comunitarias de matriz territorial y las promovidas por los
feminismos populares.
En
algunas de sus últimas conceptualizaciones, hacia fines de la década
del ochenta del siglo pasado, el pensador y militante francés Félix
Guattari planteaba la necesidad de que se efectuara una “reconversión
ecológica de la acción sindical” (ampliamos esta temática en el
texto titulado “Las tres ecologías según Félix Guattari y la
reconversión ecológica de la acción sindical en Argentina”, de
próxima aparición en La
luna con gatillo). Es
decir, promover una acción sindical menos corporativa, más proclive
a dejarse interpelar por fenómenos como los feminismos y
ambientalismos, y también, por el “sindicalismo territorial”,
que él visualizaba en la experiencia chilena de los años setenta.
“No hay oposición entre las tres ecologías. Toda aprehensión de
un problema medioambiental postula el desarrollo de un universo de
valores y por lo tanto de un compromiso ético-político”, insiste
al argumentar que la ecología
ambiental (referida a
la acción contra las tendencias depredatorias de la humanidad
respecto del medio ambiente) debe estar articulada con los frentes de
la lucha de clases (ecología
social que no sólo
tiene en cuenta la pelea por la propiedad colectiva de los medios de
producción sino también la necesidad de gestar un enlace creador
que contemple la alteridad, la diferencia y la diversidad en una
perspectiva compleja de la organización social) y el frente de lucha
del deseo (ecología
mental, centrada en la
intervención en en el campo de la subjetividad, atendiendo sobre
todo a la tendencia a la angustia que profundiza el capitalismo
contemporáneo; tendencia que se complementa con una privatización
del malestar y una cada vez mayor separación de los cuerpos y las
subjetividades de lo que éstos pueden).
Tanto
los feminismos populares como las organizaciones territoriales
promueven toda una micropolítica centrada en problematizar los
vínculos cotidianos, y en empezar a ensayar –en el aquí y ahora--
otro tipo de relaciones sociales y formas de organizar la producción
y reproducción de la vida y las herramientas para librar la lucha
económica, política y cultural para transformar el conjunto de la
sociedad.
El
territorio, desde estas perspectivas, se entiende así de manera
dinámica, abierta, como sitio en donde se desarrolla una experiencia
vital, no como un espacio estático, cerrado y vacío. El espacio se
transforma de este modo en acción de sujetos, que se constituyen en
el mismo proceso de organización y de lucha en el que establecen una
disputa con el orden hegemónico donde se producen y reproducen las
relaciones de explotación, dominación e identificación con los
valores dominantes. El territorio deviene así un espacio-tiempo
donde poder comenzar a realizar un corte de amarras, una ruptura con
la ciudad neoliberal (y también con los modos de entender la vida en
los medios rurales). Es decir, un espacio-tiempo donde ensayar formas
de comunidad, a partir de la cuales gestar otras prácticas, afectos
y razones; vidas colectivas ante el ensimismamiento de la vida
individual, o a lo sumo familiarista que propone el capitalismo
contemporáneo.
*
Mariano Pacheco es ensayista, periodista, investigador y militante
popular. Participó de la fundación de los Movimientos de
Trabajadores Desocupados (MTD) que en 2001 confluyeron en la
Coordinadora Aníbal Verón y del Frente Popular Darío Santillán en
2004. En la actualidad integra la Cátedra Abierta Félix Guattari en
la Universidad de los Trabajadores que funciona en la Fábrica
Recuperada IMPA y coordina espacios de formación política con
militancias diversas. Forma parte de la Confederación de
Trabajadores de la Economía Popular, participando de la coordinación
establecida entre las Organizaciones Libres del Pueblo (OLP), Los
Encuentros de Feminismo Popular, la agrupación de jóvenes La Simón
Bolívar y el Colectivo Cultural La luna con gatillo. Es autor de los
libros Desde
abajo y a la izquierda. Movimientos sociales, autonomía y
militancias populares
(Cuarenta ríos); Cabecita
negra. Ensayos sobre literatura y peronismo (Punto
de Encuentro); Montoneros
silvestres (1976-1983). Historias de resistencia a la dictadura en el
sur del conurbano
(Planeta); Kamchatka.
Nietzsche, Freud, Arlt: ensayos sobre política y cultura
(Alción); De
Cutral Có a Puente Pueyrredón, una genealogía de los Movimientos
de Trabajadores Desocupados
(El Colectivo), Madriguera.
Ensayos sobre política y cultura
(Alción, en prensa) y co-autor de Darío
Santillán, el militante que puso el cuerpo
(Planeta).
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